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El mundo clama por bienestar y tú puedes brindarlo con tu mensaje

Una de las premisas de las estrategias de marketing, desde siempre, es aquella de apuntar al dolor de tu cliente potencial para activar la acción que tú esperas: la compra. Sin embargo, no solo se aplica en el mundo de los negocios con la intención de vender, sino que también es útil en la vida diaria. La diferencia es que en muchos ámbitos es algo inconsciente.

¿Por ejemplo? Cuando hablas con tu hijo pequeño y le adviertes sobre el riesgo de molestar al perro del vecino. “Te va a morder”, le avisas. “Me vas a meter en un problema y te voy a castigar”, agregas. O cuando vas al médico y este te informa que debes cambiar tus hábitos, mejorar la alimentación y dejar el sedentarismo, so pena de sufrir una enfermedad grave.

El dolor, que no es más que una manifestación del miedo, una de las dos emociones que existen (la otra es el amor), sirve para que el cerebro prenda las alarmas y nos incite a tomar las acciones necesarias para evitar un desenlace negativo. Pero quizás ya sabes cuál es el final: el perro, un día cualquiera, muerde a tu hijo y tú no cambias tus hábitos y te enfermas…

El problema es que la fórmula del dolor, de exacerbar el dolor, tal y como la utilizamos desde siempre, se agotó. O, al menos, perdió una buena dosis de sus superpoderes. ¿A qué me refiero? A que es menos efectivo para inducir la acción que esperamos de nuestros clientes potenciales. Lo peor es que, cada vez más, el efecto que produce es contrario al esperado.

Son múltiples las razones y, si bien no se puede generalizar, hay una opción que es irrefutable. ¿Sabes cuál? Los seres humanos, todos, nos cansamos de sufrir, de padecer el dolor en cualquiera de sus formas, de sus manifestaciones; en cualquiera de los ámbitos de la vida. Una realidad que es mucho más consciente después de los últimos eventos trágicos.

Por ejemplo, la pandemia provocada por el COVID-19, que a todos, sin excepción, nos golpeó de mil y una formas. Y lo hizo sin piedad. No solo nos afectó la salud, sino que por cuenta de las restricciones impuestas nos puso la vida patas arriba y nos llevó a experimentar niveles de dolor, de miedo y de incertidumbre que jamás habíamos imaginado. Fue algo terrible.

Una circunstancia negativa y dolorosa que, como todo en la vida, incorporaba una lección positiva. Si bien cada caso es particular, cada persona vivió su proceso de una manera distinta, la realidad es que para la mayoría cambiaron las prioridades. O, si lo prefieres así, a muchos les sirvió como el último empujoncito que necesitaban para cambiar sus hábitos.

Hoy, en general, se nota un interés genuino por alcanzar mayor bienestar. El diccionario define este término como “Conjunto de cosas necesarias para vivir bien” o “Vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad”. Y nos ofrece sinónimos como comodidad, confort, abundancia, riqueza, fortuna, paz, convivencia y felicidad.

Lo que todos anhelamos, ¿cierto? Y no solo ahora, después de la pandemia, sino desde antes. El problema, porque ya sabes que siempre hay un problema, es que antes lo dábamos como un hecho, como algo que nos merecíamos, mientras que ahora se trata de un objetivo consciente que, tal y como la vida nos lo enseñó, debemos construir, debemos encontrar.

¿La clave? La forma en que te comunicas con tu cerebro, contigo mismo, porque será lo que determinará la forma en que te comunicas con otros, con el mundo exterior. Dicho de otra manera, “cosecharás aquello que siembres”. O ese bienestar que anhelas, que hoy es una prioridad, depende de la información que consumes, de las personas con las que interactúas.

“Cómo nos hablamos a nosotros mismos en la intimidad de la mente puede herir o sanar, e incluso podríamos decir que nuestra calidad de vida depende en gran medida del grado de cordialidad con el que nos tratamos. Esta es lo que la periodista, docente universitaria e instructora de yoga y mindfulness Natalia Martín Cantero estableció en sus investigaciones.

Y es uno de los aprendizajes más valiosos de su libro Piensa bien y acertarás. Sin embargo, no es la única que apuesta por el bienestar. Recientemente, en su blog, Hotmart, la plataforma digital más importante del mercado hispano para emprendedores e infoproductores, publicó dos artículos relacionados con los nichos en alza, por un lado, y los cursos más vendidos, por otro.

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¿Cuáles son esos nichos?

1.- Negocios y carrera, entendido como los contenidos de formación profesional destinados a las personas que desean abrir un negocio o mejorar los resultados en el que ya tienen

2.- Desarrollo personal, a través del cual se busca potenciar todo lo que la vida nos da para crear nuestra mejor versión. Se aplica tanto al ámbito personal como al laboral

3.- Educación, entendida como la variedad de contenidos que nos permiten aprender de cualquier tema, como idiomas, gastronomía, música o, inclusive, una carrera universitaria

4.- Culinaria y gastronomía, que aunque te sorprenda son los cursos más vendidos en Hotmart. Por supuesto, los que están relacionados con comida sana, hábitos saludables

5.- Salud y deportes, quizás el nicho que más ha crecido en los últimos años, desde que se instaló a finales de los 90 el culto al cuerpo y a la salud. Incluye yoga, mindfulness y otros

6.- Espiritualidad, porque lo que nuestro cuerpo refleja en el exterior es el resultado de cómo se encuentra su interior, en especial, su mente. Incorpora terapias naturales y meditación

7.- Moda y belleza, porque una de las necesidades del ser humano es sentirse bien y, sobre todo, verse bien para recibir la aprobación de otros. Relacionado con el cuidado personal

8.- Marketing digital, porque cada vez son más las personas que llegan al universo digital y necesitan aprender cómo construir una marca y, en especial, el arte de las ventas

9.- Finanzas, dado que la libertad financiera es uno de los anhelos hoy, y no solo entre los jóvenes. Hay que aprender a producir ingresos y, sobre todo, a gestionarlos adecuadamente

10.- Aprovechamiento de la tecnología generativa, en especial, la inteligencia artificial. Cada día que pase sin que aprendas de ella es una oportunidad perdida que luego lamentarás

¿Moraleja? En un mundo cambiante, en un escenario desafiante, el mensaje o la creación de contenidos a partir de tu conocimiento, experiencia y pasión es la mejor herramienta de la que dispones. Y lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Que a través de esos mensajes, de esos contenidos, puedes transmitir el bienestar que otros requieren y buscan con desesperación.

Hotmart nos comparte el caso de la brasileña Priscila Heimer, que durante años se dedicó a lo que había estudiado: cine y publicidad. Viajó por el mundo, vivió en países como Portugal, Alemania y España, pero en algún momento se dio cuenta de que había algo que le faltaba. Quería crear algo propio y, sobre todo, cambiar la vida de las personas a través de su pasión: la culinaria.

Asistió a un congreso virtual, en el que aprendió cómo podía transmitir ese conocimiento valioso que poseía y lanzó varios infoproductos relacionados con la alimentación sana. En un mes captó 6.000 prospectos y comenzó un negocio lucrativo de alto impacto. Creó un congreso en línea llamado Conlasalud, en el que reunió a 21 expertos. ¡Fue un gran éxito!

Otro caso es el de Luis Carlos Flores, a quien probablemente conozcas por la Fórmula de Lanzamientos, una estrategia de marketing que fue creada por Jeff Walker, un gurú de los negocios. Se unió con su esposa Gaby González, creadora de Niños de ahora, la comunidad de padres más grande de Latinoamérica. Juntos desarrollaron el método Paternidad Efectiva.

Se trata de una metodología de crianza, apalancada en especialidades como sicología, sicoterapia, neurosicología, Gestalt y pedagogía Montessori, entre otras. En tan solo dos años lograron reunir una comunidad de 2,5 millones de personas que ahora disfrutan la difícil experiencia de ser padres. Una curiosidad: Paternidad Efectiva se gestó durante la pandemia.

Como ves, lo que se impone, lo que el mercado requiere y busca, es contenido de valor relacionado con el bienestar en todas sus manifestaciones. La razón es muy sencilla: no solo que la vida no es fácil, sino que además nadie llega con el libreto aprendido. De lo que se trata, entonces, es de aprender de aquellos que ya pasaron por lo mismo y salieron airosos.

¿Eres uno de ellos en tu campo de conocimiento y experiencia? Programación, diseño, música y ciencia de datos son otros nichos de éxito en Hotmart. Es decir, el espectro de posibilidades es prácticamente ilimitado, tanto como lo sean tu imaginación, creatividad, pasión y vocación de servicio. Y, créeme, hay muchos que necesitan lo que sabes y posees.

Recapitulemos: todos, absolutamente todos, estamos cansados del dolor, de sufrir. Además, nos basta con la realidad que puede y suele ser agobiante, angustiante, histérica, estresante, desafiante. En ese día a día, buscamos un oasis, algo positivo, constructivo y, en especial, algo inspirador que nos brinde el bienestar que anhelamos en todos los ámbitos de la vida.

Todos, así mismo, soñamos con dejarle un legado al mundo, con marcar una huella que nos haga inolvidables. Qué mejor que servir a otros, ayudarlos no solo a solucionar su problema, a acabar con su dolor, sino especialmente a disfrutar de bienestar. Tú puedes hacerlo, créeme, y en tu mensaje, en el contenido que puedes crear, tienes a tu mejor aliado.

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¿Creas y compartes contenido? Cómo no ser parte de la infoxicación

Vivimos obsesionados con la felicidad, a pesar de que no sabemos exactamente qué es o qué esperamos de ella. Desde la segunda mitad del siglo XX, en el escenario posguerra, la felicidad se convirtió en una premisa, casi en una imposición de la sociedad. Es decir, tenemos que ser felices en todo lo que hagamos, a cualquier precio, en procura de la siempre esquiva vida perfecta.

Este, como puedes suponerlo, es un tema que se debe tomar con pinzas. ¿Por qué? Porque no hay verdades absolutas, no hay sentencias definitivas, no hay punto final. ¿Por qué? Primero, porque no hay una definición exacta de lo que es felicidad y, segundo, porque como seguramente lo has experimentado el concepto de felicidadque tenemos evoluciona, cambia con el tiempo.

Recuerdo que cuando era niño la felicidad era regresar del colegio y salir al parque del vecindario, con mis amigos, a jugar fútbol. Hasta que las sombras de la noche no nos permitieran ver el balón o, quizás, hasta que los padres de alguno de los jugadores nos llamaran al orden. Felicidad también era ir de casa en casa tocando el timbre antes de salir corriendo para evitar que nos reprimieran.

Más adelante, después de cumplir los 18 años, la felicidad era poder elegir por mí mismo, tomar mis propias decisiones. Y, claro, estar con los amigos, reunirnos el viernes o el sábado a escuchar música, cantar y tomarnos unos tragos hasta que amaneciera o, en su defecto, hasta que se nos acabaran las fuerzas. Eran épocas en las que la única premisa era disfrutar la vida al máximo.

Hoy, la felicidad está ligada a otros aspectos. ¿Por ejemplo? Gozar de buena salud, tener paz interior y tranquilidad o pasar tiempo de calidad con personas cercanas en actividades que nos apasionan. También, disfrutar actividades como el trabajo con un propósito que va más allá de recibir un sustento o de ostentar un cargo. Hoy, felicidad es calidad de vida en todas sus manifestaciones.

Aunque no es mi caso, para muchas personas la felicidad está representada por bienes materiales o logros personales. ¿Por ejemplo? Tener casa propia, atesorar riqueza (un carro de lujo, viajes…), ocupar un cargo ‘importante’, ser reconocido y aprobado por otros, conformar una familia (feliz, por supuesto), es decir, encajar tanto como sea posible en el estándar establecido por la sociedad.

El problema, porque siempre hay un problema, es que esa obsesiva búsqueda de la felicidad en la mayoría de las ocasiones es infructuosa. ¿La razón? Primero, porque no sabemos en realidad qué es la felicidad para cada uno de nosotros; segundo, porque quizás apuntamos muy alto y no es posible cumplir con las expectativas; tercero, porque no hacemos lo necesario para alcanzarla.

La buscamos por doquier y no la encontramos. O, quizás, buscamos donde no está o, lo peor, lo que hallamos no nos brinda felicidad. Lo cierto es que en los últimos años, en especial después de los golpes que la vida nos propinó, de mucho sufrimiento y estrés, la obsesión por la felicidad es cada vez mayor. No solo la buscamos con insistencia, sino que también deseamos proveerla.

Y es justo en este punto en el que el tema de la esquiva felicidad se conecta con mi especialidad: la creación de contenidos. ¿De qué forma se relacionan? Dado que la mayoría de las personas no hallan en su interior la felicidad que anhelan, que es donde realmente está, la buscan afuera. Y lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que se arriesgan a caer en manos del mejor postor o vendehúmo.

Especialmente después de lo vivido durante la pandemia, ahora la búsqueda de la felicidad se trasladó a las redes sociales y demás canales digitales. Una buena parte del terrible tsunami de infoxicación al que estamos expuestos, del peligroso discurso de los gurús que lo saben todo y que tienen la ‘solución ideal’ para todo, es la promesa de felicidad que se esconde en sus ofertas.

Un contenido tóxico, una mentira que esconde la avaricia, la velada intención de aprovecharse de la necesidad o el deseo del otro, que abunda en medios de comunicación y que en internet no es exclusivo de marcas o de los autoproclamados expertos, sino también de los temibles influencers. Sí, de los que se lucran vendiendo un modelo de felicidad que ni siquiera ellos experimentan.

Una tendencia, un riesgo, que se ha trasladado al campo de la creación de contenido. ¿De qué manera? Que para vender un producto o un servicio, para conseguir monetizar tu conocimiento si eres un profesional independiente, debes prometer (garantizar) felicidad. ¿El resultado? Cada vez que entras a internet, abres una web o miras tu correo, te abruma el tsunami de promesas de felicidad.

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Que, quizás lo has comprobado, en el 99,99 por ciento de los casos son falsas, puro humo, flagrantes mentiras. Sin embargo, dado que se convirtió en una tendencia, que “todo el mundo lo hace”, que “hay gente que lo compra”, son cada vez más los creadores de contenidos que caen en la trampa. Entonces, se dedican a vender su estilo de vida feliz, perfecta y revelan sus secretos.

Y, claro, por eso estamos como estamos, ¡mal! Por eso, todos los canales de comunicación, dentro y fuera de internet, son cloacas infestadas de especies depredadoras, colmadas de basura en sus múltiples manifestaciones. Por eso, también, ser auténtico, ser distinto, no caer en la trampa, es el camino más seguro (no más corto) para conectar con otros, para disfrutar el privilegio de ayudar a otros.

No necesitas ser el nuevo “gurú de la felicidad”. De hecho, cuando entras en ese terreno asumes un riesgo que puede costarte caro. Además, ten en cuenta esto: no puedes vender felicidad, no puedes garantizar felicidad dado que esto no es lo mismo para todos o, peor, que la mayoría de las veces no es lo que pensamos. Creemos que está en algo, en alguien, y luego vemos que no es así.

¿Por ejemplo? Son muchas las personas que piensan que el dinero hace la felicidad y dedican su vida a producir tanto dinero como sea posible. Con suerte, algunos obtiene una gran cantidad, más de lo que necesitan, pero no son felices. En su vida hay vacíos que el dinero o lo material no están en capacidad de llenar. O, quizás, le apuesta a un trabajo, un cargo específico, un auto, una pareja.

Y eso, justamente, es lo que nos vende la mayoría de los creadores de contenido. Fórmulas ideales, libretos perfectos, plantillas mágicas, pócimas y otros menjurjes que, por supuesto, no funcionan. Avisos, post, reels, videos y más que pregonan la felicidad en cualquier manifestación. Promesas que no se pueden cumplir, artimañas diseñadas exclusivamente para quedarse con tu dinero.

El problema, ¿sabes cuál es el problema? Que son tantos mentirosos, tantos vendehúmo, tantos estafadores disfrazados de creadores de contenido que el mercado ya no sabe en quién creer. Es decir, los buenos, los honestos, los que nos preocupamos por brindar una solución a la necesidad del mercado, pagamos el precio de los que se aprovechan del dolor y del deseo de otros.

Ahora, como sabes, toda moneda tiene dos caras. Y esta situación no es la excepción. ¿Cuál es la cara positiva? Que en ese ambiente enrarecido, turbio, hay una oportunidad para los que somos profesionales de la creación de contenidos. ¡El mercado clama a gritos por nuestra ayuda!, ¿lo sabías? Allá afuera de la jungla digital, de la selva mediática, hay personas que te necesitan.

Sí, necesitan tu mensaje, tu conocimiento, el aprendizaje de tus experiencias y errores, tu pasión, tu vocación de servicio, tu empatía. Necesitan que les cuentes cómo superaste tus problemas y cómo puedes ayudarlos a solucionar los suyos. Necesitan que les digas de manera genuina que son personas valiosas, que les indiques cuál camino tomar y, sobre todo, que las inspires a actuar.

Algo que debes entender, si eres empresario, emprendedor, dueño de un negocio o un profesional independiente que monetiza su conocimiento es que no eres la solución perfecta, no tienes la solución perfecta. En el mejor de los casos, eres un privilegiado si la vida te da la oportunidad de brindarles a otros una solución a un problema o necesidad o puedes satisfacer un deseo.

Uno nada más. Después, quizás, si le has brindado una experiencia satisfactoria, si has cumplido tus promesas, si has sido generoso al compartir tu conocimiento, te dé la oportunidad de ayudarlo una vez más. Quizás. Eso, sin embargo, solo será posible si lo que les has dado supera con creces las expectativas iniciales que esa persona tenía, lo que esperaba de ti. ¿Qué hacer para lograrlo?

Olvídate de las tendencias, de los gurús, de los vendedores de promesas que no van a cumplir y enfócate en ofrecer tanto valor como sea posible a través de tu contenido. Informa (pocos, casi nadie, lo hacen), educa (pocos, casi nadie, lo hacen), entretén y, sobre todo, inspira. Tu contenido puede iluminar los caminos oscuros que transitan otros: tu responsabilidad es compartirlo.

Regresemos al comienzo: la felicidad no es algo que puedas vender, que puedas transferir a otros. se trata, sobre todo, de una construcción propia. Sin embargo, estamos en capacidad de brindar una valiosa ayuda a través del contenido, con mensajes que cambien el chip, que empoderen y aporte valor. Mensajes que no sean “más de lo mismo”, que no nos lleven a caer en la trampa.

Los seres humanos, todos, actuamos en función de lo que conocemos y de lo que pensamos, de aquello en lo que creemos. Por eso, el buen contenido es tan importante y necesario en especial en momentos en los que el tsunami de la infoxicación, de las noticias falsas, amenaza con arrasarnos. Compartir valor con otros a través del contenido, ayudar a otros, ¡eso es la felicidad!

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Cambio de chip: el nuevo mejor negocio es ‘vender’ bienestar

¿Sabías que en estos tiempos modernos, pospandemia, el bienestar vende? Es decir, es un buen negocio, un negocio lucrativo que, además, va en crecimiento. Y no, no es una tendencia más, otra moda pasajera, sino una realidad manifiesta. Se estima que el mercado del bienestar representa 1.500 millones de dólares al año, con un crecimiento de entre el 5 y el 10 %. ¿Convencido?

Una reciente encuesta realizada por la consultora McKinsey & Company, que consultó a 7.500 consumidores de seis países (Brasil, China, Alemania, Japón, Reino Unido y Estados Unidos), así lo estableció. Una de las principales conclusiones es que no solo hay un mayor interés en el tema por parte de los consumidores, sino, también, en su disposición a invertir más en las soluciones.

Sin duda, un mensaje claro para el mercado: aunque la competencia es cada vez mayor, hay una oportunidad para todos. En especial, para aquellos que estén en capacidad de brindar lo que el mercado requiere. El dato es revelador: el 79 % de los encuestados aseguró que el bienestar es un tema importante en su vida, mientras que el 42 % fue un poco más allá: dijo que es una prioridad.

El consumidor actual considera el bienestar en seis dimensiones:

1.- Mejor salud. Va más allá de los medicamentos y suplementos e incluye dispositivos médicos, telemedicina y servicios sanitarios a distancia, así como rastreadores personales de salud. Gozar de buena salud es hoy una prioridad y los consumidores buscan estar al tanto de cualquier novedad

2.- Mejor forma física. El afán de estos consumidores es intentar recuperar y mantener los niveles de forma física que exhibían en la antesala de la crisis provocada por el COVID-19. Lo nuevo es que ahora es la casa el lugar elegido por las personas para practicar ejercicio y ponerse en forma

3.- Mejor nutrición. Siempre ha formado parte del bienestar, pero ahora los consumidores quieren alimentos que les ayuden a alcanzar sus objetivos de bienestar, además de tener buen sabor. Hay un incremento en el uso de aplicaciones de nutrición, programas de dieta y asesoría especializada

4.- Mejor aspecto. Se refiere principalmente a ropa orientada cómoda y productos de belleza (cuidado de la piel y suplementos de colágeno), pero también incluye ofertas de servicios como procedimientos estéticos no quirúrgicos. Nos lo se trata de sentirse bien: hay que verse bien

5.- Dormir mejor. Además de la medicación tradicional para descansar, como la melatonina, ahora se también se contempla el uso de dispositivos de seguimiento del sueño a través de aplicaciones y otros productos que mejoran el descanso. Dormir mal es un enemigo silencioso y peligroso

6.- Mejor atención plena. Esta corriente ha ganado aceptación entre los consumidores en los últimos tiempos, con aplicaciones centradas en la medicación y ofertas orientadas a la meditación. La mitad de los consumidores consultados expresó que le inquieta el tema del mindfulness

Ahora, por otro lado, los consumidores de bienestar no son un bloque monolítico con preferencias uniformes. ¿Eso qué quiere decir? Según la encuesta de McKinsey & Company, hay distintos grupos que se comportan de forma muy diferente. Los entusiastas son consumidores con ingresos altos que siguen activamente a las marcas en las redes sociales y se entusiasman con las innovaciones.

Mientras, los socialmente responsables prefieren (y están dispuestos a pagar más por) marcas sostenibles desde el punto de vista medioambiental y con ingredientes limpios/naturales. Y los consumidores preocupados por el precio creen que los productos de bienestar son importantes, pero comparan meticulosamente las características y ventajas antes de comprar para conseguir la mejor oferta.

Un dato revelador: los consumidores expresan que sus esperanzas y expectativas relacionadas con un mayor bienestar están por debajo de lo esperado. ¿Eso qué significa? Sugiere que el mercado puede estar desatendido. La mayoría de los consumidores de todo el mundo afirman que sus niveles de bienestar personal están estancados o incluso han disminuido en los últimos meses.

Y otro más: en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, más del 88 % de los consumidores afirman priorizar la personalización tanto o más que hace dos o tres años. Es decir, no quieren que se los vea como una masa uniforme, sino como personas individuales con necesidades puntuales que necesitan suplir. O, de otra manera: no quieren ser un número en tu contabilidad, exigen que los trates como personas.

Y uno más, valioso: en Estados Unidos, Europa y Japón, entre el 10 y el 15 % de los consumidores afirman seguir a personas influyentes en las redes sociales y haber comprado basándose en la recomendación de un influencer. En China y Brasil, este porcentaje oscila entre el 45 y el 55 %. Más del 60 % de los consumidores afirman que considerarán una marca o producto publicado por un influencer favorito.

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Otra tendencia que desvela la encuesta: los consumidores se decantan cada vez más por servicios que abordan las necesidades de salud física y mental (por ejemplo, entrenadores personales, nutricionistas y servicios de asesoramiento). Se considera que los servicios son una mejora, no una sustitución, del espacio general de bienestar. Es decir, la gente anda en busca de los expertos.

Y la última, que se antoja crucial: la mayoría de los consumidores afirman que no quieren que una única solución o marca les ayude en todas las facetas del bienestar. Llamativo, ¿cierto? Esto nos indica que la gente no cree en las soluciones perfectas, en las fórmulas mágicas, y sabe que sus problemas no obedecen a un solo factor, de ahí que la solución también debe ser variada.

Ahora, supongo que tienes curiosidad de por qué traigo a colación este tema. O, quizás, ¿qué tiene que ver esto del bienestar con el marketing de contenidos, el copywriting o el storytelling, que son mis especialidades? La verdad, tiene mucho que ver. Sobre todo, con una premisa que es posible me hayas escuchado: nadie, absolutamente nadie, compra un dolor; todos buscamos la solución.

Es decir, todos buscamos el bienestar. Que no se restringe al aspecto de la salud física o mental, sino que se extiende a otros ámbitos de la vida, en especial en estos últimos tiempos. ¿Por ejemplo? También son manifestaciones de bienestar la paz interior y la tranquilidad, las relaciones armónicas y constructivas, disfrutar de los placeres de la vida (viajar, comer) o la soledad elegida.

La pregunta es, entonces, ¿estás en capacidad de brindarle algún tipo de bienestar al mercado? A partir de tu conocimiento y experiencia, de tu oficio, de tu área de especialización, ¿puedes ayudar a otras personas a mejorar su vida, a conseguir el bienestar que anhelan? Estoy seguro que sí, solo que es probable que no seas consciente de ello o, más bien, no sabes cómo hacerlo, cómo comenzar.

Desde siempre, una de las verdades absolutas del marketing fue aquella de apelar al dolor de tus clientes potenciales, exponerlo y agitarlo hasta que esa persona te rogara por una solución. Esta fue una estrategia efectiva durante décadas, pero ya sabes que todo cambia. Y el mercado cambió mucho después de los sucesos de los últimos años, en especial por lo que vivimos en la pandemia.

La realidad, y esta encuesta de McKinsey & Company lo certifica, es que la gente no quiere más dolor: ya sufrió demasiado, ya se hartó de que otros se beneficiaran de su dolor. Por eso, el bienestar, que durante todo este tiempo fue un valor menospreciado hoy es prioridad para la mayoría de las personas en el mundo. La gente quiere sentirse bien, ser feliz, disfrutar la vida.

Ser consciente de este cambio, de esta nueva realidad, es crucial para las empresas, negocios, emprendedores y profesionales independientes que, más allá del oficio que nos ocupe o la profesión que ejerzamos, estamos en capacidad de ayudar a otros, de brindarle al mercado una solución que la gente necesita. Soluciones que, sobre todo, sirvan para mejorarles la vida.

Y ese mejorarles la vida es, también, amplio: enseñarles a usar las herramientas de la inteligencia artificial para potenciar su trabajo (sea cual sea), o rutinas de ejercicios sencillos y efectivos en casa para mantenerse en forma. O técnicas para mejorar la vocalización en el inglés y hablar con fluidez, o consejos para lidiar con los hijos en la edad de la rebeldía. Esto, créelo, es parte del bienestar.

Hoy, el mercado no necesita que agites su dolor (recuerda, ya sufrió demasiado). Lo que busca, lo que está dispuesto a comprar, es todo aquello que le brinde bienestar en cualquiera de sus diversas manifestaciones. La salud es la prioridad, pero lo demás no está de más. Lo que busca, en otras palabras, es que le enseñen cómo construir y disfrutar ese bienestar integral en su vida.

Quizás eres uno de tantos que ha sacado provecho del dolor del mercado en el pasado. Está bien, esas eran las reglas del juego, nadie puede juzgarte o condenarte. Sin embargo, debes entender, ser consciente, de que las reglas cambiaron, los consumidores cambiaron sus prioridades. Y, no lo olvides, nadie compra un dolor. Hoy, el mercado busca gente que lo inspire, que le brinde bienestar.

Tanto la propuesta de valor de tu producto o servicio como tu mensaje deben enfocarse, entonces, en la promesa de una vida mejor, en el bienestar entendido como disfrutar la vida. Dicho de otra manera, el bienestar se convirtió en el punto débil de los seres humanos, en ese aspecto álgido que lo moviliza, que lo lleva a tomar acción. Ya no más dolor: la clave está en el bienestar.

Como bien dice mi amigo y mentor Álvaro Mendoza, nuestro trabajo como emprendedores, dueños de negocio o profesionales independientes consiste en llevar a nuestros clientes potenciales de la isla del infierno, donde viven agobiados por el dolor, a la isla del paraíso, donde podrán disfrutar de la promesa de bienestar que tú ofreces y estás en capacidad de darles.

Si las conclusiones de la encuesta de McKinsey & Company son ciertas, y estoy completamente seguro de que es así, es necesario cambiar el chip y enfocarnos en un mensaje inspirador, positivo, constructivo. Convertirnos en guías que conduzcan a esos clientes afligidos de la isla del infierno a la isla del paraíso para que disfruten el bienestar. El nuevo mejor negocio es vender esperanza, bienestar.

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¡Feliz Año Nuevo! Mientras haya un mañana, habrá una oportunidad

Siempre me gustó llevar la contraria y casi siempre que lo hice me fue bien. Claro, alguna que otra vez tuve que pagar un costoso precio, pero a la larga el balance es muy favorable.

Esta vez, debo confesarlo, no fue premeditado. Fue, más bien, producto de la resistencia, de la resiliencia, de la pasión y de la disciplina exhibida los últimos años. Una recompensa.

2020 fue, seguramente, el año más duro de la vida de muchas personas. De un día para otro, la vida a la que estábamos acostumbrados cambió y nos sometió a difíciles pruebas.

Algunos, tristemente, no pudieron superarlas. La vida nos los arrebató de manera dolorosa sin siquiera darnos la oportunidad de darles un adiós, de acompañarlos en ese último viaje.

La vida, sin embargo, es como una montaña rusa: mientras unos suben, otros bajamos, y viceversa. Quizás por eso este 2020 fue el mejor año de mi vida de los últimos 10.

Hace años, también tuve una crisis, ¿o fueron varias simultáneas? Malas decisiones, malas compañías, malas energías y la sumatoria de las anteriores me pusieron en aprietos.

Como tantas personas lo hicieron en 2020, hace años tuve que cambiar hábitos, realizar una profunda limpieza y cuidar de mí y de mi círculo cercano. ¡Fue una transformación!

Cambié el rumbo de mi vida y de mi trayectoria profesional. Tras tocar fondo, tras estar completamente roto, no hubo más remedio que recoger y pegar los pedacitos.

Un proceso que en los últimos cuatro años me llevó por los insondables y maravillosos caminos del marketing, un universo en el que hallé nuevas oportunidades de crecimiento personal y profesional.

Un proceso de aprendizaje y enriquecimiento espiritual que explotó este 2020. Un año en el que, gracias a Dios, todo lo que me ocurrió fue positivo, con grandes logros y satisfacciones.

No puedo negar que me sentí extraño porque mientras tantas personas la pasaban realmente mal, yo cosechaba los frutos que sembré tiempo atrás. Una cosecha que, valga decirlo, fue abundante.

Jamás me faltaron clientes, mi trabajo fue reconocido y agradecido, viví mi primera experiencia como conferencista en un evento internacional y cristalicé el sueño de mi página web.

No tengo nada que reprocharle a 2020. Solo me dio felicidad, alegrías, más allá de la incomodidad que significó el confinamiento, dejar de hacer cosas que me gustan o dejar de ver a mis amigos.

Hoy agradezco que nunca me rendí, que aprendí a rodearme de las personas ideales para crecer, que aposté por mis dones y talentos y que nunca dejé de aprender, ni de intentarlo.

Ese, precisamente, es mi mensaje en este saludo de Año Nuevo: cree en ti, confía en que lo mejor está por venir, deja tu vida en manos de Dios y aprovecha cada día como si fuera el último.

Lo que siembres hoy lo cosecharás mañana. Es una ley de la naturaleza. Hay que tener paciencia, pero trabajar y trabajar mientras tanto. Y rodéate de quienes te ayuden a ser tu mejor versión.

Un día malo, un año malo, no es tu destino, no es tu vida. Mientras exista un mañana, siempre habrá una oportunidad. Y depende de ti aprovecharla para cambiar esa situación negativa.

Si crees que puedes y trabajas para conseguirlo, lo conseguirás. Sea lo que sea. Aprende que el único fracaso es renunciar a tus sueños, dejar de luchar por aquello que te hace feliz.

Te envío un cálido saludo de Año Nuevo y un fuerte abrazo con la esperanza de que este año que comienza sea para ti tan positivo y constructivo como 2020 lo fue para mí.

Que ojalá en 2021 podamos compartir muchas experiencias gratificantes y enriquecedoras, que podamos escribir juntos un historia que deje recuerdos imborrables.

Que tengas paz y tranquilidad, salud y felicidad, prosperidad y abundancia. Que cumplas muchos sueños, conozcas personas maravillosas y disfrutes de la vida junto con los que amas.

¡Feliz Año Nuevo!