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7 caras de la ‘infoxicación’ y cómo puedes ser parte de la solución

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Soy un convencido de que no se necesita una fecha especial, un día determinado, para hacer lo correcto. Es decir, por ejemplo, no se requiere esperar al Día de la Madre para ir corriendo a su casa y darle un fuerte abrazo. Y agradecerle todo lo que hizo y hace por ti. Es algo que, creo, se debería hacer todos los días o, al menos, con frecuencia. Para eso, cualquier día es especial.

Sin embargo, dado que los seres humanos somos particulares, actuamos en función de los estímulos que recibimos. Somos reactivos, no proactivos. Estamos enseñados y entrenados para responder, no para proponer. ¿La consecuencia? Quedamos sujetos al vaivén de los acontecimientos, cedemos el control de las circunstancias y luego pagamos caro por ello.

Todos conocemos a alguien que se despreocupó de sus padres, de su familia (esposa o hijos) con la excusa del trabajo. El consabido y patético “estoy muy ocupado” es la respuesta común. Después, cuando esos padres o esa familia ya no están, el llanto y el crujir de dientes no son una solución o un paliativo. Y lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Cargar con esa pesada culpa…

Recuerda de cuántos casos como ese, o similares, fuimos testigos durante la pandemia del COVID-19, por ejemplo. Es un error que todos cometemos, quizás porque asumimos que esas personas “siempre van a estar ahí” o porque priorizamos otras actividades o personas. Lo más doloroso es que no hay marcha atrás, la vida sigue su curso y solo nos queda aprender.

En mi caso, y para muchos en contravía de mi actividad como periodista, desde hace años aprendí a priorizar mi salud. La física y, sobre todo, la mental. Entonces, me di a la siempre incierta y retadora tarea de cambiar hábitos: desaprender y volver a aprender. Lo más difícil ha sido cortar vínculos con personas, situaciones y recuerdos que no son saludables.

¿Qué hice? Marqué límites claro y estrictos para evitar que los comportamientos tóxicos de otros me afectaran. También dejé de estar pendiente de las noticias: ya no veo los noticieros en la televisión y me volví muy selectivo con los medios de comunicación impresos. Saqué de mi radar a personajes que, claramente, iban en sentido opuesto a lo que quería en mi vida.

Fue una sensación extraña, no te lo niego. Pero tan pronto me acostumbré, tan pronto sustituí esas personas, situaciones y actividades por otras, estas sí productivas, constructivas, positivas, mi vida cambió para bien. No es fácil, porque chocas con el ego de las personas manipuladoras y a veces cuesta aceptar que eso a lo que le dedicabas tu precioso tiempo no te aportaba nada.

Honestamente, me cansé de tanto contenido tóxico. De tanto odio, de tanta envidia, de tanta maldad, de tanta ingenuidad. Me cansé de dejarme contaminar de personas que cargan con una vida miserable y no saben qué hacer con ella. Entonces, decidí tomar medidas drásticas para evitar que esa infoxicación me condicionara o, peor, me envolviera en su espiral.

Eliminé personas, bloqueé conexiones y realicé un detallado y exhaustivo détox de mis canales de información. Al comienzo, no lo niego, se sintió raro, pero a medida que descubrí, que percibí los beneficios, le encontré el gusto. Y me di cuenta de que las buenas informaciones, positivas y constructivas, fluían. Estaban ahí, pero no las apreciaba por tanto humo tóxico.

Uno de los principales aprendizajes que se desprendieron de esta decisión fue comprobar que la guerra contra la infoxicación y las fake-news no está perdida. Y no solo eso: con constancia, con persistencia, con el método y la estrategia adecuadas, es posible ganar muchas batallas. Además, vi que el mercado está ansioso de contenidos distintos, está harto de lo tóxico.

Como consultor de marketing de contenidos, como experto en storytelling, soy muy incisivo con los miembros de las comunidades a las que pertenezco y con mis clientes. ¿En qué sentido? En la gran oportunidad y la inmensa responsabilidad (van de la mano) que existe hoy para quienes creamos y compartimos contenidos, especialmente a través de canales digitales.

¿Eso qué significa? Mi teoría, de la cual estoy cada vez más convencido, es que “en la tierra de los ciegos, el tuerto es rey”. En otras palabras, el auge de las fake-news, de los vendehúmo, de los patéticos influencers, de esa mentira de los tales creadores de contenido, es posible gracias a la indiferencia del resto del mercado. Que, no sobra decirlo, somos la inmensa mayoría.

Los buenos somos más, muchos más, pero pecamos por inacción, por omisión. Somos más, muchos más, los que estamos en capacidad de compartir contenidos de calidad a través de los cuales ayudamos a otros. Sin embargo, no hacemos la tarea. Unos eligen hacer lo mismo que los tóxicos, en procura de hacerse notar, y otros simplemente deciden no hacer nada.

¿El resultados? Los tóxicos siguen haciendo su fiesta. Contaminan los canales, difunden mentiras, descontextualizan los hechos, normalizan comportamientos indeseables, les faltan el respeto a las audiencias y reinan en el universo digital. Nos contaminan con una variedad de formatos que se antojan inocentes, pero en realidad están cargados con mucho veneno.

Moraleja

Este es el mensaje que quiero que grabes en tu mente

¡Los buenos somos más, muchos más!

El caldo de cultivo de la infoxicación es la mezcla de intereses políticos y económicos, por un lado, y la ignorancia y la avaricia de las audiencias, por otro. Por eso, es importante que entiendas que puedes ser parte de la solución.

Veamos cuáles son esos formatos tóxicos:

1.- Sátira o parodia.
Es eso que ahora llaman humor, pero que solo es un disfraz para encubrir la desinformación. Su objetivo es burlarse, estigmatizar, descalificar y humillar al personaje o situación que da pie para el contenido. Están presentes por doquier con la excusa de “brindar entretenimiento”, pero solo contribuyen a distorsionar la realidad. De su acción no se salva absolutamente nadie

2.- Contenido engañoso.
Aunque se origina en informaciones que a veces son verdaderas, el contenido es manipulado, distorsionado. Por lo general, se presenta como noticias de medios de comunicación reales y reconocidos, pero cuya imagen es tomada de forma abusiva. Con la irrupción de la inteligencia artificial, que permite clonar voces y avatares, estos contenidos se volvieron una epidemia

3.- Contenido falso.
Una variante del anterior. Se toman noticias y hechos verdaderos y se los presenta en un contexto distinto. Se ponen palabras polémicas o declaraciones absurdas en boca de personas reconocidas o, simplemente, se publican mentiras atribuidas a otros para hacer ruido. Son de esos contenidos que se comparten fácil: hasta el presidente de Colombia cayó en la trampa

4.- Clickbait.
Lo que se conoce como conexión falsa. Se popularizó hace más de una década como la tendencia a crear titulares ‘llamativos’, pero se degeneró en fórmulas ordinarias y falsas. Lo increíble es que los medios de comunicación, todos, sin excepción, mordieron el anzuelo y hoy pagan las consecuencias de haber cultivado audiencias basura a partir de contenidos basura

5.- Contenido manipulado.
Siempre ha existido, pero hoy es una epidemia de alcances insospechados gracias a las increíbles herramientas que nos brinda la tecnología, como la inteligencia artificial. Imágenes, videos o textos alterados de distintas formas con el fin de confundir al consumidor o, en su defecto, de perjudicar a la marca o persona a la que le roban su identidad. ¡Es pavoroso!

6.- El copy + paste.
La forma más antigua de infoxicación digital. La gran mayoría de los contenidos publicados en internet, no solo en redes sociales, es la copia de la copia de la copia. O, cada vez más, el resultado del “prompt mágico” de ChatGPT que genera contenidos repetidos. En los medios de comunicación, este patético fenómeno se llama ‘curación de contenido’, pero es una ordinaria copia

7.- Contenidos ‘patrocinados’.
Una creación de vieja data (desde antes de internet) de las agencias de marketing para los medios de comunicación que ahora pulula en los canales digitales. Hasta marcas reconocidas han entrado en el juego de disfrazar de valor o de noticias contenidos que al final solo son promociones. Las mentiras piadosas son mentiras; los contenidos patrocinados son un engaño

Hay más, por cierto, pero estas son las más comunes, las más frecuentes. Están por doquier y, algo que no puedes pasar por alto, ninguna es inocente. Más bien, todas son perversas, dañinas y lo más sensato es no menospreciarlas. Como tampoco son inocentes quienes están detrás de estas especies tóxicas: marcas, medios de comunicación, vendehúmo, personas…

El caldo de cultivo de la infoxicación es la mezcla de intereses políticos y económicos, por un lado, y la ignorancia y la avaricia de las audiencias, por otro. Aquellos están acostumbrados a dominar el mercado, inclusive a cualquier costo, y no escatiman recursos para hacerlo. Estas, mientras, son incapaces de controlar sus impulsos y dejan al descubierto sus bajos instintos.

Es un problema grave que nos afecta a todos. Como en cualquier pandemia, nadie es inmune, todos estamos expuestos. Por eso, es importante que entiendas que puedes ser parte de la solución si aprovechas tu conocimiento para ayudar y servir a otros. Puedes ser parte de los que aportamos valor con mensajes constructivos, positivos, inspiradores y transformadores.

O puedes estar en el otro bando, el de la infoxicación. Son caminos distintos que, por supuesto, te conducen a destinos distintos. ¡Tú eliges! Puedes hacer lo correcto, hoy, o seguir a expensas de las especies tóxicas que contaminan nuestra vida, los canales digitales. Es hora de decir basta, de imponer límites y tomar acción. La recompensa, te lo aseguro, valdrá la pena.

P. D.: no esperes “un día especial”. El mejor día para comenzar es HOY, siempre HOY

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¿Tienes algo valioso para compartir? Aprovéchalo y crea contenido

La mayor dificultad al comenzar a escribir, o generar contenido a través del formato que más te agrade y en el que te sientas más cómodo (también puede ser imagen o voz), es aquella de luchar contra las creencias limitantes. No es fácil, déjame decírtelo, porque aunque establezcas mil y un filtros, aunque bloquees a muchos tóxicos, irremediablemente estás expuesto a la infoxicación.

La estrategia del mercado, por si no lo sabías, es pescar en río revuelto. ¿Cómo? Crear confusión, mandar mensajes contradictorios, generar incertidumbre y, de ser posible, también pánico. Por si no te habías dado cuenta, es la misma estrategia de los gobiernos, de los partidos políticos, de los medios de comunicación que defienden sus intereses amarrados al poder y de los revoltosos.

Esa es la razón por la cual desde hace años internet, no solo las redes sociales, son terreno fértil para la fake-news, para las versiones distorsionadas, para la calumnia y la ofensa. Un terreno que, además, está abonado por la ingenuidad de la audiencia y, da tristeza decirlo, pero es real, por la ignorancia de la audiencia. En internet, es imposible ocultar la falta de educación y conocimiento.

Sin embargo, esta situación no es completamente negativa. ¿Por qué? Porque si eres bueno, si eres constructivo, si tienes un mensaje poderoso y de impacto, si tienes un conocimiento valioso y experiencias que sean útiles para otros, en internet hay una gran oportunidad para ti. Para ti y para cualquiera que sepa cómo transmitir su mensaje y que acepte y respete las reglas del juego.

Porque, sí, internet es una jungla infestada de fieras salvajes, de especies depredadoras, de peligros y riesgos súbitos, pero es posible sobrevivir allí si sabes cómo hacerlo. ¿Entonces, cómo hacerlo? Primero, aporta valor; segundo, sé auténtico; tercero, sé honesto; cuarto, enfócate en servir antes que en vender; quinto, no te creas el dueño de la verdad: sigue aprendiendo.

Ahora, comencemos por el principio. La mejor forma de aportar valor es compartir contenido gratuito. ¡Sí, gratuito! Esa, créeme, es una de las reglas establecidas en internet y tú no la vas a cambiar. Entonces, ¿qué es aportar valor a través de contenido? Todo aquello surgido de tu conocimiento y experiencia, de tus vivencias, pero también de tus valores y principios, que sea útil a otros.

Contenido de valor es el que brinda respuestas a los interrogantes e inquietudes de tu audiencia, de tu lector. El que le ofrece conocimiento y, en especial, contextualización relacionados con los hechos que suceden en su entorno y que, bien sea de manera directa o indirecta, lo afectan. El que lo entretiene y la da la posibilidad de salirse un poco de esa rutina abrumadora y aburrida.

Contenido de valor es el que le brinda herramientas y recursos, algunos gratuitos y otros de pago, para crecer y avanzar en su trabajo, en su negocio. El que le ofrece ángulos, opciones y miradas que él antes no había considerado y que le permiten salir de los atolladeros. El que provoca que se establezca un vínculo de confianza y credibilidad con el autor, el emisor del mensaje, a largo plazo.

Confianza y credibilidad que van de la mano con la autenticidad. Otra terrible epidemia en internet es la de los falsos gurús, los vendehúmo que se promocionan como la solución perfecta para todos los problemas, pero que son incapaces de cumplir sus promesas. O, de otro modo, los que intentan copiar a los que ya fueron exitosos, pero apenas consiguen ser una burda copia.

La autenticidad es requisito sine qua non para ser visible en internet, para posicionarte y llamar la atención del mercado. Un mercado que, no sobra decirlo, hoy urge que las nuevas propuestas no sean más de lo mismo, sino la respuesta a sus inquietudes, problemas y dolores. Autenticidad que, en esencia, significa que nadie espera que seas perfecto, sino transparente, genuino y honesto.

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Ser auténtico es aprovechar tu condición de único y diferente, pero no tienes que reinventar la rueda, que ya existe desde hace siglos. Solo muestra tu esencia, deja que afloren tus principios y valores para generar identificación con las personas que piensan como tú, que tiene ideales similares, sueños parecidos. De la mano de la identificación vendrá, luego, la empatía.

En cuanto a la honestidad, el mercado la asume y la exige, así que no puedes fallar. Se da por sentado que eres honesto, pero tienes que demostrarlo con tus actos, con tus decisiones. No basta presumir honestidad, porque en internet no hay nada oculto: tarde o temprano el mercado conocerá en realidad quién eres y, puedes estar absolutamente seguro, te va a castigar.

No prometas algo que no estés en capacidad de cumplir, cumple tus promesas y, sobre todo, si te equivocas reconócelo y ofrece una solución efectiva (las disculpas no son suficientes). Ten en cuenta algo: en internet queda registrado y grabado cada clic que das, cada comentario, cada interacción, así que no creas que puedes salir ileso si traicionas la confianza del mercado.

En cuarto término, enfócate en servir antes que en vender. La venta, por si no lo sabías, es una consecuencia de tus acciones y decisiones, de tus estrategias. No creas en aquello de que en virtud del poder de las palabras vas a vender más y, entonces, te dedicas a escribir fases manidas que ves por ahí y que, te lo advierto, no sirven, no funcionan. El copy es una buena herramienta, pero no hace milagros.

Especialmente cuando no eres conocido en el mercado, cuando todavía no te posicionaste, cuando las personas a las que puedes ayudar no saben qué haces y todavía no respondiste su pregunta ¿Qué hay aquí para mí?, necesitas generar contenido de calidad. ¿Para qué? Para ser visible, para posicionarte, para generar identificación, para crear confianza y credibilidad.

Aquí, créeme, no vale aquel dilema de qué fue primero, ¿el huevo o la gallina? Sin contenido gratuito, vender será una tarea harto difícil y demorada. Sin contenido, no podrás establecer una relación con el mercado. Sin contenido, el mercado no sabrá si eres distinto o más de lo mismo. Sin contenido, tu propuesta de valor pasará inadvertida y el mercado elegirá a tu competencia.

Aprovecha el contenido, en el formato que más te agrade y acomode, para diferenciarte. Crear contenido de calidad es el sello que identifica a los grandes referentes, sin importar de qué industria. Aportar valor a través de contenido quizás no sea la estrategia más rápida, pero te aseguro que es la más efectiva para nutrir y educar, los pasos previos a vender.

Por último, no creas que eres la última Coca-Cola del desierto. No te creas el dueño de la verdad y, mucha menos, no creas que lo sabes todo. El mundo cambia muy rápido y lo que ayer era una premisa válida hoy no funciona, no sirve. Eso quiere decir que no puedes dejar de aprender, de actualizarte, de desarrollar habilidades; debes mantener una mentalidad abierta y flexible.

Si eres una persona con conocimiento y experiencias valiosas que puedan aportarles valor a otros no te lo guardes, no lo ocultes como si fuera un tesoro: tu responsabilidad es compartirlo. Y en internet encontrarás no solo las oportunidades para hacerlo, sino también unas poderosas herramientas, ayuda idónea (sí, la hay) y los canales necesarios para transmitir tu mensaje.

“Lo que no se comparte, no se disfruta”, es una genial frase que aprendí de un amigo. Es algo que confirmo cada día que pasa, cada contenido que publico. Compartir con otros mi conocimiento, mis experiencias y ayudarlos a conseguir sus metas es la aventura más apasionante en la que me involucré y el trabajo más rentable: la recompensa llega en forma de bendiciones y más oportunidades.

 

 

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