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Vivimos la era de la tecnología, de la comunicación y, ¡qué horror!, la del copy + paste. Justo en el momento en el que disponemos de maravillosas y poderosas herramientas para mostrar quiénes somos, qué hacemos; para exhibir nuestro valor, la gran mayoría de las personas se queda, tristemente, en el copy + paste. Que, por supuesto, va más allá del ámbito laboral.
Desde siempre, quizás porque es parte de su naturaleza, quizás porque es inevitable adquirir este comportamiento, el ser humano ha querido parecerse a otros. El hijo quiere ser como el padre, el joven quiere ser como su ídolo el deportista, la mujer quiere ser como la empresaria exitosa, el emprendedor quiere ser como Elon Musk… Es un cadena que no tiene fin.
Hoy los retadores procesos creativos de antaño fueron suplidos por plantillas, libretos, formularios y, más recientemente, prompts configurados. ¡Ya casi nada es auténtico, ya casi todo es copiado! Una verdadera pesadilla, sin duda. Para colmo, ya nadie quiere inventar o innovar y la mayoría recurre a copiar o, en el mejor de los casos, a modelar lo que es exitoso.
Es otra suerte de pandemia, la de los impostores. Que, no sobra decirlo, son descarados: dado que en internet es difícil saber quién copió a quién (qué fue primero, ¿el huevo o la gallina?), se aprovechan de la laxitud de las normas o, peor, de la carencia de normas. No solo normas legales, sino también las de la decencia, las del respeto por aquellos que consumen contenido.
Lo peor, lo verdaderamente desalentador, es que es el propio mercado el que valida y respalda a los impostores. Se hace clic fácil, se comparte información de la que no se conoce su veracidad o procedencia, se estimula la cultura del matoneo, de la burla, de dejar en ridículo al que piensa distinto, al que lo hace mejor, al que se atreve a ser auténtico. ¡Una pesadilla!
La verdad es que el mercado se caracteriza por la mediocridad. Y al mercado le gusta lo mediocre es más barato, porque los mediocres casi siempre están dispuestos a bajar el precio o acudir a cualquier otra estrategia suicida con tal de hacer una venta. En el caso de los contenidos, de la creación de contenidos, la mediocridad es vulgaridad, mentiras, manipulación, copy + paste.
Es triste cuando eres un creador de contenido y compartes el tuyo en los canales digitales. No tardas en darte cuenta de que, sin quererlo, eres parte de una cloaca nauseabunda. Basura que te traga, que te ensucia, que te contamina. El mercado, la mayoría del mercado, elige lo sucio, lo barato, lo ordinario y pasa de largo de lo profesional, constructivo e inspirador.
Visto con rapidez, el panorama se antoja desolador. Sin embargo, estoy seguro de que este no es el final del camino, de que hay mucho más por recorrer. Y los protagonistas de esa aventura seremos los creadores de contenido de calidad. Después de años de bombardeo mediático, de verse salpicado por tanta inmundicia, los consumidores reaccionan y… ¡toman medidas!
Poco a poco, las personas dicen ¡No más! No más vulgaridad, no más mentiras, no más impostores, no más copy + paste, no más fake-news. La realidad es que la gente, el común de la gente, está cansada de sentir miedo, de vivir en medio de la incertidumbre y la zozobra, de verse utilizado como marioneta por quienes se aprovechan de su dolor para ganar dinero.
Y las personas toman medidas, repito. ¿Cuáles? La pandemia provocada por el COVID-19 marcó un antes y un después. Fue un período muy duro en el que la gente, el ciudadano del común, se sintió desprotegido. Y no solo eso: también, engañado y abandonado tanto por las autoridades como por los medios de comunicación y, oh sorpresa, por muchas marcas.
Peor aún, sienten hoy todavía que fueron engañados, que se jugó con su miedo para sacar provecho particular. Que se exacerbó el pánico para promover la aplicación de vacunas, para inducir cambios de hábitos y nuevos comportamientos. Que al final se los utilizó para beneficiar a las farmacéuticas, para promover normas que en otros contextos no eran aceptadas.
En ese ambiente de desconfianza, entonces, la gente posó su mirada en otro lado. ¿En cuál? En los creadores de contenido que, durante el encierro, fueron un elíxir. En especial, una válvula de escape para la presión, para cuidar de la salud mental, para huir del apocalipsis que las autoridades y las marcas proclamaban cada día. Y, claro, también, del caos reinante.

El resultado de este fenómeno es que el mercado les dio la espalda a esas autoridades y a esas marcas, que perdieron su confianza y credibilidad de manera irremediable. Y comenzó a creer y a confiar en nuevas marcas, en personas que les tendieron la mano en el momento en que más lo necesitaban. Marcas-personas que se diferenciaron de sus competidores, por mucho.
Y este, precisamente, es el mensaje que te quiero transmitir en este contenido. La clave del éxito a la hora de crear y compartir contenido en canales digitales, sin importar a qué te dedicas o cuál es tu área de experiencia, es ser diferente de la competencia. Diferente entendido como auténtico, como vulnerable, como sensible, como empático, como inspirador.
“Las marcas pobres se desentienden de sus competidores, las marcas del montón copian a sus competidores y las marcas ganadoras marcan el camino a sus competidores”. Esta genial frase es de Philip Kotler, uno de los gurús verdaderos del marketing de los siglos XX y XXI, autor de múltiples libros que son referencia obligada. Es considerado el padre del marketing moderno.
Una frase que, además, se aplica perfectamente a la tarea de crear y compartir contenidos. Es decir, tú eliges qué camino quieres transitar: te desentiendes de la competencia, quizás porque crees que eres mejor o que tu mensaje es más poderoso, y corres el riesgo de llevarte una bofetada. Es el camino que siguen las estrellas fugaces, cuyo brillo se apaga muy pronto.
Puedes, también, hacer lo mismo que la mayoría. ¿Qué? Caer en la trampa del patético copy + paste. Es probable que por algún tiempo consigas atrapar la atención del mercado, pero bien sabes lo que dice el dicho: “primero cae un mentiroso que un cojo”. En algún momento, el mercado se dará cuenta de que eres un fiasco, de que eres tan solo otra especie tóxica.
Una variante de este camino es echar mano exclusivamente de las poderosas herramientas de inteligencia artificial generativa. Una tendencia que va en alza, tristemente, a pesar de que el mercado ha esgrimido banderas rojaspara expresar sus temores y su rechazo a esta práctica. Tal y como la mayoría usa la IA, se trata simplemente de un atajo que te lleva al despeñadero.
Queda una opción: marcarles el camino a tus competidores, señalarles el rumbo que el mercado prefiere. Y no solo eso: también, provocar un impacto positivo en la vida de las personas que reciben tu mensaje y dejar un legado. Convertirte en fuente de inspiración, en el modelo que otros quieren imitar, en ejemplo de contenido positivo y constructivo.
Este, no lo dudes, es el camino más complejo. Sin embargo, si no te rindes, si no caes en la tentación de cambiar el rumbo el ir por un atajo, también es el que mayores satisfacciones te brindará. Y no me refiero solo al tema económico, que apenas es una de las aristas, sino a la gratitud del mercado, que es algo mucho más valioso. La recompensa valdrá el trabajo.
Tú eliges: puedes ser una marca pobre, una marca del montón o una marca ganadora. Tú eliges: reniegas del tesoro que te regaló la vida, tus dones y talentos, principios y valores, y te dedicas a ser más de lo mismo, otra especie tóxica (que irremediablemente se extinguirá). Tú eliges: compartes lo que eres y lo que posees, y lo disfrutas, y produces un impacto positivo.
No tienes que ser experto en tecnología: basta que domines las funciones básicas de algunas de las herramientas. No tienes que ser perfecto, que hacerlo perfecto: eso créeme, a nadie le interesa y, lo peor, nadie lo valora. La clave del impacto que puedes producir en el mercado está en la calidad de tu contenido, en la utilidad de tu contenido, en la autenticidad de tu contenido.
Te criticarán aquellos que son incapaces de hacer lo que tú haces. Se molestarán aquellos que no pueden obtener los mismos resultados que tú. Se incomodarán los ególatras mediocres al escuchar que el mercado acoge con agrado tu propuesta, tus contenidos. Te descalificarán los vendehúmo y los gurús venidos a menos al comprobar tu frescura, que eres diferente.
En la era de la tecnología, de maravillosas y poderosas herramientas y recursos; en la era de la comunicación, vivimos la pandemia de los impostores, los reyes del copy + paste. No es algo definitivo, sino parte del proceso de evolución del mercado, de la vida misma. Como todas las especies incapaces de adaptarse y sobrevivir, desaparecerán y los olvidaremos rápidamente.