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¿Sabes cuáles el poder de las palabras? Generar emociones

Está claro que, por ahora, ninguna de las maravillosas opciones de generación de contenido que nos brinda la inteligencia artificial está en capacidad de transmitir emociones. Ese, seguro lo sabes, es un privilegio concedido al ser humano. Lo que sí puede hacer la IA es servir de canal para que tú transmitas tus emociones y puedas conectar con tu audiencia.

¿Entraste a X, Instagram o LinkedIn en los últimos días? Si lo hiciste, lo más probable es que te hayas sentido abrumado. ¿Por qué? Por el inclemente bombardeo de los adalides de la IA, que nos anuncian que ahora prácticamente nada se podrá hacer sin concurso de esta tecnología. Peor aún, proclaman que, si no la utilizas, tu vida será miserable en verdad.

Un día te dicen que ChatGPT es la maravilla y al siguiente te envían un email en el que te anuncian que esa herramienta es basura y que es cuestión del pasado porque apareció Gemini. Al siguiente, te informan que Gemini quedó obsoleto por cuenta de Claude o de Lobo AI, Illustroke, Tabnine, Microsoft Designer, ReccloudIA o alguna otra. Un verdadero tsunami…

La humanidad vivió más de 20 siglos sin inteligencia artificial. Y tan mal no le fue. Logró ir a la Luna, por ejemplo, y sobrevivió a terremotos, inundaciones y pandemias, entre otros males. ¡Logró sobrevivir al propio ser humano!, con su poder autodestructivo, toda una hazaña. Y escribió, dibujó, creó, cantó, bailó, aprendió idiomas y trabajó sin la inteligencia artificial.

Sin embargo, los autoproclamados gurús de esta disruptiva tecnología ahora nos dicen que la IA es “indispensable” para todo, absolutamente todo. Hasta para pensar, que es un privilegio exclusivo de nuestra especie. Es claro que esta herramienta, como muchas otras de las que disfrutamos hace décadas, está en capacidad de facilitarnos la vida en distintos ámbitos.

Soy un abanderado de la tecnología y, especialmente en mi trabajo, la he disfrutado y aprovechado. Ten en cuenta que, desde que comencé mi carrera profesional hace casi 37 años usaba máquina de escribir y luego migré a Tandy, PC y portátil. Transmití información a través de télex (teletipo), fax y, ahora, por los distintos canales y medios de internet.

El mensaje es claro: la clave del éxito de tu mensaje, del impacto que puedas producir (sea cual fuere tu intención), no radica en las herramientas o la tecnología. Siempre contamos con poderosas herramientas y tecnología, ajustadas a la época, a las condiciones, a las posibilidades de cada momento. Y siempre, también, fue posible impactar con tu mensaje.

En otras palabras: no porque uses ChatGPT, Gemini, Claude o cualquier otra de las poderosas herramientas de AI que ya existen, o alguna de las que vendrá, tienes asegurado el resultado que esperas. Repito: no son ellas las que determinan el impacto de tu mensaje. Si te enfocas en ellas y menosprecias lo que tú estás en capacidad de aportar, lo lamentarás.

Sí, porque la diferencia la marcas tú, porque eso que algunos llaman magia la pones tú. De hecho, ¡está en ti!En tu conocimiento, en el aprendizaje a partir de tus experiencias, de tus vivencias; en las lecciones surgidas de tus errores, en tu pasión, en tu vocación de servicio. Todo este poderoso coctel sumado a las herramientas adecuadas es… ¡dinamita pura!

Es cierto que la interpretación del mensaje y, por ende, el impacto que este pueda causar es distinto en función del canal a través del cual se transmite. No es lo mismo ver imágenes, un video, que escuchar la voz e imaginarlo. No es lo mismo escuchar la voz, en un pódcast, con sus altos y bajos, sus entonaciones, que leer un texto y conectarse con lo que este transmite.

¿La razón? Las palabras incorporan y expresan emociones. Y las emociones, ya lo sabes, son diferentes para cada persona, para cada situación. ¿Por qué? Porque las emociones son la respuesta del cerebro a un estímulo interno o externo. Respuesta que está determinada por lo que conocemos, lo que hemos vivido, nuestras creencias, pensamientos y miedos.

A ti, por ejemplo, subirte a un avión puede producirte pánico, mientras que para otra persona es un placer. A ti, por ejemplo, las arañas o los ratones te producen repugnancia, mientras que para otra persona son inofensivos, no le generan emoción alguna. Es, por eso, que en una reunión alguien hace un chiste y, aunque la mayoría ríe carcajadas, otros más ni se inmutan.

Así mismo, si tú publicas un mensaje relacionado con cómo hacer el duelo y superar una pérdida, sin duda este impactará más a quienes la hayan sufrido recientemente, es decir, a quienes tienen una herida abierta. Esta premisa, que muchos pasan por alto, es la que te permitirá atraer la atención de tu audiencia, despertar su curiosidad y que muestre interés.

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¿Cómo lograr este objetivo? Lo fundamental, evita caer en la trampa de las patéticas y odiosas plantillas, elimina de tus hábitos el copy + paste y no hagas caso de las tendencias que, muchas veces, son un peligroso atajo que te desvía. ¿Sabes cuál es la primera piedra de un mensaje de impacto? La autenticidad. Si haces caso omiso de ella, si no la aprovechas, lo lamentarás.

¿Por qué? La respuesta es sencilla: la rueda ya fue inventada, lo mismo que el agua tibia. ¿Eso qué significa? Que, inclusive en esta era de la tecnología que nos sorprende cada día, todo fue inventado, absolutamente todo. Y prácticamente todo fue probado, de modo que ya sabemos qué funciona y qué no, qué es útil y qué no, que es humo o fake news y qué no.

Médicos pediatras hay cientos de miles y, en esencia, todos son buenos. Sin embargo, cuando uno de tus hijos se enferma o presenta algún síntoma tú no acudes a todos. Buscas uno con el que haya empatía, uno que te brinde confianza, uno que no te deje espacio para las dudas (es decir, uno auténtico). Uno que, además, sintonice contigo a través del mensaje.

Sí, porque hay personas, en cualquier profesión o ámbito de la vida, convencidas de que el miedo y el dolor son el único camino para provocar un impacto. Y no es así, por fortuna. Sí, sé perfectamente que todos los días, sin excepción, somos sometidos a un inclemente e incesante bombardeo mediático de miedo y dolor, mensajes que son una verdadera peste.

El problema, ¿sabes cuál es el problema con el miedo y el dolor? Que nos paralizan. Es decir, producen el efecto contrario al que esperamos. En esencia, provocan que el cerebro dé una respuesta automática, pero que se manifiesta solo, exclusivamente, como una voz de alerta. Sin embargo, jamás se traducirá en realizar la acción que tú esperar generar con tu mensaje.

Entonces, dejemos claro algo fundamental: lo que produce el impacto, lo que genera la respuesta por parte de quien recibe tu mensaje, no son las palabras, sino las EMOCIONES. Y lo escribo en mayúscula para que no haya duda. Por supuesto, para alcanzar el impacto esperado, debes usar las palabras correctas, aquellas de desaten el caudal de emociones.

Por eso, justamente por eso, las patéticas plantillas no sirven, como tampoco el odioso copy + paste. Las palabras correctas son aquellas que expresan, sin temor a confusión, el mensaje que deseas transmitir y que, además, te permiten conectar con esas personas y generar una respuesta emocional que se manifieste en una acción concreta (no simplemente en una reacción).

Ahora, otro tema crucial: ¿cuáles son las emociones que nos movilizan? El amor y todas sus manifestaciones: pertenencia, tenacidad, afecto, paz, bondad, consuelo, serenidad, ternura o admiración. También, agradecimiento, apoyo, compasión, confianza, empatía, solidaridad, seguridad, aceptación, armonía, generosidad, paciencia, compromiso y atracción.

Tu tarea, entonces, es determinar, en función de la persona o grupo de personas a las que te diriges, cuál es la manifestación de esa emoción movilizadora (el amor) es la adecuada para ese mensaje en particular. Y así cada vez que te comuniques con el mercado, con tu audiencia. Siempre habrá una más conveniente que otra, una que provoque mayor impacto.

El miedo y el dolor, igual que todas sus manifestaciones, nos paralizan. Sí, es cierto, hay una reacción automática que se frena tan pronto la alarma se difumina, desaparece. O cuando la sensación de inseguridad se dispersa. Por eso, mi consejo es que no apeles a este recurso más allá de lo necesario para llamar la atención de tu audiencia. ¡Excederte será negativo!

El amor, en sus múltiples manifestaciones, en cambio, nos moviliza. Provoca curiosidad, genera empatía, produce identificación a partir de principios, valores y experiencias; nos inspira desde la comunión de sueños y propósito de vida. El amor y sus manifestaciones son una fuerza muy poderosa que nos permite establecer vínculos estrechos y muy sólidos.

Las palabras tienen poder por sí mismas y, sobre todo, en función de las emociones que generan. Si es para bien o para mal, si ayudan a otros o solo los mortifican (más sal en la herida), dependerá de tu intención, primero, y de qué palabras elijas. Y, por favor, grábate algo: no existen palabras inocentes, porque todas, absolutamente todas, provocan una emoción.

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¿Quieres blindar tu mensaje? Cultiva y fortalece la confianza

“Si a las personas les gustas, te escucharán; pero, si confían en ti, harán negocios contigo”. ¿Conocías esta frase? Se le atribuye a Zig Ziglar, un escritor, vendedor y orador estadounidense. Falleció en 2012, pero nos dejó un legado representado en sus libros (Pasos hacia la cima, Superando la cima, La guía fácil del éxito o Pequeño libro de instrucciones del éxito, entre otros).

A pesar de que su infancia fue marcada por el traslado de su ciudad natal por motivos laborales de su padre y la prematura muerte de su padre y de una hermana menor, en tan solo dos días, logró enderezar el camino, torcer la tendencia negativa y, lo mejor, influir en la vida de millones con el poder del mensaje. Lo difundió a través de libros, primero, y de seminarios motivacionales, después.

Si realizas una simple búsqueda en internet, Mr. Google te ofrecerá cientos de frases atribuidas a este personaje, inspiradoras y reflexivas. “No hay ascensor hacia el éxito, tienes que tomar las escalaras”, es una de ellas, que se aplica a la perfección al mensaje que quiero transmitirte en este artículo. ¿Por qué? Para que no caigas en la trampa de tomar un atajo y ruedes por el precipicio.

Los seres humanos, en especial en estos tiempos modernos frenéticos, histéricos y mediáticos, sufrimos un mal terrible: la falta de paciencia. O, dicho de otra forma, la ansiedad por ir más rápido de lo que la vida nos lleva o, sobre todo, saltarnos los pasos intermedios y llegar directo del punto A al punto B. Es un mal que se manifiesta en todas las actividades que realizamos en la vida.

Queremos competir en una maratón de 42 kilómetros cuando apenas comenzamos a caminar, aun tambaleándonos, cayéndonos. Se nos quema el arroz, pero queremos ser chefs de un restaurante Estrella Michelin. Acabamos de conocer a una persona, que nos agradó, y comenzamos a hacer planes a largo plazo sin saber, siquiera, si la relación va a prosperar. Y así sucesivamente…

Nos cuesta aceptar que la vida es un proceso, un paso a paso. Por eso, por ejemplo, cada semana tiene siete días y, por más que lo desees, después del lunes siempre vendrá el martes y, luego, el miércoles. Aunque tú desde el lunes estés en modo fin de semana, pensando en lo que harás el viernes por la noche, en el paseo con los amigos el sábado, tendrás que armarte de paciencia.

Esta es una situación a la que nos enfrentamos, sobre todo, cuando la tecnología está de por medio. ¿Por qué? Porque anhelamos que todo, absolutamente todo lo que deseamos, esté a tan solo unos clics (o uno) de distancia. El bienestar, el amor, la riqueza, el éxito, todo. Asumimos la vida como si fuera sencillo tocar una tecla y comenzar a recibir aquello con lo que soñamos.

Pero, claro, ya sabes que no es así, así no funciona. No en vano estuviste durante nueve meses en el vientre de tu madre: si el proceso se hubiera adelantado de forma artificial, es muy probable que no estarías aquí en este mundo. Por eso, también, la vida nos lleva por un camino en el que es necesario vivir (disfrutar) y superar distintas etapas: niñez, adolescencia, adultez, vejez, en fin.

No es que un día eres una niña que juega con muñecas (si todavía hay alguna que lo haga) y al día siguiente eres la CEO de una compañía, con 30 años de experiencia. La vida no funciona así, está claro. El mensaje es sencillo: hay que cumplir el proceso, con actitud positiva, de aprendizaje, a sabiendas de que esos serán los cimientos que te permitirán construir tu mejor versión.

Y que, además, te proporcionarán un beneficio invaluable: forjar confianza. Que, quizás lo sabes, es uno de los pilares de las relaciones en todos los ámbitos de la vida. De hecho, y es probable que lo hayas experimentado, los conflictos en que nos envolvemos surgen, principalmente, de la falta de confianza o de la desconfianza. Piensa, por ejemplo, en algún altercado vivido con un familiar.

Recuerda la primera frase de este artículo: “Si a las personas les gustas, te escucharán; pero, si confían en ti, harán negocios contigo”. Puedes cambiar el “harán negocios” por “serán tus amigos”, “te apoyarán en el trabajo”, “te elegirán como pareja”, “te admirarán y te seguirán”. Cambia el escenario pero la esencia es la misma: la confianza es la base del éxito en la vida.

Más en estos momentos en los que el mundo se resquebraja, entre otras razones, por la falta de confianza, por la desconfianza. En otras palabras: ya casi nada, casi nadie, es confiable. Por eso, justamente, las relaciones son cada vez más difíciles: nos cuesta confiar en los demás. Sin este vínculo, tarde o temprano habrá un cortocircuito. Sin confianza, la vida será un campo de batalla.

Lo padecemos todos los días: internet y los demás canales comunicación son focos de infoxicación, de intolerancia, de múltiples manifestaciones de agresividad y violencia. El ciudadano desconfía de quien dice representar sus intereses y, también, de las marcas y de las instituciones. ¿Y lo peor? Los seres humanos desconfiamos de los seres humanos, algo así como una epidemia silenciosa.

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Por fortuna, contra esta enfermedad hay un antídoto efectivo: el mensaje empoderado. La verdad, muchas de las situaciones que nos agobian en el día a día son producto del miedo que nos infunden a través del bombardeo mediático, de la confusión que siembran con mensajes que son contradictorios y/o basados en manipulaciones y distorsiones de la realidad. Sí, esa es la verdad.

¿Y por qué ocurre esto? Porque quienes tenemos el privilegio y el poder de un mensaje distinto, positivo, constructivo, inspirador, guardamos silencio. Tenemos la capacidad para cambiar esta realidad, para cambiar el mundo, pero elegimos callar. Y luego, claro, pagamos las consecuencias. Por eso, es necesario espabilar, darnos cuenta de que podemos ser agentes de transformación.

En la vida, como lo mencioné antes, todo gira en torno a la confianza. No olvides la frase de Zig Ziglar. Y lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Las personas, la mayoría de las personas, están en la búsqueda de confianza de parte de otras personas, de las instituciones, de las figuras públicas, en fin. Y no las encuentran, porque no hay lay o porque son escasas. ¿Comprendes cuál es el reto?

¿Sabes cuál es la razón por la cual muchas personas son adictas a los memes y a los videos ridículos? Porque buscan algo positivo, constructivo e inspirador que los saque del caos de la realidad y… ¡no lo encuentran! Se estrellan con más violencia, más sangre, más morbo, más miedo, más mentiras, más manipulaciones, más pornomiseria. “La risa, remedio infalible”, pregona la revista Selecciones.

Con tu conocimiento, con tus experiencias, con el aprendizaje de tus errores, con tu pasión, con tu vocación de servicio, tú puedes ser el que provoque esa risa, el oasis en medio del árido desierto del caos. Además, quizás lo sabes, cuentas con la más poderosa herramienta para generar un impacto positivo en la vida de otros. ¿Sabes a cuál me refiero? Al mensaje inspirador y poderoso.

Es cierto que ahora, cuando millones de personas descubrieron que internet era un canal mucho más poderoso que el hecho de publicar memes, fotos y videos caseros en redes sociales, cuando la irrupción de la inteligencia artificial nos permite realizar de manera sencilla y económica una gran variedad de tareas que hace un corto tiempo eran engorrosas y costosas, la competencia abunda.

Sin embargo, y eso quizás lo has notado, la mayoría es basura, literalmente. Pornobasura o pornomiseria. Contenidos que producen asco, que denigran del ser humano, que no solo no nos arrancan una sonrisa, sino que nos producen más ansiedad, más tristeza. Esa, sin duda, es una oportunidad para quienes podemos hacer algo distinto, podemos generar contenido de calidad.

¿Aceptas el reto? Las condiciones para triunfar son sencillas:

1.- Ten en cuenta que te comunicas con personas, es decir, con otros seres humanos. Eso significa que lo importante no es la tecnología, el canal que utilizas o el formato que eliges: lo que en verdad importa, lo que te permitirá trascender, será el poder de tu mensaje. Que informe, eduque, nutra y entretenga a quien lo consume, que recompense el tiempo que esa persona le dedica.

2.- Una de las miserias del contenido actual de internet es que la mayoría son ‘más de lo mismo’, otra versión del mismo patético payaso que nada aporta. El clon del clon del clon, aquellos adictos a las plantillas que solo repiten el mismo discurso. La autenticidad no solo te hará único, sino que te destacará, como la luz en la oscuridad, y te visibilizará, provocará que llames al atención.

3.- No tienes que ser un escritor consagrado, un presentador de noticias o un locutor para crear contenido de valor. Recuerda: lo que a la gente le interesa es el valor del contenido que transmites. Lo demás es accesorio. Así mismo, ten en cuenta que “la práctica hace al maestro”. Cuanto más lo hagas, cuanto más desarrolles la habilidad (cualquiera que sea), tus resultados serán mejores.

4.- No te límites a un formato o a un canal. En mi caso, mi mayor fortaleza es el contenido escrito, pero produzco piezas gráficas y próximamente incursionaré (¡es una promesa!) en otros formatos (video y audio). Esa variedad de habilidades te permitirá reforzar el poder de tu mensaje y también llegar a más personas porque, recuerda, “entre gustos no hay disgustos”. Exprime tu potencial.

5.- Aprovecha las herramientas que te brinda la tecnología sin perder de vista, de nuevo, que lo realmente importante y valioso eres tú, tu mensaje. Convierte a la inteligencia artificial en tu socio estratégico, en tu asistente personal: son muy pocas las tareas que no puedes realizar con ella. Aprender a manejar estas herramientas te proporcionará una gran ventaja competitiva.

“Cuando la confianza es alta, la comunicación es fácil, instantánea y efectiva”, dice el autor, empresario y conferencista Stephen R. Covey, autor de, entre otros libros, Los siete hábitos de la gente altamente efectiva. Una persona confiable, genuina y auténtica no solo encarna un mensaje más poderoso, sino que, además, en estos tiempos modernos es un exclusivo tesoro. ¿Aceptas el reto?

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¿Acabará la inteligencia artificial con el oficio del ‘copywriting’?

“Oye, Carlos, ¿no te da miedo que ahora, con todo este tema de la inteligencia artificial (IA) que crea contenidos, te puedas quedar sin trabajo?”. Esta fue la pregunta que me formuló hace unos días un cliente, durante una sesión de asesoría. No sé qué esperaba que le dijera, pero sí tengo la certeza de que, de alguna forma, mi respuesta significó una gran decepción para él.

¿Por qué? Le dije “No, de ninguna manera. Bienvenida la competencia”. Desde siempre, desde que hace más de 35 años comencé mi trayectoria como periodista, mi trabajo ha estado bajo constante amenaza. Por ‘escritores’ de otras profesiones, por internet y las nuevas tecnologías, por las redes sociales y, ahora, por esta maravilla de la inteligencia artificial.

Sí, es una maravilla, que desde hace años, aunque no nos demos cuenta, nos ha mejorado la calidad de vida, nos ha hecho más fácil la vida. En labores tan sencillas como atendernos en un centro de llamadas de atención al cliente (para mí, esta es su peor versión), recibiendo pagos en los comercios, creación o edición de imágenes o la conducción ve autos inteligentes.

Y son muchos, muchísimos, los usos que desconocemos y los que descubriremos, y aprovecharemos, en los próximos años. La verdad es que esta tecnología, que no es nueva, llegó para quedarse. Los dispositivos conocidos como asistentes virtuales, del tipo de Siri o Alexa, son un claro ejemplo de ello: hoy, en la práctica, son un electrodoméstico más.

Fue por allá a mediados del siglo XIX cuando el matemático irlandés George Boole creó un sistema de cálculo lógico, conocido como álgebra de Boole, que con el tiempo sería el embrión de la inteligencia artificial. La premisa del sistema es que las proposiciones se reducen a símbolos sobre los que puede operarse matemáticamente, algo que aprovechó la informática.

Más adelante, en 1936, otro matemático inglés, Alan Turing, considerado el padre de la computación moderna, introdujo el concepto del algoritmo. Su aporte significó un gran avance científico porque, en aquella época, mediados del siglo pasado, habló por primera vez algo que hoy es novedoso: el machine learning, es decir, la capacidad de las máquinas para aprender.

Turing, en esencia, afirmó que, en la medida en que se le brinde la información adecuada y se la programa para eso, una máquina puede aprender y emular comportamientos humanos. Los chatbots de las aplicaciones o de los centros de llamadas son la muestra de ello. O los robots que nos ayudan en tareas domésticas, labores que antaño eran exclusivas de los humanos.

Ya en los años 40, el escritor estadounidense Isaac Asimov, sentó las leyes de la robótica. Fue a través de su cuento Círculo vicioso, un relato corto de ciencia ficción escrito en 1941. En esencia, dice que un robot no le hará daño a un ser humano y tampoco permitirá que un ser humano sufra daño, al tiempo que cumplirá disciplinadamente las órdenes que se le impartan.

A mediados de los 50, el científico estadounidense John McCarthy (Tío McCarthy) acuñó el término de inteligencia artificial. Una década después, el alemán Joseph Weizenbaum, que fue profesor emérito de Informática en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), desarrolló ELIZA, considerado el primer chatbot de la historia, que dotó de voz a las computadoras.

Sin embargo, fue hasta mediados de. los 90, en los albores de la era digital, cuando se dio el salto más significativo, uno que marcó un antes y un después en lo cualitativo. Fue la aparición de Deep Blue, la computadora creada por IBM y que libró dos épicos duelos con el campeón mundial de ajedrez el soviético Gari Kaspárov. Vale decir que la máquina ganó las dos veces.

Aquella fantástica computadora había sido alimentada con cientos de miles de partidas de ajedrez y, además, estaba capacitada para analizar más de 200 millones de movimientos posibles en un segundo. Fue el hecho gracias al cual se cerró el círculo y, también, el que sentó las bases para esta realidad que vivimos hoy, en pleno siglo XXI, con la inteligencia artificial.

En los últimos meses, la empresa californiana OpenAI se puso en boca de todos. ¿Por qué? Lanzó a finales de noviembre de 2022 ChatGPT, un sistema de chat basado en inteligencia artificial (IA). En tan solo dos días se convirtió en viral y alcanzó más de 2 millones de usuarios. Y los primeros pinitos de esta poderosa herramienta, en verdad, causan un gran asombro.

Aunque está en fase de pruebas, lo que se conoce de ChatGPT es increíble. Fue creado para sostener conversaciones en múltiples idiomas, responder preguntas y crear contenidos “a la carta”. Según la agencia de noticias EFE “es coherente, tiene en cuenta lo hablado previamente en una conversación y es capaz de identificar temas sobre los que es mejor no hablar”.

Lo que se sabe es que su inteligencia artificial es alimentada con contenidos provenientes de internet. No todo internet, hay que aclararlo, sino una pequeña porción (por ahora). Es decir, no está conectado a la red en tiempo real, como un buscador, por ejemplo, sino a un archivo prestablecido. Y tiene una limitación: esos contenidos que lo alimentan son anteriores a 2021.

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Conozco personas, emprendedores, que ya emplean ChatGPT en sus negocios y están encantados con los resultados. Karen Vega, por ejemplo, antigua cliente mía y miembro del Círculo Interno de Álvaro Mendoza, mi mentor, es una de ellas. “Por ahora, lo utilizo como un asistente, una ayuda”, dice, específicamente en el campo de la generación de contenidos.

Ahora, la otra cara de la moneda: ChatGPT NO es perfecto. A la par de artículos, ensayos o textos de ventas, crea software malicioso y, lo más grave, no distingue entre el contenido real, veraz, y tanta pornobasura que hay en internet. Si la herramienta ha sido alimentada con textos faltos, datos caducos o distorsionados, eventualmente los emplea en sus creaciones.

¿Te das cuenta del riesgo? Puede inducirte a un grave error. Como dijo Karen Vega, como un asistente, por ahora, está bien: no puedes otorgarle toda la responsabilidad de la creación de tus textos y contenidos. Ese es un riesgo que podrías pagar muy caro. Por supuesto, se espera que ChatGPT mejores a partir de los comentarios y sugerencias de los usuarios.

El portal mexicano Alto Nivel, por ejemplo, realizó una prueba y el balance invita a la reflexión. No todas las respuestas que se obtienen pueden considerarse válidas o acertadas. La herramienta arroja constantes errores y divergencias. ALTO NIVEL realizó varios ejercicios comprobando que en las respuestas hay equivocaciones e inconsistencias en la información resultante”.

La agencia francesa AFP, mientras, le preguntó a ChatGPT su opinión sobre tecnologías como él. ¿Qué respondió? Existen potenciales peligros al construir chatbots supersofisticados. Las personas podrían creer que interactúan con un individuo real”. En su web, OpenAI advierte que puede generar “informaciones incorrectas” o “dar instrucciones peligrosas o contenidos sesgados”.

Sam Altman, máximo ejecutivo de OpenAI, afirma que “ChatGPT es por ahora una demostración temprana de lo que será posible hacer con las interfaces de lenguaje basadas en inteligencia artificial”, pero reconoce que tiene “muchas limitaciones. Más adelante se podrá tener algo que haga tareas por ti o que eventualmente descubra nuevos conocimientos”.

Amanecerá y veremos. Ahora, volvamos al comienzo: NO, de momento, no me asusta la aparición de esta tecnología y que muchos la utilicen para crear contenidos. Les deseo la mejor suerte (porque la van a necesitar para no caer en sus trampas o debilidades). Tal y como lo he hecho durante mi carrera, a lo largo de mi vida, confío plenamente en mi talento y mi trabajo.

Dado que la clave del éxito de la inteligencia artificial es el contenido con que se le alimente, no será un proceso fácil ni rápido. Y, como lo mencioné antes, si solo se la alimenta con textos y contenidos provenientes de internet, el riesgo de que incurra en graves errores es muy alto. Además, por ahora, estoy seguro de que estas máquinas carecen de lo fundamental.

A lo fundamental para conseguir que un texto o contenido sea agradable de leer y de calidad, un contenido de valor. ¿A qué me refiero? A la capacidad de sentir y transmitir emociones. Es decir, por ahora no hay máquinas empáticas. Y son las emociones, traviesas, caprichosas y traicioneras, las que nos permiten conectar con un texto, con una historia, y disfrutarlo.

Así mismo, confía ciegamente, al 1.000 %, en mi creatividad, en mi imaginación, tanto como en las experiencias que he vivido y que son fuente inagotable de mis escritos. Escribir, para mí, es mucho más que un oficio o un trabajo: es tanto un placer como una terapia que disfruto al máximo y sin la cual no concibo mi vida. Es algo que quiero hacer hasta el último de mis días.

¿Te entusiasma la idea de probar ChatGPT? ¿Te tienta? Hazlo, utilízalo. Pero, por favor, ten cuidado de sus alcances. Que esas pruebas que realices no sean en trabajos definitivos que más adelante, te ocasiones problemas. Y algo más que eso: no reniegues de aquello que nos hace maravillosos y únicos a todos los seres humanos, la inteligencia, la capacidad de crear.

Son múltiples los ejemplos de aplicaciones, herramientas o recursos que nos ha brindado la tecnología y que después de una irrupción meteórica, pletórica, se desinflan y pasan al olvido. ¿Recuerdas Clubhouse? Hace tan solo dos años parecía estar en capacidad de transformar la forma de hacer negocios, de relacionarnos con otros; hoy son pocos los que la utilizan.

Estoy convencido de que uno de los mayores privilegios que nos fue concedido a los seres humanos fue aquel de pensar, de razonar y, sobre todo, de crear. Y no pienso renunciar a él, no pienso subordinarlo a una tecnología que puede ser poderosa o genial: prefiero lo mío. Y creo, también, que tú estás en capacidad de escribir y crear mensajes más allá de las máquinas…

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