Categorías
General

Evita la trampa: ¡di adiós al perfeccionismo y a la vergüenza!

Si lo prefieres, puedes escuchar el artículo completo

El perfeccionismo y la vergüenza caminan de la mano. Adonde quiere que vaya el uno, el otro está ahí. Como su sombra. En últimas, son dos de las múltiples máscaras del miedo, esa camaleónica emoción que tanto nos incomoda en distintas situaciones. Parecen distintas, polos opuestos, pero la realidad es que son las dos caras de una moneda.

O, si lo prefieres, son dos caminos que te conducen al mismo destino. Durante casi 10 años me he dedicado a ayudar y asesorar a empresas y emprendedores a crear y gestionar sus estrategias de contenidos. Una experiencia que me ha brindado grandes satisfacciones y valiosos aprendizajes, pero que también me ha dejado algunas, digamos, magulladuras.

¿A qué me refiero? Esa incomodidad que se produce cuando quieres ayudar a alguien, tienes las herramientas para hacerlo, pero te imponen barreras o te cierran la puerta. Entonces, te ves involucrado en una batalla contra sus miedos, sus pensamientos tóxicos, sus creencias limitantes y sus excusas. Un libreto muy bien aprendido que, además, ejecutan con acierto.

¿Por ejemplo? Hay empresas (de todos los tamaños, de todas las industrias) que siguen atadas al modelo del pasado, del siglo pasado. ¿Cuál? Hablar de su producto, de las características de este y del precio. Un camino que hace décadas te llevaba al olimpo de las ventas, pero que hoy es tan solo un atajo que te desvía, que te lleva sin rumbo fijo.

El cambio comenzó con la revolución tecnológica que internet trajo consigo. Y se ahondó en este siglo XXI con los radicales cambio de comportamiento de los consumidores a la hora de comprar. Además, y esto no se puede desconocer, también cambiaron las prioridades y las necesidades de los compradores, así como sus gustos. Es un escenario muy distinto.

Por cierto, no podemos olvidar eventos traumáticos como la pandemia y tragedias naturales como huracanes, incendios, inundaciones, erupciones volcánicas y terremotos que han causado daños por doquier. La verdad es que cada día es más difícil lidiar con la realidad, con la ansiedad, con las preocupaciones, con los efectos del bombardeo mediático.

Estamos invadidos por un océano de basura. La mayoría de la información que circula en los canales digitales (y también fuera de internet) es manipulada, tergiversada o claramente una mentira. Internet, tristemente, es un ecosistema tóxico que genera desconfianza y que, lo peor, ahuyenta a quienes, quizás como tú, están en capacidad de aportar valor al mundo.

Esta, sin duda, es una de las razones poderosas por las cuales tantas marcas (empresas y personas) se niegan a lanzarse a la aventura de compartir contenido. De compartir sus conocimientos y experiencias. Conocimientos y experiencias que, no sobra decirlo, son justamente lo que muchos otros necesitan, la guía que requieren para solucionar su vida.

O, cuando menos, un aspecto de ella. Es como cuando descubres que el techo de tu casa tiene goteras y, justamente, acaba de comenzar la temporada de lluvias. Quizás no las puedas arreglar todas al mismo tiempo, pero con una o dos que ya no filtren está bien. Es decir, el problema se reduce y vas camino de la solución definitiva. Así es como funciona.

He trabajado con empresas y emprendedores que, aunque dicen ser conscientes de la necesidad de crear y compartir contenidos de valor, no lo hacen. ¿Por qué? Carecen de una estrategia o, lo más común, quieren que esa presencia digital sea perfecta, anhelan que en virtud de lo que llaman la magia del copy sus publicaciones sean virales y generen engagement.

Cumplir con este propósito no es imposible, pero no hay magia. Es trabajo, es estrategia, es conocer la necesidad y el deseo de tus clientes potenciales. Es tener la capacidad de crear y ofrecerle al mercado la solución adecuada a partir de conectar con tu audiencia, con las emociones de cada una de las personas que consumen esos contenidos. No hay magia.

El problema, porque siempre hay un problema, es que quieren tapar un hueco abriendo otro hueco. ¿Eso qué significa? Que la mayoría de las veces, casi siempre, no han hecho la tarea de definir sus avatares y, en consecuencia, el mensaje no produce el impacto deseado. Creen que basta con un buen copy, con acudir a ChatGPT, pero solo consiguen ahondar su fosa.

Es, entonces, cuando aparece el otro fantasma, el de la vergüenza. ¿Sabes cómo se manifiesta? Temor a las críticas, obsesión por los likes, inconsistencia de la estrategia (por el afán de querer satisfacer a todo el mundo) o autoexigencia desbordada, entre otras. Y hay algunas más: el miedo a la desaprobación, al fracaso, a recibir el silencio como respuesta…

perfeccionismo-verguenza

La realidad es que nadie nació aprendido. O, de otra forma, todos estamos en un eterno proceso de aprendizaje. Más, en estos tiempos modernos en los que los cambios se dan a una velocidad increíble, casi sin darnos la posibilidad de adaptarnos al anterior. Más, en momentos en los que el mercado requiere (exige) que poseas muchas habilidades.

Si quieres crear y compartir contenido, pero el perfeccionismo y la vergüenza te agobian, acá te ofrezco algunas opciones:

1.- Aprende paso a paso.
“Del afán solo queda el cansancio”, decían las abuelas de antes. Determina cuál es la habilidad prioritaria, esa que te ayudará a avanzar de inmediato, y conviértete en un experto en su manejo. ¿Que hay otras más? Dale tiempo al tiempo. Ya les llegará su turno o, a lo mejor, en el camino te das cuenta de que no las requieres, de que las puedes delegar.

2.- Tú eres la diferencia.
Muchas personas se lanzan a la loca carrera de aprenderlo todo, de dominar todas las herramientas, de ser una navaja suiza. Ese es un error que redundará en que pierdas el enfoque de lo importante, en que te distraigas. Y además malgastarás tus energías, tus recursos y tu tiempo (que no se puede recuperar). Entiéndelo: tú eres la diferencia.

3.- Se hace camino al andar.
No tienes que ser el mejor, en nada, para comenzar. Lo básico es suficiente y lo demás se aprende en el camino. Igual que en la vida: paso a paso. Eso sí, una advertencia: no te dejes llevar por la histeria colectiva del mercado, por la urgencia de escasez de los vendehúmo y determina un plan de aprendizaje. Con disciplina y método, aprenderás lo que requieres.

4.- Comienza con lo fácil.
Es decir, con lo que se te dé de forma natural. Todos somos mejores en alguna habilidad: descubre cuál es la tuya y aprovéchala. ¿Video? ¿Audio (pódcast)? ¿Texto escrito? ¿Imágenes? Con el tiempo, el aprendizaje y la práctica, puedes llegar a ser bueno en todas, pero no te desesperes. Método y paciencia son las claves para llegar a donde quieres.

5.- Asesórate bien.
Hoy es muy fácil caer en las redes de los vendehúmo que prometen el oro y el Moro a la vuelta de unos pocos clics. ¡Es mentira! Y más en el tema de la generación de contenido, una estrategia que requiere paciencia. Mientras aprendes, asesórate de alguien que te brinde las garantías necesarias, no inviertas en lo que no requieres y mide el impacto de lo que haces.

6.- No tengas miedo de delegar.
La excusa habitual es “apenas comienzo y no tengo recursos para pagar”. Sin embargo, esa es una creencia limitante: el activo más valioso de tu vida (o negocio) es tu tiempo. No lo puedes recuperar, así que no lo desperdicies. Determina qué tareas puedes poner en manos de otros a costos razonables y, sobre todo, a sabiendas de que te obtendrás el resultado esperado.

7.- Mejor hecho, que perfecto.
Piénsalo: la mayoría de los contenidos que llenan los canales digitales es, literalmente, basura. Bien sea porque son la copia de la copia, porque son versiones preliminares de la inteligencia artificial, porque son más de lo mismo o, lo peor, porque no aportan valor. Lo que compartas no tiene que ser perfecto: puedes hacer la diferencia si tiene calidad suficiente.

8.- Sé tolerante.
Las críticas siempre llegarán, pero no debes obsesionarte con ellas. Además, es necesario que también aprendas cuáles de ellas tienen sentido y te ayudan a ser mejor. Son pocas, por cierto. Las demás, ¡ignóralas! Sé tolerante mientras encuentras tu estilo, tu tono, mientras el mercado consume y digiere tus contenidos. Recuerda: “la práctica hace al maestro”.

9.- Transmite valor.
Lo que la vida te ha dado el privilegio de recibir, de disfrutar, no es para que lo guardes dentro de ti. Sí, es un tesoro, pero no para guardarlo en un cofre, sino para compartirlo. Solo tendrá sentido si lo transmites a otros. No importa la extensión, el formato o el canal: lo relevante es la utilidad que tenga para otros. Transmitir valor es lo que te hará único y relevante.

10.- Permítete ser vulnerable.
La gente conectará contigo en la medida en que entienda que tú has vivido lo mismo, que tú ya pasaste por esa situación que hoy le enreda la vida. Y, claro, que conoces la salida. No temas mostrarte vulnerable, porque esos episodios que dolieron en el pasado son lo que hoy, precisamente, te convierten en alguien valioso. Ah, y vulnerabilidad ¡no es debilidad!

En el tema de la creación de contenidos, ninguna verdad está sentada sobre piedra. Sí hay pilares, normas, recomendaciones, pero la clave del éxito está en saber adaptarse, en la capacidad de conectar con las audiencias a través de formatos y canales distintos. Y, lo más importante, es tu autenticidad y el valor de los contenidos que le aportes al mercado.

Categorías
General

Tú puedes escribir una historia que sea digna de contar

Nada, absolutamente nada, sucede por azar o casualidad. Tu vida tampoco es un plan que ya está trazado de antemano y que es inmodificable. Todo, absolutamente todo lo que nos sucede, es consecuencia de nuestras acciones y decisiones, de lo que hacemos y de lo que dejamos de hacer. Y además de cómo lo hacemos. En esencia, cada uno es responsable de la vida que tiene.

Lo que hemos vivido en los últimos meses nos ha dejado claro que la vida es un ratico, como suele decir Juanes. En un abrir y cerrar de ojos nos cambia o, más triste, se nos escapa. Y cuando se trata de situaciones o circunstancias ajenas a nuestro control, poco o nada podemos hacer. Esa es una visión que, por lo general, asociamos a en especial los hechos negativos que nos ocurren.

Sin embargo, por fortuna, no todo lo que nos sucede es negativo. De hecho, si miras a tu alrededor vas a encontrar mil y un motivos para agradecerle a la vida cuanto te ha dado y te sentirás bendecido y afortunado porque no te falta nada de lo básico. Y si miras con más atención, comprobarás que hay muchas cosas que te sobran, que has recibido más de lo que necesitas.

La vida es un ratico y, por eso, si tomas las decisiones correctas, también comprobarás que estás en capacidad de construir la vida que deseas. Porque, y esta es una poderosa lección a la que a veces no le prestamos atención, tu vida también puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, pero para bien, para mejor. Cuando te das la oportunidad, tu vida puede ser algo extraordinario.

¿Por qué te menciono esto? Recientemente fui parte del Congreso Somos Emprendedores Digitales, organizado mi amigo y mentor Álvaro Mendoza y su socio Benlly Hidalgo. Fue la cuarta edición del evento, que los dos primeros años se realizó de modo presencial en Vigo (España). El año pasado, en septiembre, migró al escenario digital por las circunstancias y ahora repitió.

Fui uno de los 21 panelistas invitados y durante tres intensos días adquirí un valioso aprendizaje. Que, valga decirlo, aún no termino de digerir y que se multiplicará cuando tenga la oportunidad de revisar las grabaciones de cada una de las charlas. ¿Lo mejor? Comprobar, una vez más, que nada de lo que hacemos, nada de lo que sabemos, tiene sentido si no lo compartimos con otros.

Y en esta ocasión, en especial, fue muy grato hacerlo porque contamos con una audiencia que fue generosa, participativa y que nos nutrió a todos los panelistas con sus preguntas inteligentes, con una retroalimentación honesta y cargada de energía positiva. Lo mejor de compartir algo con otros es que esas personas lo reciban, lo aprecien y lo valoren, una premisa que se cumplió a cabalidad.

Fueron diversas las conclusiones valiosas al cabo de estos tres días y a continuación comparto contigo algunas que sé pueden ser de provecho para tu vida y tu trabajo:

1.- La magia la tienes tú. Desde hace años, y especialmente en los últimos meses en los que se dio una obligada e inesperada explosión del tema digital, nos dicen que, si dominas las herramientas, si aprendes lo básico de la tecnología, si te mides al reto de montar un negocio en internet, corres el riesgo de convertirte en un millonario en poco tiempo. Y, no, no es así, esta es una gran mentira.

Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo (algo que, por supuesto, no ocurrió), los ponentes fuimos reiterativos en un concepto: la tecnología y sus herramientas son increíbles, pero esa transformación que todos ansiamos solo es posible a través del poder de los seres humanos. De nuestro conocimiento, nuestras experiencias, nuestros dones y talentos y de nuestra pasión.

No es un celular, un computador, un autorrespondedor o un chatbot lo que te permitirá construir la vida que deseas y, sobre todo, brindarle bienestar a tu familia y dejar huella en este mundo. Ese, por fortuna, es un privilegio de los seres humanos. El éxito de tu negocio no lo puedes medir por el monto de las ventas, sino por la calidad del impacto que puedas provocar en la vida de otros.

CGCopywriter

2.- El poder de lo básico. Esto fue algo que me encantó, te lo confieso. Una de las razones del éxito de SED-2021 fue que varios de los panelistas son emprendedores de la vieja guardia. ¿A qué me refiero con esto? A personas que aprendieron de marketing digital cuando internet estaba en pañales, cuando no había redes sociales, ni wifi, ni conexiones de banda ancha, ni fotos digitales.

Estos dinosaurios digitales, sin embargo, tienen un valor imposible de tasar en dinero: todos se formaron cuando se enseñaba el marketing de antes, conceptos que están vigentes hace más de un siglo. No solo dominan los pilares del emprendimiento, sino que han sabido adaptarse a las exigencias del mercado, se actualizan constantemente y, lo mejor, son eternos aprendices.

Así como durante la pandemia la vida nos enseñó el valor de lo esencial, nos invitó a alejarnos de la histeria mediática y a regresar a lo simple, en SED-2021 redescubrimos el poder de lo básico en el marketing. Y algo que es fundamental: el marketing del siglo XXI no consiste en vender, sino en servir. El éxito se refleja en tu capacidad para genera transformación con tu conocimiento.

3.- El poder del mensaje. Lo que más me impactó, y es el aprendizaje que quiero transmitirte en esta nota, es que en esta era de la revolución digital, de la tecnología y de la comunicación, la clave del éxito está en el mensaje, en el poder de tu mensaje. Y, ¿sabes qué es lo mejor? Que, aunque no lo creas, tú tienes un mensaje poderoso para transmitirles a otros, para ayudar a otros.

No necesitas ser periodista, presentador de televisión o experto en la creación de videos. Lo que tú no sabes hacer, otros te lo pueden enseñar o, mejor, lo harán por ti. En cambio, nadie puede enseñarles a otros lo que tú sabes, lo que tú has vivido; nadie puede compartir el valor de tus experiencias, de tus fracasos, de tus logros. Nadie puede cumplir tu misión o tu propósito.

Todos llegamos al mundo por una razón y nuestra existencia solo tiene sentido si somos capaces de honrarla. Aunque no te hayas dado cuenta, tienes un mensaje poderoso que puede ser útil para otros, que otros necesitan ansiosamente. No importa qué hagas o a qué te dediques, ni cuál sea tu área de especialidad: la vida te encomendó una misión y tu mensaje es tu mejor herramienta.

Moraleja: como expresaron varios de los panelistas durante el evento, siempre estamos en crisis, siempre hay problemas, siempre hay competencia, siempre hay dificultades, siempre hay errores. Así fue antes de internet, así es hoy y así será mañana. Eso, sin embargo, no es obstáculo para que te prives de la vida que anhelas, para que te conformes con algo menos de lo que te mereces.

Si miras a tu alrededor, estoy seguro de que solo verás bendiciones. Pero, también, a personas que no son tan afortunadas como tú o como yo, personas que sufren, que tienen carencias básicas y que, en especial, ansían que alguien las escuche y las ayude. Y todos, absolutamente todos, podemos aportar algo a través del conocimiento, la experiencia, la pasión y vocación de servicio.

Nada, absolutamente nada, sucede por azar o casualidad. Todo, absolutamente todo lo que nos ocurre, es consecuencia a nuestras acciones y decisiones, de lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Cada uno es el único responsable de la vida que tiene y entender que la vida es un ratico y puedes hacer de ella algo extraordinario, tú puedes escribir una historia que sea digna de contar.

Si eres una persona que se unió a esta aventura luego del SED-2020, muchas gracias por continuar aquí. Hemos dado unos pocos pasos, que espero hayan sido enriquecedores, y es largo el camino que falta por recorrer. Lo mejor es que son muchas las experiencias que vamos a compartir, lo que vamos a aprender y, en especial, lo que nos podemos ayudar. Tu confianza es mi combustible.

Si eres una persona que acaba de unirse a este viaje, bienvenido a la familia. Sí, porque eso somos quienes cada día hacemos lo máximo para cumplir nuestros sueños, para ayudar a otros, para transformar este mundo en algo mejor. Un solo consejo que pueda servirte me compensará y ayudarte a despertar el buen escritor que hay en ti es mi misión, mi compromiso y mi pasión.

CGCopywriter