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6 pasos para crear tu sistema de generación de contenido

¿Sabes cuál es la razón por la cual más del 90 por ciento de las personas fracasa en su intención de cumplir con los propósitos que se traza? Que no son capaces de crear un sistema efectivo que les permita obtener de manera consistente y recurrente el resultado que ansían. Una premisa que, para bien o para mal, se aplica a todo lo que hacemos en la vida.

Entiendo que eso de crear sistemas efectivos no suena divertido. De hecho, más bien, se antoja aburrido porque lo asimilamos a la rutina, a la repetición, a la disciplina. Y esta última, seguro lo sabes, lo has experimentado, no abunda. Menos en estos tiempos modernos y frenéticos, en los que los seres humanos asumimos la vida como una competencia o una carrera loca.

Queremos hacer milagros a la vuelta de unos pocos clics (cuantos menos, mejor). Carecemos de paciencia y, lo peor, solo nos preocupa el resultado. Sin embargo, este es el origen del error que después lamentamos. ¿Por qué? Porque el resultado es, sí o sí, producto de lo que lo antecede, del sistema, de las tareas que cumples repetidamente y, claro, de tu disciplina.

No es que pagas tres meses en el gimnasio, vas la primera semana y luego te rindes. ¿Por qué? Acudiste sin preparación, no te asesoraste y, más bien, te diste una paliza que tu cuerpo resintió. Te duele hasta el aire que respiras y tu cerebro pide una tregua. ¿Qué pasó? Faltó el sistema para comenzar suave, para enseñarle a tu cuerpo, para crear tu propio método.

O, probablemente, comenzaste la semana con la intención de consumir alimentación más sana. Dejas de lado los ultraprocesados, las bebidas azucaradas y, el mayor sacrificio, esos chocolates que te encantan. Ah, practicas un poco de deporte. El fin de semana, sin embargo, te liberas: bebes alcohol, te das la comilona del siglo y no descansas suficiente. ¿Entonces?

Los deportistas de alto rendimiento, en cualquier disciplina, son un excelente ejemplo. ¿Qué tal la gimnasta Simone Biles? En tres participaciones en los Juegos Olímpicos, logró 7 oros, 2 platas y 2 bronces. Es la deportista más laureada de esa disciplina y una de las más destacadas de todos los tiempos, a pesar de los problemas que la mantuvieron alejada de la competencia.

Su rutina de entrenamiento incorpora lo que los especialistas llaman entrenamiento cruzado. ¿En qué consiste? Especialmente durante el verano, realiza sesiones de natación, atletismo y ciclismo. Así mismo, pasa horas en el gimnasio en entrenamientos de fuerza (flexiones, planchas), de resistencia (pesas, máquinas) y de fortalecimiento (en procura de control).

Eso no es todo, sin embargo. Para alcanzar los extraordinarios niveles de flexibilidad y de movilidad, realiza sesiones de pilates, de estiramiento estático y de estiramiento dinámico (en movimiento). Por supuesto, pasa al gimnasio a las barras de ejercicio (salto, asimétricas), la viga de ejercicio y la plataforma de ejercicios de suelo. Y, por último, la rutina de fuerza.

¿Hay más? Sí, lo que ella llama el entrenamiento silencioso, que consiste en descansar, masajes de recuperación, baños de hielo y rodillos de espuma. El objetivo no solo es recuperarse del esfuerzo, físico y mental, sino evitar lesiones. También cuida su hidratación, su alimentación y su salud mental (a través de meditación). Entrena 6-7 horas al día, con rutinas alternadas.

Lo que el público ve, sin embargo, se restringe a unos minutos durante la competencia. O, quizás, como en el caso de los Olímpicos, a 3-4 días. El resto, lo más valioso, no se ve, la gente no lo ve. Las interminables sesiones de entrenamiento, los ratos de descanso, las horas de soledad, los momentos de crisis y depresión son la parte oculta del iceberg, la masa grande.

El resultado de la competencia, que finalmente es lo que queda registrado en la historia, no es producto del talento del deportista, de un momento de inspiración o un toque de suerte. Por supuesto, el talento se requiere, la inspiración influye y la suerte ayuda, pero lo que en realidad permite alcanzar la victoria es el trabajo acumulado, el entrenamiento silencioso.

No importa si eres un deportista de alto rendimiento como Simone Biles o un abogado que prepara su alegato para un juicio, o un médico cardiólogo que se alista para una cirugía, o una profesora de ballet que entrena aun grupo de bailarinas para una presentación. Ellos también están más cerca del triunfo, del resultado positivo, en función de lo que hagan antes de.

Cuando la tarea que te propones es la de crear contenido para compartirlo con tu audiencia, con tus clientes potenciales, el entrenamiento silencioso determinará tu éxito (o tu fracaso). No es, como nos quieren hacer creer los vendehúmo o los payasos digitales, que te paras ante la cámara y ‘actúas natural’ para convertirte en una celebridad y, claro, en multimillonario.

Eso no sucede ni siquiera en las películas de ciencia ficción. Eventualmente, dado que hoy tantas personas consumen la pornobasura que hay en los medios y canales dentro y fuera de internet, es posible que un poco de vulgaridad y ordinariez te permitan atraer la atención. Sin embargo, ese ‘éxito’ será efímero y lo que hagas se olvidará rápido. ¡Nadie te recordará!

En cambio, cuando creas un sistema de trabajo y, sobre todo, cuando cumples con las rutinas del entrenamiento invisible, los resultados serán sobresalientes y, lo mejor, dejarán huella. Una huella positiva en la vida de las personas que tengan el privilegio de consumir tus contenidos. Y lo agradecerán de tantas formas como les sea posible, incluida la de recomendarte con otros.

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Si bien no hay fórmulas perfectas y tampoco existen los libretos ideales, el sistema que te llevará a obtener los resultados que esperas ya fue inventado. Como la rueda, como el agua tibia, como el pan. ¡No tienes que reinventarlo!, no caigas en la trampa de los vendehúmo y los estafadores que pululan en el mercado. Crear tu propio sistema es más fácil de lo que crees.

Si no sabes cómo hacerlo, cómo comenzar, puedes probar con estos seis pasos sencillos:

1.- Crea tu flujo de información.
La creación de contenidos es una tarea complicada cuando te abandonas a la esquiva y traicionera inspiración o cuando esperas que ChatGPT (o alguna otra herramienta de inteligencia artificial) haga tu trabajo. La fuente ilimitada de ideas está en tu cerebro y en tu corazón, en las experiencias que vives, en el aprendizaje de tus errores, en tus creencias.
La clave: mantente informado. Recuerda que “quien tiene la información, tiene el poder”

2.- Consume contenido de calidad.
Si a ChatGPT lo alimentas con basura, te arrojará basura. Lo mismo sucede con tu cerebro. Por eso, entonces, cuida la calidad del contenido que consumes, elige fuentes confiables y, sobre todo, que te aporten distintos ángulos de la realidad. No solo sigas a los referentes, pues tras bambalinas hay personas anónimas (o poco conocidas) que pueden aportar mucho valor.
La clave: sé selectivo con lo que lees, ves y escuchas porque eso determina lo que haces

3.- Diversifica lo que consumes.
Si bien hoy una de las claves del éxito en el mercado es la especialización, no puedes caer en el error de cerrarte a la banda de un solo tema. Ten en cuenta que el estándar del mercado, tristemente, es la mediocridad, así que subir el listón no solo te hará diferente, sino visible. Aprende de aquello que te permita ofrecer más opciones de ayuda a los demás
La clave: la tecnología es imprescindible, pero no te olvides de los seres humanos

4.- Consume contenido de los referentes de tu industria.
Si ellos están en la cima, si ya llegaron a donde tú quieres llegar, por algo será. ¿Cierto? Entonces, acércate a ellos, consume sus contenidos, analiza sus estrategias, descubre cuáles son sus secretos mejor guardados. Asiste a sus eventos, compra sus libros, haz sus cursos. Créeme que esa es una excelente inversión cuyos resultados disfrutarás a largo plazo
La clave: ten cuidado de no caer en la trampa de dejar de ser tú, de ser auténtico

5.- Asiste a eventos de tu industria.
El networking es una de las estrategias más efectivas para conocer el tras bambalinas de tu actividad, para descubrir cómo otros han logrado buenos resultados, para conocer nuevas tendencias y, en especial, para establecer alianzas estratégicas que deriven en un intercambio de beneficios. Ir a estas actividades te permitirá avanzar al ritmo de la industria
La clave: no se trata solo de ir y tomarse foto: participa, déjate ver muestra tu valía

6.- Crea tu propio método.
Olvídate de copiar el modelo de otros, de los referentes, de aquel que te inspira. No solo porque no es posible, sino porque además estarías renunciado a lo que te hace único, a tu autenticidad. Identifica qué los hace distintos y mejores del resto y modélalo, adáptalo a tu caso. Si algo hace falta (conocimiento, habilidades, herramientas), podrás conseguirlo después
La clave: el éxito es un rompecabezas en el que cada persona que influye en ti es una pieza

La razón por la cual la mayoría de las personas fracasa en el intento de crear contenidos de calidad es porque se encomienda a la tal inspiración a la espera de que esta les diga qué camino seguir. El camino es justo lo contrario: una vez establezcas tu sistema, una vez tengas tu método, la inspiración brotará y te brindará la posibilidad de crear lo que desees.

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Mitos (mentiras), verdades y claves acerca del calendario editorial

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Si la idea de crear y publicar contenido en canales digitales ya es un gran dolor de cabeza para la mayoría de los emprendedores y profesionales independientes, la de establecer un calendario editorial es una tragedia. De hecho, es tal el miedo que produce que se convirtió en la ‘excusa perfecta’ a partir de la manida frase “no sé qué publicar, no se me ocurre nada”.

Por supuesto, se trata de uno de los tantos bulos que ha alzado vuelo en el ecosistema digital, una de esas mentiras que se transformó en verdad en virtud de la repetición. Porque, claro, todos, absolutamente todos los expertos (en esto, en aquello, en lo uno, en lo otro) te juran que sin un calendario editorial estás condenado al fracaso. ¡Es una GRAN MENTIRA!

Que ni siquiera ellos se la creen. Sin embargo, les resulta útil para manipular al mercado, para engañar a las personas que no saben, para atraerlas a sus redes y luego sacarles su dinero. El calendario editorial es una ayuda, positiva si la sabes utilizar, inútil si careces de la estrategia adecuada. Porque, más que el calendario, lo que determinará tu resultado es la estrategia.

Hablemos claro: el calendario editorial NO es la panacea, NO te solucionará los problemas y NO te garantizará buenos resultados por sí mismo. De hecho, te lo confieso, NO uso esta herramienta. ¿Por qué? Porque, por formación, no soy dado a programar a largo plazo, sino que vivo al vaivén de los acontecimientos, de la noticia del momento. Recuerda: soy periodista.

Me encanta la adrenalina de la inmediatez, de producir el contenido inmediatamente después de que suceden los hechos. Y, también, la adrenalina del seguimiento, de la evolución de los sucesos, de la reflexión. Por supuesto, sé que soy la excepción a la regla y, por eso, no espero que las demás personas desprecien una herramienta que puede ser útil.

He empleado el calendario editorial con algunos clientes que prefieren disponer de esta guía, de esta ayuda. Además, porque están condicionados por el mercado, por aquella idea, expresada en tono perentorio, de “debes tener un calendario editorial”. No tengo problema en hacerlo, pero, repito, en mi día a día me rijo por la inmediatez, por el instinto, por el olfato.

Instinto y olfato que, valga la pena recalcarlo, no son caprichosos o arbitrarios. Responden a una juiciosa y permanente observación del mercado. ¿Eso qué significa? Que estoy en permanente actitud de exploración, de investigación, de encontrar nuevas temáticas y, en especial, de responder las preguntas habituales del mercado y de derrumbar mitos y bulos.

Soy parte de dos comunidades digitales de emprendedores y participo con frecuencia en charlas, eventos y cursos no solo de marketing, sino de áreas complementarias como la inteligencia artificial, diseño gráfico, storytelling, neuromarketing, coaching y persuasión. Es decir, estoy siempre en modo cacería, en la búsqueda de información de valor para nutrirme.

Una de las fuentes más valiosas está representada por los estudios que realizan empresas y consultoras de confianza y credibilidad. No tanto en el tema de las pavorosas tendencias, que no son más que interpretaciones caprichosas y muchas veces malintencionadas de los datos para favorecer un interés particular, sino de comportamientos, hechos comprobables.

Si veo que la información de esos estudios resulta interesante y pertinente para alguna de las audiencias a las que me dirijo, lo utilizo. También sigo en redes sociales a referentes de distintas áreas (las ya mencionadas), atento a sus publicaciones. Muchas de ellas son fuente de ideas (ángulos) a partir de las cuales elaboro contenidos enriquecidos, complementados.

Es decir, para que no haya equívocos, tomo alguna idea, la proceso, le doy mi toque, mi estilo, la adapto a los intereses de la audiencia con la que voy a compartir el contenido y procuro mejorar la versión original. Algunos dirán que es copy + paste, pero no es así: por si no lo sabías, todas las ideas que creas en tu mente surgen de lo que aprendes, de lo que ves.

Por ejemplo, no puedes imaginar el mar si no ves una foto, o un video; si no escuchas el golpe de las olas contra la costa, si no oyes el graznido de las gaviotas. A partir de esos estímulos, tu cerebro procesa la información y luego crea su propia versión. O ves una película, lees un libro, escuchas un pódcast o ves algo a tu alrededor que incentiva una idea y la desarrollas.

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Esto es importante entenderlo para no caer en la trampa del ‘contenido único’, del ‘contenido cero kilómetros’ o del objeto brillante de la ‘idea disruptiva’. ¿Por qué es una trampa? Por la sencilla razón de que TODO, absolutamente TODO lo que tu mente imagina, YA EXISTE. Tu cerebro toma esa idea, ese estímulo, lo adapta a lo que eres y lo pone a tu disposición.

Si caes en esa trampa, serás una más de tantas víctimas que, a pesar de poseer valioso conocimiento y experiencias que pueden ayudar a otros, eligen guardarlo. No se animan a crear contenido, se dejan dominar por el síndrome del impostor o, por último, toman el camino más sencillo: las excusas que se manifiestan a través de la procrastinación.

Ahora, volvamos al calendario editorial. ¿Sirve? Sí, pero NO es la panacea. ¿Es útil? Sí, pero dependerá de tu disciplina, de tu constancia y, sobre todo, de la coherencia de la estrategia de contenidos que establezcas. Porque carece de utilidad un calendario de contenidos si, a la hora de la verdad, vas a hacer una publicación al mes, o cada 15 días. No tiene sentido.

Veamos, entonces, algunos puntos clave que debes considerar:

1.- NO es una camisa de fuerza.
El principal error cuando se establece un calendario de contenidos es que las expectativas son muy altas. Como ven que la competencia publica todos los días, o varias veces al día, piensan que también deben hacerlo. Y no es así, no es camisa de fuerza. ¿Por qué? Porque son audiencias distintas, porque el nivel de confianza y credibilidad también es distinto.

Antes de crear un calendario de contenidos debes responder esta pregunta: ¿estoy en la capacidad y con la disposición necesaria para crear ese contenido? Es decir, ¿le vas a dedicar el tiempo requerido? (para investigación, elaboración y programación). Si la respuesta no es un SÍ categórico y surgido de la convicción, el calendario no te ayudará.

2.- Depende de tu relación con el mercado.
Si eres de aquellos (tantos) que solo se comunican con el mercado, con su audiencia, cuando le van a ofrecer (vender) algo, el calendario no te ayudará. El valor del calendario editorial es que te permite hacer el seguimiento de tu relación con el mercado a partir de tus publicaciones, de las interacciones, de la retroalimentación. La clave es la relación.

Entonces, a la hora de crear tu calendario editorial piensa primero en ¿qué puedes ofrecerle al mercado para informarlo, educarlo, entretenerlo o nutrirlo (inspirarlo)? O ¿cuáles son esas inquietudes de tus clientes potenciales que puedes resolver en la actualidad? Repito: esta herramienta te será útil en función de la calidad de la relación que tengas con el mercado.

3.- Es personal e intransferible.
¿A qué me refiero? Que no se vale copiar el calendario editorial del gurú de turno, el de la competencia o el de tu mentor. Cada caso es único y particular. Un calendario editorial te servirá en la medida en que responda no solo a las necesidades de tu mercado, de tu audiencia, sino, también, en que encaje en tus posibilidades de creación de contenidos.

¿Sugerencias? Estas son algunas que quizás te pueden ayudar:

1.- Comienza lento.
En especial si aún no tienes un vínculo de confianza y credibilidad con el mercado, si esos clientes potenciales no te ven como una autoridad en el tema, ve paso a paso. No vas a ganar nada al publicar mucho contenido: la premisa es prioriza calidad por encima de cantidad. Prueba con una publicación a la semana y mide resultados, luego aumentas paulatinamente.

2.- En la variedad está el placer.
Porque si solo vas a vender, si solo vas a hablar de ti o de tu producto (o empresa), si no le vas a aportar valor al mercado, el calendario no te ayudará. Recuerda: la utilidad del calendario va de la mano de los cuatro objetivos del contenido de valor. ¿Cuáles? Informar, educar, entretener y nutrir (inspirar). Ten en cuenta, además, la temperatura de tu audiencia.

3.- Mide, retroaliméntate.
El ROI del contenido de calidad no es un esprint de 100 metros, sino una ultramaratón. Es decir, se mide a mediano y largo plazo. Pero, si no mides, si no recibes la retroalimentación del mercado, no sabrás cómo vas, qué puedes corregir o qué debes reforzar. Recuerda: lo que da valor al calendario es tanto la calidad de lo que produces como la estrategia que implementas.

Moraleja: el calendario editorial no hace magia, no te garantiza resultados y, si no lo sabes utilizar, más bien te dará problemas, muchos dolores de cabeza. La clave es la estrategia que diseñes, que debe estar en concordancia tanto con las necesidades e intereses de tu público como de tu real capacidad para generar contenido de calidad. No es publicar por publicar…

Como tampoco es vender y vender, nada más. El contenido que publiques, que compartas con el mercado, servirá en la medida en que ayude a esas personas de alguna manera. Y ese es un objetivo que puedes cumplir sin necesidad de un calendario editorial, si así lo decides. Por último, no olvides la premisa que marca la diferencia. ¿Cuál? ‘La magia la pones tú…’.

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