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Por qué el marketing de contenidos no es capricho, sino necesidad

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Las mentiras, tarde o temprano, se caen por su propio peso. Más en estos tiempos de internet en los que nada, absolutamente nada, permanece oculto. ¿A qué me refiero? A que el bulo impulsado por los vendehúmo del marketing de contenidos quedó al descubierto para los que todavía se negaban a aceptarlo. ¿Cuál? Que el marketing de contenidos es para vender.

Una estrategia de marketing de contenidos te ayudará a vender a largo plazo si detrás cuenta con el respaldo de una adecuada estrategia de marketing (convencional). Sobre la que, en realidad, recae el peso de las ventas. La realidad es simple: el marketing de contenidos no vende, pero sin una estrategia de contenidos adecuada no conseguirás vender.

Recientemente, el acreditado portal Statista.com, una fuente de credibilidad en diversos ámbitos, publicó el informe Content Marketing Trend Study 2025. Si bien soy enemigo de las pavorosas tendencias, una de las principales herramientas de los vendehúmo, el estudio revela datos interesantes. No son verdades escritas en piedra, pero no puedes omitirlas.

La más importante, a mi juicio, es esta: el 61 % de los responsables del marketing B2B considera que la construcción de confianza y credibilidad es el principal beneficio que arroja una estrategia de contenidos. ¿Sorprendente? No, para nada. Se sabe desde hace décadas, pero pasó a un segundo plano tras la agresiva avanzada de los vendehúmo.

Un poco de contexto: durante décadas, en los siglos XIX y XX, el marketing de contenidos fue la herramienta de las marcas poderosas. Las que contaban con presupuesto millonario para crear campañas masivas. Eso las convertía en voces autorizadas y dominaban el mercado a placer. A todos los demás solo les quedaba un recurso: el famoso voz a voz.

Esa dictadura de los poderosos, sin embargo, se derrumbó con la irrupción de internet. ¿Por qué? Porque, de manera gratuita, la red de redes les ofreció a todos, a cualquiera, la opción de hacerse escuchar por parte del mercado. Proporcionó no solo canales increíbles, sino también herramientas que nos permitieron decirle al mundo que teníamos algo que ofrecer.

Al comienzo fue muy divertido porque tras publicar algún contenido no tardabas en darte cuenta del impacto producido. Los likes y los comentarios, así como los page view florecían silvestres. A medida que el servicio de internet se popularizó y llegó a las bases de la sociedad, surgieron las marcas individuales y poco después los patéticos influencers.

“Internet le dio voz a una legión de idiotas”, dijo hace unos años el novelista italiano Umberto Eco. Crítico, en una entrevista con La Stampa aseguró que “las redes sociales les dan el derecho de hablar a quienes solo hablaban en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel.

Por supuesto, el problema no era de internet, ni de sus canales o de las herramientas, sino del uso que cada uno les dio. Algunos consiguieron hacer ruido, fueron populares, se llenaron los bolsillos y luego desaparecieron. Otros, en cambio, entendieron cómo adaptarse a las nuevas condiciones, cómo aprovechar los recursos, y se transformaron en referentes.

Sin billeteras millonarias, sin necesidad de ser una marca tradicional, muchos lograron un gran impacto. ¿Cómo? Apalancados en el marketing de contenidos, del bueno. ¿Eso qué significa? Los contenidos que aportan valor, que informan sin sesgos, que educan, que entretienen sin vulgaridad, que fidelizan y, lo más poderoso, que inspiran transformaciones.

¿La estrategia? Simple: crear un fuerte vínculo de confianza y credibilidad a través de los contenidos de valor. Según el estudio de Statista.com, este es el mayor beneficio de una estrategia de contenidos, por arriba de la generación de prospectos (55 %) y del “nivel de compromiso” o engagement. Es aquel vínculo el que redunda en estos dos últimos, y no al revés.

No sé qué idea tengas tú de en qué consiste el marketing en el siglo XXI. Algunos, no pocos, piensan que “marketing es vender”, una idea se instaló con fuerza en las agencias de marketing y los empresarios. Por mi parte, soy de una corriente distinta: de la de quienes pregonan que “marketing es servir”, que “el mejor negocio del mundo, el más rentable, es servir”.

Que, por supuesto, no riñe con el objetivo de vender. ¿Cuál es la diferencia? Que la venta es consecuencia de tus acciones y decisiones, pero en especial del contenido de valor que compartes con el mercado. En el pasado, en el siglo pasado, el producto se vendía solo y la publicidad era un refuerzo. Ahora, el producto está subordinado al mensaje que se transmite.

¿Eso qué significa? Que puedes disponer del mejor producto del mundo, la solución al problema que aqueja a muchos, pero no lo venderás si tu mensaje carece de impacto. O, si por el contrario, se concentra en el producto, en sus características, y no en los beneficios y, sobre todo, en la transformación positiva que está en capacidad de ofrecerle al cliente.

Moraleja

Este es el mensaje que me interesa graves en tu mente.
Sin una adecuada estrategia de marketing de contenidos, eres invisible. El mercado te verá como 'más de lo mismo'. Entonces, si no conectas, si no aportas valor, ¡no vendes!

Según el estudio, estas son las formas en las que el buen contenido potencia tus resultados:

1.- Asociación con marcas confiables (61 %).
A través de la identificación de principios y valores, de metas y sueños, las marcas logran crear vínculos con el mercado. El marketing del siglo XXI parte de las afinidades, de las coincidencias, ya no del dolor, de la necesidad. En esta tarea, por supuesto, las historias (incluida la de la marca, la tuya) son indispensables para lograr el objetivo propuesto.

2.- Control y actualización (53 %).
El marketing, quizás lo sabes, es el juego de la percepción. Sin embargo, para triunfar no te puedes dar el lujo de dejar que el mercado te perciba a su libre albedrío. Necesitas posicionarte en la mente de tus clientes potenciales como la mejor opción, necesitas tener el control de tus mensajes, de su impacto, y publicar de manera frecuente y consistente.

3.- Comunicación directa y transparente (49 %).
Un objetivo que, lo sabemos, no siempre se cumple. De hecho, vivimos la era de las fake-news, la infoxicación, los memes que ridiculizan, de la mentira. Por eso, justamente por eso, las marcas requieren estrategias de comunicación transparentes para no caer en más de lo mismo. Una comunicación que, no sobra recalcarlo, debe enfocarse en tu cliente potencial.

4.- Uso de la Big data (47 %).
Con frecuencia, se habla del tal bloqueo mental o de la falta de ideas para crear contenido de valor. Una vulgar excusa, porque la información requerida está ahí, a tu disposición. La más importante, dentro de ti(conocimiento, experiencias, principios, valores), y el resto, en los datos. Con una invaluable ventaja: la IA te ayuda a recopilarlos, procesarlos e interpretarlos.

Esto último es de tal importancia, que los consultados por Statista.com afirmaron que el 86 % de las empresas B2B integra estrategias de narrativa surgidas de los datos que arrojan sus campañas de contenido. Es decir: publican, miden, analizan, interpretan, corrigen, reenfocan y utilizan los contenidos más apreciados con múltiples propósitos. Es un círculo virtuoso.

La realidad es que el data storytelling (las historias basadas en datos) se posiciona como la herramienta predilecta de los expertos de marketing B2B. En especial, para alcanzar la meta de establecer confianza y credibilidad y fortalecer la conexión con las audiencias. Ya no se trata de pensar qué publicar, sino de escuchar al mercado y brindarle lo que necesita.

Así, se cumple con una de las premisas más valiosas del marketing, una que muchos omiten o, simplemente, desconocen. ¿Sabes cuál es? Aquella de “si quieres saber que estrategia debes implementar, pregúntale al genio del marketing”. ¿Y quién es el genio del marketing? El mercado, tus clientes potenciales, tu audiencia, que sabe lo que necesita y desea.

Los consultados definieron los siguientes beneficios del data storytelling:

1.- Incremento del engagement (66 %). A partir de la identificación, las audiencias se conectan con las marcas de manera más sólida. Sentir que otros han vivido experiencias similares, historias de vida parecidas, permite establecer una conexión poderosa

2.- Mejora de la credibilidad (61 %). Claro, cuando el contenido es genuino, cuando aporta valor, cuando se enfoca en las necesidades del mercado. También, cuando es empático y constructivo, porque la gente, el mercado, está hastiada de la pandemia de los vendehúmo

3.- Mayor lealtad (57 %). Resultado directo de los dos anteriores. De ahí la importancia de contar con una estrategia de contenidos coherente, consistente y auténtica. Recuerda que la rentabilidad de un negocio, cualquiera,  no está en la primera venta, sino en la recurrencia

Por último, algo que hoy no se puede omitir: el uso de las herramientas de inteligencia artificial en el marketing de contenidos. El 92 % de los responsables del marketing B2B dijeron utilizarla tecnología, principalmente en la automatización de tareas repetitivas (66 %). Otros usos son la optimización de contenido (51 %), la creación multiformato (47 %) y la personalización (47 %).

Moraleja: si eres empresario, un negocio, un profesional independiente o emprendedor, el camino al éxito está trazado por la calidad y eficiencia de tu estrategia de marketing de contenidos. Si no tienes una, eres literalmente invisible. Si haces lo mismo que todos, eres invisible. Si no aportas valor, solo haces ruido. Y, por supuesto, si no conectas, no vendes…

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Si reniegas de tu esencia (tu mensaje), serás más de lo mismo…

Uno de los peores errores que cometen las personas nuevas en el ecosistema digital y, sobre todo, uno de los peores engaños a los que los induce el mercado es aquel de “apostar por un producto popular”. Es decir, lanzarse a la aventura de vender lo que está de moda, lo que es tendencia, lo que en ese momento funciona, sin darse cuenta de que es una equivocación.

¿Por qué? Porque las tendencias vienen y van, como las olas. Porque los “productos exitosos” vienen y van, suben y bajan. Porque los gustos y las necesidades del consumidor varían en función de las circunstancias, de los aprendizajes, de las experiencias. Además, porque es tirarse de cabeza a un segmento del mercado que está muy competido.

Y si careces del conocimiento, de la experiencia, de los recursos y herramientas, el riesgo de fracasar, de sucumbir, es muy elevado. Te expones a ser víctima de aquella vieja premisa de “el pez grande se come al pez chico”. Por si esto fuera poco, no todos los negocios son para cualquiera, no a todo el mundo le va bien con productos que han sido exitosos para otros.

Algo más: cuando tomas la decisión de competir en un mercado saturado, liderado por otros que llevan años ahí, que conocen cada recoveco del camino, que son muy sólidos, el margen de error se incrementa. Te resultará más difícil diferenciarte, ser visible y posicionarte en la mente de tus clientes potenciales. Ese ambiente te exigirá quizás más de lo que puedes dar.

Es una peligrosa trampa en la que, tristemente, han caído muchos. Es producto de la presión mediática que nos induce al error, especialmente en Latinoamérica. ¿Cuál es la confusión? Aquella de creer que ser “sueño de un negocio” o “autoempleado” es lo mismo que ser un “emprendedor”. Son roles parecidos, con algunas coincidencias y grandes diferencias.

¿Las conoces? En nuestros países, se llama emprendedor al que pone un negocio de comida, al que vende cachivaches en las calles, al que tiene una papelería miscelánea, al propietario de una tienda de ropa y zapatillas deportivas. A algunos les va bien, ganan mucho dinero, pero ellos son empresarios, comerciantes, dueños de negocios, no emprendedores.

Su objetivo es ganar dinero a través de un negocio rentable. El cliente solo tiene valor para ellos en la medida en que consume, pero no hay una manifiesta intención de ayudarlo, de solucionar una necesidad. Son negocios, muchos de ellos rentables, que no implican una relación con el cliente: el intercambio de beneficios se reduce a una transacción.

La esencia del emprendimiento es distinta. Lo que hace de este oficio diferente de los demás, es que aquello que haces, a lo que te dedicas, está estrechamente ligado con tus dones y talentos, con tu conocimiento, con tus experiencias, con tu pasión. No es un negocio en el sentido estricto, sino un camino para cumplir con tu propósito de vida, con tus sueños.

Por supuesto, el componente económico, la ganancia, es importante: los emprendedores no somos instituciones de beneficencia o una ONG. También pagamos cuentas, cuando vamos al supermercado nos cobran como a cualquier cliente y necesitamos el dinero para cumplir nuestros sueños y brindarle a nuestra familia el bienestar que se merece.

El fin último del trabajo del emprendedor es aprovechar lo que la vida le ha concedido para ayudar a otros, para servirlos, para generar transformaciones positivas, para dejar un legado. El dinero no es el fin, sino una más de las herramientas que se utilizan durante el proceso y, sobre todo, es consecuencia de las acciones y de las decisiones que se adoptan.

Es decir, antes de dar el primer paso, debes establecer cuáles son esos dones y talentos que te regaló la vida. Cuáles son los principios y valores que guían tus acciones y tus decisiones. Cuál es el propósito de tu vida, esa razón por la cual acoges con entusiasmo la oportunidad que te brinda cada día. Y, claro, cuál es el área de conocimiento en la que eres más que bueno.

Sí, ‘más que bueno’, porque el mercado está saturado de expertos que jamás han aplicado la maravillosa fórmulaque pregonan. O, peor, la aplicaron y no les dio resultado. En cambio, si tú eres muy bueno en lo que haces y, además, acreditas resultados positivos, has ayudado a otros a través de esa habilidad, entonces tienes que pellizcarte: ¡el mercado urge de ti!

Una vez tengas las respuestas a esos interrogantes (¿qué me apasiona?, ¿qué haría gratis por el resto de mis días?, ¿qué me mueve?, ¿qué me permite ayudar y servir a otros?), entonces sí puedes pensar en cómo llevarlo a la práctica. ¿Ves la diferencia con el dueño de un negocio o con el autoempleado? ¿Ves cómo el camino es distinto y los resultados serán distintos?

Un ejemplo: quizás sabes que soy periodista de formación, con una trayectoria de más de 35 años en medios de comunicación y empresas. Ese conocimiento y esa experiencia son el punto de partida, pero no son suficientes, ya no. A pesar de que soy muy bueno en lo que hago, de que soy reconocido, ya no son suficientes. Ya no brindan los resultados deseados.

¿Por qué? Porque el mercado está saturado. Porque mi perfil profesional se antoja ‘sobrecalificado’ en un mercado caracterizado por la mediocridad. En ese ambiente, solo tengo dos opciones: dedicarme a algo distinto o competir bajo las normas del mercado. La verdad, con la mano en el corazón, ninguna de estas dos alternativas llama mi atención.

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Entonces, elegí otro camino, una tercera alternativa. ¿Sabes cuál fue? Potenciar mis habilidades, mi conocimiento; ampliar mis horizontes y obtener otras herramientas que me permitan realizar un mejor trabajo y ayudar a más personas de manera más efectiva. Sé que soy muy bueno en lo que hago, pero puedo ser mejor: esa es la tarea que me ocupa hoy.

Entonces, estudio inglés (una asignatura pendiente hace años), tomo cursos de herramientas de diseño como Canvas, la suite de Adobe (Photoshop, Illustrator, InDesign) y aprendo cómo aprovechar distintas opciones de inteligencia artificial generativa (audios, videos). Ah, y como debe haber un equilibrio en lo personal y lo laboral, me formo en el área del coaching.

El objetivo es ofrecer más y mejores servicios, que los resultados de mis acciones para ayudar y servir a otras personas sean más efectivos. Y, claro, que mi portafolio ofrezca tantas y tan poderosas alternativas que mi propuesta única de valor sea irresistible. Es un camino que transito hace varios meses y no sé cuánto tiempo más me tomará. Voy con paciencia.

Como ves, mi premisa es evitar caer en la tentación de ver qué es lo que más se vende, qué es tendencia, qué productos son los más vendidos en los últimos meses. Esas premisas no son más que objetos brillantes que tienen la capacidad de atraer a los legos y ambiciosos del mercado, que luego terminan frustrados porque se dan cuenta de que era una baratija.

Ahora, eso no significa que haga caso omiso de la forma en que se mueve el mercado, cómo evoluciona, cuáles son las oportunidades que están al alcance de mi mano. Hace poco, por ejemplo, llegó a mis manos un estudio realizado por la consultora Hotmart. Esta, por si no lo sabes, es una plataforma líder en la creación de contenido y la venta de productos digitales.

Fue creada en los Países Bajos, tiene raíces muy profundas en Brasil y en el mercado latino comenzó a expandirse con Colombia, España y México como pilares de la estrategia. Es, además, una plataforma que ofrece valioso contenido gratuito y organiza una serie de eventos, presenciales y virtuales, ideales para aprender y hacer networking.

¿Qué decía el estudio? Básicamente, nos informa de cuáles son los productos digitales de mayor demanda en el mercado, específicamente en 2023. Nos refiere los 15 nichos que en los últimos años han sido rentables y que representan buenas oportunidades. Eso sí, no olvides que aquello que hagas debe estar conectado con tu esencia, con lo que te hace feliz.

Estos son los 15 nichos:

1.- Vestuario
2.- Calzado
3.- Accesorios
4.- Productos fitness
5.- Cosméticos y perfumería
6.- Libros
7.- Cursos en línea
8.- Electrodomésticos
9.- Teléfonos celulares
10.- Informática
11.- Videojuegos y juguetes
12.- Muebles y decoración
13.- Artículos personalizados
14.- Clubes de suscripciones
15.- Alimentación

Por otro lado, en el caso específico de Hotmart, los cuatro nichos que más ventas registraron en el último año fueron los de gastronomía y culinaria, salud y deporte, moda y belleza y negocios y carrera. Como ves, hay amplias oportunidades para cualquiera que quiera aprovechar su conocimiento y experiencia en la urgente tarea de ayudar y servir a otros.

Lo importante, repito, es que la opción que elijas se enfoque en compartir con otros lo que sabes, ese valioso conocimiento adquirido, ese tesoro que son tus experiencias y, sobre todo, el aprendizaje de tus errores. ¿Y el dinero? El dinero llegará si lo haces bien, porque el dinero es una consecuencia de tus acciones y decisiones, del impacto positivo que puedas generar.

¿Qué problema real, específico y urgente del mercado puedo solucionar hoy (o a corto plazo) a través de mi conocimiento y de mis experiencias y que, además, esté conectado con mis dones y talentos, mi pasión y mi propósito de vida para disfrutarlo al máximo? Esa, mi querido amigo, es la pregunta que te invito a formularte antes de pensar en “ganar mucho dinero”.

Lo que te hará “ganar mucho dinero” es ser una solución real a los problemas de otros, tu capacidad para satisfacer los deseos de otros y, en especial, la de inspirarlos no solo para que tomen la acción que te interesa, sino para que trabajen en ser su mejor versión. Una vez logres ese impacto positivo en la vida de otros, el dinero llegará a ti casi sin mover un dedo.

En esa tarea, por supuesto, tu mensaje, la forma en la que comuniques lo que sabes, será fundamental. Recuerda que, en especial si eres un profesional independiente o una empresa pequeña, el producto eres tú, el mensaje eres tú. Lo que la gente en verdad quiere comprar es el modelo de éxito, de felicidad, de abundancia, que tú encarnas.  ¡Quiere ser como tú!

Allá tú si eliges ser ‘más de lo mismo’ y te lanzas a competir con esos ‘productos exitosos’ que no conectan con tu esencia. Estás en libertad de elegir “ganar mucho dinero” (sin la garantía de que lo consigas) o, más bien, aprovechas lo que tienes y lo que eres para, con un mensaje poderoso, provocar un impacto positivo en la vida de otros. Ese créeme, es el negocio más rentable

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Storytelling y marketing de contenidos: ejemplos de antes de internet

Voy a decirlo de una manera sencilla, quizás molesta para algunos: creen que descubrieron el agua tibia o, si lo prefieres, que inventaron la rueda. En esta época del año, cuando se acerca la Navidad y muchos hacen balances, mientras otros realizan proyecciones, nos quieren ver la cara de tontos: “Storytelling y marketing de contenidos serán las tendencias clave para 2021”, dicen.

Una de las mentiras que nos quieren vender desde hace unos 15 años es aquella de que el mundo cambió por cuenta de las redes sociales. Y no es así. Antes de que las redes sociales ya vieran la luz del sol ya existía internet, como también mi querido amigo Mr. Google, creado en 1998. Y, de la misma manera, el storytelling y el marketing de contenidos surgieron mucho mucho antes.

Ahora, en este insólito 2020, en el que pandemia nos cambió las rutinas y nos obligó a encarar la vida de una manera diferente, con nuevos hábitos y comportamientos, también nos dicen que fue “el resurgir” de estas dos poderosas herramientas. Y tampoco es cierto: siempre estuvieron ahí, solo que muchos, la mayoría, les hizo el feo, las consideró marginales hasta que llegó el COVID-19.

La realidad es que, en medio de la crisis, hubo quienes se acordaron de estas viejas y poderosas estrategias, a las que habían confinado en el cuarto de san Alejo. Y lo hicieron no por convicción, sino por estricta necesidad, por exigencia del mercado, en virtud de que se dieron cuenta de que, con sus puertas cerradas y los clientes confinados, habían perdido la conexión con estos.

Hay quienes argumentan, por ejemplo, que la pintura rupestre característica de la prehistoria es una forma primaria de storytelling. Y hay documentación confiable que revela que las empresas utilizan esta estrategia desde finales del siglo XIX. Mientras, el marketing de contenidos, como una serie de acciones encaminadas a interactuar con el mercado, data al menos de mediados de los 80.

Entonces, no, ni el storytelling, ni el marketing de contenidos son tendencias y, mucho menos, una novedad. Y tampoco se impusieron por la crisis provocada por el COVID-19. Y tampoco tienen como finalidad “vender más”, como lo podrás comprobar con los ejemplos que voy a reseñar a continuación y que te permitirán entender mejor cuáles son los superpoderes de estos recursos:

1.- John Deere, el pionero.
En 1895, un año antes del fallecimiento de su fundador, la empresa John Deere comienza a publicar la revista The Furrow, con el eslogan “Una revista para el agricultor estadounidense”, en tiempos en los que los campesinos de ese país comenzaban a adquirir maquinaria agrícola. El éxito de la publicación radicó en que rompió con el esquema de los catálogos de productos tradicionales.

Con gran visión, John Deere diseñó una revista con contenido de valor para los granjeros y contrató periodistas y dibujantes para crear un producto completamente distinto a lo que había en el mercado. Los artículos brindaban soluciones a problemas básicos de los granjeros, como estrategias para combatir las plagas o cómo mejorar la productividad con máquinas John Deere (claro).

A diferencia del resto de publicaciones de la época, The Furrow no estaba destinada a vender, sino a educar a los usuarios, a brindarles soluciones efectivas para problemas cotidianos, a darles consejos útiles para ganar más dinero. Por supuesto, aquellos que no tenían maquinaria de John Deere no demoraban en comprarla y, entonces, se cerraba el círculo exitoso de la estrategia.

En 1912, el tiraje de la revista alcanzó la increíble cifra de 4 millones de ejemplares. Actualmente, según la web de la marca, se distribuye en 115 países, en 14 idiomas, lo que la ubica como la publicación agrícola con mayor circulación. Además, tiene una versión en español, titulada El Surco, que circula en Latinoamérica. Cumplió 125 años y ahora también está presente en internet.

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2.- La Guía Michelin y sus estrellas
No mucho después, en 1900, y del otro lado del Atlántico, en Francia, surgió la famosa Guía Michelin. Este es un producto bien interesante, porque surgió como una guía de carretera que les brindaba a los viajeros consejos para el mantenimiento de los neumáticos y los autos, así como información de servicios como mecánicos, médicos, restaurantes y curiosidades. Era gratuita.

La historia registra que la primera edición contenía 400 páginas y tuvo un tiraje de más de 400.000 ejemplares, algo insólito para la época. Más tarde, en 1920, en virtud del éxito de la publicación, pues todos los conductores franceses querían tenerla en su vehículo, la guía dejó de ser gratuita. En contraprestación, se agregó contenido relacionado con restaurantes y atracciones turísticas.

Hoy, cuando los medios de comunicación intentan cobrar por su contenido, con resultados muy discretos, la Guía Michelin completó un siglo vendiéndose entre los usuarios de 90 países. La publicación cuenta con 14 ediciones que brindan información de carreteras y restaurantes de 23 países, además de artículos de interés de su público objetivo, como entrevistas y, claro, recetas.

Además, está la Guía Michelin con una versión digital con versiones tan variadas como Estados Unidos (Nueva York, Chicago, California y Washington), Brasil, China, Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, Tailandia y Europa (prácticamente todos los países). Y cada año se publica la guía que designa los mejores restaurantes del mundo, que goza de gran prestigio y credibilidad.

3.- Bimbo, el osito querendón
Creada a comienzos de diciembre de 1945, tan solo tres meses después de que se acallaron los cañones de la Segunda Guerra Mundial, el hoy llamado Grupo Bimbo, la panificadora más grande del mundo, también se apalancó en el storytelling y el marketing de contenidos. La empresa fue creada en Ciudad de México en una época en la que el pan no era parte de la dieta habitual.

El Super-Pan Bimbo, el primer producto masivo de la marca, fue promocionado en los principales diarios de la capital mexicana, en una agresiva campaña publicitaria destinada a destacar sus beneficios. “¡Bimbo llega a usted siempre fresco!” o “Un pan moderno para una vida mejor” eran algunos de los mensajes con los que se pretendía incentivar el consumo en los hogares aztecas.

“¡Qué rico!… ¡Sí, qué bueno!… ¡Delicioso! Estas serán las aclamaciones de los niños y de todos en cuanto usted, señora, les ofrezca pan Bimbo. Y es que Bimbo, por la riqueza de sus ingredientes puros y su cuidadosa elaboración, resulta más apetitoso”, es el texto de uno de los avisos. Sin embargo, la novedosa estrategia de comunicación de la marca ofreció otros bocadillos deliciosos.

Lorenzo Servitje, fundador de la empresa, creó un programa de radio llamado Revista Radiofónica Bimbo, en el que se recreaban las historias del osito Bimbo, la mascota de la marca. De esta forma, fue más fácil llegar al público infantil, a través de relatos con alto contenido educativo y recreativo. En los últimos tiempos, logró hitos de audiencia con comerciales de televisión muy creativos.

4.- Chocolatinas Jet, un álbum, una aventura
En el transcurso de las últimas seis décadas, varias generaciones de colombianos crecimos no solo saboreando las icónicas Chocolatinas Jet, sino también aprendiendo con las láminas incorporadas en el empaque, que podían coleccionarse en un álbum. El primero circuló en 1962 y su temática era la conquista del espacio, que por aquel entonces estaba en pleno furor en el planeta.

Un año más tarde apareció Auto-Jet, con la historia del automóvil y momentos memorables del automovilismo. En 1964 fue el turno de Banderas y Uniformes, un recorrido por los diferentes países para aprender de su historia a través de estos íconos culturales. En 1965, con El hombre y el mar, se centró en la evolución del transporte marítimo y la relación del hombre con el mar.

En 1968, finalmente, se estableció la línea que perduró casi 40 años: historia natural. Los animales y la naturaleza, además de datos curiosos, eran protagonistas de los didácticos textos publicados al respaldo de las coloridas láminas. En 2007 llegó El mundo de los animales, seguido de El mundo de los animales prehistóricos y en peligro de extinción (2011) y de Planeta sorprendente (2013).

En 2017, en conjunto con National Geographic y Parques Nacionales Naturales de Colombia, se creó Vive la aventura Colombia, la más reciente versión del álbum, que se puede llenar en formato de papel o virtual, a través de una aplicación digital. La educación de sus clientes, además del entretenimiento, han sido los pilares de esta impactante estrategia de marketing de contenidos.

Como ves, nada de novedad, nada de tendencia: solo creen que descubrieron el agua tibia o que inventaron la rueda, pero ni lo uno, ni lo otro. El storytelling y el marketing de contenidos están con nosotros hace décadas al servicio de quienes sabemos cuán poderosas son estas herramientas y cuál es el impacto positivo para generar una conexión con el mercado, con nuestros clientes.

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