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Marca personal: cómo ser una ‘love Brand’ con un mensaje poderoso

“Yo confieso, ante Dios Padre todo poderoso y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión”. Esta frase, que los católicos pronunciamos cada vez que asistimos a la santa misa, esconde uno de los problemas más serios a los que nos enfrentamos cada día. ¿Sabes a cuál me refiero? Aquel de transmitir una imagen de perfección que no existe.

“Mostramos éxitos, no fracasos;
alegrías, no decepciones;
fortaleza, no debilidades;
ovaciones, no humillaciones;
aciertos, no errores.
Transmitimos una ilusión que no existe.
Olvidamos lo que aprendemos de ese lado oscuro
que nos empeñamos en ocultar.
No te olvides de ser humano”
.

Esta poderosa reflexión fue publicada en sus redes sociales por mi buen amigo Hyenuk Chu, el gurú de las finanzas y de las inversiones en la Bolsa de Nueva York. Si no lo conoces, si no sabes quién es, date una pasada por sus canales digitales (blog, Facebook, Twitter, Instagram, YouTube o Spotify). Encontrarás muchísimo contenido de alto valor y una revista digital.

Cuando la leí, te lo confieso, me impactó. Si bien procuro ser tan transparente como puedo, porque no tengo nada que esconder y no me avergüenzo de mis errores en virtud de tanto que me enseñaron, me sentí reflejado en esas palabras. Más que parte de la naturaleza humana (no creo que sea así), es la respuesta a hábitos adquiridos, a comportamientos modelados.

Nuestros padres (y sus padres, y los padres de ellos, y así sucesivamente), que en el proceso de educarnos hicieron lo mejor que podían con los recursos de los que disponían, con su ejemplo y con sus dichos nos enseñaron a mostrar lo bueno. Y no está mal, porque cada persona es un universo increíble con mil y una valiosas características que lo hacen único y especial.

Sin embargo, y asumo que coincides conmigo, esta es solo una cara de la moneda. Y todas las monedas, absolutamente todas, tienen dos caras. Y a veces, al menos en algunas de las etapas de la vida, vivimos más fracasos, más decepciones, más humillaciones y cometemos más errores que aciertos, ovaciones, fortaleza alegrías y éxitos. Esa es la dura realidad.

Y es precisamente en esas épocas, llamémoslas difíciles, en las que más tendemos a encerrarnos, a protegernos. Buscamos blindarnos porque, aunque no lo reconozcamos de manera consciente, nos sentimos vulnerables. Y la reacción natural (esta sí) es elevar cuantas barreras sean necesarias para evitar más daño. Barreras que son mecanismos de defensa.

Lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que no sirven para nada. De hecho, y lo he experimentado, nos provocan más daño del que pretendemos evitar. ¿Por qué? Porque, como bien lo dijo el amigo Hyenuk, vendemos una imagen falsa, mostramos una cara que no tenemos. En otras palabras, construimos una mentira que tarde o temprano se caerá, y nos caerá encima.

Más en tiempos como los actuales, en los que la base de las relaciones sólidas consiste en ser auténticos, en ser honestos, en construir mensajes poderosos capaces de generar un impacto (ojalá positivo) en la vida de otros. La gente, la mayoría (y me cuento ahí), está cansada de la hipocresía, de los abrazos falsos, de palabras melosas que esconden la envidia y resentimiento.

Olvidamos, quizás, el poder que tiene nuestra marca personal, o dicho de otra manera el poder que tenemos como marca. Todo lo que hacemos, y lo que no hacemos, y la forma en la que lo hacemos transmite un mensaje poderoso. Para bien y para mal. Un mensaje que, si lo permitimos, puede convertirse en un búmeran que se vuelva contra nosotros y nos golpee.

El problema es que no nos damos cuenta, o no sabemos, que somos una marca. Que se construye, se rediseña, se reformula, se nutre, desde el día en que nacemos hasta el día en que morimos. Todo lo que hacemos (y lo que no hacemos) y la forma en que lo hacemos contribuye a crear esa marca personal, que es un mensaje que transmitimos todo el tiempo.

La marca personal es como otros te perciben, el mensaje que transmites, lo que eres y el valor que aportas, el impacto que produces en la vida de otros. La forma en que saludas, cómo te ríes, de qué manera reaccionas a una agresión, cómo tratas a los niños y adultos mayores o a los animales, son mensajes que hablan por ti, que dicen mucho de ti. Es el poder de la marca.

Que tiene beneficios invaluables:

Genera confianza
Genera empatía
Genera autoridad
Genera identificación
Conecta con las emociones de otros

Hoy, por si no lo sabías, lo que la gente compra no es un producto o un servicio. Compra el resultado de lo que tú ofreces, la transformación. En otras palabras, te compra a ti, que ya dejaste atrás las dificultades, que sorteaste los malos momentos y construiste una mejor versión. Te compra a ti, que eres el modelo que otros quieren imitar, que inspira a otros.

Si te conviertes en una marca apreciada por el mercado, tendrás el doble de posibilidades de que tus clientes te recomienden con otras personas de su entorno. Además, estarán dispuestas a pagar lo que les ofreces, aunque sea más costoso que la competencia. Y, si la relación es satisfactoria, si cumples lo que prometes, no dudarán en comprarte otra vez.

No importa si eres médico, abogado, periodista, coach o contador; no importa cuánto tiempo llevas en el mercado o si acabas de llegar. Lo que importa es la marca que construyes, el mensaje que transmites, el impacto que logras. Tu tarea, independientemente de aquello a lo que te dedicas, consiste en convertirte en una love Brand, una marca que enamora.

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Ahora, supongo, te preguntarás cómo ser una marca que enamora. La clave está en la respuesta que ofrezcas a estos interrogantes:

¿Qué te define?
¿Qué hace único?
¿Cuáles son tus valores?
¿Qué te hace valioso?
¿Cuáles son tus principales habilidades?

Si no sabes cómo hallar las respuestas (que no las hay correctas o incorrectas, porque, no lo olvides, tú eres único), este decálogo, sin duda, puede ayudarte. La clave, por supuesto, está en despojarte de los miedos, del ego y responder tan honestamente como sea posible. Al fin y al cabo, no es un examen, sino un ejercicio profesional con el fin de construir tu mejor versión:

1.- Autoconocimiento.
Todo parte de ti, entiéndelo. Lo que recibes es simplemente lo que la vida te retorna tras haberlo compartido con otros. Y para compartirlo necesitas saber quién eres, cómo eres. El autoconocimiento es una apasionante aventura a tus profundidades. ¡No te lo niegues!

2.- Autenticidad.
Nos venden, cada día, decenas de modelos que, nos dicen, debemos imitar si queremos ser felices y/o exitosos. La verdad es que el único camino para ser feliz y exitoso es ser tú mismo, con lo bueno y lo malo. Ser auténtico es lo que te hace único, lo que te hace especial.

3.- Honestidad.
Nadie es perfecto y quizás ese no sea el ideal que persigas. Más bien, sé fiel a tu esencia, a lo que eres, a lo que has logrado construir. Admírate, valórate y quiérete al punto de trabajar cada día en mejorar, en inclinar la balanza del lado de tus fortalezas, sin olvidar tus debilidades.

4.- Consistencia.
La marca, lo mencioné, es una construcción que comienza el día en que naces y termine aquel en el que mueres. No siempre somos conscientes de ello, pero tan pronto tomes el control vas a necesitar consistencia para trabajar, para alcanzar los resultados que te propones.

5.- Constancia.
Un complemento de la anterior. Entiende que la vida no es una carrera de velocidad, un esprint de 100 metros, sino una ultramaratón de resistencia. Un paso a la vez, un paso cada día, con constancia, y pronto verás que estás más cerca del objetivo que del punto de partida.

6.- Coherencia.
No es fácil, pero es posible. Procura que aquello que piensas, aquello que sientes, aquello que dices y aquello que haces esté alineado, que no haya contradicciones profundas. Esta es una característica que blinda tu mensaje, que le da un poder inmenso a tu marca personal.

7.- Propósito.
Debería ser el primero en la lista, pero el orden de los factores no altera el producto. ¿Cuál es tu razón de ser? ¿Por qué llegaste a este mundo? ¿Cuál fue la misión que te encomendaron? ¿Por qué y para quién haces lo que haces? El propósito es el eje transversal de la marca personal.

8.- Mentalidad abierta y de crecimiento.
Enfócate en lo positivo, en lo constructivo, y aléjate de lo tóxico, de lo negativo, de lo destructivo. Aprende que no te conviene estar en todos los lugares, que hay personas de las que debes apartarte. Sé tolerante, paciente y curioso, respetuoso de los otros y de ti mismo.

9.- Capacidad de cambio.
Si te resistes al cambio, no podrás avanzar. Y, lo peor, malgastarás tus energías, tus recursos. Pon en práctica la resiliencia y aprende a adaptarte a las nuevas circunstancias. Ser maleables es una característica que permite a algunos seres humanos sobresalir del montón.

10.- Constante aprendizaje.
Para construir una marca personal poderosa y tu mejor versión requieres aprender cada día, sin falta. Y desarrollar habilidades que fortalezcan y complemente tus talentos. Sé un eterno aprendiz, comparte lo que sabes y luego la vida te devolverá maravillosas recompensas.

Cuando el mercado, los demás, te perciba como una love Brand, una marca personal poderosa, obtendrás grandes beneficios. Primero, podrás vender tus productos o servicios a precios premium; segundo, tus clientes satisfechos te promocionarán y a través del voz a voz atraerán otros buenos clientes; tercero, tus clientes serán fieles y te comprarán una y otra vez.

Dedicado a la comunicación, a la creación de mensajes de impacto, aprendí de la vida que me fue encomendada la misión de transmitir mis conocimientos y experiencias para ayudar a otros. Un privilegio que procuro honrar cada día y por el que trabajo mi marca personal con el fin de ser una love Brand capaz de dejar una huella positiva, un legado, una historia positiva…

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¿Tienes algo valioso para compartir? Aprovéchalo y crea contenido

La mayor dificultad al comenzar a escribir, o generar contenido a través del formato que más te agrade y en el que te sientas más cómodo (también puede ser imagen o voz), es aquella de luchar contra las creencias limitantes. No es fácil, déjame decírtelo, porque aunque establezcas mil y un filtros, aunque bloquees a muchos tóxicos, irremediablemente estás expuesto a la infoxicación.

La estrategia del mercado, por si no lo sabías, es pescar en río revuelto. ¿Cómo? Crear confusión, mandar mensajes contradictorios, generar incertidumbre y, de ser posible, también pánico. Por si no te habías dado cuenta, es la misma estrategia de los gobiernos, de los partidos políticos, de los medios de comunicación que defienden sus intereses amarrados al poder y de los revoltosos.

Esa es la razón por la cual desde hace años internet, no solo las redes sociales, son terreno fértil para la fake-news, para las versiones distorsionadas, para la calumnia y la ofensa. Un terreno que, además, está abonado por la ingenuidad de la audiencia y, da tristeza decirlo, pero es real, por la ignorancia de la audiencia. En internet, es imposible ocultar la falta de educación y conocimiento.

Sin embargo, esta situación no es completamente negativa. ¿Por qué? Porque si eres bueno, si eres constructivo, si tienes un mensaje poderoso y de impacto, si tienes un conocimiento valioso y experiencias que sean útiles para otros, en internet hay una gran oportunidad para ti. Para ti y para cualquiera que sepa cómo transmitir su mensaje y que acepte y respete las reglas del juego.

Porque, sí, internet es una jungla infestada de fieras salvajes, de especies depredadoras, de peligros y riesgos súbitos, pero es posible sobrevivir allí si sabes cómo hacerlo. ¿Entonces, cómo hacerlo? Primero, aporta valor; segundo, sé auténtico; tercero, sé honesto; cuarto, enfócate en servir antes que en vender; quinto, no te creas el dueño de la verdad: sigue aprendiendo.

Ahora, comencemos por el principio. La mejor forma de aportar valor es compartir contenido gratuito. ¡Sí, gratuito! Esa, créeme, es una de las reglas establecidas en internet y tú no la vas a cambiar. Entonces, ¿qué es aportar valor a través de contenido? Todo aquello surgido de tu conocimiento y experiencia, de tus vivencias, pero también de tus valores y principios, que sea útil a otros.

Contenido de valor es el que brinda respuestas a los interrogantes e inquietudes de tu audiencia, de tu lector. El que le ofrece conocimiento y, en especial, contextualización relacionados con los hechos que suceden en su entorno y que, bien sea de manera directa o indirecta, lo afectan. El que lo entretiene y la da la posibilidad de salirse un poco de esa rutina abrumadora y aburrida.

Contenido de valor es el que le brinda herramientas y recursos, algunos gratuitos y otros de pago, para crecer y avanzar en su trabajo, en su negocio. El que le ofrece ángulos, opciones y miradas que él antes no había considerado y que le permiten salir de los atolladeros. El que provoca que se establezca un vínculo de confianza y credibilidad con el autor, el emisor del mensaje, a largo plazo.

Confianza y credibilidad que van de la mano con la autenticidad. Otra terrible epidemia en internet es la de los falsos gurús, los vendehúmo que se promocionan como la solución perfecta para todos los problemas, pero que son incapaces de cumplir sus promesas. O, de otro modo, los que intentan copiar a los que ya fueron exitosos, pero apenas consiguen ser una burda copia.

La autenticidad es requisito sine qua non para ser visible en internet, para posicionarte y llamar la atención del mercado. Un mercado que, no sobra decirlo, hoy urge que las nuevas propuestas no sean más de lo mismo, sino la respuesta a sus inquietudes, problemas y dolores. Autenticidad que, en esencia, significa que nadie espera que seas perfecto, sino transparente, genuino y honesto.

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Ser auténtico es aprovechar tu condición de único y diferente, pero no tienes que reinventar la rueda, que ya existe desde hace siglos. Solo muestra tu esencia, deja que afloren tus principios y valores para generar identificación con las personas que piensan como tú, que tiene ideales similares, sueños parecidos. De la mano de la identificación vendrá, luego, la empatía.

En cuanto a la honestidad, el mercado la asume y la exige, así que no puedes fallar. Se da por sentado que eres honesto, pero tienes que demostrarlo con tus actos, con tus decisiones. No basta presumir honestidad, porque en internet no hay nada oculto: tarde o temprano el mercado conocerá en realidad quién eres y, puedes estar absolutamente seguro, te va a castigar.

No prometas algo que no estés en capacidad de cumplir, cumple tus promesas y, sobre todo, si te equivocas reconócelo y ofrece una solución efectiva (las disculpas no son suficientes). Ten en cuenta algo: en internet queda registrado y grabado cada clic que das, cada comentario, cada interacción, así que no creas que puedes salir ileso si traicionas la confianza del mercado.

En cuarto término, enfócate en servir antes que en vender. La venta, por si no lo sabías, es una consecuencia de tus acciones y decisiones, de tus estrategias. No creas en aquello de que en virtud del poder de las palabras vas a vender más y, entonces, te dedicas a escribir fases manidas que ves por ahí y que, te lo advierto, no sirven, no funcionan. El copy es una buena herramienta, pero no hace milagros.

Especialmente cuando no eres conocido en el mercado, cuando todavía no te posicionaste, cuando las personas a las que puedes ayudar no saben qué haces y todavía no respondiste su pregunta ¿Qué hay aquí para mí?, necesitas generar contenido de calidad. ¿Para qué? Para ser visible, para posicionarte, para generar identificación, para crear confianza y credibilidad.

Aquí, créeme, no vale aquel dilema de qué fue primero, ¿el huevo o la gallina? Sin contenido gratuito, vender será una tarea harto difícil y demorada. Sin contenido, no podrás establecer una relación con el mercado. Sin contenido, el mercado no sabrá si eres distinto o más de lo mismo. Sin contenido, tu propuesta de valor pasará inadvertida y el mercado elegirá a tu competencia.

Aprovecha el contenido, en el formato que más te agrade y acomode, para diferenciarte. Crear contenido de calidad es el sello que identifica a los grandes referentes, sin importar de qué industria. Aportar valor a través de contenido quizás no sea la estrategia más rápida, pero te aseguro que es la más efectiva para nutrir y educar, los pasos previos a vender.

Por último, no creas que eres la última Coca-Cola del desierto. No te creas el dueño de la verdad y, mucha menos, no creas que lo sabes todo. El mundo cambia muy rápido y lo que ayer era una premisa válida hoy no funciona, no sirve. Eso quiere decir que no puedes dejar de aprender, de actualizarte, de desarrollar habilidades; debes mantener una mentalidad abierta y flexible.

Si eres una persona con conocimiento y experiencias valiosas que puedan aportarles valor a otros no te lo guardes, no lo ocultes como si fuera un tesoro: tu responsabilidad es compartirlo. Y en internet encontrarás no solo las oportunidades para hacerlo, sino también unas poderosas herramientas, ayuda idónea (sí, la hay) y los canales necesarios para transmitir tu mensaje.

“Lo que no se comparte, no se disfruta”, es una genial frase que aprendí de un amigo. Es algo que confirmo cada día que pasa, cada contenido que publico. Compartir con otros mi conocimiento, mis experiencias y ayudarlos a conseguir sus metas es la aventura más apasionante en la que me involucré y el trabajo más rentable: la recompensa llega en forma de bendiciones y más oportunidades.

 

 

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10 claves para aprovechar el poder de la sicología en tu mensaje

Una de las razones por las cuales a algunas personas les resulta tan difícil la tarea de escribir, inclusive un reporte de trabajo o un post para su blog personal, es porque creen que se trata solo de ser expertos en un tema específico. Y, claro, también poseer un adecuado dominio de las normas de ortografía y gramática. Todo esto es importante, sin duda, pero no es suficiente.

Escribir, no me canso de repetirlo, es una habilidad que cualquier ser humano puede desarrollar. Todos, absolutamente todos, aprendemos a escribir en el colegio, durante la primaria, y escribimos todos los días. Sin embargo, si deseamos avanzar, si deseamos llegar a un nivel superior al promedio, requerimos complementar esa habilidad natural. Hay que rodearla adecuadamente.

El conocimiento, lo sabemos, es el insumo básico. Sin conocimiento, es imposible escribir. O, de otra manera, lo más probable es que tu escrito carezca de profundidad y, por ende, no consiga llamar la atención del mercado. El problema, por siempre hay un problema, es que nos quedamos en el conocimiento técnico, de ese que no conecta con la audiencia, sino que, más bien, la repele.

Esto ocurre porque nos han convencido de que cuanto más funjamos como expertos, mejor nos valorarán. Y no es cierto. Hoy, el conocimiento, incluido el especializado, está al alcance de cualquiera y a unos pocos clics de distancia, inclusive gratuitamente, en internet. Entonces, no tiene sentido enredarse con términos rebuscados y mensajes densos que nadie entiende.

Las experiencias también cumplen una importante labor a la hora de escribir. ¿Por qué? Porque te aportan la información que requieres no solo para darle color a tu escrito, sino también para ser distinto del resto (y no más de lo mismo). Las experiencias te permiten, además, presentar tu visión personal, compartir con tus lectores lo que piensas, pero también lo que sientes.

Y eso, por si no te diste cuenta aún, es algo muy poderoso. De hecho, resulta insólito que son muchas las personas que se niegan el privilegio de escribir simplemente porque, piensan, no tienen nada que contar o, peor, que sus experiencias a nadie le interesan. Y no, no es así, en ninguno de estos dos casos: siempre alguien necesita lo que tú has vivido, tu aprendizaje.

Porque, y esto es importante que lo entiendas, todos vivimos experiencias similares. Que nos llegan en momentos distintos, en circunstancias distintas y que, por supuesto, resolvemos de manera distinta. En otras palabras, el dolor de fondo puede ser el mismo, lo que cambian son las manifestaciones en la vida de cada uno y, también, la respuesta que ofrecemos a esos hechos.

Por ejemplo, todos reaccionamos de una manera distinta a la pérdida de un ser querido. Para algunos es más fácil sobrellevar la situación y seguir adelante con su vida, mientras que para otros es un evento que provoca un traumatismo. O, igualmente, la noticia de que vas a ser padre: unos lo asumen como lo mejor que les pasó en la vida y otros, se llenan de temor por la responsabilidad.

Y así sucede en todas las actividades de la vida, en todas las situaciones a las que nos enfrentamos. Por eso, lo que hemos vivido es tan valioso para otros. Grábalo en tu mente: a la hora de escribir, no basta tu conocimiento; también requieres la valiosa información que surge de tus experiencias y, en especial, lo que aprendiste de esos sucesos. Son lecciones poderosas que puedes transmitir.

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La clave del éxito para que ese mensaje que transmites provoque el impacto que tú esperas, genere la acción que tú le pides a tu cliente (lector), radica en aquello con lo que lo rodeas. En marketing, un contenido tiene que estar bien escrito en dos sentidos. Primero, ortográfica y gramaticalmente; segundo, a nivel de persuasión, para poder conectar con las emociones.

Antes te decía que el buen escritor tenía que desarrollar habilidades complementarias a la de la escritura. Una de ellas es la sicología, una ciencia que es transversal tanto en la comunicación como en el marketing. La buena noticia es que, sin necesidad de cursar la carrera profesional, todos los seres humanos tenemos algo de sicólogos, aunque sea solo de modo inconsciente.

Si tienes un negocio, si alguna vez lo tuviste, coincidirás en que vender no es fácil. No lo es, entre otras razones, porque no nos enseñan a hacerlo. Seguimos el libreto que otros aplican, pero casi nunca nos funciona y, además, a veces olvidamos que hoy, en pleno siglo XXI, vender es algo muy distinto de lo que era hace 10 o 20 años. ¿Por qué? Porque el consumidor cambió radicalmente.

Es muy probable que hayas escuchado la frase “A todos los seres humanos nos encanta comprar, pero odiamos que nos vendan”. Bien, pues debes saber que es completamente cierta. Por eso, vender es cada vez más difícil, en especial cuando intentas la venta en frío (clientes que no te conocen, que aún no confían en ti) o cuando cometes el error de vender a la fuerza.

Hoy, lo que se impone es vender sin vender. ¿Sabes a qué me refiero? Hoy, lo que a tu cliente le interesa no es lo que vendes, tu producto o servicio, sino lo que eso que ofreces está en capacidad de hacer por él, su poder de transformación. Solo venderás si puedes responder a las preguntas clave del marketing: ¿Qué hay aquí para mí? y ¿Por qué he de elegirte a ti y no a la competencia?

Entonces, necesitas enfocarte en los beneficios de lo que ofreces, en los resultados específicos y comprobables que recibirá tu cliente si te elige a ti, si te compra a ti. En consecuencia, tu mensaje, tu contenido, debe enfocarse en vender sin vender, en persuadirlo (convencerlo) para que acepte tu propuesta. Es justo cuando copywriting y sicología conforman una poderosa alianza a tu servicio.

¿Cómo apoyarte en la sicología para crear un mensaje poderoso e impactante y vender más? A continuación, te relaciono algunas opciones que, sin duda, te serán útiles:

1.- Apunta a las emociones. La compra es una decisión emocional que luego justificamos de manera racional. Si no logras conectar con las emociones, no venderás. Así de sencillo

2.- Ve por el lado positivo. Si intentas vender utilizando el miedo y exacerbando el dolor más de lo necesario, lo único que conseguirás será generar rechazo. Recuerda: nadie compra un dolor

3.- Activa la imaginación. Utiliza el copywriting para conseguir que tu cliente se transporte en su imaginación al escenario ideal, aquel en el que ya solucionó su problema o acabó su dolor

4.- Resalta los beneficios. Olvídate de las características y concéntrate en los beneficios, que te ayudarán a derribar objeciones. El resultado, la transformación, es tu argumento más poderoso

5.- Sé honesto. Explícate a tu cliente que nada en la vida es gratis, que para obtener los beneficios que espera debe aportar lo suyo, pero hazle saber también que valdrá la pena el riesgo

6.- Exhibe autoridad. Si ya ayudaste a otras personas, si ya solucionaste su problema, sus testimonios son oro puro para ti. Te brindan credibilidad y te permiten diferenciarte

7.- Sé empático. Cada vez más, el mercado entiende aquello de experto como vendehúmo porque se da cuenta de que solo le quieres vender: utiliza la empatía para generar confianza y credibilidad

8.- Sé auténtico. Nadie pretende que seas perfecto, porque nadie lo es. Eso sí, el mercado exige que seas tal cual eres, que haya coherencia entre tu discurso y tus acciones

9.- Presiona un poco. Es necesario, por supuesto. Sin embargo, no abuses del recurso de la escasez o de la urgencia, porque puedes perder credibilidad. Siempre hay un límite que no debes superar

10.- Conecta con personas. Un robot (o algoritmo) nunca te va a comprar, así que no trabajes, no escribas, para las máquinas: hazlo para los seres humanos de carne y hueso; te lo recompensarán

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