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¿Qué contenido publicar en RR. SS.? La respuesta te sorprenderá…

¿Eres abogado? ¿O contador? ¿O mecánico automotriz? ¿O sicólogo? ¿O administrador de empresas? ¿O ingeniero? ¿O enfermera? ¿O periodista? No importa. Se trata solo del área en el que decidiste especializarte, en la que te distingues como un experto (o, quizás, vas en camino de lograrlo). Al final, todos, sin excepción, estamos en el mismo negocio.

Sí, ya sé que no es una idea fácil de digerir a la primera. Porque, sin duda, son profesiones distintas, con campos de acción diferentes. Que requieren conocimientos y habilidades distintas, sin duda. Sin embargo, esa es solo la punta del iceberg. En las profundidades, en donde está lo que no vemos, se halla la realidad que a muchos les cuesta aceptar.

¿Cuál es ese negocio al que nos dedicamos todos? Al de establecer relaciones a largo plazo a través de las cuales se dé un intercambio de beneficios, en las que todas las partes involucradas ganen algo. Si no se establecen esas relaciones, esos lazos con el mercado y con todos y cada uno de tus clientes, tu negocio se estancará porque no venderás.

O, en el mejor de los casos, lo harás por obra y gracia del Espíritu Santo: deberás esperar a que los clientes lleguen a tu negocio, a tu emprendimiento o a tu web como caídos del cielo. Y muchos solo estarán de paso, mirarán y seguirán de largo. Es la muerte lenta de los negocios, un camino que, tristemente, muchas marcas (empresas y personas) eligen.

¿Por qué se requiere que haya una relación? Porque en el mercado reinan la desconfianza y la prevención, producto del engaño de los vendehúmo, de los estafadores que abundan en los canales digitales. La realidad es que las personas confían cada vez menos en las marcas en virtud de las experiencias negativas del pasado, de sentirse utilizadas.

¿Eso qué significa? Que los consumidores no son tontos y se dan cuenta de las intenciones veladas, disfrazadas, de las marcas. Es decir, no son ajenos a que la mayoría del contenido que publican las marcas, en especial en redes sociales, son ventas disfrazadas, mensajes que no aportan valor. Y la publicidad no es bien recibida, se acepta a regañadientes.

Recientemente, Hootsuite, plataforma de gestión de redes sociales, realizó un estudio denominado Informe del consumidor de redes sociales (Una visión definitiva de por qué la gente sigue, participa, compra y rompe con las marcas en las redes sociales). Es el fruto de 6.026 encuestas realizadas en EE. UU., Canadá, Reino Unido y Australia (rango 18-64 años).

Un rasgo interesante de la encuesta es que se consultó a personas que siguen a las marcas en las redes sociales y afirman que estos canales tienen alguna influencia en su decisión de compra. Les preguntaron acerca de su comportamiento, de sus creencias sobre las redes sociales, de por qué siguen a las marcas o comparten su contenido y de cómo reaccionan a los contenidos.

Otra conclusión que vale la pena tener en cuenta es que los consumidores afirman que saben cuándo una marca intenta engañarlos. ¿Cómo? A través de estrategias de marketing disfrazadas de altruismo, de ventas camufladas, del hipócrita apoyo a causas que son del interés del mercado, a pesar de que no las comparten: solo quieren verse simpáticas.

Una de las revelaciones que me llamó la atención fue aquella de cuáles son los escenarios en los que los consumidores son más receptivos a las marcas. Esto es importante saberlo porque derrumba ese mito (¿o bulo?) tan difundido de que las personas, todas, se conectan a internet, en especial a las redes sociales, exclusivamente para comprar.

Veamos el escalafón:

1.- Grandes eventos deportivos (mundiales, torneos de Grand Slam, Olímpicos)

2.- Eventos de cultura popular (conciertos, cine, teatro)

3.- Noticias en desarrollo (la actualidad siempre es importante)

4.- Movimientos por la justicia social (el compromiso con otros)

5.- Eventos políticos (mítines, debates)

¿Son los que te imaginabas? Probablemente, no (no todos). Lo interesante es que se demuestra que el consumidor es un ser humano común y corriente, que siente, que piensa, que se emociona, que está atento a lo que sucede a su alrededor. No es, como lo asumen muchas marcas, un número en su contabilidad o, de otro modo, una transacción.

Lo que une estos cinco escenarios, que a simple vista parecen muy distintos, es que están ligados, todos, a las emociones. También, que revelan aquellas actividades que movilizan a las personas, son aquellas de las que quieren ser parte, con las que se sienten identificadas. Y, no hay que olvidarlo, aquellas que se conectan con su propósito.

Es decir, la gente real, esos clientes potenciales que están ahí afuera, reconocen lo falso cuando lo ven. Es cierto que muchas personas caen fácilmente en las trampas, en los señuelos de los vendehúmo y de los estafadores, pero también hay muchas otras que ya no son tan ingenuas y que saben tomar sus recaudos. Y se molestan si intentas timarlas.

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Ahora, la encuesta de Hootsuite contiene una mina de oro. Sí, una veta para quienes estén en capacidad de atender y entender las necesidades reales del mercado, del consumidor, no los deseos o caprichos de las marcas. Se trata de los contenidos de las marcas que a los consumidores ‘no les importa ver’, ‘no les incomoda ver’, cuando abren sus redes sociales.

¿Te imaginas cuáles son? Veamos:

1.- Lo que les enseña o les explica algo nuevo – 56 %

2.- Lo que les hace reír – 55 %

3.- Lo que los inspira – 47 %

4.- Lo que les hace sentir algo – 36 %

5.- Lo que les atrae visualmente – 36 %

6.- Lo que les sorprende – 30 %

¿Cómo te parece? Nada que esté relacionado con la venta. Información, educación, entretenimiento e inspiración, los cuatro objetivos primordiales de una estrategia de marketing de contenidos. No es, ni mucho menos, un gran descubrimiento, sino, más bien, una validación: la gente no solo quiere comprar, quiere que las marcas la ayuden.

Y, de manera especial, que le hagan la vida más llevadera, más alegre. Que le brinden contenidos que le permita abstraerse de la realidad caótica, del estrés, de la histeria colectiva. Y, por supuesto, tampoco quiere que los mensajes de las marcas en las redes sociales se limiten a vender, vender y vender. Primero hay que dar, antes de pedir.

Según la encuesta, “los seguidores de hoy son los compradores de mañana”. El 70 % de las personas que siguen a marcas en las redes sociales tienen planes explícitos de comprarles (pronto o en el futuro), y el 59 % ya les han comprado a las marcas que siguen. Así es siempre y cuando entre el punto A y el punto B las informes, eduques, nutras, entretengas e inspires.

Lo que el mercado reclama es que a través de las redes sociales se comparta contenido de valor, único y entretenido. Eso descarta el copy + paste, así como los que los textos creados con herramientas de inteligencia artificial a partir de prompts de otros, de los que prometen el oro y el Moro y no son efectivos. Y, por supuesto, quiere contenidos personalizados.

¿Eso qué significa? Los que se conectan con aquellas actividades que las motivan, que disfrutan, que las hacen sentir parte de algo. Así mismo, los que estén realmente alineados con sus principios y valores. En últimas, lo que los consumidores les piden a las marcas es que lo que publican en redes sociales se centre más en ellos que en ellas, en las marcas.

Lo importante es que las marcas (empresas y personas) entiendan cuál es el rol que deben cumplir al ser parte del ecosistema de las redes sociales. Si una persona las sigue en estos canales, la probabilidad de que compre en el futuro es real: el 58 % de los encuestados afirmó que seguir a las marcas es parte de su estrategia para tomar decisiones de compra.

El reto para las marcas que crean y publican contenidos en redes sociales radica en establecer, con argumentos irrefutables (no  eso de ‘creo’, ‘pienso’, ‘es tendencia’), cuáles son las actividades que entretienen a sus clientes, las que los inspiran. En últimas, las que los movilizan, las que los invitan a actuar, las que generan una conexión emocional.

Esto es lo que resulta atractivo a los consumidores de la presencia de las marcas en redes sociales:

1.- Comunicarse de manera auténtica y con la que puedan identificarse – 65 %

2.- Contenidos de los inspiren – 57 %

3.- Tener un punto de vista convincente en su área de especialización – 56 %

4.- Responder a preguntas y comentarios de manera oportuna – 53 %

5.- Esforzarse porque sus contenidos sean creativos y entretenidos – 50 %

6.- Transmitir buenas sensaciones o tener una buena estética visual – 50 %

7.- Tener cosas interesantes que decir acerca del mundo y de la vida y más allá de sus productos y servicios – 37 %

8.- Mantener una presencia activa con interacción constante – 36 %

Algo más, que no puedes pasar por alto: los consumidores que siguen tu marca (empresa o persona) en las redes sociales eventualmente se convertirán en compradores. Sin embargo, no es una ecuación: la clave está en que esos seguidores, a partir de una estrategia de marketing de contenidos de nutrición, se transformen en una comunidad.

Por último: las publicaciones que más sirven para que tu prospecto deje de ser un seguidor y sea un comprador son aquellas que comparten otros usuarios. Se asume que son opiniones validadas y se les otorga mayor credibilidad y peso a la hora de tomar la decisión de compra, que a las publicaciones pagadas (publicidad) y a las orgánicas.

Moraleja: si eres una marca (empresa o persona), no importa a qué te dediques o lo que vendas (producto o servicio). Para los consumidores, tus clientes potenciales, lo que en verdad interesa en las redes sociales es que el contenido sea útil y, sobre todo, que esté conectado con sus deseos y emociones, más que con sus necesidades (o su dolor).

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¿Sabes qué es marca personal? Lo que te hace único, tu diferencial

A la sombra de internet, una enigmática tecnología que a finales del siglo XX se instaló en nuestra vida y la cambió para siempre, surgió un concepto que hoy brilla con luz propia. ¿Sabes a cuál me refiero? A la marca personal (personal branding). Llegó en silencio, pero poco a poco adquirió relevancia y ahora es uno de los pilares del éxito en la vida.

Sí, no solo en el ámbito laboral, su escenario natural, sino en la vida personal, en las relaciones y, sobre todo, en los negocios. La marca, desde siempre, se concibió ligada a las empresas, pero ya sabemos que no es algo exclusivo del mundo corporativo. De manera especial, en la era de la tecnología, en la que internet es dios, la marca personales un bien universal.

¿Eso qué significa? Que todos, absolutamente todos los seres humanos, SOMOS una marca. Y lo escribo en mayúscula para destacarlo, para que no caigas en la trampa de los vendehúmo del mercado que prometen crearte una marca personal poderosa. Son fanfarrones que, en últimas, quieren inventar el agua tibia. ¿Por qué? Porque tu marca personal ya es.

Para evitar confusiones, veamos qué es una marca personal. Por un lado, es todo lo que tú proyectas al exterior a partir de tus principios, valores, creencias, fortalezas, debilidades, miedos, sueños, conocimiento y experiencias. Por otro lado, es lo que las otras personas perciben de ti en función de las interacciones que sostienen, de la relación que los une.

En otras palabras, la marca personal es el mensaje que tú le transmites al mundo acerca de quién eres. El problema, porque siempre hay un problema, es que la mayoría de las personas no sabe esto y no trabaja su marca personal de manera consciente. Entonces, tampoco se da cuenta de que el mensaje que transmite es contradictorio, confuso o, peor, negativo.

Así mismo, dado que se trata de una percepción, cada persona con la que te relacionas tiene una idea distinta de ti como marca personal. Habrá algunas a las que les gustes, otras a las que les encantes y algunas más que, simplemente, te odiarán. Y está bien, porque la esencia de la marca personal no es caerle bien a todo el mundo, como si fueras monedita de oro.

Esa es la razón por la cual, por ejemplo, cuando somos niños, en el colegio nos hacemos amigos de unos y con otros apenas compartimos el salón de clases. Hay personas que tienen otros valores, otros principios, otras creencias, otras experiencias. Esto se repite una y mil veces a lo largo de la vida, en todos los ámbitos y, no lo olvides, no es posible evitarlo.

Ahora, también es conveniente entender que, a diferencia de lo que nos dice el mercado, la marca personal nada tiene que ver con popularidad, con ser famoso o con acumular miles o millones de seguidores en redes sociales. Es cierto que algunas celebridades son populares, famosas y son seguidas por miles, pero eso no es marca personal: es marketing.

¿Por qué? Porque son estrategias diseñadas para hacerlas ver como figuras perfectas, que logran todo lo que se proponen, que tienen el poder de superar cualquier dificultad…, en fin. Sin embargo, todos sabemos que nadie es perfecto, que todos sucumbimos a las dificultades alguna vez, que no siempre obtenemos lo que deseamos. Esas personas son marcas falsas.

Que encarnan modelos de éxito comerciales, pero irreales. Ejemplos hay muchos, en especial los patéticos influencers, deportistas, cantantes, empresarios y políticos, entre otros. Más que de marcas personales, se trata de productos comerciales tras los cuales hay cuidadosas estrategias de marketing. Son de aquellas que no dan puntada sin dedal, todo es premeditado.

Otras, en cambio, son verdaderas marcas personales que, aun sin proponérselo, inspiran a muchos otros. ¿Por ejemplo? El expresidente estadounidense Barack Obama. El mundo lo conoció como una esperanza de cambio, de reconciliación, de unión, de reivindicación. Es un orador excepcional, con gran carisma, y con principios y valores muy fuertes, muy sólidos.

Esas virtudes le permitieron ganarse el aprecio y el respeto de millones de personas no solo en los Estados Unidos, sino en todo el planeta. Y hoy, cuando está retirado de la vida pública, sigue siendo una voz autorizada y, también, una marca personal activa. A través de charlas y conferencias defiende sus ideales, promueve causas benéficas y produce un gran impacto.

Un caso parecido es el del expresidente uruguayo José ‘Pepe’ Mujica. Un tipo sencillo, con gran humildad, dueño de una infinita sabiduría popular y, también, de una sensibilidad social sin límites. Austero por convicción, se comunica más a través de sus actos que de sus palabras, que en todo caso encierran un mensaje poderoso. Un líder nato, una persona fácil de querer.

En los últimos tiempos, y más allá de ser una exitosa estrella de los escenarios, la cantante estadounidense Taylor Swift se ha revelado como una marca personal de impacto. Los valores que se le reconocen son la autenticidad, la creatividad y la empatía, principalmente. Pero no es todo: durante la campaña presidencial, tomó partido y se posicionó como una activista.

Algo importante es entender que cuando hablamos de marca personal no nos referimos a éxito profesional, a ganancias multimillonarias o a celebridad. Clara muestra de ello era la madre Teresa de Calcuta, premio Nobel de la Paz en 1979. La monja albanesa, que falleció en 1997, fue sinónimo de caridad, altruismo y coraje en virtud de su incansable labor humanitaria.

Renunció a toda muestra de riqueza material, de ostentación, y se dedicó a compartir lo que era y lo te poseía en favor de los más pobres, de los desvalidos. Fue sinónimo de bondad, de paz, de solidaridad, y fuente de inspiración para muchos en el mundo. Su marca personal era tan poderosa, tan sólida, que un cuarto de siglo después de su muerte nadie la olvida.

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Es decir, no se requiere ser multimillonario, dueño o CEO de empresas famosas, aparecer en los medios de comunicación o contar con millones de seguidores en redes sociales para ser una marca personal verdadera. Esa es una distorsión provocada por los mensajes de los medios de comunicación, que promueven estos modelos con la intención de lucrarse.

En otras palabras, la marca personal no es un privilegio de los ricos y famosos. Repito: ellos, por lo general, son marcas postizas, productos comerciales, no marcas personales. Además, no podemos olvidar que todos conocemos marcas personales poderosas, no famosas, no ricas, no celebridades, que han marcado una gran influencia en nuestra vida, que nos guiaron.

Tus padres, alguno de tus hermanos, un profesor del colegio, un amigo, un jefe o, quizás, una persona ajena a tu entorno familiar que te inspiró. Así mismo, y especialmente en la niñez y en la juventud, todos tenemos ídolos que, a través de su marca personal, dejan huella en nuestra vida. Artistas, deportistas, cantantes, escritores o, inclusive, algún amor platónico.

Ahora, veamos algunas características de una verdadera marca personal:

1.- Es sinónimo de autenticidad

2.- Es una construcción permanente

3.- Es un mensaje consciente

4.- Es el reflejo de tus valores, principios, creencias y experiencias

5.- Surge a partir del autoconocimiento, fruto de tus fortalezas y debilidades

Y la otra cara de la moneda: ¿qué NO es una marca personal?

1.- Ser famoso y reconocido a partir de logros y bienes materiales

2.- Contar con millones de seguidores en redes sociales

3.- Mostrarse como un modelo de éxito y/o perfección

4.- Practicar el falso altruismo solo para aparecer en los medios

5.- Posar de neutro: no comprometerse con causas públicas, tomar partido

Estoy seguro de que el ejemplo que voy a mencionar a continuación probablemente no sea de tu agrado, pero es innegable que encarnó un modelo de marca personal poderosa. ¿Sabes a quién me refiero? A Diego Armando Maradona, el futbolista argentino. Un ser humano con un talento ilimitado y una personalidad fuerte y con una variedad de defectos inocultables.

Dentro o fuera del campo de juego, para bien o para mal, por su sensibilidad o por sus a veces cuestionables convicciones, Maradona fue una marca personal poderosa. Era imposible ser indiferente a él, por lo positivo o por lo negativo. Encarnó un inspirador modelo de superación y, tristemente, uno de autodestrucción. Su pecado fue no saber gestionar la fama.

Otro caso parecido, y también en el ámbito del deporte, nos lo ofrece el golfista Tiger Woods. Un talento único que se dio el lujo de cambiar un deporte rico en tradiciones y reacio a los cambios. Inspiró a millones en todo el mundo, transformó el golf profesional, superó innumerables récords y ganó más dinero del que quizás soñó. Sin embargo, también sucumbió al éxito.

Lo que me interesa que comprendas es que, en especial si eres un emprendedor o un profesional independiente que vive de monetizar su conocimiento (o quiere hacerlo), debes ser una marca personal poderosa. Imperiosamente, DEBES SER. No construir, porque ya eres, sino descubrir cuál es tu esencia y luego definir ese mensaje que quieres comunicar.

La marca personal es el principal factor diferenciador, el motivo por el cual el mercado, tus clientes potenciales, te percibirán como distinto de la competencia, como mejor opción. Esto será posible solo en la medida en que conectes emocionalmente con esas personas y que haya identificación a partir de principios, valores, creencias, experiencias, sueños y propósito.

Recuerda: no eres monedita de oro para caerle bien a todo el mundo. Por eso, la marca personal es el primer filtro que te permitirá decantar a las personas que atraes, a las que les das entrada a tu vida. Es, también, el pasaporte para conectar con referentes del mercado, con mentores, con colegas que están en sintonía contigo y con los que puedes desarrollar sinergias poderosas.

Si aún no has definido tu mensaje, si aún no eres una marca personal identificable, el mejor momento para comenzar es hoy. No lo olvides: la base del proceso son el autoconocimiento y la autenticidad. Si no eres una marca personal, eres invisible. Si no eres una marca personal, te privas de disfrutar de los beneficios de conectar con otros y producir un impacto positivo en el mundo.