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Tu historia, clave de la confianza, es el pilar de tu relación con otros

La confianza se ha convertido en un término recurrente que aparece por doquier. Y se lo utiliza de manera indiscriminada, con una diversidad de acepciones que, a veces, son contradictorias. El diccionario lo define, en primera instancia, como “Esperanza firme que se tiene de alguien o algo” o también como “Seguridad que tiene alguien de sí mismo” y, por último, “familiaridad”.

Es decir, hay una confianza que se tiene, una confianza que se da y otra confianza que se recibe. Por eso, la generalización puede inducirnos a un error, que por cierto es muy común. Y este es uno de los términos más estudiados en la sicología, que en su intento por aclarar a veces confunde más. ¿Por qué? Se refiere a diversos tipos de confianza cuyas fronteras son, digamos, difusas.

Estos son algunos de los tipos de confianza definidos:

1.- La confianza en los demás. Es la que actúa como pegamento o como repelente en las relaciones con otros, a partir de las interacciones. Surge de nuestra naturaleza de seres sociales

2.- La autoconfianza. Que suele confundirse con autoestima. Se refiere a la valoración de uno mismo respecto a su capacidad para desempeñar una tarea y llevar a cabo un objetivo

3.- La falsa autoconfianza. Es esa confianza que se expresa externamente, pero no se siente internamente. Se utiliza, por lo general, como una máscara, como un mecanismo de defensa

4.- Confianza conductual. Es la capacidad para actuar en función de las circunstancias, para responder a ellas y tomar las decisiones adecuadas para superar las dificultades

5.- Confianza emocional. Se relaciona con la adecuada gestión de las emociones propias y para interpretar y entender las ajenas. En la práctica, se manifiesta como una habilidad

6.- Confianza espiritual. Se refiere a la fe que tenemos los seres humanos en el entorno, en lo que nos rodea y en el contexto en el que nos movemos. Es también la creencia en algo superior

7.- Confianza simple. Según algunos expertos, este tipo de confianza es innata, la traemos con nosotros en la configuración original. Es total y completa, como la confianza en tu mamá

8.- Confianza alimentada. Distinta de la anterior, surge a partir de las experiencias que vivimos, del aprendizaje de las interacciones con otros y con el entorno. Puede moldearse o desaparecer

Ahora, en función de a quién le preguntes, de qué fuente consultes, encontrarás otras más. Y eso, precisamente, es lo que hace que la confianza, un valor básico, se haya convertido en algo trivial. En este caso, como en muchos otros, lo crucial es regresar a los fundamentos, a los pilares, y recuperar la esencia. Una tarea que, sin embargo, en la práctica no es tan sencilla como parece.

¿Por qué? Porque la confianza es una percepción. Es decir, por más que la sicología o alguna otra ciencia se dé a la tarea de definirla, nunca habrá una definición única. El problema es que el grado de confianza se basa en una expectativa, es decir, en la respuesta que esperamos de alguien o de algo. Y, seguro lo sabes, casi nunca se cumple y se transforma, más bien, en decepción o desilusión.

“Si a las personas les gustas, te escucharán, pero si confían en ti, harán negocios contigo” – Zig Ziglar

“No me molesta que me hayas mentido, me molesta que a partir de ahora no pueda creerte” – Friedrich Nietzsche

“La confianza del inocente es la herramienta más útil del mentiroso” – Stephen King

“La mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiando” – Ernest Hemingway

“Se necesitan 20 años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla” – Warren Buffett

“Cuando la confianza es alta, la comunicación es fácil, instantánea y efectiva” – Stephen R. Covey

“Es la confianza mutua, más que el interés mutuo, la que mantiene unidos los grupos humanos” – H.L. Mencken

“Aprender a confiar es una de las tareas más difíciles de la vida” – Isaac Watts

“La confianza se crea cuando alguien está vulnerable y no se saca provecho de ello” – Bob Vanourek

“Confiar es difícil. Saber en quién confiar, incluso más” – Maria V. Snyder

¿Cómo te parecen estas frases? ¿Te identificas particularmente con alguna? Lo que me gusta es que tras bambalinas todas esconden el poder de la confianza. ¿Sabes cuál es? Que esta capacidad está determinada por las experiencias vividas. Cuanto más te traicionan, cuanto más te defraudan, cuanto más te rompen el corazón, cuando más te decepcionan, más difícil es volver a confiar.

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Esa es una realidad irrefutable a la que nos enfrentamos cada día en distintos ámbitos. En especial, en el de las relaciones con otros, bien sean relaciones personales, sentimentales o de negocios. En este último escenario, la confianza del consumidor, del cliente potencial, está dinamitada por cuenta de los vendehúmo, de los que se dedican a engañar a los que confían ingenuamente.

El problema, porque ya sabes que siempre hay un problema, es otro, sin embargo. Es decir, el problema no es la creciente desconfianza del mercado, sino que para establecer relaciones la confianza es indispensable. Sin confianza, no hay relación posible. Entonces, no queda otra opción que luchar contra la corriente y, en especial, mostrarle al mercado que eres alguien confiable.

El principal obstáculo que una marca (empresa o persona), un negocio o un profesional que desea vender un producto o un servicio enfrentan a la hora de ofrecerlo al mercado es la desconfianza. Un obstáculo que muchas veces, la mayoría de las veces, intentamos eludir, hacemos caso omiso de él. Y, entonces, nos lanzamos a la venta, como si nada, como si existiera un lazo de confianza.

¿El resultado? Rechazo total, por supuesto. Como cuando en la calle o en el transporte público abordas a un desconocido e intentas comenzar una conversación. Alguno te seguirá la corriente por un tiempo, pero la mayoría activará las alarmas y elevará las barreras. Es una reacción natural, casi espontánea e inevitable, a la falta de confianza, la respuesta al temor a ser engañados.

La dificultad para confiar en otros radica en que nos exige abrirnos, ser auténticos y bajar las barreras que utilizamos como mecanismo de defensa. El resultado de esa apertura es que nos sentimos vulnerables, expuestos a que alguien se aproveche de nosotros. Y sucede, por supuesto: aprovecharse de la necesidad, del dolor o del deseo de otros es algo normalizado hoy.

Dado que es una percepción, la confianza nada tiene que ver con tus bienes materiales, con el cargo que ocupas, con el dinero que atesoras, con el estilo de vida que te das. ¡Nada que ver! En estos tiempos modernos, esas posesiones son más bien fuente de desconfianza. Sin embargo, son muchos los que apelan a esto para tratar de generar una conexión con el mercado, con otros.

Y es posible que lo hagan con aquellos que se identifican con esto, pero ese siempre será un vínculo débil. De esos que se rompen fácilmente, de los que no están respaldados por el respeto y la lealtad. Pero no solo eso: también se requiere que el vínculo sea alimentado y fortalecido en el tiempo, a través de múltiples interacciones, para que eche raíces firmes, profundas.

Para que la confianza sea real, verdadera, debe estar soportada en tres pilares:

1.- Empatía. Que va mucho más allá de la idea común de “ponerse en los zapatos del otro” y se manifiesta en la comprensión profunda de su problema, de su necesidad. Comprensión que se da a partir de la escucha activa que permite establecer una conexión emocional que supera la barrera de las diferencias (creencias, experiencias, expectativas, miedos, objetivos, conocimiento).

2.- Autenticidad. Que, seguro lo entiendes, está relacionada con la vulnerabilidad. Es la razón por la cual tantos eligen utilizar máscaras o asumir actitudes postizas que les permitan encajar en lo que es socialmente conveniente. Ser auténtico no solo es mostrarte como eres (en especial en lo relacionado con defectos o carencias), sino de manera especial ser fiel a tus principios y valores.

3.- Lógica. Un aspecto que casi nunca se considera, pero que es infaltable. ¿Por qué? Porque los seres humanos, todos, somos una dualidad (lógica/emociones, mente/corazón). Requerimos el concurso de la lógica principalmente a la hora de tomar decisiones, pero también cuando debemos justificar alguna reacción o un comportamiento que no esté bien visto, que genere rechazo.

Cuando confías en alguien o, por ejemplo, en un animal, lo haces porque sientes que no te hará daño, que será gentil, que te retribuirá. Sin embargo, olvidamos esto cuando nos relacionamos con el mercado, con un cliente potencial: asumimos que entiende, que sabe que tenemos o que somos la solución a su problema, y no es así. Sin que exista un vínculo de confianza, no es así.

Moraleja: al mercado, a todos y cada uno de tus clientes potenciales, no le interesa lo que tienes, lo que ofreces. Aunque sea la solución a su dolor o la satisfacción de su deseo. No le importa porque en un mercado en el que la demanda supera a la oferta, lo puede conseguir con alguno otro. ¡Esa es la realidad! Si alguien más le brinda laconfianza que requiere, ¡se olvidará de ti!

Tu primera tarea, primordial e inaplazable, es establecer un vínculo de confianza y credibilidad con el mercado. Mientras no lo hagas, serás ‘más de lo mismo’ y despertarás objeciones (recuerda el componente lógico). Y, por supuesto, no querrán saber de ti, no te comprarán. Mientras, todo lo que hagas para crear confianza, fortalecerla y enriquecerla te brindará retornos maravillosos.

Ahora, quizás te haces la pregunta ¿cómo generar ese vínculo de confianza? La herramienta más poderosa de la que dispones para lograrlo es tu mensaje. Siempre y cuando sea auténtico, esté enfocado en ayudar a otros, en generar transformaciones positivas y construir un legado, tu mensaje es tu mejor aliado. No importa qué formato o canal utilices, sino el valor del contenido.

Hoy, por fortuna, la tecnología nos proporciona increíbles herramientas que no solo hacen que la tarea sea fácil, sino que te dan la posibilidad de obtener mejores resultados. Un pódcast, un blog, publicaciones en redes sociales, infografías, un video o un e-book son algunas de las opciones. Lo que interesa, recuerda, es el valor del contenido o, en otras palabras, el poder de tu historia.

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6 pasos para crear tu sistema de generación de contenido

¿Sabes cuál es la razón por la cual más del 90 por ciento de las personas fracasa en su intención de cumplir con los propósitos que se traza? Que no son capaces de crear un sistema efectivo que les permita obtener de manera consistente y recurrente el resultado que ansían. Una premisa que, para bien o para mal, se aplica a todo lo que hacemos en la vida.

Entiendo que eso de crear sistemas efectivos no suena divertido. De hecho, más bien, se antoja aburrido porque lo asimilamos a la rutina, a la repetición, a la disciplina. Y esta última, seguro lo sabes, lo has experimentado, no abunda. Menos en estos tiempos modernos y frenéticos, en los que los seres humanos asumimos la vida como una competencia o una carrera loca.

Queremos hacer milagros a la vuelta de unos pocos clics (cuantos menos, mejor). Carecemos de paciencia y, lo peor, solo nos preocupa el resultado. Sin embargo, este es el origen del error que después lamentamos. ¿Por qué? Porque el resultado es, sí o sí, producto de lo que lo antecede, del sistema, de las tareas que cumples repetidamente y, claro, de tu disciplina.

No es que pagas tres meses en el gimnasio, vas la primera semana y luego te rindes. ¿Por qué? Acudiste sin preparación, no te asesoraste y, más bien, te diste una paliza que tu cuerpo resintió. Te duele hasta el aire que respiras y tu cerebro pide una tregua. ¿Qué pasó? Faltó el sistema para comenzar suave, para enseñarle a tu cuerpo, para crear tu propio método.

O, probablemente, comenzaste la semana con la intención de consumir alimentación más sana. Dejas de lado los ultraprocesados, las bebidas azucaradas y, el mayor sacrificio, esos chocolates que te encantan. Ah, practicas un poco de deporte. El fin de semana, sin embargo, te liberas: bebes alcohol, te das la comilona del siglo y no descansas suficiente. ¿Entonces?

Los deportistas de alto rendimiento, en cualquier disciplina, son un excelente ejemplo. ¿Qué tal la gimnasta Simone Biles? En tres participaciones en los Juegos Olímpicos, logró 7 oros, 2 platas y 2 bronces. Es la deportista más laureada de esa disciplina y una de las más destacadas de todos los tiempos, a pesar de los problemas que la mantuvieron alejada de la competencia.

Su rutina de entrenamiento incorpora lo que los especialistas llaman entrenamiento cruzado. ¿En qué consiste? Especialmente durante el verano, realiza sesiones de natación, atletismo y ciclismo. Así mismo, pasa horas en el gimnasio en entrenamientos de fuerza (flexiones, planchas), de resistencia (pesas, máquinas) y de fortalecimiento (en procura de control).

Eso no es todo, sin embargo. Para alcanzar los extraordinarios niveles de flexibilidad y de movilidad, realiza sesiones de pilates, de estiramiento estático y de estiramiento dinámico (en movimiento). Por supuesto, pasa al gimnasio a las barras de ejercicio (salto, asimétricas), la viga de ejercicio y la plataforma de ejercicios de suelo. Y, por último, la rutina de fuerza.

¿Hay más? Sí, lo que ella llama el entrenamiento silencioso, que consiste en descansar, masajes de recuperación, baños de hielo y rodillos de espuma. El objetivo no solo es recuperarse del esfuerzo, físico y mental, sino evitar lesiones. También cuida su hidratación, su alimentación y su salud mental (a través de meditación). Entrena 6-7 horas al día, con rutinas alternadas.

Lo que el público ve, sin embargo, se restringe a unos minutos durante la competencia. O, quizás, como en el caso de los Olímpicos, a 3-4 días. El resto, lo más valioso, no se ve, la gente no lo ve. Las interminables sesiones de entrenamiento, los ratos de descanso, las horas de soledad, los momentos de crisis y depresión son la parte oculta del iceberg, la masa grande.

El resultado de la competencia, que finalmente es lo que queda registrado en la historia, no es producto del talento del deportista, de un momento de inspiración o un toque de suerte. Por supuesto, el talento se requiere, la inspiración influye y la suerte ayuda, pero lo que en realidad permite alcanzar la victoria es el trabajo acumulado, el entrenamiento silencioso.

No importa si eres un deportista de alto rendimiento como Simone Biles o un abogado que prepara su alegato para un juicio, o un médico cardiólogo que se alista para una cirugía, o una profesora de ballet que entrena aun grupo de bailarinas para una presentación. Ellos también están más cerca del triunfo, del resultado positivo, en función de lo que hagan antes de.

Cuando la tarea que te propones es la de crear contenido para compartirlo con tu audiencia, con tus clientes potenciales, el entrenamiento silencioso determinará tu éxito (o tu fracaso). No es, como nos quieren hacer creer los vendehúmo o los payasos digitales, que te paras ante la cámara y ‘actúas natural’ para convertirte en una celebridad y, claro, en multimillonario.

Eso no sucede ni siquiera en las películas de ciencia ficción. Eventualmente, dado que hoy tantas personas consumen la pornobasura que hay en los medios y canales dentro y fuera de internet, es posible que un poco de vulgaridad y ordinariez te permitan atraer la atención. Sin embargo, ese ‘éxito’ será efímero y lo que hagas se olvidará rápido. ¡Nadie te recordará!

En cambio, cuando creas un sistema de trabajo y, sobre todo, cuando cumples con las rutinas del entrenamiento invisible, los resultados serán sobresalientes y, lo mejor, dejarán huella. Una huella positiva en la vida de las personas que tengan el privilegio de consumir tus contenidos. Y lo agradecerán de tantas formas como les sea posible, incluida la de recomendarte con otros.

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Si bien no hay fórmulas perfectas y tampoco existen los libretos ideales, el sistema que te llevará a obtener los resultados que esperas ya fue inventado. Como la rueda, como el agua tibia, como el pan. ¡No tienes que reinventarlo!, no caigas en la trampa de los vendehúmo y los estafadores que pululan en el mercado. Crear tu propio sistema es más fácil de lo que crees.

Si no sabes cómo hacerlo, cómo comenzar, puedes probar con estos seis pasos sencillos:

1.- Crea tu flujo de información.
La creación de contenidos es una tarea complicada cuando te abandonas a la esquiva y traicionera inspiración o cuando esperas que ChatGPT (o alguna otra herramienta de inteligencia artificial) haga tu trabajo. La fuente ilimitada de ideas está en tu cerebro y en tu corazón, en las experiencias que vives, en el aprendizaje de tus errores, en tus creencias.
La clave: mantente informado. Recuerda que “quien tiene la información, tiene el poder”

2.- Consume contenido de calidad.
Si a ChatGPT lo alimentas con basura, te arrojará basura. Lo mismo sucede con tu cerebro. Por eso, entonces, cuida la calidad del contenido que consumes, elige fuentes confiables y, sobre todo, que te aporten distintos ángulos de la realidad. No solo sigas a los referentes, pues tras bambalinas hay personas anónimas (o poco conocidas) que pueden aportar mucho valor.
La clave: sé selectivo con lo que lees, ves y escuchas porque eso determina lo que haces

3.- Diversifica lo que consumes.
Si bien hoy una de las claves del éxito en el mercado es la especialización, no puedes caer en el error de cerrarte a la banda de un solo tema. Ten en cuenta que el estándar del mercado, tristemente, es la mediocridad, así que subir el listón no solo te hará diferente, sino visible. Aprende de aquello que te permita ofrecer más opciones de ayuda a los demás
La clave: la tecnología es imprescindible, pero no te olvides de los seres humanos

4.- Consume contenido de los referentes de tu industria.
Si ellos están en la cima, si ya llegaron a donde tú quieres llegar, por algo será. ¿Cierto? Entonces, acércate a ellos, consume sus contenidos, analiza sus estrategias, descubre cuáles son sus secretos mejor guardados. Asiste a sus eventos, compra sus libros, haz sus cursos. Créeme que esa es una excelente inversión cuyos resultados disfrutarás a largo plazo
La clave: ten cuidado de no caer en la trampa de dejar de ser tú, de ser auténtico

5.- Asiste a eventos de tu industria.
El networking es una de las estrategias más efectivas para conocer el tras bambalinas de tu actividad, para descubrir cómo otros han logrado buenos resultados, para conocer nuevas tendencias y, en especial, para establecer alianzas estratégicas que deriven en un intercambio de beneficios. Ir a estas actividades te permitirá avanzar al ritmo de la industria
La clave: no se trata solo de ir y tomarse foto: participa, déjate ver muestra tu valía

6.- Crea tu propio método.
Olvídate de copiar el modelo de otros, de los referentes, de aquel que te inspira. No solo porque no es posible, sino porque además estarías renunciado a lo que te hace único, a tu autenticidad. Identifica qué los hace distintos y mejores del resto y modélalo, adáptalo a tu caso. Si algo hace falta (conocimiento, habilidades, herramientas), podrás conseguirlo después
La clave: el éxito es un rompecabezas en el que cada persona que influye en ti es una pieza

La razón por la cual la mayoría de las personas fracasa en el intento de crear contenidos de calidad es porque se encomienda a la tal inspiración a la espera de que esta les diga qué camino seguir. El camino es justo lo contrario: una vez establezcas tu sistema, una vez tengas tu método, la inspiración brotará y te brindará la posibilidad de crear lo que desees.

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¿Qué contenido publicar en RR. SS.? La respuesta te sorprenderá…

¿Eres abogado? ¿O contador? ¿O mecánico automotriz? ¿O sicólogo? ¿O administrador de empresas? ¿O ingeniero? ¿O enfermera? ¿O periodista? No importa. Se trata solo del área en el que decidiste especializarte, en la que te distingues como un experto (o, quizás, vas en camino de lograrlo). Al final, todos, sin excepción, estamos en el mismo negocio.

Sí, ya sé que no es una idea fácil de digerir a la primera. Porque, sin duda, son profesiones distintas, con campos de acción diferentes. Que requieren conocimientos y habilidades distintas, sin duda. Sin embargo, esa es solo la punta del iceberg. En las profundidades, en donde está lo que no vemos, se halla la realidad que a muchos les cuesta aceptar.

¿Cuál es ese negocio al que nos dedicamos todos? Al de establecer relaciones a largo plazo a través de las cuales se dé un intercambio de beneficios, en las que todas las partes involucradas ganen algo. Si no se establecen esas relaciones, esos lazos con el mercado y con todos y cada uno de tus clientes, tu negocio se estancará porque no venderás.

O, en el mejor de los casos, lo harás por obra y gracia del Espíritu Santo: deberás esperar a que los clientes lleguen a tu negocio, a tu emprendimiento o a tu web como caídos del cielo. Y muchos solo estarán de paso, mirarán y seguirán de largo. Es la muerte lenta de los negocios, un camino que, tristemente, muchas marcas (empresas y personas) eligen.

¿Por qué se requiere que haya una relación? Porque en el mercado reinan la desconfianza y la prevención, producto del engaño de los vendehúmo, de los estafadores que abundan en los canales digitales. La realidad es que las personas confían cada vez menos en las marcas en virtud de las experiencias negativas del pasado, de sentirse utilizadas.

¿Eso qué significa? Que los consumidores no son tontos y se dan cuenta de las intenciones veladas, disfrazadas, de las marcas. Es decir, no son ajenos a que la mayoría del contenido que publican las marcas, en especial en redes sociales, son ventas disfrazadas, mensajes que no aportan valor. Y la publicidad no es bien recibida, se acepta a regañadientes.

Recientemente, Hootsuite, plataforma de gestión de redes sociales, realizó un estudio denominado Informe del consumidor de redes sociales (Una visión definitiva de por qué la gente sigue, participa, compra y rompe con las marcas en las redes sociales). Es el fruto de 6.026 encuestas realizadas en EE. UU., Canadá, Reino Unido y Australia (rango 18-64 años).

Un rasgo interesante de la encuesta es que se consultó a personas que siguen a las marcas en las redes sociales y afirman que estos canales tienen alguna influencia en su decisión de compra. Les preguntaron acerca de su comportamiento, de sus creencias sobre las redes sociales, de por qué siguen a las marcas o comparten su contenido y de cómo reaccionan a los contenidos.

Otra conclusión que vale la pena tener en cuenta es que los consumidores afirman que saben cuándo una marca intenta engañarlos. ¿Cómo? A través de estrategias de marketing disfrazadas de altruismo, de ventas camufladas, del hipócrita apoyo a causas que son del interés del mercado, a pesar de que no las comparten: solo quieren verse simpáticas.

Una de las revelaciones que me llamó la atención fue aquella de cuáles son los escenarios en los que los consumidores son más receptivos a las marcas. Esto es importante saberlo porque derrumba ese mito (¿o bulo?) tan difundido de que las personas, todas, se conectan a internet, en especial a las redes sociales, exclusivamente para comprar.

Veamos el escalafón:

1.- Grandes eventos deportivos (mundiales, torneos de Grand Slam, Olímpicos)

2.- Eventos de cultura popular (conciertos, cine, teatro)

3.- Noticias en desarrollo (la actualidad siempre es importante)

4.- Movimientos por la justicia social (el compromiso con otros)

5.- Eventos políticos (mítines, debates)

¿Son los que te imaginabas? Probablemente, no (no todos). Lo interesante es que se demuestra que el consumidor es un ser humano común y corriente, que siente, que piensa, que se emociona, que está atento a lo que sucede a su alrededor. No es, como lo asumen muchas marcas, un número en su contabilidad o, de otro modo, una transacción.

Lo que une estos cinco escenarios, que a simple vista parecen muy distintos, es que están ligados, todos, a las emociones. También, que revelan aquellas actividades que movilizan a las personas, son aquellas de las que quieren ser parte, con las que se sienten identificadas. Y, no hay que olvidarlo, aquellas que se conectan con su propósito.

Es decir, la gente real, esos clientes potenciales que están ahí afuera, reconocen lo falso cuando lo ven. Es cierto que muchas personas caen fácilmente en las trampas, en los señuelos de los vendehúmo y de los estafadores, pero también hay muchas otras que ya no son tan ingenuas y que saben tomar sus recaudos. Y se molestan si intentas timarlas.

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Ahora, la encuesta de Hootsuite contiene una mina de oro. Sí, una veta para quienes estén en capacidad de atender y entender las necesidades reales del mercado, del consumidor, no los deseos o caprichos de las marcas. Se trata de los contenidos de las marcas que a los consumidores ‘no les importa ver’, ‘no les incomoda ver’, cuando abren sus redes sociales.

¿Te imaginas cuáles son? Veamos:

1.- Lo que les enseña o les explica algo nuevo – 56 %

2.- Lo que les hace reír – 55 %

3.- Lo que los inspira – 47 %

4.- Lo que les hace sentir algo – 36 %

5.- Lo que les atrae visualmente – 36 %

6.- Lo que les sorprende – 30 %

¿Cómo te parece? Nada que esté relacionado con la venta. Información, educación, entretenimiento e inspiración, los cuatro objetivos primordiales de una estrategia de marketing de contenidos. No es, ni mucho menos, un gran descubrimiento, sino, más bien, una validación: la gente no solo quiere comprar, quiere que las marcas la ayuden.

Y, de manera especial, que le hagan la vida más llevadera, más alegre. Que le brinden contenidos que le permita abstraerse de la realidad caótica, del estrés, de la histeria colectiva. Y, por supuesto, tampoco quiere que los mensajes de las marcas en las redes sociales se limiten a vender, vender y vender. Primero hay que dar, antes de pedir.

Según la encuesta, “los seguidores de hoy son los compradores de mañana”. El 70 % de las personas que siguen a marcas en las redes sociales tienen planes explícitos de comprarles (pronto o en el futuro), y el 59 % ya les han comprado a las marcas que siguen. Así es siempre y cuando entre el punto A y el punto B las informes, eduques, nutras, entretengas e inspires.

Lo que el mercado reclama es que a través de las redes sociales se comparta contenido de valor, único y entretenido. Eso descarta el copy + paste, así como los que los textos creados con herramientas de inteligencia artificial a partir de prompts de otros, de los que prometen el oro y el Moro y no son efectivos. Y, por supuesto, quiere contenidos personalizados.

¿Eso qué significa? Los que se conectan con aquellas actividades que las motivan, que disfrutan, que las hacen sentir parte de algo. Así mismo, los que estén realmente alineados con sus principios y valores. En últimas, lo que los consumidores les piden a las marcas es que lo que publican en redes sociales se centre más en ellos que en ellas, en las marcas.

Lo importante es que las marcas (empresas y personas) entiendan cuál es el rol que deben cumplir al ser parte del ecosistema de las redes sociales. Si una persona las sigue en estos canales, la probabilidad de que compre en el futuro es real: el 58 % de los encuestados afirmó que seguir a las marcas es parte de su estrategia para tomar decisiones de compra.

El reto para las marcas que crean y publican contenidos en redes sociales radica en establecer, con argumentos irrefutables (no  eso de ‘creo’, ‘pienso’, ‘es tendencia’), cuáles son las actividades que entretienen a sus clientes, las que los inspiran. En últimas, las que los movilizan, las que los invitan a actuar, las que generan una conexión emocional.

Esto es lo que resulta atractivo a los consumidores de la presencia de las marcas en redes sociales:

1.- Comunicarse de manera auténtica y con la que puedan identificarse – 65 %

2.- Contenidos de los inspiren – 57 %

3.- Tener un punto de vista convincente en su área de especialización – 56 %

4.- Responder a preguntas y comentarios de manera oportuna – 53 %

5.- Esforzarse porque sus contenidos sean creativos y entretenidos – 50 %

6.- Transmitir buenas sensaciones o tener una buena estética visual – 50 %

7.- Tener cosas interesantes que decir acerca del mundo y de la vida y más allá de sus productos y servicios – 37 %

8.- Mantener una presencia activa con interacción constante – 36 %

Algo más, que no puedes pasar por alto: los consumidores que siguen tu marca (empresa o persona) en las redes sociales eventualmente se convertirán en compradores. Sin embargo, no es una ecuación: la clave está en que esos seguidores, a partir de una estrategia de marketing de contenidos de nutrición, se transformen en una comunidad.

Por último: las publicaciones que más sirven para que tu prospecto deje de ser un seguidor y sea un comprador son aquellas que comparten otros usuarios. Se asume que son opiniones validadas y se les otorga mayor credibilidad y peso a la hora de tomar la decisión de compra, que a las publicaciones pagadas (publicidad) y a las orgánicas.

Moraleja: si eres una marca (empresa o persona), no importa a qué te dediques o lo que vendas (producto o servicio). Para los consumidores, tus clientes potenciales, lo que en verdad interesa en las redes sociales es que el contenido sea útil y, sobre todo, que esté conectado con sus deseos y emociones, más que con sus necesidades (o su dolor).

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¿Sabes qué es marca personal? Lo que te hace único, tu diferencial

A la sombra de internet, una enigmática tecnología que a finales del siglo XX se instaló en nuestra vida y la cambió para siempre, surgió un concepto que hoy brilla con luz propia. ¿Sabes a cuál me refiero? A la marca personal (personal branding). Llegó en silencio, pero poco a poco adquirió relevancia y ahora es uno de los pilares del éxito en la vida.

Sí, no solo en el ámbito laboral, su escenario natural, sino en la vida personal, en las relaciones y, sobre todo, en los negocios. La marca, desde siempre, se concibió ligada a las empresas, pero ya sabemos que no es algo exclusivo del mundo corporativo. De manera especial, en la era de la tecnología, en la que internet es dios, la marca personales un bien universal.

¿Eso qué significa? Que todos, absolutamente todos los seres humanos, SOMOS una marca. Y lo escribo en mayúscula para destacarlo, para que no caigas en la trampa de los vendehúmo del mercado que prometen crearte una marca personal poderosa. Son fanfarrones que, en últimas, quieren inventar el agua tibia. ¿Por qué? Porque tu marca personal ya es.

Para evitar confusiones, veamos qué es una marca personal. Por un lado, es todo lo que tú proyectas al exterior a partir de tus principios, valores, creencias, fortalezas, debilidades, miedos, sueños, conocimiento y experiencias. Por otro lado, es lo que las otras personas perciben de ti en función de las interacciones que sostienen, de la relación que los une.

En otras palabras, la marca personal es el mensaje que tú le transmites al mundo acerca de quién eres. El problema, porque siempre hay un problema, es que la mayoría de las personas no sabe esto y no trabaja su marca personal de manera consciente. Entonces, tampoco se da cuenta de que el mensaje que transmite es contradictorio, confuso o, peor, negativo.

Así mismo, dado que se trata de una percepción, cada persona con la que te relacionas tiene una idea distinta de ti como marca personal. Habrá algunas a las que les gustes, otras a las que les encantes y algunas más que, simplemente, te odiarán. Y está bien, porque la esencia de la marca personal no es caerle bien a todo el mundo, como si fueras monedita de oro.

Esa es la razón por la cual, por ejemplo, cuando somos niños, en el colegio nos hacemos amigos de unos y con otros apenas compartimos el salón de clases. Hay personas que tienen otros valores, otros principios, otras creencias, otras experiencias. Esto se repite una y mil veces a lo largo de la vida, en todos los ámbitos y, no lo olvides, no es posible evitarlo.

Ahora, también es conveniente entender que, a diferencia de lo que nos dice el mercado, la marca personal nada tiene que ver con popularidad, con ser famoso o con acumular miles o millones de seguidores en redes sociales. Es cierto que algunas celebridades son populares, famosas y son seguidas por miles, pero eso no es marca personal: es marketing.

¿Por qué? Porque son estrategias diseñadas para hacerlas ver como figuras perfectas, que logran todo lo que se proponen, que tienen el poder de superar cualquier dificultad…, en fin. Sin embargo, todos sabemos que nadie es perfecto, que todos sucumbimos a las dificultades alguna vez, que no siempre obtenemos lo que deseamos. Esas personas son marcas falsas.

Que encarnan modelos de éxito comerciales, pero irreales. Ejemplos hay muchos, en especial los patéticos influencers, deportistas, cantantes, empresarios y políticos, entre otros. Más que de marcas personales, se trata de productos comerciales tras los cuales hay cuidadosas estrategias de marketing. Son de aquellas que no dan puntada sin dedal, todo es premeditado.

Otras, en cambio, son verdaderas marcas personales que, aun sin proponérselo, inspiran a muchos otros. ¿Por ejemplo? El expresidente estadounidense Barack Obama. El mundo lo conoció como una esperanza de cambio, de reconciliación, de unión, de reivindicación. Es un orador excepcional, con gran carisma, y con principios y valores muy fuertes, muy sólidos.

Esas virtudes le permitieron ganarse el aprecio y el respeto de millones de personas no solo en los Estados Unidos, sino en todo el planeta. Y hoy, cuando está retirado de la vida pública, sigue siendo una voz autorizada y, también, una marca personal activa. A través de charlas y conferencias defiende sus ideales, promueve causas benéficas y produce un gran impacto.

Un caso parecido es el del expresidente uruguayo José ‘Pepe’ Mujica. Un tipo sencillo, con gran humildad, dueño de una infinita sabiduría popular y, también, de una sensibilidad social sin límites. Austero por convicción, se comunica más a través de sus actos que de sus palabras, que en todo caso encierran un mensaje poderoso. Un líder nato, una persona fácil de querer.

En los últimos tiempos, y más allá de ser una exitosa estrella de los escenarios, la cantante estadounidense Taylor Swift se ha revelado como una marca personal de impacto. Los valores que se le reconocen son la autenticidad, la creatividad y la empatía, principalmente. Pero no es todo: durante la campaña presidencial, tomó partido y se posicionó como una activista.

Algo importante es entender que cuando hablamos de marca personal no nos referimos a éxito profesional, a ganancias multimillonarias o a celebridad. Clara muestra de ello era la madre Teresa de Calcuta, premio Nobel de la Paz en 1979. La monja albanesa, que falleció en 1997, fue sinónimo de caridad, altruismo y coraje en virtud de su incansable labor humanitaria.

Renunció a toda muestra de riqueza material, de ostentación, y se dedicó a compartir lo que era y lo te poseía en favor de los más pobres, de los desvalidos. Fue sinónimo de bondad, de paz, de solidaridad, y fuente de inspiración para muchos en el mundo. Su marca personal era tan poderosa, tan sólida, que un cuarto de siglo después de su muerte nadie la olvida.

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Es decir, no se requiere ser multimillonario, dueño o CEO de empresas famosas, aparecer en los medios de comunicación o contar con millones de seguidores en redes sociales para ser una marca personal verdadera. Esa es una distorsión provocada por los mensajes de los medios de comunicación, que promueven estos modelos con la intención de lucrarse.

En otras palabras, la marca personal no es un privilegio de los ricos y famosos. Repito: ellos, por lo general, son marcas postizas, productos comerciales, no marcas personales. Además, no podemos olvidar que todos conocemos marcas personales poderosas, no famosas, no ricas, no celebridades, que han marcado una gran influencia en nuestra vida, que nos guiaron.

Tus padres, alguno de tus hermanos, un profesor del colegio, un amigo, un jefe o, quizás, una persona ajena a tu entorno familiar que te inspiró. Así mismo, y especialmente en la niñez y en la juventud, todos tenemos ídolos que, a través de su marca personal, dejan huella en nuestra vida. Artistas, deportistas, cantantes, escritores o, inclusive, algún amor platónico.

Ahora, veamos algunas características de una verdadera marca personal:

1.- Es sinónimo de autenticidad

2.- Es una construcción permanente

3.- Es un mensaje consciente

4.- Es el reflejo de tus valores, principios, creencias y experiencias

5.- Surge a partir del autoconocimiento, fruto de tus fortalezas y debilidades

Y la otra cara de la moneda: ¿qué NO es una marca personal?

1.- Ser famoso y reconocido a partir de logros y bienes materiales

2.- Contar con millones de seguidores en redes sociales

3.- Mostrarse como un modelo de éxito y/o perfección

4.- Practicar el falso altruismo solo para aparecer en los medios

5.- Posar de neutro: no comprometerse con causas públicas, tomar partido

Estoy seguro de que el ejemplo que voy a mencionar a continuación probablemente no sea de tu agrado, pero es innegable que encarnó un modelo de marca personal poderosa. ¿Sabes a quién me refiero? A Diego Armando Maradona, el futbolista argentino. Un ser humano con un talento ilimitado y una personalidad fuerte y con una variedad de defectos inocultables.

Dentro o fuera del campo de juego, para bien o para mal, por su sensibilidad o por sus a veces cuestionables convicciones, Maradona fue una marca personal poderosa. Era imposible ser indiferente a él, por lo positivo o por lo negativo. Encarnó un inspirador modelo de superación y, tristemente, uno de autodestrucción. Su pecado fue no saber gestionar la fama.

Otro caso parecido, y también en el ámbito del deporte, nos lo ofrece el golfista Tiger Woods. Un talento único que se dio el lujo de cambiar un deporte rico en tradiciones y reacio a los cambios. Inspiró a millones en todo el mundo, transformó el golf profesional, superó innumerables récords y ganó más dinero del que quizás soñó. Sin embargo, también sucumbió al éxito.

Lo que me interesa que comprendas es que, en especial si eres un emprendedor o un profesional independiente que vive de monetizar su conocimiento (o quiere hacerlo), debes ser una marca personal poderosa. Imperiosamente, DEBES SER. No construir, porque ya eres, sino descubrir cuál es tu esencia y luego definir ese mensaje que quieres comunicar.

La marca personal es el principal factor diferenciador, el motivo por el cual el mercado, tus clientes potenciales, te percibirán como distinto de la competencia, como mejor opción. Esto será posible solo en la medida en que conectes emocionalmente con esas personas y que haya identificación a partir de principios, valores, creencias, experiencias, sueños y propósito.

Recuerda: no eres monedita de oro para caerle bien a todo el mundo. Por eso, la marca personal es el primer filtro que te permitirá decantar a las personas que atraes, a las que les das entrada a tu vida. Es, también, el pasaporte para conectar con referentes del mercado, con mentores, con colegas que están en sintonía contigo y con los que puedes desarrollar sinergias poderosas.

Si aún no has definido tu mensaje, si aún no eres una marca personal identificable, el mejor momento para comenzar es hoy. No lo olvides: la base del proceso son el autoconocimiento y la autenticidad. Si no eres una marca personal, eres invisible. Si no eres una marca personal, te privas de disfrutar de los beneficios de conectar con otros y producir un impacto positivo en el mundo.