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No sé a ti, pero para mí una de las situaciones más incómodas es cuando intento estornudar y no me sale. La respiración se detiene por unos segundos y no hay forma de provocar esa explosión que produce un alivio. A veces, simplemente el impulso desaparece y otras, luego de unos segundos de angustia, ¡puedo estornudar! Es una sensación que se agradece.
Hay ocasiones en las que la situación es al revés. Me explico: eres presa de un ataque de tos y no puedes contenerlo. Intentas respirar profundo, pero el acceso impulsivo no se detiene. Sientes que te falta el aire, piensas que te vas a ahogar y, de un momento a otro, se termina. Aún agobiado, respiras tranquilo y tomas algo de líquido para refrescar la garganta.
Todos los días, sin excepción, los seres humanos, todos, estamos expuestos a estos pequeños impases. Incontrolables, sorpresivos, incómodos. Como un estornudo, un repentino ataque de tos, una rasquiña o, quizás, el famoso bloqueo mental, que para muchos se convierte en un obstáculo insalvable. Lo insólito es que la solución está ahí mismo.
¿A qué me refiero? Si sigues con atención los contenidos que publico, sabrás cuál es mi teoría al respecto: el tal bloqueo mental es una cómoda mentira, la excusa perfecta para justificar la inacción. Un bulo, similar al de la tal inspiración, que nos vendieron creativos famosos (pintores, escritores, músicos) y que el imaginario popular validó. ¡Es un mito!
¿Por qué? Porque es una circunstancia pasajera como el estornudo, como el ataque de tos, como la rasquiña. Por lo general, se diluye por sí mismo y luego de unos pocos minutos. Sin embargo, no hay que pasar por alto una diferencia, una gran diferencia. ¿Sabes cuál es? Que el estornudo, la tos y la rasquiña son reacciones involuntarias sobre las que no tienes control.
En cambio, cuando aparece el tal bloqueo mental la solución está ahí, al alcance tu mano. Y es tan sencilla, tan simple, y tan efectiva, que parece irreal. Por supuesto, no cuenta con la difusión mediática del bulo del bloqueo mental porque en la medida en que más personas conozcan y utilicen esta opción se esfumaría el humo. ¡Ya no podrían engañar a nadie más!
Antes de revelarte cuál es esa solución (que no es una poción secreta, que no es magia), veamos qué significa bloqueo. El diccionario nos ofrece estas alternativas: “Interceptar, obstruir, cerrar el paso”, “Impedir el funcionamiento normal de algo”, “Dificultar, entorpecer la realización de un proceso” o “Entorpecer, paralizar las funciones mentales de alguien”.
Algunos sinónimos son “Obstrucción, atasco, aislamiento e incomunicación”. Como ves, nada que sea definitivo, nada para lo cual no exista una solución. Es una circunstancia temporal, incómoda, pero solucionable. Y lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Que esa anhelada solución está dentro de ti. ¡No tienes que salir a buscarla, ya está en ti!
Eso, por supuesto, no te lo van a decir los vendehúmo porque se les daña el negocio. No te lo van a decir los que pregonan la tal inspiración porque se les daña el negocio. Tampoco te lo van a decir los que hoy te impulsan (en tono de exigencia) a que hipoteques tu talento y tu creatividad a las herramientas de inteligencia artificial generativa porque se les daña el negocio.
La realidad es que el bloqueo mental es algo natural. No es una enfermedad, no es una condición especial, no es un problema sin solución… El error al enfrentarlo es asumir que sus causas son externas y, como una reacción automática, buscar una solución (o salida) fuera de ti. Es cuando caes en manos de los vendehúmo, en las garras de los depredadores.
¿Cómo evitarlo? Entender que ese bloqueo mental es simplemente la manifestación de que tu cuerpo y tu mente están al límite. ¡Agotados! Que pagan el elevado costo de la angustia, el estrés, la histeria colectiva, los miedos, los pensamientos tóxicos, el exceso de trabajo, la rutina… Tus hábitos, tu comportamiento, te llevaron al límite y se prendieron las alarmas.
Porque eso es, justamente, el bloqueo mental: una alarma. La alerta de que algo no funciona bien, de que algo no va bien. Una señal de que necesitas tomar medidas correctivas, de que vas por el camino equivocado, de que lo peor está por venir si haces caso omiso. En otras palabras, tu cuerpo y tu mente te dicen que necesitan un respiro, ¡un descanso!
El problema, porque siempre hay un problema, es que no sabemos descansar. O, quizás, que creemos que la única forma de descansar es dormir. Entonces, vamos a la cama, dormimos unas horas y al despertar… ¡estamos igual o peor! Como nos sentimos cansados, volvemos a la cama, dormimos más y… Un círculo vicioso de nunca acabar que no resuelve nada.
La verdad es que existen siete tipos de descanso y todos son necesarios. Dormir satisface solo una de esas necesidades, pero el resto se mantiene. No olvides algo que ya mencioné: son actividades sencillas que están al alcance de tu mano, no se requiere que tomes un curso, que pagues una membresía, que te dejes llevar por el nuevo objeto brillante del mercado.
Veamos, entonces, cuáles son esos siete tipos de descanso:
1.- Descanso físico.
El básico, pero no el único. El estrés, la ansiedad, las preocupaciones y los malos hábitos se reflejan en el cuerpo, que se resiente de múltiples formas. Lo ideal es dormir un mínimo de 8 horas en un ambiente propicio. Ten la precaución de no dejar tu celular prendido cerca de ti, para que no interrumpa tu descanso. ¿Otras opciones? Masajes, yoga, siestas…
2.- Descanso mental.
Cada día más importante, en virtud de la variedad y cantidad de presiones que soportamos en la rutina. Su principal manifestación es que tu cerebro sigue activo durante la noche, con pensamientos reiterados (casi nunca positivos o constructivos). Necesitas silenciarlo y él necesita bajar las revoluciones para hacer sus tareas nocturnas. Ponlo en botón de pausa.
3.- Descanso sensorial.
Indispensable en estos tiempos de hiperconexión, de estar expuestos casi todo el día a pantallas y dispositivos, televisores y más herramientas. Aunque solemos pasarlo por alto, el cansancio sensorial tiene consecuencias tanto en lo físico como en lo mental. Desconéctate al menos una hora antes de ir a la cama y toma pausas activas durante el día.
4.- Descanso creativo.
Se presenta cuando te das cuenta de que tus ideas se fueron de vacaciones. O se les olvidó el camino, o están distraídas. ¿La solución? Reconecta con lo básico, con el silencio, la paz, la tranquilidad, la naturaleza. O, quizás, con la lectura, la música, la pintura, la cocina o cualquier otra actividad que vuelva a prender la llama de la inspiración (está dentro de ti).
5.- Descanso emocional.
El gran déficit en la actualidad, sin duda. La clave es bajar las revoluciones, poner límites y romper con lo tóxico que altere tu tranquilidad: personas, relaciones, ambientes, recuerdos. Deja fluir tus emociones, ¡exprésalas sin miedo! Permítete ser auténtico, equivócate y aprende y podrás conectar con las personas, oportunidades y situaciones adecuadas.
6.- Descanso social.
En medio de la frenética rutina, las personas y las circunstancias drenan nuestra energía, nos agotan. Mental y físicamente. Es necesario tomarte un tiempo para estar contigo, solo, para reconectar con tu esencia, con lo que te hace feliz y te da paz y tranquilidad. Rodéate de personas vitamina que te recarguen y, sin temores, haz una limpieza social de tu entorno.
7.- Descanso espiritual.
Todos creemos en algo superior, no importa qué sea o cómo lo llames. Mantener viva la conexión es imprescindible para sentir paz. Medita, ora, haz obras de caridad, enseña a los que no recibieron tantas bendiciones como tú, encuentra tu propósito y vívelo intensamente. Tu alma pide reposo: no dudes en hacer todo lo que sea necesario para brindárselo.
Una de las lecciones más valiosas que nos dejó ese doloroso período que fue la pandemia del COVID-19 fue el riesgo de no cuidar de nosotros, de la salud física y mental. En especial, de esta última. Muchas personas entendieron el mensaje y cambiaron sus hábitos, dejaron atrás prácticas que les provocaban daño y comenzaron a vivir una vida más simple.
Muchas de ellas, sin embargo, con el paso de los días volvieron a lo mismo de antes: angustia, estrés, preocupaciones, ritmo frenético, histeria colectiva. Volvieron a consumir contenidos chatarra que les intoxican la mente y el alma. Hoy, de nuevo, están expuestas a constantes bloqueos mentales que les impiden ver la realidad, que les impiden disfrutar de la vida.
Soy creativo de tiempo completo. Todo mi trabajo requiere que mi mente y mi cuerpo estén alineados para evitar que aparezca ese enemigo silencioso que es el bloqueo mental. Por fortuna, aprendí a hacer todo lo necesario, ¡TODO!, para evitar que haga sus travesuras. Entendí que está en mis manos mantener encendida la llama creativa, y me protejo.
La próxima vez que te ataque este enemigo silencioso, no lo ignores, no lo menosprecies. El bloqueo mental no es un mal exclusivo de los creativos, de los famosos. Se trata de un problema que nos afecta a todos los seres humanos, en especial a aquellos que no toman los recaudos necesarios. Y no solo eso: puede provocar estragos si no tomas los correctivos.
Para terminar, te dejo algunas pequeñas acciones que podrían ayudarte si sientes que te ataca el temido bloqueo mental:
1.- Escucha música (canta, baila, ¡súbele el volumen!)
2.- Lee un capítulo del libro que estás leyendo (con uno basta)
3.- Si el clima lo permite, sal y camina 10-15 minutos, ojalá por un espacio en el que haya naturaleza
4.- Si tienes mascotas, dedícales 10-15 minutos. Ellas y tu bienestar lo agradecerán
5.- Toma una ducha de agua caliente; disfruta el agua corriendo por tu cuerpo
6.- Muévete: un poco de ejercicio siempre te hará bien. No necesitas ir al gimnasio: hay rutinas muy sencillas que puedes realizar en tu casa
7.- Cocina: preparar un platillo sencillo permitirá que te desconectes de la rutina
8.- Si tienes hijos, ayúdalos con las tareas, conversa, ve al centro comercial, pasa tiempo de calidad con ellos (o con tu pareja)
9.- Juega: practica tu deporte favorito (no importa que sea solo). Diviértete, se trata de conectar contigo mismo
10.- Contacta con una persona vitamina: una conversación de 10 minutos puede hacer milagros, ¡créeme!