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Storytelling y marketing de contenidos: ejemplos de antes de internet

Voy a decirlo de una manera sencilla, quizás molesta para algunos: creen que descubrieron el agua tibia o, si lo prefieres, que inventaron la rueda. En esta época del año, cuando se acerca la Navidad y muchos hacen balances, mientras otros realizan proyecciones, nos quieren ver la cara de tontos: “Storytelling y marketing de contenidos serán las tendencias clave para 2021”, dicen.

Una de las mentiras que nos quieren vender desde hace unos 15 años es aquella de que el mundo cambió por cuenta de las redes sociales. Y no es así. Antes de que las redes sociales ya vieran la luz del sol ya existía internet, como también mi querido amigo Mr. Google, creado en 1998. Y, de la misma manera, el storytelling y el marketing de contenidos surgieron mucho mucho antes.

Ahora, en este insólito 2020, en el que pandemia nos cambió las rutinas y nos obligó a encarar la vida de una manera diferente, con nuevos hábitos y comportamientos, también nos dicen que fue “el resurgir” de estas dos poderosas herramientas. Y tampoco es cierto: siempre estuvieron ahí, solo que muchos, la mayoría, les hizo el feo, las consideró marginales hasta que llegó el COVID-19.

La realidad es que, en medio de la crisis, hubo quienes se acordaron de estas viejas y poderosas estrategias, a las que habían confinado en el cuarto de san Alejo. Y lo hicieron no por convicción, sino por estricta necesidad, por exigencia del mercado, en virtud de que se dieron cuenta de que, con sus puertas cerradas y los clientes confinados, habían perdido la conexión con estos.

Hay quienes argumentan, por ejemplo, que la pintura rupestre característica de la prehistoria es una forma primaria de storytelling. Y hay documentación confiable que revela que las empresas utilizan esta estrategia desde finales del siglo XIX. Mientras, el marketing de contenidos, como una serie de acciones encaminadas a interactuar con el mercado, data al menos de mediados de los 80.

Entonces, no, ni el storytelling, ni el marketing de contenidos son tendencias y, mucho menos, una novedad. Y tampoco se impusieron por la crisis provocada por el COVID-19. Y tampoco tienen como finalidad “vender más”, como lo podrás comprobar con los ejemplos que voy a reseñar a continuación y que te permitirán entender mejor cuáles son los superpoderes de estos recursos:

1.- John Deere, el pionero.
En 1895, un año antes del fallecimiento de su fundador, la empresa John Deere comienza a publicar la revista The Furrow, con el eslogan “Una revista para el agricultor estadounidense”, en tiempos en los que los campesinos de ese país comenzaban a adquirir maquinaria agrícola. El éxito de la publicación radicó en que rompió con el esquema de los catálogos de productos tradicionales.

Con gran visión, John Deere diseñó una revista con contenido de valor para los granjeros y contrató periodistas y dibujantes para crear un producto completamente distinto a lo que había en el mercado. Los artículos brindaban soluciones a problemas básicos de los granjeros, como estrategias para combatir las plagas o cómo mejorar la productividad con máquinas John Deere (claro).

A diferencia del resto de publicaciones de la época, The Furrow no estaba destinada a vender, sino a educar a los usuarios, a brindarles soluciones efectivas para problemas cotidianos, a darles consejos útiles para ganar más dinero. Por supuesto, aquellos que no tenían maquinaria de John Deere no demoraban en comprarla y, entonces, se cerraba el círculo exitoso de la estrategia.

En 1912, el tiraje de la revista alcanzó la increíble cifra de 4 millones de ejemplares. Actualmente, según la web de la marca, se distribuye en 115 países, en 14 idiomas, lo que la ubica como la publicación agrícola con mayor circulación. Además, tiene una versión en español, titulada El Surco, que circula en Latinoamérica. Cumplió 125 años y ahora también está presente en internet.

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2.- La Guía Michelin y sus estrellas
No mucho después, en 1900, y del otro lado del Atlántico, en Francia, surgió la famosa Guía Michelin. Este es un producto bien interesante, porque surgió como una guía de carretera que les brindaba a los viajeros consejos para el mantenimiento de los neumáticos y los autos, así como información de servicios como mecánicos, médicos, restaurantes y curiosidades. Era gratuita.

La historia registra que la primera edición contenía 400 páginas y tuvo un tiraje de más de 400.000 ejemplares, algo insólito para la época. Más tarde, en 1920, en virtud del éxito de la publicación, pues todos los conductores franceses querían tenerla en su vehículo, la guía dejó de ser gratuita. En contraprestación, se agregó contenido relacionado con restaurantes y atracciones turísticas.

Hoy, cuando los medios de comunicación intentan cobrar por su contenido, con resultados muy discretos, la Guía Michelin completó un siglo vendiéndose entre los usuarios de 90 países. La publicación cuenta con 14 ediciones que brindan información de carreteras y restaurantes de 23 países, además de artículos de interés de su público objetivo, como entrevistas y, claro, recetas.

Además, está la Guía Michelin con una versión digital con versiones tan variadas como Estados Unidos (Nueva York, Chicago, California y Washington), Brasil, China, Hong Kong, Japón, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, Tailandia y Europa (prácticamente todos los países). Y cada año se publica la guía que designa los mejores restaurantes del mundo, que goza de gran prestigio y credibilidad.

3.- Bimbo, el osito querendón
Creada a comienzos de diciembre de 1945, tan solo tres meses después de que se acallaron los cañones de la Segunda Guerra Mundial, el hoy llamado Grupo Bimbo, la panificadora más grande del mundo, también se apalancó en el storytelling y el marketing de contenidos. La empresa fue creada en Ciudad de México en una época en la que el pan no era parte de la dieta habitual.

El Super-Pan Bimbo, el primer producto masivo de la marca, fue promocionado en los principales diarios de la capital mexicana, en una agresiva campaña publicitaria destinada a destacar sus beneficios. “¡Bimbo llega a usted siempre fresco!” o “Un pan moderno para una vida mejor” eran algunos de los mensajes con los que se pretendía incentivar el consumo en los hogares aztecas.

“¡Qué rico!… ¡Sí, qué bueno!… ¡Delicioso! Estas serán las aclamaciones de los niños y de todos en cuanto usted, señora, les ofrezca pan Bimbo. Y es que Bimbo, por la riqueza de sus ingredientes puros y su cuidadosa elaboración, resulta más apetitoso”, es el texto de uno de los avisos. Sin embargo, la novedosa estrategia de comunicación de la marca ofreció otros bocadillos deliciosos.

Lorenzo Servitje, fundador de la empresa, creó un programa de radio llamado Revista Radiofónica Bimbo, en el que se recreaban las historias del osito Bimbo, la mascota de la marca. De esta forma, fue más fácil llegar al público infantil, a través de relatos con alto contenido educativo y recreativo. En los últimos tiempos, logró hitos de audiencia con comerciales de televisión muy creativos.

4.- Chocolatinas Jet, un álbum, una aventura
En el transcurso de las últimas seis décadas, varias generaciones de colombianos crecimos no solo saboreando las icónicas Chocolatinas Jet, sino también aprendiendo con las láminas incorporadas en el empaque, que podían coleccionarse en un álbum. El primero circuló en 1962 y su temática era la conquista del espacio, que por aquel entonces estaba en pleno furor en el planeta.

Un año más tarde apareció Auto-Jet, con la historia del automóvil y momentos memorables del automovilismo. En 1964 fue el turno de Banderas y Uniformes, un recorrido por los diferentes países para aprender de su historia a través de estos íconos culturales. En 1965, con El hombre y el mar, se centró en la evolución del transporte marítimo y la relación del hombre con el mar.

En 1968, finalmente, se estableció la línea que perduró casi 40 años: historia natural. Los animales y la naturaleza, además de datos curiosos, eran protagonistas de los didácticos textos publicados al respaldo de las coloridas láminas. En 2007 llegó El mundo de los animales, seguido de El mundo de los animales prehistóricos y en peligro de extinción (2011) y de Planeta sorprendente (2013).

En 2017, en conjunto con National Geographic y Parques Nacionales Naturales de Colombia, se creó Vive la aventura Colombia, la más reciente versión del álbum, que se puede llenar en formato de papel o virtual, a través de una aplicación digital. La educación de sus clientes, además del entretenimiento, han sido los pilares de esta impactante estrategia de marketing de contenidos.

Como ves, nada de novedad, nada de tendencia: solo creen que descubrieron el agua tibia o que inventaron la rueda, pero ni lo uno, ni lo otro. El storytelling y el marketing de contenidos están con nosotros hace décadas al servicio de quienes sabemos cuán poderosas son estas herramientas y cuál es el impacto positivo para generar una conexión con el mercado, con nuestros clientes.

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¿Debo tener una estrategia de contenidos? Sí, por estas 5 razones

“Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Varias generaciones nos criamos escuchando esta máxima cada vez que nuestras madres, especialmente, reclamaban el poder de su sexto sentido que nos prevenía de algo negativo. Una premisa que se aplica perfectamente a mi buen amigo el marketing de contenidos, al que en estos tiempos modernos de internet le faltan al respeto.

¿Cómo así? Estoy completamente seguro de que en la bandeja de entrada de tu cuenta de correo electrónico has recibido en los últimos meses al menos diez mensajes (y peco por lo bajo) en los que te alertan sobre “Las nuevas tendencias del marketing en tiempos de pandemia”. Y, como si fuera una novedad o algo reciente, nos dicen que “el marketing de contenidos llegó para quedarse”.

Sí, es cierto, llegó para quedarse. Lo que no nos dicen es que esto ocurrió hace casi 130 años. Y no fue por cuenta de una pandemia. Se considera que el primer ejemplo constatable de esta estrategia se dio por allá en 1891, en Alemania, cuando el empresario August Oetker comercializó una levadura en polvo para consumir en los hogares y utilizó el empaque del producto para publicar recetas.

El objetivo de Oetker era educar a los usuarios y ayudarles a incorporar la levadura en diversas recetas para aprovechar mejor el producto. Esta innovadora idea derivó en un libro de cocina del que se vendieron más de 19 millones de copias en todo el mundo, un gran éxito editorial. Luego, claro está, otras marcas siguieron el mismo camino y la estrategia se convirtió en algo normal.

Por la misma época, pero en Estados Unidos, la compañía John Deere, especializada en la venta de productos agrícolas, hizo algo parecido. Publicó la revista The Furrow, con consejos para que los granjeros fueran más productivos en sus labores en el campo, por supuesto enfocados para los que utilizaban maquinaria de su marca. La publicación aún existe y cuenta con 12 millones de lectores.

Como ves, no se trata, entonces, de ninguna novedad, no es un descubrimiento y el COVID-19 no tiene nada que ver con el marketing de contenidos. Lo que sí es cierto es que por cuenta de los cambios que se dieron en el mercado y, especialmente, en el comportamiento y los hábitos de los consumidores durante este 2020 esta estrategia fue la gran aliada de empresas y negocios.

¿Por qué? Primero, porque obligados a confinarnos en casa, los consumidores tuvimos que volcarnos a internet para satisfacer nuestras necesidades, incluidas las básicas. Así, por ejemplo, el teletrabajo o home work, las teleconsultas con los médicos, las reuniones virtuales con los amigos y los familiares y la educación virtual alzaron vuelo. Ya existían, pero tomaron un auge inusitado.

Y las empresas, mientras, tuvieron que echar mano de todos los recursos disponibles para llegar a los consumidores y, sobre todo, para ser las elegidas a la hora de la compra. ¿Y cuál estrategia fue la más efectiva? Sí, el marketing de contenidos. Porque, en medio del pánico y la incertidumbre, la venta directa era mal percibida: se antojaba como oportunismo, como una ventaja desleal.

Ahora, entonces, todas las empresas, absolutamente todas, incluidos los pequeños negocios y los emprendedores, requieren poner en marcha estrategias de marketing de contenidos. ¿Por qué? Porque el cliente las exige, porque el cliente quiere saber con quién trata en un mercado en el que reinan la incertidumbre y la desconfianza. Porque el marketing del siglo XXI consiste en conversar.

Lo insólito es que hoy, todavía, las empresas que utilizan este poderoso recurso son la minoría. Muy pocas. Y las razones son, como suele ocurrir, excusas fáciles: que es muy costoso, que me bastan las redes sociales, que a mis clientes no les gusta, que empleo otras estrategias que me brindan resultados, en fin. La feria de los argumentos falsos, de los mitos sin fundamento.

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Lo curioso es que cada día son más las empresas, especialmente las grandes marcas, que utilizan el marketing de contenidos para comunicarse con sus clientes. Y no porque les permita vender más, como dicen por ahí los vendehúmo del mercado, sino porque entendieron la necesidad de contar con un canal de comunicación directo con sus clientes para educarlos, nutrirlos y entretenerlos.

En otras palabras, para garantizar que permanezcan fieles a su marca, para que posen su atención en la competencia, para que no exista el riesgo de que las dejen por la competencia. A través de contenidos de calidad, estrechan el vínculo, fortalecen la confianza y fidelizan al consumidor. Y luego, claro, le venden más, pero la venta es consecuencia de los beneficios, no del contenido.

Si eres un pequeño empresario o un emprendedor, también requieres implementar, ¡ya!, una estrategia de marketing de contenidos. Especialmente si eres un pequeño empresario o un emprendedor, porque no cuentas con el generoso presupuesto de las grandes marcas, no estás en capacidad de hacer campañas de publicidad masivas para comunicarte con el mercado, con tus clientes.

Esta son 5 razones por las que sí o sí debes implementar una estrategia de contenidos:

1.- Visibilidad. Si no eres visible, no vendes. Esa es la gran verdad del marketing del siglo XXI. Y ser visible no solo es que te vean, sino que el mercado, tus clientes potenciales, sepan quién eres, qué haces, qué beneficios les ofreces, qué problema les puedes solucionar con tu producto/servicio. Ser visible consiste en destacar de la competencia, en que tu diferencial sea claro y notorio.

2.- Posicionamiento. Es el paso siguiente. Cuando ya el mercado sabe qué haces y cómo se puede beneficiar con ello, llega el momento de elegir la mejor opción. Porque, por supuesto, no eres el único del planeta que ofrece lo mismo: hay decenas, cientos. Y algunos muy buenos. Entonces, requieres que el mercado conozca tu propuesta de valor, que sepa que en verdad eres su mejor opción.

3.- Confianza y credibilidad. Una vez que el mercado te vio y que sabe qué haces y qué le ofreces, tu tarea consiste en establecer una relación que permita realizar un intercambio de beneficios. Eso solo lo consigues si esas personas confían en ti, si creen en tu propuesta, si te perciben como alguien que tiene el genuino propósito de ayudarlas. Sin confianza y credibilidad, ¡no vendes!

4.- Nutrir, educar, entretener. Una creencia equivocada que está muy arraigada en el mercado es aquella de que el consumidor se conecta a internet “para comprar”. No, no es cierto. La mayoría de las personas lo hacen para distraerse, primero, y para informarse, después. Por eso, entonces, debes producir contenido de calidad para convertirte en esa opción; luego podrás venderles.

5.- Fidelización. La clave del éxito de un negocio no radica en venderle algo a una persona, sino en que esa persona compre una y otra vez, con más frecuencia y productos o servicios de mayor valor. ¿Cómo hacerlo? Es posible cuando lo enamoras de tu marca, cuando le demuestras tu interés después de la venta, cuando no lo abandonas, cuando lo encantas a través de las historias.

La buena noticia, una excelente noticia, es que la tecnología hoy nos brinda numerosas y poderosas herramientas para generar contenido. Puedes crear una web, un blog, un pódcast, un canal de videos, utilizar las redes sociales o, lo mejor, una estrategia combinada. Y puedes elegir el formato que más te guste, en el que te sientas más cómodo. La clave es el valor del contenido.

“Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Con casi 130 años al servicio de los negocios y las marcas, el marketing de contenidos es tu aliado más poderoso. Si decides no utilizarlo, sea cual fuera el motivo, se reflejará en tus resultados, que serán pobres. Recuerda: el marketing del siglo XXI consiste en conversar y, por otro lado, la gente se conecta a internet para informarse y distraerse.

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¡Hola, mundo!, te presento mi página web (¡qué emoción!)

Decírtelo de otra forma sería mentirte: a escribir se aprende escribiendo. No hay fórmulas, no hay secretos, mucho menos hay magia. En el mercado escucharás versiones distintas, y contrarias, que las respeto, pero no las comparto. Y no significa, tampoco, que posea la verdad absoluta, que no existe: es solo el resultado de mi experiencia, de una trayectoria profesional de más de 33 años.

Una de las situaciones que más curiosidad me causa es que haya tantas personas que sueñan con aprender a escribir, con publicar un libro o, simplemente, con mejorar su redacción para escribir un correo electrónico, o un informe en su trabajo. Sin embargo, la gran mayoría de esas personas se queda en el sueño, nunca avanza, nunca escribe. Es probable, quizás, tú sea una de ellas.

Lo que más tristeza me da es que a medida que pasa el tiempo, que llegan a esa etapa en la que la vida les da la posibilidad de hacer lo que quieren, y que tienen tiempo para hacerlo, se niegan la oportunidad de escribir. Es, entre otras razones, por aquella creencia de que “loro viejo nunca aprende a hablar”. Pero, claro, ya sabemos que sí aprende y, además, tú no eres un loro.

Comunicarnos a través del lenguaje escrito o hablado no es, como creen tantos, un don o un privilegio que la vida nos regaló a unos pocos. En términos tecnológicos, se trata de programas que todos traemos configurados de oficio, como el navegador en tu computador, como la conexión a wifi de tu celular. La diferencia radica en que solo unos pocos le sacamos provecho.

Veámoslo del siguiente modo: si quieres aprender a jugar tenis, ¿qué haces? Acudes a una academia especializada y te pones a órdenes de un instructor. Y tomas clases y practicas por unos meses, hasta que cumples el objetivo. Y no estás pensando en ser el nuevo Roger Federer, ni un profesional: solo quieres practicar un deporte y este te parece agradable y lo disfrutas. ¡Perfecto!

Si quieres aprender a cocinar, ¿qué haces? Es posible que vayas a donde la abuela y le pidas que te transmita su sabiduría y su pasión por la buena comida y que durante un tiempo estés a su sombra aprendiendo. O quizás sea una amiga la que te pueda enseñar. O desde hace unos años se puso de moda tomar cursos en alguna escuela especializada o, inclusive, vía internet, a través de videos.

Podría darte muchos otros ejemplos similares, pero sé que estos dos son suficientes. Y también estoy seguro de que hallarás al menos tres coincidencias fundamentales. La primera, que son actividades que cualquier persona puede realizar: nadie requiere un don especial para ser un tenista amateur o para cocinar su propia comida o la de su familia. Todos podemos hacerlo.

La segunda, que surgen de sueños que muchos acuñamos. Quizás no sea jugar tenis, sino bolos o golf. Quizás no sea cocinar, sino aprender un segundo idioma o de fotografía. Son actividades que están conectadas con nuestras aficiones, con nuestras pasiones, actividades que nos brindan placer y nos ofrecen la posibilidad de aprovechar aquello que la vida no regaló: dones y talentos.

La tercera es que para que ese sueño sea realidad requieres dos condiciones: ponerte en manos de un experto idóneo, que además de conocimiento tenga la capacidad de enseñarte (no todos podemos hacerlo) y la vocación de servicio para hacerlo. Y, por otro lado, practicar. Aprender y practicar, aprender y practicar, una y mil veces. No hay fórmulas, no hay secretos, no hay magia.

Por eso, justamente por eso, me di a la tarea de crear CarlosGonzalezCopywriter.com. Quiero ser el maestro que te permita cumplir el sueño de aprender a escribir. Quiero que te des cuenta de que tienes todo, absolutamente todo lo necesario para escribir, que de ninguna manera significa ser un novelista, o vivir de ello, o publicar lo que escribes. Es, nada más, darte el placer de escribir.

Seguramente, uno de los motivos que te detiene para empezar a escribir es aquel mito (mentira) de “para escribir bien hay que leer mucho”. No voy a profundizar ahora en este tema, pero te puedo decir que es una falacia y soy prueba de ello: puedo ser el mejor escritor que menos libros ha leído en la historia de la humanidad. Soy pésimo lector, pero sin duda soy un excelente escritor.

Otro mito común es aquel de “Quiero escribir, pero no tengo tiempo”. La verdad, la única verdad, es que siempre hay tiempo. Como hay tiempo para dormir, para ver televisión o series de Netflix, para salir a tomar cerveza con los amigos o, simplemente, para ir a mirar vitrinas en el centro comercial. Si quieres, puedes; si de verdad quieres, encontrarás el tiempo. Si de verdad quieres…

La realidad, lo que el mercado me enseñó, es que las personas no se lanzan a escribir básicamente por dos razones: por las creencias limitantes y porque no encontraron al maestro idóneo para enseñarles y, sobre todo, para motivarlos. Si me lo permites, ese quiero ser yo. Porque, créeme, dentro de ti, dentro de todos los seres humanos, hay un buen escritor en potencia. ¡Sácalo!

Tengo que decirte, así mismo, que será tan fácil (o tan difícil) como tú quieras: a escribir se aprende escribiendo. Es decir, si no practicas cada día, aunque sea 5-10 minutos, nunca vas a desarrollar la habilidad, nunca crearás el hábito. Y escribir, mi querido amigo, es una habilidad, es un hábito. Porque, te lo repito, no hay fórmulas, no hay secretos, no hay magia. ¡Y tú puedes!

De otro lado, si eres el dueño de un negocio o un emprendedor y no te animas a producir contenido, tengo malas noticias para ti: estás condenado a desaparecer. Aunque tu producto o servicio sean buenos, aunque en verdad poseas conocimiento de calidad, aunque tengas el ferviente deseo de compartirlo con otros. Si no creas y publicas contenido, ¡no venderás!

Y negocio que no vende, desaparece. ¿Por qué? Porque la magia del éxito en los negocios hoy, dentro o fuera de internet, es ser visible. Si no eres visible, ¡no existes! Y más en circunstancias como las actuales, en las que tantas personas pierden su trabajo o su fuente de ingresos y ven en un negocio la posibilidad de generarlos. La competencia es feroz y hay muy buena competencia.

Por eso, entonces, tienes que diferenciarte, destacar en medio del tupido bosque, posicionarte como la mejor opción para aquellas personas que enfrentan el problema que tú puedes solucionar, que padecen el dolor que tú puedes calmar. Y no se trata de crear perfiles en las redes sociales y publicar videos, o hablar de ti y de tus hazañas, de seguir a los referentes del mercado.

¿Es posible para un negocio o emprendedor vender sin producir contenido? Sí, es posible. Pero, es más difícil, más lento y, sobre todo, más costoso. Seth Godin, el autor de La vaca púrpura y otros libros fantásticos, dice que “El único marketing que existe es el marketing de contenidos”. No sé si eso sea estrictamente cierto, pero sí puedo decirte que sin contenido tu marketing cojea.

Hoy, en el siglo XXI, hacer marketing, marketing del bueno, consiste en crear una audiencia (comunidad) y conversar con ella, interactuar con ella, compartir con ella, intercambiar beneficios con ella. Y eso solo lo puedes hacer a través de contenido: un blog, videos, pódcast, webinarios, transmisiones en vivo, eventos presenciales o virtuales, revistas digitales y otros formatos más.

Una estrategia de marketing de contenidos que se ajuste a tus necesidades, que te permita conectar con tus clientes y conversar con ellos es el complemento ideal, y necesario, de tus otras estrategias de marketing. Y tú puedes disponer de una efectiva, si me lo permites. Esa es la razón por la cual se creó CarlosGonzalezCopywrier.com, para satisfacer esa necesidad del mercado.

Me alegra mucho, y me entusiasma mucho, que hayas llegado hasta acá, que me hayas descubierto en medio de ese espeso bosque de copywriters del mercado. Mi promesa es que, si quieres hacerlo por ti mismo, yo te enseño a escribir y a transmitir tu mensaje; o si, por el contrario, buscas a alguien con el conocimiento y la experiencia, yo puedo hacerlo por ti.

Este es solo el comienzo y lo sé, porque la vida me lo enseñó, lo mejor está por venir. Además, y esta página web es clara muestra de ello, los sueños sí se cumplen si haces lo necesario. Mi invitación es que te des una oportunidad, que despiertes a ese buen escritor que hay en ti y empieces a compartir tu mensaje con el mundo. La recompensa, créeme, es maravillosa.

¡Bienvenido y gracias por estar acá!

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Servicios: esto es lo que ofrezco para ti y tu negocio

La primera vez que fui consciente de que tenía que dejar las excusas y ponerme a trabajar en la tarea de crear mi propio negocio fue en el año 2017, con ocasión de Comando Secreto, el grupo élite de emprendedores creado por Álvaro Mendoza y Gus Sevilla. Estaba en el salón Dragonera del Barceló Bávaro Resort, de Punta Cana (República Dominicana), con otros 15 emprendedores.

Era la primera vez que clientes de mi amigo Álvaro Mendoza conocían la verdad. ¿A qué me refiero? A que descubrieron quién era la persona que estaba detrás del contenido que se publica en el blog de MercadeoGlobal.com y de otros productos de su estrategia de marketing de contenidos como la revista, cartas de ventas, libros, e-books o scripts de videos, entre otros.

La clave de lo anterior radica en la palabra descubrieron. ¿Por qué? Porque todos, absolutamente todos, estaban convencidos de que era el propio Álvaro el que generaba tal contenido. Que así fue durante mucho tiempo, durante muchos años, pero desde octubre de 2016 me invitó a ser el director del marketing de contenidos de su negocio y hoy continuamos con esa genial labor.

Sucede que las personas desconocen que detrás de una gran figura, como Álvaro Mendoza lo es en el marketing y los negocios, hay un equipo. Grande o pequeño, pero siempre hay personas que brindan apoyo, que cumplen labores que ese líder no está en capacidad de llevar a cabo o que elige delegar en otros profesionales especializados, como es mi caso con los contenidos.

Si bien para esos emprendedores que durante años habían seguido a Álvaro, que habían comprado algunos de sus productos y que eran (son) fieles seguidores de sus publicaciones esto supuso una pequeña decepción, fue algo fugaz. Después se despertaron la curiosidad y el interés por conocer del tema, por entender cómo funciona una estrategia de marketing de contenidos.

Y fueron ellos, precisamente, los que me impusieron el reto. “Tienes que crear tu curso”, “Tienes que montar una página web”, “Debes tener tu propio negocio”, me dijeron. “Sí, en algún momento se dará”, les respondí, aunque honestamente en ese momento no tenía le menor intención de hacerlo. Sin embargo, en su infinita sabiduría, la vida le condujo por ese camino y aquí estamos.

Durante un año, había disfrutado la divertida experiencia de ser un ghostwriter o escritor fantasma, como se llama a las personas que, tras bambalinas, producimos contenido a nombre de otros. Que es una práctica antigua y muy utilizada en los medios de comunicación o en la política. Porque, por supuesto, no creerás, por ejemplo, que un presidente escribe sus propios discursos.

Él fija los lineamientos, señala las ideas que se deben destacar y luego pone la cara, pero tras él hay un equipo de personas que lo escribe, edita y ajusta. El caso es que después de Comando Secreto, aunque seguí (y sigo) ejerciendo esa labor, ya no era invisible. Y comenzaron a aparecer personas, amigos y clientes de Álvaro, que mostraron interés en que colaborara con ellos.

Por diferentes razones, con algunos se pudo y con otros, no. Es la dinámica del mercado. Lo cierto es que con cada uno de ellos viví una enriquecedora etapa del proceso que me permitió consolidar mi trabajo, explorar nuevas opciones y abordar temáticas inéditas. Aprender, poner en práctica y avanzar, una y otra vez, hasta conseguir aterrizar el portafolio de servicios que hoy te ofrezco.

El primer producto que pongo a tu disposición es el curso ‘A escribir se aprende escribiendo’, que de una u otra forma es la razón de ser de todo esto. Una aventura que comenzó de carambola cuando, por allá en febrero de 2019, los miembros del Círculo Interno, la comunidad privada de Álvaro Mendoza, me lo pidieron después de que les dictara una charla sobre copywriting.

Durante 36 horas a lo largo de 12 semanas, te llevo por el apasionante camino de aprender a escribir textos persuasivos. Que no son solo para vender, que no son solo para emprendedores o dueños de negocio, sino para cualquier persona que desee transmitir un mensaje poderoso y generar un impacto positivo en otros. Y aprender a escribir es desarrollar una habilidad y crear un hábito.

Consta de 12 sesiones grupales en vivo, vía Zoom, una a la semana, que podríamos denominar clases teóricas, pero que también incorporan mucho de práctica, de ejemplos. Y, adicionalmente, sesiones individuales de una hora con cada discípulo, estilo coaching uno a uno. Es un espacio extremadamente enriquecedor porque apunta directamente a las necesidades de cada persona.

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El segundo producto es el curso ‘Avatar: del amigo imaginario al cliente real’, que también surgió en el seño del Círculo Interno de Álvaro Mendoza. Definir adecuadamente el perfil del cliente ideal o avatar es una de las tareas más difíciles para un emprendedor y, tristemente, una de las razones por las cuales sus negocios fracasan al cabo de uno o dos años: no logran conectar con el mercado.

La definición, sin embargo, es solo el comienzo. En el curso aprendes cómo lograr que ese perfil frío se transforma en un ser humano real, uno con el que puedes conversar e interactuar y, lo mejor, uno que te permite conversar e interactuar con tu audiencia y con tus clientes. Una vez aprendes a hacerlo, créeme, tu relación con el mercado cambiará. ¡Y tus resultados, también!

Consta de cuatro sesiones grabadas, de dos horas cada una, con todo el contenido que necesitas para crear el perfil de tu avatar (el amigo imaginario) y convertirlo en un cliente real. Además, cada semana se realiza una sesión de preguntas para resolver dudas, responder interrogantes y trabajar en vivo y en directo en los casos de los discípulos. ¡No te lo puedes perder!

Una adecuada estrategia de marketing de contenidos dejó de ser un lujo y se convirtió en una obligación para aquellos negocios o emprendedores que deseen ser exitosos (es decir, vender más y conectar con sus clientes). Ya no es una opción porque solo a través de contenido de valor puedes cumplir con los requisitos indispensables hoy: ser visible, ser reconocible y posicionarte.

La gran ventaja del marketing de contenidos es que se trata de un fabuloso kit de herramientas, pero no las necesitas todas: eliges la que más te guste, la que más se ajuste a tu estilo, la que mejores resultados te ofrezca. Eliges entre aprender cómo crearla, estructurarla y ponerla en práctica y hacerlo tú mismo o dejarme que yo lo haga por ti. ¡Seremos un equipo invencible!

Una de las herramientas poderosas del marketing de contenidos son las cartas de ventas. Y te confieso una anécdota: la primera que Álvaro Mendoza me pidió que le ayudara con una de ellas, mi respuesta fue una pregunta: “¿Qué es una carta de ventas?”. No tenía ni remota idea, jamás había oído ese término. “Si me muestra un modelo o me dice cómo hacerlo, probamos”, le dije.

Me mostró algunas cartas de ventas que él había escrito, algunas de sus discípulos y clientes y me compartió su estructura de 12 pasos. ¿El resultado? Hoy este es un producto de mi portafolio y ya tuve la oportunidad de escribir algunas, no solo para Álvaro, sino también para otros clientes. ¿Las necesitas? Sí, especialmente si lo que ofreces es un producto o un servicio de alto valor.

El quinto producto que te ofrezco es el email marketing. La más antigua y poderosa herramienta del marketing de respuesta directa, la misma a la que tantas veces le prepararon el entierro y la velaron, pero que cada día cobra más fuerza. ¿Por qué? Porque es el canal de comunicación directo con cada uno de tus clientes, y debes usarlo, aunque también implementes otros canales.

Escribir un buen email es realmente sencillo, pero para la mayoría de las personas es una ciencia oculta. Y lo compruebo cada día, cuando abro mi bandeja de correo y encuentro una cantidad de mensajes ridículos, grotescos o, simplemente, vacíos. Te enseño cómo escribirlos con impacto o, si lo prefieres, diseñamos una estrategia y yo la escribo por ti. Ah, pronto también daré un curso del tema.

Ahora es el turno de mi querido y fiel storytelling, al que tantos pregonan como el mejor vendedor del mundo, cuando en realidad no lo es. ¿Por qué? Si eres de los que creen que una buena historia o un buen artículo de tu blog venderán por ti, estás equivocado. Lo que vende, en realidad, es el marketing que estás en capacidad de hacer, el conjunto de tus estrategias de marketing.

Entre las cuales están, por supuesto, el email marketing, el marketing de contenidos y el storytelling. Este es un tema del que escribiré en profundidad próximamente. Por lo pronto, te ofrezco la asesoría para que comprendas la importancia de las historias, cómo ellas pueden ayudarte en tu negocio y cuál es la estructura básica para que comiences a crearlas y contarlas.

Por último, puedo crear para ti los e-books o lead magnets que te ayuden en tus estrategias y que son fundamentales en tus embudos de ventas. ¿Por qué los necesitas? Porque en el marketing del siglo XXI antes de pedir algo, antes de pretender vender, tienes que dar algo gratis, tienes que aportar valor. Y nada mejor que contenido gratuito y de calidad en formado e-book o reporte.

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