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Yo avatar: define tu mensaje, provoca un impacto positivo y sé memorable

“Todo lo que digas (o escribas) será utilizado en tu contra”, es una frase que escuchamos con frecuencia en las series televisivas policiacas. En la realidad, en especial en estas épocas de redes sociales (cloacas), se transformó en “Todo lo que digas (o escribas) será distorsionado en tu contra”. Lo cierto, lo único cierto, es que todo lo que hacemos o escribimos, comunica.

Estamos en tiempos en los que el mensaje nos define. ¿No lo crees? Publica algo polémico, algo hiriente o, simplemente, una opinión personal en redes sociales, y presta atención a las reacciones. La gente ve lo que quiere, lee lo que quiere, interpreta lo que quiere, lo ajusta a su conveniencia, lo distorsiona para sacar provecho propio y luego te acusa, se victimiza.

Hoy, tu palabra, tu mensaje, es la que le da significado a quien eres. No importa si eres una empresa, un negocio, un emprendedor o simplemente un ciudadano. Somos un mensaje ambulante, aunque no seamos conscientes de ello, aunque no nos guste o creamos que si guardamos silencio estamos a salvo. ¡Error: el silencio también comunica!, ¿lo sabías?

Estamos en tiempos de infoxicación, en los que cada mensaje que emitamos puede ser la salvación o, quizás, la perdición. Por eso, justamente por eso, desarrollar la habilidad de comunicarnos bien, ser conscientes de cómo lo hacemos, de cuál es el propósito por el que lo hacemos y de cuál es el impacto que pretendemos causar, es una necesidad, no una opción.

Las personas quieren verse bien, quieren que las demás las perciban positivamente y, en especial, que les den su aprobación. Entonces, se visten con prendas costosas de marcas reconocidas, adoptan modales que en la práctica son una camisa de fuerza y se esmeran en ser políticamente correctas en sus acciones y, sobre todo, en sus mensaje. Pero, se equivocan.

¿Por qué? Recuerda: la gente ve lo que quiere, lee lo que quiere, interpreta lo que quiere, lo ajusta a su conveniencia. Claro, siempre y cuando se lo permitas. ¿Eso qué quiere decir? Que si tú defines tu mensaje, tú determinas qué quieres comunicar, tú escoges las palabras que te identifican para expresar tus mensajes, tus pensamientos, serás el dueño de lo que comunicas.

Cuando comienzo un trabajo con un cliente o realizo una asesoría, es habitual que el primer obstáculo se dé cuando pido que me compartan la definición del yo avatar. ¿Sabes a qué me refiero? El yo avatar es el primero de los ocho avatares que toda persona (emprendedor) o empresa (negocio) debe definir en para generar un canal de interacción con el mercado.

“No sabía que tenía que definirlo, no sé cómo definirlo”, son las respuestas más comunes. Se trata, básicamente, de lo que acabo de mencionar: definir tu mensaje, el que tú quieres transmitir, uno que te defina como persona o empresa, uno que les diga a los otros cuáles son tus límites. Tus creencias, tus miedos, tus aspiraciones y tus tropiezos son parte de tu mensaje.

Definir tu yo avatar, tu mensaje, es una tarea que a algunos les resulta harto complicada. ¿Por qué? Porque requiere un alto nivel de autoconocimiento y, sobre todo, de aceptación. Es decir, entender que no eres perfecto(no tiene por qué serlo) y que, más bien, eres muy valioso tal y como eres. Tu esencia, tus vivencias y, sobre todo, tus acciones son las que te definen.

Y,  por supuesto, algo muy importante: tanto se vale equivocarse como corregir. Y esto último significa, también, cambiar de rumbo, es decir, cambiar de parecer, dejar de hacer algo que era parte de tu vida en el pasado. Se vale dejar atrás personas que fueron parte vital de nuestra historia y cerrar ciclos o capítulos que no terminaron de la mejor manera, que causaron dolor.

No se trata de hablar de ti, de relatar tus hazañas, de mostrar los lujos que la vida te permite o de presumir del saldo de tu cuenta bancaria o de la cantidad de seguidores que tienes en las redes sociales. Eso, créeme, a nadie le importa. Si piensas que eso es lo que te da valor como persona, como ser humano, estás muy equivocado y tarde o temprano lo vas a descubrir.

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Y, seguramente, no será de una manera agradable. Además, algo que no puedes pasar por alto: no solo tus palabras, no solo tu mensaje, no solo tus creencias te definen. Tus acciones son tan poderosas como las palabras, tus acciones son un mensaje que otros perciben. Por eso, debe haber coherencia entre lo que piensas, lo que sientes, lo que dices y lo que haces.

Repito: no se trata de ser perfecto, porque nadie lo es. Se trata de ser , de ser auténtico, de identificar tus fortalezas para potenciarlas, de saber cuáles son tus debilidades para trabajar en ellas y evitar que te opaquen. También, se trata de no conformarte, de aprender cada día, de desarrollar más habilidades y, de manera muy especial, de ser útil para otros, para el mundo.

En estos tiempos modernos de hiperconexión, de hiperinformación (o infoxicación) y de múltiples canales y formatos el poder lo ejercen aquellos que tienen un mensaje de impacto. No los que hablan de más, los que gritan, los que ofenden, los que hacen ruido, los que te aparecen por doquier, ¡NO! El poder es de los que son en sí mismos un mensaje de impacto.

No es crear un libreto y ajustarse a él, como hacen los políticos, la mayoría de las figuras públicas como artistas o deportistas y, peor aún, los lamentables influenciadores (que solo son un mal ejemplo, en ejemplo de lo que no debes seguir). Es ser tú mismo, mostrarte sin miedo a la reprobación, a las críticas; dejar que otros vean tus vulnerabilidades, tus secretos.

La gente no quiere modelos perfectos que pueda imitar, por dos razones. Primero, porque sabe que nadie es perfecto y, segundo, porque apuntarle a un objetivo tan ambicioso es agotador, te desgasta mucho. En cambio, la gente sí quiere modelos que la inspiren, que la motiven, que le enseñen a través de las experiencias, que sean una referencia válida.

Definir tu mensaje, ese que quieres proyectar y el que deseas que otros perciban es una tarea que no puedes aplazar, que no puedes evitar. ¿Por qué? Porque hoy la vida (no solo el trabajo o el marketing) es una cuestión de visibilidad, de posicionamiento y de relevancia (propuesta de valor). Además, no olvides, el mundo hoy necesita de tu conocimiento y experiencias.

Ahora, supongo que no sabes cómo definir tu mensaje, necesitas un modelo o requieres una guía. Te invito a que visites la sección Quién soy, de mi página web, en la que verás reflejado justamente lo expresado en este artículo. Te recomiendo, en especial, que leas con atención el apartado Algo de mí, en el que consigno 50 ideas que me describen, que definen mi mensaje.

Verás un recorrido divertido a través de mi interior, ideas que describen claramente mi forma de pensar y de sentir, que marcan mis límites (para bien, para mal). Escribir esas líneas, definir ese mensaje fue algo divertido y aleccionador, un ejercicio personal muy enriquecedor. Y es un contenido que se nutre, que se recicla, que se reinventa y reescribe cada día.

Lo que me interesa, el mensaje que quiero transmitirte en estas líneas, es que seas consciente de que tú también eres un mensaje de impacto, uno poderoso, si eso es lo que quieres. Busca dentro de ti, que allí está todo lo bueno que eres, lo bueno que puedes ofrecerle al mundo. Busca con curiosidad y sin miedo; busca sin prevención y con espíritu de beneficio de la duda.

“Todo lo que digas (o escribas) será distorsionado en tu contra”. Esta es una verdad contra la cual no puedes luchar. Así, entonces, enfócate en lo que puedes controlar: lo que haces, lo que escribes, lo que comunicas. Preocúpate porque sea algo que te permita dejar huella positiva en la vida de otros, sin esperar nada a cambio. La vida te recompensará de forma maravillosa…

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