¿Sabías que tú puedes ser la solución contra el contenido pornobasura?

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¿No estás cansado de recibir y ver tanta basura en los medios de comunicación y en internet? ¿No estás cansado de abrir tu bandeja de correo y encontrar decenas de mensajes que nada te aportan, que solo te quitan tiempo valioso? ¿No estás cansado de tropezarte con tanto gurú autoproclamado que, en verdad, no son más que vendehúmos? ¿No estás cansado?

Lo primero que hay que convenir es que el mal no está en las herramientas o los canales, dentro o fuera de internet, sino el uso que se hace de ellas. Tristemente, en procura de los ansiados clics, la tarea de atraer la atención de los consumidores, de las audiencias, se canibalizó, se prostituyó. Hoy, lo que consumimos es básicamente pornobasura.

Si abres la web de un medio de comunicación, el más prestigioso de tu país o el de mayor tradición, verás que noticias, lo que se dice noticias, hay pocas. El resto, la mayoría, son informaciones infladas, distorsionadas, manipuladas para tratar de conseguir clics. Titulares engañosos y/o morbosos que son ofensivos, un insulto a la inteligencia y a la decencia.

Lo peor, sin duda, es que esas perversas publicaciones nos persiguen por doquier y tienen la capacidad de transformarse como si fueran camaleones. Textos, post de redes sociales, videos, audios, infografías, pódcast, reels, historias, webinars…, en fin. Saltan como liebres y ay de ti si haces clic en alguna de ellas, porque la persecución será mucho más que intrusiva.

Que el futbolista equis se pintó el pelo de amarillo, que la modelo ye publicó una foto con prendas sugestivas, que el influencer zeta se dio un beso con un seguidor y su pareja estalló en ira… Es una vulgaridad. Y lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que no hay límites. Cuando crees que ya lo viste todo, que no puede haber algo más perverso, consiguen superarse, por así decirlo.

Lo fácil es decir que son las redes sociales, tristemente convertidas en cloacas sociales por cuyos canales vienen y van los bajos instintos de la humanidad, sus fétidas perversiones. Sin embargo, no es un mal exclusivo de ellas: los medios de comunicación y también muchos de los portales de empresas y profesionales independientes que posan de independientes.

¿No estás cansado de recibir y ver tanta basura en los medios de comunicación y en internet? Honestamente, yo sí estoy cansado. De hecho, desde hace años. Como muchos, quizás como tú, durante un tiempo consumí esa pornobasura como si no hubiera una solución. Hasta que un día un amigo me enseñó cómo podía blindarme contra esta y sacar lo tóxico de mi vida.

¿Qué hice? Primero, dejé de ver noticieros, ¡TODOS!, y cualquier otro de esos programas de televisión que llaman de opinión, pero que en realidad son de manipulación. También corté mis relaciones con los periódicos, tanto en formato impreso como digital. Y, por último, hice una radical limpieza de mis redes sociales, eliminando todo aquello con tufillo tóxico.

Cualquiera podría decir que vivo aislado de la realidad, que no me entero de lo que sucede, pero no es así. Como periodista, y además en función del trabajo que realizo para otras personas, una de mis obligaciones es estar bien informado. Solo aprendí a seleccionar las fuentes, a decantar los canales a través de los cuales consumo la información que requiero.

Ciertamente, por fortuna, todavía hay fuentes confiables, páginas web y medios que hacen un buen trabajo. Sobre todo, de buen gusto, respetuoso y alejado de las prácticas de distorsión y manipulación tan comunes. Personas y empresas que saben que tienen un privilegio, pero que este va atado a una responsabilidad y procuran honrarla ayudando a sus consumidores.

El problema de fondo, porque sabes que siempre hay un problema, es que la mayoría de las personas eligió el camino fácil. ¿Sabes cuál es? Aquel de pensar que la guerra contra esta infoxicación, contra la pornobasura que pulula se publica en internet y en los medios, está perdida. No solo no es así, sino que además este momento significa una gran oportunidad.

Lo ocurrido en los últimos años, por cuenta de la inusual situación a la que nos enfrentó la pandemia, provocó una explosión de las oportunidades. Por ejemplo, muchas personas que no sabían qué era Zoom ahora no solo realizan reuniones de trabajo a través de esa plataforma, sino que también la utilizan para comunicarse con familiares y amigos, o para capacitarse.

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Además, miles de personas que perdieron su trabajo en este período encontraron en internet un escenario ideal para rediseñar su vida, para tomar un camino distinto al anterior, que no las satisfacía. Igualmente, niños y jóvenes se dieron cuenta de que internet y los dispositivos digitales no son solo para jugar, sino que son una poderosa herramienta de aprendizaje.

Una de las lecciones maravillosas que nos deja este doloroso período es que la misión que nos fue encomendada al llegar a este mundo fue la de ayudar a otros. Aunque a veces no nos damos cuenta, o volteamos a mirar para otro lado, son muchas las personas que necesitan ayuda, de muchas formas: que las escuchen, que las valoren, que no las dejen solas.

Otra lección increíble, al menos en mi caso (y ojalá también en el tuyo) es saber que cada uno está en capacidad de hacer algo positivo por otros. Mi amigo Emil Montás, de República Dominicana, dice que “lo que no se comparte, no se disfruta”. Y según mi amigo y mentor Álvaro Mendoza “si no compartes con otros lo que sabes, ese conocimiento no te sirve para nada”.

El objetivo de estas líneas es invitarte a reflexionar acerca de ese mensaje poderoso que hay en ti, que eres tú. No importa qué hagas, a qué te dedicas, cuál es tu profesión u oficio. Todos, absolutamente todos los seres humanos, tenemos algo valioso para compartir con otros, para ayudar a otros. No solo conocimiento, sino también experiencias y sueños.

En los últimos años, los acontecimientos nos han enseñado que no podemos dejar para mañana o para después aquello que le da sentido a nuestra vida. Quizás no haya mañana o después para decirle a tu pareja o a tus padres que los amas; para disfrutar con tu mascota, para abrazar a tus amigos, para reconciliarte contigo mismo y cuidarte, consentirte.

Lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Que hoy la tecnología e internet nos permiten transmitir nuestro mensaje de manera sencilla y gratuita. Ni siquiera necesitas una web propia, si eso es lo que te detiene. Hay múltiples canales disponibles y variados formatos para que elijas el que más te acomode, en el que te sientas más cómodo a la hora de compartir tu conocimiento.

En mi caso, escribir es la habilidad que me permite hacerlo. También suelo participar de otras actividades como entrevistas (en video) o eventos virtuales en los que doy charlas relacionadas con mi quehacer, con mi experiencia. Cada una de esas oportunidades me deja un aprendizaje muy valioso y, además, vivencias increíbles a través de la interacción con otras personas.

Aquí entre nos, a través de mis escritos y esas otras actividades no solo le encuentro sentido a lo que soy y a lo que he aprendido, sino que también me siento útil. Sí, gracias a Dios, mi mensaje es una pequeña semilla que cae en tierra fértil y luego germina de mil y una formas maravillosas. Es un inmenso privilegio que disfruto, un compromiso que intento honrar.

Y tú, ¿ya lo intentaste? Si eres habitual seguidor de mis publicaciones, seguramente sabes que pregono que escribir es una terapia, una increíble oportunidad que nos da la vida para dejar un legado positivo en este mundo, una huella en la vida de otros. Sin embargo, si lo que mejor se te da es la voz, haz pódcast; si es la imagen, graba videos. ¡Hay uno ideal para ti!

Además, retomando el problema expuesto en el comienzo de este artículo, es una pequeña contribución para contrarrestar la pornobasura que pulula tanto en internet y como en los medios de comunicación. En la medida en que haya más personas como tú que generen un contenido de calidad, que en verdad aporte valor, será posible ganar esta dura batalla.

Así mismo, y te lo menciono por experiencia, las personas están ávidas de contenido de valor y cuando lo encuentran lo aprecian, lo agradecen. De lo que se trata es de sembrar una semilla que tarde o temprano germinará o, si prefieres verlo de otra manera, aceptar el reto de ser un eslabón de la cadena de transformación positiva de la sociedad, del mundo, de tu vida.

No te niegues ese derecho, no te niegues ese privilegio. No permitas que el miedo al qué dirán o a la crítica te impida compartir con otros ese mensaje poderoso que hay en ti, que eres tú. Y olvídate del síndrome del impostar: nadie pretende que escribas como García Márquez, o que te desenvuelvas ante la cámara como un presentador de noticias o que hables como un orador.

Te propongo, te invito, a que te des la oportunidad de ser una fuente de mensajes positivos, constructivos y transformadores. A que compartas con otros no solo tu conocimiento, sino tus experiencias, el aprendizaje surgido de tus errores y, sobre todo, tu inspiradora historia. Dentro de ti hay un héroe que ha superado mil y una dificultades, y otros quieren ser como tú.

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