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Nostalgia: el poder de las emociones ligadas a los recuerdos

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Si bien no estoy convencido de que “todo tiempo pasado fue mejor”, sí estoy seguro por completo de que dar un viaje al pasado, de cuando en cuando, es apasionante. Está claro que no podemos devolver el tiempo, dar marcha atrás al reloj y, por ejemplo, ser niños otra vez. Eso no es posible, pero lo que sí podemos hacer es apelar a la memoria, a los recuerdos, para revivir ese pasado.

En especial, los episodios del pasado que recordamos con gratitud, momentos en los que fuimos felices y que, sin duda, nos gustaría que se repitieran. Esa es la razón por la que los reencuentros con los amigos del colegio, la universidad o los primeros años laborales nos encantan. Aunque es claro que no somos los mismos, que la vida nos ha llevado por caminos distintos, nos encantan.

Cuando me gradué del colegio, en mi grupo marcamos un hito. ¿Sabes cuál? Era la primera generación que había hecho el tránsito completo desde kínder hasta sexto de bachillerato (ahora grado 11), como se llamaba entonces. No todo el grupo, por supuesto, sino siete compañeros. La vida nos unió cuando teníamos 4-5 años y juntos recorrimos ese camino durante 13 años.

Con el cartón que nos acreditaba como bachilleres, hicimos una promesa: vernos con frecuencia. Más allá de que cada uno tomaba su camino en la vida, de que seguramente no iba a ser fácil reunirnos, quedaba el deseo y, además, el compromiso. Nos reuníamos con frecuencia y en los quinquenios (5, 10, 15 años) nos acompañaban más compañeros de nuestro grupo y de otros.

Cada ocasión era única y especial. No solo era el reencuentro, recordar vivencias y volver a ser niños por un rato. También, comprobar cómo la vida nos cambiaba. Algunos compañeros eran casi irreconocibles por los drásticos cambios físicos sufridos: engordaron, desarrollaron calvicie, se adelgazaron en extremo, les salieron canas, en fin. Es el paso de los años, el peso de los años.

Aunque las personas cambiamos con el tiempo, y no solo en el aspecto físico, sino también en la forma en que pensamos y nos comportamos, esas reuniones siempre fueron agradables. La experiencia de volver al pasado es algo que la mayoría de los seres humanos disfrutamos. Es el poder de la nostalgia, una especie de cordón umbilical que nos conecta con el pasado.

Lo curioso es que, por definición, la palabra nostalgia y sus sinónimos añoranza y melancolía, entre otros, tienen una connotación negativa. Es decir, son recuerdos atados a episodios dolorosos que nos causaron pena o a pérdidas que nos dejaron cicatrices. Sin embargo, en la realidad nos sirve para revivir esos años maravillosos de la vida, esos momentos que no queremos olvidar.

Y eso, por supuesto, lo sabe el marketing. Desde siempre. No en vano, recientemente han tomado fuerza las campañas nostálgicas, cuya principal virtud es que conectan fácil y rápidamente con las emociones. Marcas como Nike, Adidas, Nintendo, Apple o Volkswagen, entre muchas otras, han apelado a este recurso: lanzaron productos nuevos cargados de nostalgia, con el aroma del pasado.

No es casualidad, por ejemplo, que Stranger Things sea una de las series más exitosas de Netflix desde cuando se lanzó, en 2016. En un ambiente clásico de la década de los años 80, trata sobre la afanosa búsqueda de un niño desaparecido por parte de sus padres y amigos, y las autoridades. Todos se ven envueltos en raros y misteriosos episodios contra fuerzas sobrenaturales.

El trasfondo de la serie es lo más interesante: la evocación de los años 80, una década que marcó a varias generaciones, por distintas razones. En Stranger Things se hace referencia a música de esa época, a los juegos, a las películas, a la forma de vestir, en fin. Lo más poderoso es que si tienes 50 o más años, si viviste los 80, son una parte importante de tu historia de vida. ¡Nostalgia pura!

Este ejemplo nos revela algo que muchos olvidan, o simplemente desprecian, a la hora de crear una historia. ¿Sabes a qué me refiero? A que no basta con que la trama sea interesante, que haya buenos personajes, que se desborden las emociones. Uno de los componentes más relevantes de una historia de impacto, en cualquier formato, es el contexto. Y la nostalgia es parte del contexto.

Porque, de esa forma, no es una historia la que disfrutas (la creada por los guionistas), sino mil y una historias más. ¿Cuáles? Todos esos recuerdos con los que te conectas desde el momento en el que te identificas con ese contexto. Si tienes conciencia de los 80, vuelves a ser niño o adolescente, visitas los lugares en los que fuiste feliz, vuelves a disfrutar la vida con esos amigos…

Moraleja

Este es el mensaje que quiero que grabes en tu mente.
No podemos regresar al pasado, pero sí revivir momentos en los que fuimos felices. Es el poder de la nostalgia, un recurso muy útil en el marketing de contenidos.

Cuanto más detallado y preciso sea ese contexto, cuantos más elementos conecten con las emociones y despierten esos recuerdos que están dormidos en tu cerebro, en tu corazón, mucho mejor. ¿Por qué? Porque se produce el impacto de la identificación, que por si no lo sabes es uno de los recursos más poderosos en el marketing y la creación de contenidos no relacionados con la venta.

¿En qué consiste? Son los elementos de tu mensaje a partir de los cuales una persona, cualquiera, que haya vivido o se enfrente a lo mismo o algo similar de inmediato se conecta. Sucede porque esa persona se ver reflejada, porque se despertó algún recuerdo, porque es justo lo que vive en ese momento específico de la vida. No es exacto, igual al ciento por ciento, sino muy similar.

Es por la identificación, por ejemplo, que alguien adopta características, rasgos o comportamientos de otro. Su ídolo en el deporte, su cantante favorita, un personaje de la historia, en fin. Se da fundamentalmente durante la niñez, cuando el ser humano está en la búsqueda de modelos, pero también entre los adultos. La identificación es una forma de crear una nueva realidad.

También es un componente fundamental de la nostalgia. Su rol consiste en acelerar ese proceso de evocación de sentimientos, pensamientos y recuerdos positivos y auténticos, con el fin de lograr el mayor impacto posible. A través de la identificación, así mismo, se puede alcanzar uno de los objetivos primarios y decisivos de cualquier estrategia de marketing y de contenidos.

¿Sabes a qué me refiero? A establecer un vínculo de confianza y credibilidad con todas y cada una de las personas que reciben tu mensaje. Cuanto más fuerte sea la identificación, cuanto mayor sea la dosis de nostalgia, tendrás más impacto y podrás llegar a más personas que vivieron (o viven) esa situación que tú describes. El fin es que active una acción, un comportamiento específico.

Diversos estudios de neuromarketing recientes demostraron que cuando se activan en el cerebro las regiones vinculadas con la recompensa y la memoria emocional (recuerdos), la nostalgia provoca que se libere dopamina. Por si no lo sabes, es un neurotransmisor (una sustancia química) asociado con el placer y la motivación, que ayuda a consolidar recuerdos y los conecta con las emociones.

Así, por ejemplo, tu cerebro libera dopamina cuando le das un abrazo a tu mamá, cuando tu hijo te da un beso, cuando marcas el gol de la victoria de tu equipo de fútbol, cuando tu jefe te informa que te eligieron para el ascenso prometido… La dopamina es, así mismo, un disparador en esa siempre incierta tarea de tomar decisiones: si tu cerebro sabe que habrá recompensa, te impulsa a decir ‘sí’.

Es la razón por la cual nos cuesta tanto negarnos al pastel, al helado, al chocolate, a pesar de que somos conscientes de que el consumo excesivo es perjudicial para la salud. Es, así mismo, el motivo por el que una persona con baja autoestima o depresión recurre a comer en exceso o se va al gimnasio a exigirse al máximo, o quizás decide emborracharse para “olvidar las penas”.

Una reciente publicación del Journal of Consumer Research demostró que las personas que consumen contenidos con altas dosis de nostalgia les dan una valoración más positiva a los productos. Y no solo eso: también están dispuestas a pagar un poco más por ellos. El estudio indica que el 60 % tiene mayor inclinación a comprar cuando el mensaje incorpora la nostalgia.

Si al entrar a tus redes sociales has encontrado contenidos de este tipo, no te extrañes. Las marcas han redescubierto el valor de la nostalgia y tratan de aprovecharlo. Esas campañas generan, en promedio, un 70 % más deengagement y comentarios, y son compartidas más veces. Lo mejor es que el poder de la nostalgia se adapta a cualquier formato, dentro o fuera de internet.

Hay algo más: algunos estudios permitieron establecer que los consumidores tienden a atribuir mayor valor percibido a los productos que les recuerdan momentos felices. Es la razón por la cual las marcas cada vez más utilizan la nostalgia en sus estrategias. O por la que otras reencauchan productos que en el pasado fueron exitosos: son experiencias revestidas de significado.

Moraleja: si quieres crear contenidos de impacto, si quieres contar una historia que te permita conectar con las emociones de tu audiencia, y no encuentras el camino, recurre a la nostalgia. Desempolva algún recuerdo de tu pasado, uno que te hizo feliz y con el que se identifiquen otras personas. Las situaciones cotidianas, las más sencillas, suelen ser también las más poderosas.

Por último: ese mensaje en el que utilizas la nostalgia debe estar alineado con tus principios y valores, con tu propósito. De lo contrario, no te percibirán como auténtico y te van a rechazar. Además, el mensaje no se puede quedar en una historia bonita, porque se olvida rápido, sino que es necesario que aporte valor real. No menosprecies el poder de las emociones ligadas a los recuerdos

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Por qué el marketing de contenidos no es capricho, sino necesidad

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Las mentiras, tarde o temprano, se caen por su propio peso. Más en estos tiempos de internet en los que nada, absolutamente nada, permanece oculto. ¿A qué me refiero? A que el bulo impulsado por los vendehúmo del marketing de contenidos quedó al descubierto para los que todavía se negaban a aceptarlo. ¿Cuál? Que el marketing de contenidos es para vender.

Una estrategia de marketing de contenidos te ayudará a vender a largo plazo si detrás cuenta con el respaldo de una adecuada estrategia de marketing (convencional). Sobre la que, en realidad, recae el peso de las ventas. La realidad es simple: el marketing de contenidos no vende, pero sin una estrategia de contenidos adecuada no conseguirás vender.

Recientemente, el acreditado portal Statista.com, una fuente de credibilidad en diversos ámbitos, publicó el informe Content Marketing Trend Study 2025. Si bien soy enemigo de las pavorosas tendencias, una de las principales herramientas de los vendehúmo, el estudio revela datos interesantes. No son verdades escritas en piedra, pero no puedes omitirlas.

La más importante, a mi juicio, es esta: el 61 % de los responsables del marketing B2B considera que la construcción de confianza y credibilidad es el principal beneficio que arroja una estrategia de contenidos. ¿Sorprendente? No, para nada. Se sabe desde hace décadas, pero pasó a un segundo plano tras la agresiva avanzada de los vendehúmo.

Un poco de contexto: durante décadas, en los siglos XIX y XX, el marketing de contenidos fue la herramienta de las marcas poderosas. Las que contaban con presupuesto millonario para crear campañas masivas. Eso las convertía en voces autorizadas y dominaban el mercado a placer. A todos los demás solo les quedaba un recurso: el famoso voz a voz.

Esa dictadura de los poderosos, sin embargo, se derrumbó con la irrupción de internet. ¿Por qué? Porque, de manera gratuita, la red de redes les ofreció a todos, a cualquiera, la opción de hacerse escuchar por parte del mercado. Proporcionó no solo canales increíbles, sino también herramientas que nos permitieron decirle al mundo que teníamos algo que ofrecer.

Al comienzo fue muy divertido porque tras publicar algún contenido no tardabas en darte cuenta del impacto producido. Los likes y los comentarios, así como los page view florecían silvestres. A medida que el servicio de internet se popularizó y llegó a las bases de la sociedad, surgieron las marcas individuales y poco después los patéticos influencers.

“Internet le dio voz a una legión de idiotas”, dijo hace unos años el novelista italiano Umberto Eco. Crítico, en una entrevista con La Stampa aseguró que “las redes sociales les dan el derecho de hablar a quienes solo hablaban en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel.

Por supuesto, el problema no era de internet, ni de sus canales o de las herramientas, sino del uso que cada uno les dio. Algunos consiguieron hacer ruido, fueron populares, se llenaron los bolsillos y luego desaparecieron. Otros, en cambio, entendieron cómo adaptarse a las nuevas condiciones, cómo aprovechar los recursos, y se transformaron en referentes.

Sin billeteras millonarias, sin necesidad de ser una marca tradicional, muchos lograron un gran impacto. ¿Cómo? Apalancados en el marketing de contenidos, del bueno. ¿Eso qué significa? Los contenidos que aportan valor, que informan sin sesgos, que educan, que entretienen sin vulgaridad, que fidelizan y, lo más poderoso, que inspiran transformaciones.

¿La estrategia? Simple: crear un fuerte vínculo de confianza y credibilidad a través de los contenidos de valor. Según el estudio de Statista.com, este es el mayor beneficio de una estrategia de contenidos, por arriba de la generación de prospectos (55 %) y del “nivel de compromiso” o engagement. Es aquel vínculo el que redunda en estos dos últimos, y no al revés.

No sé qué idea tengas tú de en qué consiste el marketing en el siglo XXI. Algunos, no pocos, piensan que “marketing es vender”, una idea se instaló con fuerza en las agencias de marketing y los empresarios. Por mi parte, soy de una corriente distinta: de la de quienes pregonan que “marketing es servir”, que “el mejor negocio del mundo, el más rentable, es servir”.

Que, por supuesto, no riñe con el objetivo de vender. ¿Cuál es la diferencia? Que la venta es consecuencia de tus acciones y decisiones, pero en especial del contenido de valor que compartes con el mercado. En el pasado, en el siglo pasado, el producto se vendía solo y la publicidad era un refuerzo. Ahora, el producto está subordinado al mensaje que se transmite.

¿Eso qué significa? Que puedes disponer del mejor producto del mundo, la solución al problema que aqueja a muchos, pero no lo venderás si tu mensaje carece de impacto. O, si por el contrario, se concentra en el producto, en sus características, y no en los beneficios y, sobre todo, en la transformación positiva que está en capacidad de ofrecerle al cliente.

Moraleja

Este es el mensaje que me interesa graves en tu mente.
Sin una adecuada estrategia de marketing de contenidos, eres invisible. El mercado te verá como 'más de lo mismo'. Entonces, si no conectas, si no aportas valor, ¡no vendes!

Según el estudio, estas son las formas en las que el buen contenido potencia tus resultados:

1.- Asociación con marcas confiables (61 %).
A través de la identificación de principios y valores, de metas y sueños, las marcas logran crear vínculos con el mercado. El marketing del siglo XXI parte de las afinidades, de las coincidencias, ya no del dolor, de la necesidad. En esta tarea, por supuesto, las historias (incluida la de la marca, la tuya) son indispensables para lograr el objetivo propuesto.

2.- Control y actualización (53 %).
El marketing, quizás lo sabes, es el juego de la percepción. Sin embargo, para triunfar no te puedes dar el lujo de dejar que el mercado te perciba a su libre albedrío. Necesitas posicionarte en la mente de tus clientes potenciales como la mejor opción, necesitas tener el control de tus mensajes, de su impacto, y publicar de manera frecuente y consistente.

3.- Comunicación directa y transparente (49 %).
Un objetivo que, lo sabemos, no siempre se cumple. De hecho, vivimos la era de las fake-news, la infoxicación, los memes que ridiculizan, de la mentira. Por eso, justamente por eso, las marcas requieren estrategias de comunicación transparentes para no caer en más de lo mismo. Una comunicación que, no sobra recalcarlo, debe enfocarse en tu cliente potencial.

4.- Uso de la Big data (47 %).
Con frecuencia, se habla del tal bloqueo mental o de la falta de ideas para crear contenido de valor. Una vulgar excusa, porque la información requerida está ahí, a tu disposición. La más importante, dentro de ti(conocimiento, experiencias, principios, valores), y el resto, en los datos. Con una invaluable ventaja: la IA te ayuda a recopilarlos, procesarlos e interpretarlos.

Esto último es de tal importancia, que los consultados por Statista.com afirmaron que el 86 % de las empresas B2B integra estrategias de narrativa surgidas de los datos que arrojan sus campañas de contenido. Es decir: publican, miden, analizan, interpretan, corrigen, reenfocan y utilizan los contenidos más apreciados con múltiples propósitos. Es un círculo virtuoso.

La realidad es que el data storytelling (las historias basadas en datos) se posiciona como la herramienta predilecta de los expertos de marketing B2B. En especial, para alcanzar la meta de establecer confianza y credibilidad y fortalecer la conexión con las audiencias. Ya no se trata de pensar qué publicar, sino de escuchar al mercado y brindarle lo que necesita.

Así, se cumple con una de las premisas más valiosas del marketing, una que muchos omiten o, simplemente, desconocen. ¿Sabes cuál es? Aquella de “si quieres saber que estrategia debes implementar, pregúntale al genio del marketing”. ¿Y quién es el genio del marketing? El mercado, tus clientes potenciales, tu audiencia, que sabe lo que necesita y desea.

Los consultados definieron los siguientes beneficios del data storytelling:

1.- Incremento del engagement (66 %). A partir de la identificación, las audiencias se conectan con las marcas de manera más sólida. Sentir que otros han vivido experiencias similares, historias de vida parecidas, permite establecer una conexión poderosa

2.- Mejora de la credibilidad (61 %). Claro, cuando el contenido es genuino, cuando aporta valor, cuando se enfoca en las necesidades del mercado. También, cuando es empático y constructivo, porque la gente, el mercado, está hastiada de la pandemia de los vendehúmo

3.- Mayor lealtad (57 %). Resultado directo de los dos anteriores. De ahí la importancia de contar con una estrategia de contenidos coherente, consistente y auténtica. Recuerda que la rentabilidad de un negocio, cualquiera,  no está en la primera venta, sino en la recurrencia

Por último, algo que hoy no se puede omitir: el uso de las herramientas de inteligencia artificial en el marketing de contenidos. El 92 % de los responsables del marketing B2B dijeron utilizarla tecnología, principalmente en la automatización de tareas repetitivas (66 %). Otros usos son la optimización de contenido (51 %), la creación multiformato (47 %) y la personalización (47 %).

Moraleja: si eres empresario, un negocio, un profesional independiente o emprendedor, el camino al éxito está trazado por la calidad y eficiencia de tu estrategia de marketing de contenidos. Si no tienes una, eres literalmente invisible. Si haces lo mismo que todos, eres invisible. Si no aportas valor, solo haces ruido. Y, por supuesto, si no conectas, no vendes…