Categorías
General

Cómo evitar que tu cerebro caiga en la ‘obsolescencia programada’

Si lo quieres ver así, es tanto un gran privilegio como una dificultad (al menos, para algunos). ¿A qué me refiero? Los seres humanos, todos, sin excepción, tenemos tanto el privilegio de aprender cada día y la dificultad (si así la quieres ver) de entender que el aprendizaje nunca termina. Aunque no me lo preguntaste, para mí no hay dualidad: lo interpreto como una maravillosa bendición.

Vivimos la era de la tecnología, con poderosas y sorprendentes herramientas y recursos que nos llegan para mejorar las tareas que realizamos cada día. Desde las sencillas en casa hasta las más complejas en el ámbito laboral. Ciertamente, nunca antes la humanidad disfrutó más, nunca antes la vida fue tan fácil, ni tan cómoda como lo es ahora. ¡Y cada vez será más fácil, más sencilla!

Más allá de que para algunos el manejo de la tecnología y sus herramientas es un desafío, estas nuevas versiones son cada vez más humanas, más intuitivas. Así, por ejemplo, puedes impartirle instrucciones a tu teléfono por voz y él las interpreta y las realiza de inmediato. O la inteligencia artificial generativa, que crea imágenes o textos, entre otros, a partir de instrucciones sencillas.

De nuevo, vivimos la más fantástica era para el ser humano. Lo que para otras generaciones fue un problema o un proceso de aprendizaje, lento, complicado y costoso (especialmente, en términos de tiempo), hoy es fácil. ¿Por ejemplo? Hoy puedes leer o escuchar libros a través de aplicaciones en 1, 3 o 5 horas, del mismo modo que aprendes inglés desde el celular, al ritmo que desees.

 Sin embargo, y aquí está el pero de la historia, esta maravillosa era de la tecnología es también la era de la odiosa obsolescencia programada. ¿Sabes en qué consiste? Es la acción consciente y premeditada de los creadores de productos (sobre todo, de tecnología) para que dejen de servir (o que sus funciones y características se vuelvan obsoletas) tras un determinado tiempo.

Televisores, celulares, computadores y otros electrodomésticos que al cabo de 2-3 años se transforman en un estorbo porque ya no están en capacidad de cumplir a cabalidad las funciones para las que fueron creados. Y lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que no hay un plan B válido. Es decir, la única opción es ir a la tienda y renovar el equipo (esa es la esencia de la obsolescencia).

Durante años, lidié con ese problema principalmente con mis computadores, tanto de escritorio como portátiles. Microsoft, con sus múltiples versiones de Windows, siempre infestadas de mil y un virus, es por mucho el rey de la obsolescencia programada. Una estela que han seguido todos sus partners, todos los que de una u otra manera están involucrados en esos aparatos.

Hace poco más de dos años, me enfrenté a uno de esos problemas. Mi computador, que en teoría estaba “perfecto”, rendía al mínimo con video. Y el video es parte fundamental de mi trabajo, así que no puedo estar limitado. Tuve la posibilidad de dar el salto a los productos Apple y adquirí un Mac mini, primero, y luego un computador de escritorio. ¡Fue la mejor decisión que pude tomar!

Sí, son más costosos; sí, Apple te cobra además por servicios relacionados como aplicaciones (y no es económico); sí, la mayoría de las personas usan PC o dispositivos Android; sí, los periféricos que se requieren para los computadores Apple son exclusivos y costosos. Sí, sí… pero los productos de esta marca son MUCHO mejores que los demás y te olvidas de la obsolescencia programada.

Que también se sufre con esta marca, pero de manera distinta: no es a corto plazo (2-3 años), sino a largo plazo (al menos 10 años). Es decir, tiempo suficiente para que le saques el jugo a esa inversión que realizaste, que a partir de los beneficios que obtienes o, en mi caso, del ROI que recibo a partir de mi trabajo te permite recuperar con creces lo que pagaste por ese dispositivo.

Lo mejor, ¿sabes que es lo mejor? Que las actualizaciones, a diferencia de las de Windows, no están destinadas a corregir fallos de seguridad, de estabilidad del sistema o de funcionamiento. ¿Entonces? Son verdaderas mejores de funciones, ampliación de servicios o cobertura. Es un gana-gana. Y no te cobran más por esas actualizaciones, que por demás se realizan con frecuencia.

Por eso, cada vez que me aparece la notificación “Hay actualizaciones pendientes” no me molesto, como ocurría antes, cuando tenía mi computador Windows. ¿Por qué? Porque sé perfectamente que es un proceso rápido (otro gran beneficio) y, además, positivo. Es decir, algo que sirve, que va a potenciar las características de mi iMac, la va a potenciar y mi trabajo será más agradable.

Es, justamente, lo que sucede con tu cerebro, ¿lo sabías? Sí, como si fuera una computadora, cuando nacemos tiene un disco duro dispuesto para recibir información y unas funciones básicas programadas por defecto. Sin embargo, desde el momento en que llegas a este mundo es tu responsabilidad programarlo, configurarlo con las aplicaciones que te permitan aprovecharlo.

obsolescencia-programada

¿Cuáles son esas aplicaciones? El conocimiento, para comenzar. Que, a diferencia de lo que sucede con un computador, no tiene límites. Puedes almacenar tanto como desees, como seas capaz de adquirir. Puedes, por ejemplo, aprender dos, tres o cinco idiomas. Puedes, también, leer un par de libros al mes o tomar un curso sobre pintura, si esa es la afición que te apasiona y disfrutas.

También están las habilidades, que el diccionario define como “capacidad y disposición para algo”. Eso significa que tenemos más facilidad para aprender unas, pero no cometas el error de pensar que “no estás hecho” para las demás. La diferencia es que las primeras las desarrollarás más rápido y las disfrutarás más, mientras que estas otras requerirán mayor esfuerzo y disciplina de tu parte.

Así mismo, el cerebro se nutre de las experiencias que vivimos cada día. De todas, no solo de las negativas, como solemos pensar. Todo lo que nos ocurre en la vida tiene un porqué, es decir, una razón o un propósito, e incorpora una lección, un aprendizaje. Ese porqué dependerá un poco de tus metas en la vida, de tus planes, mientras que la lección es inevitable, aunque sea dolorosa.

Hay otro componente importante de esa configuración del cerebro: creencias, pensamientos, sentimientos y emociones (amor y miedo y todas sus manifestaciones). Son esas aplicaciones que muchas veces incorporamos de manera inconsciente, impulsiva, y que en la práctica son un problema porque nos distraen, nos consumen tiempo valioso y son perjudiciales a largo plazo.

La vida es como una App Store que nos brinda infinidad de aplicaciones, de programas, de gadgets que podemos instalar en nuestro cerebro y utilizar. No todas son convenientes o productivas, no todas las aprendemos a gestionar, no todas nos brindan los servicios o beneficios prometidos. La clave está en saber cuáles sí y las demás, eliminarlas: hay que liberar espacio para algo útil.

Una de las situaciones incómodas a la que me enfrento a mi trabajo es encontrarme personas que se niegan a ejecutar las “actualizaciones pendientes”. Tristemente, han convertido su cerebro en un dispositivo con fecha de expiración, de caducidad. Le han impuesto una obsolescencia programada que se traduce en que no están en disposición de aprovechar las actualizaciones.

Soy un eterno aprendiz y, además, me encanta enfrentar el reto del aprendizaje. Es decir, no soy de los que se quedan sin responder la pregunta fundamental: aquella de “¿Podré hacerlo?” o “¿Seré capaz de aprenderlo?”. Gracias a esta mentalidad abierta, la vida me ha dado el privilegio de aprender una gran cantidad de cosas que no imaginabao, inclusive, que no estaban en mis planes.

Lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Que con frecuencia en mi camino aparece la famosa notificación de “tienes actualizaciones pendientes”. La vida me brinda la posibilidad de aprender más, de vivir nuevas experiencias, de conocer más personas, de explorar otros ámbitos de mi profesión. La vida me abre horizontes infinitos, gratificantes, que refuerzan mi propósito y le dan sentido a cada día.

Y tú, ¿aprovechas las “actualizaciones pendientes?”. En el caso de la creación de contenidos, de las estrategias efectivas para comunicar nuestro mensaje, la experiencia me ha enseñado que son muy pocos los que se atreven a hacer clic en “actualizar todo”. La mayoría, la gran mayoría, funciona con la configuración limitada producto de la temida y odiada obsolescencia programada.

Y, créeme, no es la herramienta que utilizas, o el canal que eliges, o la inteligencia artificial lo que te permitirá aprovechar esto tan valioso que la vida te brinda. El valor no está allí, sino en el poder de tu mensaje que está determinado por lo que sabes, lo que has vivido, lo que has aprendido de tus errores, así como de lo que te apasiona y, por supuesto, del propósito que guía tu vida.

No me canso de repetirlo: tienes todo, absolutamente todo, lo que necesitas para crear un mensaje poderoso que produzca un impacto positivo en la vida de otros. Uno que informe, eduque, entretenga y, sobre todo, inspire. Uno que sea la otra cara de la moneda de la perversa infoxicación y sirva para crear relaciones poderosas, vínculos transformadores e innovadores.

“Tienes actualizaciones pendientes” y, a diferencia de los dispositivos sujetos a la obsolescencia programada que los convierte en chatarra tecnológica en poco tiempo, tu cerebro te permite aprender cada día, todos los días, sin excepción. Cuanto más actualizada esté tu configuración, mejor. Elige bien las aplicaciones que vas a utilizar y, una vez las descargas, ¡aprovéchalas!

obsolescencia-programada
Categorías
General

Dar y recibir: la clave para crear mensajes poderosos

La vida es sabia y nos envía poderosos mensajes de distintas formas. Tantas y tan contundentes, que te sorprendería descubrir a cuántas no les has dado la atención requerida. Señales que pasamos por alto cotidianamente y que, si las atendiéramos, nos libraríamos de muchos obstáculos, de muchas caídas, de muchos golpes dolorosos. Si las atendiéramos.

El problema es que en la vida no podemos ir pensando en lo que pudo haber sido y no fue. Esa es una actitud equivocada que nos mantiene frenados, atados al pasado, aferrados a situaciones que ya fueron, que no puedes modificar. Necesitamos desarrollar la habilidad de escuchar y atender los mensajes que nos envía la vida, para luego no lamentarnos.

Uno de ellos, y te parecerá hasta divertido, nos lo ofrece el diccionario del español. Cualquiera de las versiones que puedas consultar, el libro físico o una versión digital. En todas ellas, dar está primero que recibir. Y no es casualidad. Es uno de tantos poderosos mensajes que la vida nos envía y que, por obvios, los omitimos, no les prestamos la atención requerida.

Es probable que hayas escuchado que vivimos la era de las marcas personales. En especial después de una crisis global como la pandemia, un período en el que el reinado de las marcas (empresas, negocios) se debilitó. Los emprendimientos, los negocios/personas ocuparon los lugares vacíos y se convirtieron en las alternativas que los consumidores buscaban.

Una de las consecuencias de la pandemia fue aquella de que las personas del común perdimos la confianza en las instituciones y en muchas marcas. La incertidumbre, el miedo y, sobre todo, esa incómoda sensación de sentirnos vulnerables, tan vulnerables, nos abrió los ojos. Y nos dimos cuenta de que ni las instituciones, ni las marcas, nos ofrecían lo que necesitábamos.

¿Por qué? ¿Qué está mal? Que es un juego desequilibrado, en el que damos más, mucho más, de lo que recibimos. Y no está bien. No es lo correcto. Por eso, justamente, durante la crisis fueron muchas las personas que cortaron el cordón umbilical que durante años las mantuvo atadas a marcas e instituciones, a personalidades, y posaron su mirada en nuevas opciones.

Descubrieron que podían vivir sin ellas, que podían vivir sin sus productos y/o servicios o, de otra forma, que podían beneficiarse de productos/servicios distintos. Quizás no tan conocidos, quizás no tan famosos, quizás no tan poderosos, pero con una virtud: brindaron la solución, a veces desesperada, que los usuarios requerían durante un momento difícil de su vida.

El fondo del problema está en la educación que recibimos en la niñez, lo que vemos que hacen los mayores: el mal ejemplo cunde. ¿A qué me refiero? A que nos enseñan a pedir (a exigir) en vez de dar. Somos muy recibidores por crianza, cuando deberíamos ser más dadores. Está claro que la vida no es uno u otro, que se requieren ambos extremos, pero debe haber equilibrio.

Que, por supuesto, no significa un 50/50 o una cifra específica. Lo que necesitamos aprender, y poner en práctica, es que cuanto más damos, cuanto más compartimos, cuanto más ofrecemos, mayor será la recompensa que recibiremos. Es una ley de la vida, uno de sus tantos mensajes poderosos que desoímos, a los que no les prestamos la atención que merecen.

Un ejemplo: cuidas a tu mascota, la cepillas, la consientes, le pones agua fresca, dedicas una parte de tu tiempo para jugarle con la pelota y lo sacas a pasear al parque, donde se relaciona con toros perros. Das de muchas formas. ¿Y qué recibes? Lealtad, cariño incondicional, alegría desbordada y compañía permanente. Y aprendes de su nobleza, de su capacidad de perdón.

Uno más: te fijaste la meta de ser saludable, de respetar ese templo que es tu cuerpo para que no se deteriore. Le das una buena alimentación, balanceada y libre de toxinas, de vicios como el alcohol y el cigarrillo. Practicas ejercicio con regularidad, descansas el tiempo suficiente, haces lo que te gusta, te das tiempo para ti mismo y disfrutas la vida con otras personas.

¿Y qué recibes? Aprendizajes múltiples, relaciones que se traducen en un intercambio de beneficios, vives experiencias increíbles y aventuras inolvidables y siembras la semilla de la abundancia, la prosperidad y la felicidad. También, algo que no es despreciable: la satisfacción de ocupar un lugar importante en la vida de otros, de que tu vida tenga sentido y propósito.

Ahora, te preguntarás qué tiene que ves todo esto que he mencionado antes con tu capacidad, con tu habilidad para comunicar un mensaje. La verdad, mucho, mucho más de lo que crees. ¿Por qué? La clave está en la respuesta que le des al siguiente interrogante: ¿qué es lo más poderoso, lo más valioso que puedes ofrecerles a otros, que puedes compartir con el mundo?

Tu mensaje, tu conocimiento, el aprendizaje surgido de tus experiencias, de tus errores, de tus relaciones con otros y con el mundo. Especialmente si eres experto en algún tema, no importa en cuál, tu deber, tu responsabilidad, es compartirlo con otros. ¿Por qué? Porque esos otros lo necesitan y tú puedes ayudarlos, porque hay otros que no han sido bendecidos igual que tú.

Uno de los obstáculos a los que se enfrentan los empresarios, dueños de negocios, emprendedores o profesionales independientes cuando se relacionan con el mercado es no recibir la respuesta que esperaban. Por lo general, intentan vender y no venden. ¿Por qué? Quizás tienen un buen producto/servicio, quizás tienen una solución, pero no venden.

dar-recibir

La razón es que no han conseguido establecer un vínculo de confianza y credibilidad con el mercado. No han podido demostrar su autoridad a esos clientes potenciales, que no tienen claro por qué esa persona es la mejor opción, por qué deberían elegirla. Quizás están enfocadas en el producto/servicio y no en cómo este puede ayudar a esas otras personas.

Son errores comunes que se cometen con frecuencia, que comete la mayoría. Sin embargo, hay otra razón más pesada: porque le piden algo al mercado, quieren recibir algo del mercado, antes de darle algo al mercado. Y así no funciona. Ni la vida, ni el marketing o los negocios. La premisa es al contrario: primero das, das y das(cuanto más puedas) y luego pides (recibes).

¿Por qué de esa forma? Primero, porque así es la naturaleza del ser humano. Estamos programados para recibir primero y luego dar. Segundo, porque es un proceso que luego reforzamos de manera consciente a través de nuestras acciones, por lo general derivadas del ejemplo de otros. Y lo aplicamos a todo en la vida: relaciones, negocios, trabajo y con nosotros mismos.

No importa si eres empresario o emprendedor; o médico, abogado, contador, profesor, artista, escritor, coach (en cualquiera de sus modalidades) o consultor inmobiliario. Si vendes tus servicios, si quieres ayudar a otros a transformar su vida compartiendo tu conocimiento y el aprendizaje de tus errores y experiencias, ante de pedir (vender o recibir) tienes que dar.

¿Qué puedes dar? Veamos:

1.- Consejos útiles y prácticos que ofrezcan buenos resultados con rapidez
2.- Aprendizajes surgidos de tus errores en el proceso
3.- Un paso a paso del proceso que seguiste para obtener resultados
4.- Las principales dificultades que encontraste en el camino
5.- Cómo sorteaste esas dificultades para seguir avanzando
6.- Cuál fue la búsqueda que realizaste para hallar una solución
7.- Qué alternativas probaste y por qué no te funcionaron
8.- A quién recurriste para que te brindara ayuda
9.- Cómo fue ese carrusel de emociones a lo largo del proceso
10.- Cuál fue el punto bisagra, ese momento que cambió todo para bien
11.- Cuál fue el error más grosero que cometiste y cómo lo corregiste
12.- Qué debiste aprender en el proceso para poder avanzar
13.- Por qué elegiste esa opción específica, qué tenía distinto de las demás
14.- Qué resultados se dieron: cómo es ahora tu vida
15.- Tu historia: cómo llegaste a esa situación que te obligó a buscar una transformación

Como ves, hay mucho para dar. Porque, seguro lo sabes, cada una de estas 15 opciones puede dividirse de modo que puedas dar más. Fíjate, además, que en ningún momento hablo de fórmulas perfectas o de magia o de libretos, sino de experiencias, vivencias, aprendizajes. Eso, créeme, es el corazón de un mensaje poderoso, que luego te permitirá recibir recompensas valiosas.

Una de las cuales, eventualmente, será que el mercado compre aquello que le ofreces. Sin embargo, no es la única ni la más importante. Porque también están la gratitud, el respeto y las ganas de retribuirte recomendándote con sus familiares y amigos, con sus conocidos. Y, por supuesto, te volverá a comprar, una y otra vez, en la medida en que no dejes de darle más.

La vida es sabia y nos envía poderosos mensajes de distintas formas. Uno de ellos, y hasta te parecerá divertido, nos lo ofrece el diccionario del español. En cualquiera de sus versiones, dar está primero que recibir. Y no es casualidad. Es uno de tantos poderosos mensajes que la vida nos envía y que, por obvios, los omitimos, no les prestamos la atención requerida.

Hay mucho para dar. Y cuando más des, cuanto más valor aportes, cuanto más sirvas a otros, más recibirás. Es una ley de la vida, una premisa que se aplica a todo lo que hagas en la vida. Eso sí: no des con la mente puesta en lo que vas a recibir, porque así no funciona. Concéntrate en dar y la vida se encargará de que recibas lo que mereces (que seguro es más de lo que diste).

dar-recibir
Categorías
General

Marca personal: cómo ser una ‘love Brand’ con un mensaje poderoso

“Yo confieso, ante Dios Padre todo poderoso y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión”. Esta frase, que los católicos pronunciamos cada vez que asistimos a la santa misa, esconde uno de los problemas más serios a los que nos enfrentamos cada día. ¿Sabes a cuál me refiero? Aquel de transmitir una imagen de perfección que no existe.

“Mostramos éxitos, no fracasos;
alegrías, no decepciones;
fortaleza, no debilidades;
ovaciones, no humillaciones;
aciertos, no errores.
Transmitimos una ilusión que no existe.
Olvidamos lo que aprendemos de ese lado oscuro
que nos empeñamos en ocultar.
No te olvides de ser humano”
.

Esta poderosa reflexión fue publicada en sus redes sociales por mi buen amigo Hyenuk Chu, el gurú de las finanzas y de las inversiones en la Bolsa de Nueva York. Si no lo conoces, si no sabes quién es, date una pasada por sus canales digitales (blog, Facebook, Twitter, Instagram, YouTube o Spotify). Encontrarás muchísimo contenido de alto valor y una revista digital.

Cuando la leí, te lo confieso, me impactó. Si bien procuro ser tan transparente como puedo, porque no tengo nada que esconder y no me avergüenzo de mis errores en virtud de tanto que me enseñaron, me sentí reflejado en esas palabras. Más que parte de la naturaleza humana (no creo que sea así), es la respuesta a hábitos adquiridos, a comportamientos modelados.

Nuestros padres (y sus padres, y los padres de ellos, y así sucesivamente), que en el proceso de educarnos hicieron lo mejor que podían con los recursos de los que disponían, con su ejemplo y con sus dichos nos enseñaron a mostrar lo bueno. Y no está mal, porque cada persona es un universo increíble con mil y una valiosas características que lo hacen único y especial.

Sin embargo, y asumo que coincides conmigo, esta es solo una cara de la moneda. Y todas las monedas, absolutamente todas, tienen dos caras. Y a veces, al menos en algunas de las etapas de la vida, vivimos más fracasos, más decepciones, más humillaciones y cometemos más errores que aciertos, ovaciones, fortaleza alegrías y éxitos. Esa es la dura realidad.

Y es precisamente en esas épocas, llamémoslas difíciles, en las que más tendemos a encerrarnos, a protegernos. Buscamos blindarnos porque, aunque no lo reconozcamos de manera consciente, nos sentimos vulnerables. Y la reacción natural (esta sí) es elevar cuantas barreras sean necesarias para evitar más daño. Barreras que son mecanismos de defensa.

Lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que no sirven para nada. De hecho, y lo he experimentado, nos provocan más daño del que pretendemos evitar. ¿Por qué? Porque, como bien lo dijo el amigo Hyenuk, vendemos una imagen falsa, mostramos una cara que no tenemos. En otras palabras, construimos una mentira que tarde o temprano se caerá, y nos caerá encima.

Más en tiempos como los actuales, en los que la base de las relaciones sólidas consiste en ser auténticos, en ser honestos, en construir mensajes poderosos capaces de generar un impacto (ojalá positivo) en la vida de otros. La gente, la mayoría (y me cuento ahí), está cansada de la hipocresía, de los abrazos falsos, de palabras melosas que esconden la envidia y resentimiento.

Olvidamos, quizás, el poder que tiene nuestra marca personal, o dicho de otra manera el poder que tenemos como marca. Todo lo que hacemos, y lo que no hacemos, y la forma en la que lo hacemos transmite un mensaje poderoso. Para bien y para mal. Un mensaje que, si lo permitimos, puede convertirse en un búmeran que se vuelva contra nosotros y nos golpee.

El problema es que no nos damos cuenta, o no sabemos, que somos una marca. Que se construye, se rediseña, se reformula, se nutre, desde el día en que nacemos hasta el día en que morimos. Todo lo que hacemos (y lo que no hacemos) y la forma en que lo hacemos contribuye a crear esa marca personal, que es un mensaje que transmitimos todo el tiempo.

La marca personal es como otros te perciben, el mensaje que transmites, lo que eres y el valor que aportas, el impacto que produces en la vida de otros. La forma en que saludas, cómo te ríes, de qué manera reaccionas a una agresión, cómo tratas a los niños y adultos mayores o a los animales, son mensajes que hablan por ti, que dicen mucho de ti. Es el poder de la marca.

Que tiene beneficios invaluables:

Genera confianza
Genera empatía
Genera autoridad
Genera identificación
Conecta con las emociones de otros

Hoy, por si no lo sabías, lo que la gente compra no es un producto o un servicio. Compra el resultado de lo que tú ofreces, la transformación. En otras palabras, te compra a ti, que ya dejaste atrás las dificultades, que sorteaste los malos momentos y construiste una mejor versión. Te compra a ti, que eres el modelo que otros quieren imitar, que inspira a otros.

Si te conviertes en una marca apreciada por el mercado, tendrás el doble de posibilidades de que tus clientes te recomienden con otras personas de su entorno. Además, estarán dispuestas a pagar lo que les ofreces, aunque sea más costoso que la competencia. Y, si la relación es satisfactoria, si cumples lo que prometes, no dudarán en comprarte otra vez.

No importa si eres médico, abogado, periodista, coach o contador; no importa cuánto tiempo llevas en el mercado o si acabas de llegar. Lo que importa es la marca que construyes, el mensaje que transmites, el impacto que logras. Tu tarea, independientemente de aquello a lo que te dedicas, consiste en convertirte en una love Brand, una marca que enamora.

love-brand-mensaje-poderoso

Ahora, supongo, te preguntarás cómo ser una marca que enamora. La clave está en la respuesta que ofrezcas a estos interrogantes:

¿Qué te define?
¿Qué hace único?
¿Cuáles son tus valores?
¿Qué te hace valioso?
¿Cuáles son tus principales habilidades?

Si no sabes cómo hallar las respuestas (que no las hay correctas o incorrectas, porque, no lo olvides, tú eres único), este decálogo, sin duda, puede ayudarte. La clave, por supuesto, está en despojarte de los miedos, del ego y responder tan honestamente como sea posible. Al fin y al cabo, no es un examen, sino un ejercicio profesional con el fin de construir tu mejor versión:

1.- Autoconocimiento.
Todo parte de ti, entiéndelo. Lo que recibes es simplemente lo que la vida te retorna tras haberlo compartido con otros. Y para compartirlo necesitas saber quién eres, cómo eres. El autoconocimiento es una apasionante aventura a tus profundidades. ¡No te lo niegues!

2.- Autenticidad.
Nos venden, cada día, decenas de modelos que, nos dicen, debemos imitar si queremos ser felices y/o exitosos. La verdad es que el único camino para ser feliz y exitoso es ser tú mismo, con lo bueno y lo malo. Ser auténtico es lo que te hace único, lo que te hace especial.

3.- Honestidad.
Nadie es perfecto y quizás ese no sea el ideal que persigas. Más bien, sé fiel a tu esencia, a lo que eres, a lo que has logrado construir. Admírate, valórate y quiérete al punto de trabajar cada día en mejorar, en inclinar la balanza del lado de tus fortalezas, sin olvidar tus debilidades.

4.- Consistencia.
La marca, lo mencioné, es una construcción que comienza el día en que naces y termine aquel en el que mueres. No siempre somos conscientes de ello, pero tan pronto tomes el control vas a necesitar consistencia para trabajar, para alcanzar los resultados que te propones.

5.- Constancia.
Un complemento de la anterior. Entiende que la vida no es una carrera de velocidad, un esprint de 100 metros, sino una ultramaratón de resistencia. Un paso a la vez, un paso cada día, con constancia, y pronto verás que estás más cerca del objetivo que del punto de partida.

6.- Coherencia.
No es fácil, pero es posible. Procura que aquello que piensas, aquello que sientes, aquello que dices y aquello que haces esté alineado, que no haya contradicciones profundas. Esta es una característica que blinda tu mensaje, que le da un poder inmenso a tu marca personal.

7.- Propósito.
Debería ser el primero en la lista, pero el orden de los factores no altera el producto. ¿Cuál es tu razón de ser? ¿Por qué llegaste a este mundo? ¿Cuál fue la misión que te encomendaron? ¿Por qué y para quién haces lo que haces? El propósito es el eje transversal de la marca personal.

8.- Mentalidad abierta y de crecimiento.
Enfócate en lo positivo, en lo constructivo, y aléjate de lo tóxico, de lo negativo, de lo destructivo. Aprende que no te conviene estar en todos los lugares, que hay personas de las que debes apartarte. Sé tolerante, paciente y curioso, respetuoso de los otros y de ti mismo.

9.- Capacidad de cambio.
Si te resistes al cambio, no podrás avanzar. Y, lo peor, malgastarás tus energías, tus recursos. Pon en práctica la resiliencia y aprende a adaptarte a las nuevas circunstancias. Ser maleables es una característica que permite a algunos seres humanos sobresalir del montón.

10.- Constante aprendizaje.
Para construir una marca personal poderosa y tu mejor versión requieres aprender cada día, sin falta. Y desarrollar habilidades que fortalezcan y complemente tus talentos. Sé un eterno aprendiz, comparte lo que sabes y luego la vida te devolverá maravillosas recompensas.

Cuando el mercado, los demás, te perciba como una love Brand, una marca personal poderosa, obtendrás grandes beneficios. Primero, podrás vender tus productos o servicios a precios premium; segundo, tus clientes satisfechos te promocionarán y a través del voz a voz atraerán otros buenos clientes; tercero, tus clientes serán fieles y te comprarán una y otra vez.

Dedicado a la comunicación, a la creación de mensajes de impacto, aprendí de la vida que me fue encomendada la misión de transmitir mis conocimientos y experiencias para ayudar a otros. Un privilegio que procuro honrar cada día y por el que trabajo mi marca personal con el fin de ser una love Brand capaz de dejar una huella positiva, un legado, una historia positiva…

love-brand-mensaje-positivo
Categorías
General

¿Sabías que tú puedes ser la solución contra el contenido pornobasura?

¿No estás cansado de recibir y ver tanta basura en los medios de comunicación y en internet? ¿No estás cansado de abrir tu bandeja de correo y encontrar decenas de mensajes que nada te aportan, que solo te quitan tiempo valioso? ¿No estás cansado de tropezarte con tanto gurú autoproclamado que, en verdad, no son más que vendehúmos? ¿No estás cansado?

Lo primero que hay que convenir es que el mal no está en las herramientas o los canales, dentro o fuera de internet, sino el uso que se hace de ellas. Tristemente, en procura de los ansiados clics, la tarea de atraer la atención de los consumidores, de las audiencias, se canibalizó, se prostituyó. Hoy, lo que consumimos es básicamente pornobasura.

Si abres la web de un medio de comunicación, el más prestigioso de tu país o el de mayor tradición, verás que noticias, lo que se dice noticias, hay pocas. El resto, la mayoría, son informaciones infladas, distorsionadas, manipuladas para tratar de conseguir clics. Titulares engañosos y/o morbosos que son ofensivos, un insulto a la inteligencia y a la decencia.

Lo peor, sin duda, es que esas perversas publicaciones nos persiguen por doquier y tienen la capacidad de transformarse como si fueran camaleones. Textos, post de redes sociales, videos, audios, infografías, pódcast, reels, historias, webinars…, en fin. Saltan como liebres y ay de ti si haces clic en alguna de ellas, porque la persecución será mucho más que intrusiva.

Que el futbolista equis se pintó el pelo de amarillo, que la modelo ye publicó una foto con prendas sugestivas, que el influencer zeta se dio un beso con un seguidor y su pareja estalló en ira… Es una vulgaridad. Y lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que no hay límites. Cuando crees que ya lo viste todo, que no puede haber algo más perverso, consiguen superarse, por así decirlo.

Lo fácil es decir que son las redes sociales, tristemente convertidas en cloacas sociales por cuyos canales vienen y van los bajos instintos de la humanidad, sus fétidas perversiones. Sin embargo, no es un mal exclusivo de ellas: los medios de comunicación y también muchos de los portales de empresas y profesionales independientes que posan de independientes.

¿No estás cansado de recibir y ver tanta basura en los medios de comunicación y en internet? Honestamente, yo sí estoy cansado. De hecho, desde hace años. Como muchos, quizás como tú, durante un tiempo consumí esa pornobasura como si no hubiera una solución. Hasta que un día un amigo me enseñó cómo podía blindarme contra esta y sacar lo tóxico de mi vida.

¿Qué hice? Primero, dejé de ver noticieros, ¡TODOS!, y cualquier otro de esos programas de televisión que llaman de opinión, pero que en realidad son de manipulación. También corté mis relaciones con los periódicos, tanto en formato impreso como digital. Y, por último, hice una radical limpieza de mis redes sociales, eliminando todo aquello con tufillo tóxico.

Cualquiera podría decir que vivo aislado de la realidad, que no me entero de lo que sucede, pero no es así. Como periodista, y además en función del trabajo que realizo para otras personas, una de mis obligaciones es estar bien informado. Solo aprendí a seleccionar las fuentes, a decantar los canales a través de los cuales consumo la información que requiero.

Ciertamente, por fortuna, todavía hay fuentes confiables, páginas web y medios que hacen un buen trabajo. Sobre todo, de buen gusto, respetuoso y alejado de las prácticas de distorsión y manipulación tan comunes. Personas y empresas que saben que tienen un privilegio, pero que este va atado a una responsabilidad y procuran honrarla ayudando a sus consumidores.

El problema de fondo, porque sabes que siempre hay un problema, es que la mayoría de las personas eligió el camino fácil. ¿Sabes cuál es? Aquel de pensar que la guerra contra esta infoxicación, contra la pornobasura que pulula se publica en internet y en los medios, está perdida. No solo no es así, sino que además este momento significa una gran oportunidad.

Lo ocurrido en los últimos años, por cuenta de la inusual situación a la que nos enfrentó la pandemia, provocó una explosión de las oportunidades. Por ejemplo, muchas personas que no sabían qué era Zoom ahora no solo realizan reuniones de trabajo a través de esa plataforma, sino que también la utilizan para comunicarse con familiares y amigos, o para capacitarse.

pornobasura-contenido-toxico

Además, miles de personas que perdieron su trabajo en este período encontraron en internet un escenario ideal para rediseñar su vida, para tomar un camino distinto al anterior, que no las satisfacía. Igualmente, niños y jóvenes se dieron cuenta de que internet y los dispositivos digitales no son solo para jugar, sino que son una poderosa herramienta de aprendizaje.

Una de las lecciones maravillosas que nos deja este doloroso período es que la misión que nos fue encomendada al llegar a este mundo fue la de ayudar a otros. Aunque a veces no nos damos cuenta, o volteamos a mirar para otro lado, son muchas las personas que necesitan ayuda, de muchas formas: que las escuchen, que las valoren, que no las dejen solas.

Otra lección increíble, al menos en mi caso (y ojalá también en el tuyo) es saber que cada uno está en capacidad de hacer algo positivo por otros. Mi amigo Emil Montás, de República Dominicana, dice que “lo que no se comparte, no se disfruta”. Y según mi amigo y mentor Álvaro Mendoza “si no compartes con otros lo que sabes, ese conocimiento no te sirve para nada”.

El objetivo de estas líneas es invitarte a reflexionar acerca de ese mensaje poderoso que hay en ti, que eres tú. No importa qué hagas, a qué te dedicas, cuál es tu profesión u oficio. Todos, absolutamente todos los seres humanos, tenemos algo valioso para compartir con otros, para ayudar a otros. No solo conocimiento, sino también experiencias y sueños.

En los últimos años, los acontecimientos nos han enseñado que no podemos dejar para mañana o para después aquello que le da sentido a nuestra vida. Quizás no haya mañana o después para decirle a tu pareja o a tus padres que los amas; para disfrutar con tu mascota, para abrazar a tus amigos, para reconciliarte contigo mismo y cuidarte, consentirte.

Lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Que hoy la tecnología e internet nos permiten transmitir nuestro mensaje de manera sencilla y gratuita. Ni siquiera necesitas una web propia, si eso es lo que te detiene. Hay múltiples canales disponibles y variados formatos para que elijas el que más te acomode, en el que te sientas más cómodo a la hora de compartir tu conocimiento.

En mi caso, escribir es la habilidad que me permite hacerlo. También suelo participar de otras actividades como entrevistas (en video) o eventos virtuales en los que doy charlas relacionadas con mi quehacer, con mi experiencia. Cada una de esas oportunidades me deja un aprendizaje muy valioso y, además, vivencias increíbles a través de la interacción con otras personas.

Aquí entre nos, a través de mis escritos y esas otras actividades no solo le encuentro sentido a lo que soy y a lo que he aprendido, sino que también me siento útil. Sí, gracias a Dios, mi mensaje es una pequeña semilla que cae en tierra fértil y luego germina de mil y una formas maravillosas. Es un inmenso privilegio que disfruto, un compromiso que intento honrar.

Y tú, ¿ya lo intentaste? Si eres habitual seguidor de mis publicaciones, seguramente sabes que pregono que escribir es una terapia, una increíble oportunidad que nos da la vida para dejar un legado positivo en este mundo, una huella en la vida de otros. Sin embargo, si lo que mejor se te da es la voz, haz pódcast; si es la imagen, graba videos. ¡Hay uno ideal para ti!

Además, retomando el problema expuesto en el comienzo de este artículo, es una pequeña contribución para contrarrestar la pornobasura que pulula tanto en internet y como en los medios de comunicación. En la medida en que haya más personas como tú que generen un contenido de calidad, que en verdad aporte valor, será posible ganar esta dura batalla.

Así mismo, y te lo menciono por experiencia, las personas están ávidas de contenido de valor y cuando lo encuentran lo aprecian, lo agradecen. De lo que se trata es de sembrar una semilla que tarde o temprano germinará o, si prefieres verlo de otra manera, aceptar el reto de ser un eslabón de la cadena de transformación positiva de la sociedad, del mundo, de tu vida.

No te niegues ese derecho, no te niegues ese privilegio. No permitas que el miedo al qué dirán o a la crítica te impida compartir con otros ese mensaje poderoso que hay en ti, que eres tú. Y olvídate del síndrome del impostar: nadie pretende que escribas como García Márquez, o que te desenvuelvas ante la cámara como un presentador de noticias o que hables como un orador.

Te propongo, te invito, a que te des la oportunidad de ser una fuente de mensajes positivos, constructivos y transformadores. A que compartas con otros no solo tu conocimiento, sino tus experiencias, el aprendizaje surgido de tus errores y, sobre todo, tu inspiradora historia. Dentro de ti hay un héroe que ha superado mil y una dificultades, y otros quieren ser como tú.

pornobasura-contenido-toxico
Categorías
General

¿Verdadero o falso? No creas todo lo que dicen acerca de escribir

Una de las razones por las cuales hay tantas personas que se abstienen de escribir, que se niegan el derecho a intentarlo, es por el terrorismo sicológico que abunda por doquier. Mentiras, medias verdades, creencias limitantes, mitos o simplemente ideas erradas que carecen de sustento. Es un terreno difícil, dado que el caldo de cultivo para estas especies tóxicas es la falta de conocimiento.

Sí, tristemente, la ignorancia es la razón de fondo por la cual hay tantas personas que no cumplen su sueño de escribir. Que, como lo he mencionado en otras ocasiones, de ninguna manera significa exclusivamente vivir de escribir, ser un profesional de la escritura. Escribir, no me canso de decirlo, es un privilegio exclusivo del ser humano y es una necedad negarnos la posibilidad de disfrutarlo.

Más, en tiempos como los actuales en los que la tecnología, bendita sea ella, nos ofrece la opción de transmitir nuestro mensaje por múltiples canales. Prácticamente, sin restricciones, porque la mayoría de ellos son gratuitos, es decir, están al alcance de la mano de cualquiera. Y hoy, por si no te habías dado cuenta, el éxito en el mundo es para quienes tienen un mensaje poderoso.

Mensaje poderoso que significa empoderador, inspirador, educador, persuasivo, divertido, reflexivo, positivo, constructivo. Lo demás, todo lo demás, la mayoría de lo que recibimos cada día a través de los medios de comunicación o internet, es ruido. No sirve, porque está viciado de origen por unos intereses particulares, condicionado generalmente por factores económicos.

Algo que me llama la atención cuando atiendo a un cliente en una consultoría o cuando nos reunimos para hablar acerca de algún proyecto de contenidos es que muchas veces, la mayoría de las veces, esa persona está convencida de que no tiene nada que decir. O, de otra forma, que su historia, sus experiencias, sus errores y aciertos, carecen de valor para los demás. Y no es así.

Definitivamente, no es así. Todos los seres humanos, absolutamente todos, tenemos algo valioso para compartir con los demás. De hecho, todos los seres humanos, absolutamente todos, estamos en búsqueda de respuestas a nuestras inquietudes, de soluciones a nuestros problemas. Y, creo que lo imaginas, esas respuestas y esas soluciones provienen justamente de otras personas.

Sí, de quienes ya pasaron por lo mismo y pudieron sortear los problemas, de quienes hallaron las respuestas y las soluciones. Sí, de quienes, además, están en disposición de compartir contigo el aprendizaje de aquellas experiencias, de guiarte por ese camino y revelarte cuáles son las principales dificultades a las que te enfrentarás, cuáles son los riesgos a los que te expones.

Por otro lado, y esto es algo que la mayoría de las personas no sabe, sin querer queriendo es mucho lo que puedes hacer por otros. No necesitas hacer una gran obra, porque las palabras están cargas de un poder inmenso y, así como puede destruir, también están en capacidad de construir, de edificar, de inspirar, de motivar. Con poco, es mucho lo que puedes conseguir.

Por eso, te propongo un juego sencillo que hasta puede resultar divertido. ¿Qué te parece un verdadero o falso para descubrir qué hay detrás de esas comunes especies tóxicas?

CGCopywriter

1.- “Voy a leer un libro a la semana y así podré escribir mejor” – FALSO
Leer sí te sirve, por cultura general, porque te proporciona conocimiento que sirve de contexto a tus escritos. Sin embargo, lo que te hará mejor escritor no es leer, sino escribir. De hecho, y es algo que menciono con frecuencia, conozco a muchas personas que son lectoras voraces, pero no son capaces de escribir un texto sencillo. Leer = Escribir no es una premisa de causa-efecto.

2.- “Todos los días voy a buscar un rato libre para escribir” – FALSO
El éxito del ejercicio de la escritura es producto de tu disciplina, de la rutina que estés en capacidad de implementar. Aunque no seas un profesional, aunque solo lo asumas como un pasatiempo, necesitas establecer una rutina, fijar horarios. Y no solo para cuando te sientas frente al computador a escribir, sino también para el resto de las etapas del proceso de creación.

3.- “Cuando tenga una buena idea, me siento a escribir” – FALSO
Las ideas, amigo mío, no son buenas, ni malas, en sí mismas. Eso depende del uso que les das. Y, como lo escribí en este post, no necesitas la gran idea para comenzar a escribir: como una mediocre es posible crear una buena historia, una que valga la pena compartir y leer. Siéntate y escribe, y eso que llamas buenas ideas surgirán como consecuencia del proceso de creación.

4.- “No sé por dónde comenzar a escribir” – VERDADERO
Por hacer caso de tantas versiones amañadas, por creer tantas mentiras, las personas nunca se sientes capaces de comenzar. Sin embargo, ese es un problema fácil de resolver. ¿Qué debes hacer? Comienza, simplemente, comienza a escribir. Desarrolla la habilidad, crea los hábitos de una buena rutina y escribe. En la medida en que avances, lo harás más fácil y lo harás mejor.

5.- “No tengo talento para escribir” – FALSO
Todos, absolutamente todos los seres humanos, poseemos el talento. Está ahí, dentro de ti, a la espera de que lo aproveches, de que lo explotes. Por supuesto, eso requiere trabajo y, sobre todo, que implementes un método. Porque, lo he mencionado antes, escribir tiene más que ver con lo que haces (disciplina, constancia, investigación, observación) que con lo que con el talento.

6.- “Sé que puedo hacerlo bien, pero no sé cómo…” – VERDADERO
Escribir bien no es un privilegio de pocos, sino el privilegio de quienes hacemos lo necesario para conseguir el resultado que esperamos. Trabajo, trabajo y más trabajo. Creatividad, investigación, imaginación y algo que la mayoría olvida: asesoría profesional. Solo lo puedes lograr, pero mentiría si dijera que será fácil o rápido. Este es un camino que hasta los mejores recorren acompañados.

7.- “Quiero hacerlo, pero me da miedo” – VERDADERO
Como cualquier otra aventura incierta que emprendes en la vida, el miedo está incorporado. Y está bien, porque es una voz que te mantiene alerta, porque te ayuda a estar atento, porque evita que te confíes y creas que lo haces muy bien o que ya lo sabes todo. El miedo nunca desaparecerá, pero lograrás neutralizarlo a medida que escribes, que defines un estilo y un método de trabajo.

8.- “Me aterran las críticas destructivas” – VERDADERO
Todos los seres humanos, absolutamente todos, somos sensibles a las críticas. Es inevitable. Sin embargo, parte del aprendizaje del escritor es aprender a desoír las que no le aportan algo positivo o que carecen de sustento. También es menester aprender que tu trabajo, por muy bueno que sea, no será del gusto de todos, y no tiene porqué serlo. Siempre habrá críticas negativas.

9.- “Publicaré en Amazon.com y me haré rico” – FALSO
Si quieres escribir y publicar un libro con la idea de que te vas a hacer rico en virtud de las regalías de Amazon.com, estás perdidamente equivocado. Los autores que ganan buen dinero en esta tienda son pocos, muy pocos, y además de escribir bien y publicar buenos libros cumplen con otra condición: con antelación, ya crearon una comunidad, tienen cautiva una audiencia masiva.

10.- “Ahora no tengo tiempo: cuando me retire, me dedicaré a escribir” – FALSO
El mejor momento para comenzar a escribir es hoy; mañana quizás sea tarde (porque quizás no hay un mañana). Si crees que no tienes tiempo, créalo, invéntalo. Abandona actividades que nada te aporten, que solo consuman tu tiempo y energías, y dedícate a escribir, que no solo nutrirá tu intelecto, sino que también te permitirá entregar algo de valor a otras personas.

El terrorismo sicológico en relación con lo que implica escribir es una creación de quienes te la quieren poner difícil para después, cuando te dan dos o tres indicaciones y comienzas a escribir, poder fungir como salvadores, como gurús. No caigas en esa trampa: son mentiras, medias verdades, creencias limitantes, mitos o simplemente ideas erradas que carecen de sustento.

La única verdad es que tienes todo lo que se necesita para comenzar a escribir. Que lo hagas bien, que te conviertas en un buen escritor, que tus lectores reciban con agrado tus contenidos y que alcances algún reconocimiento dependerá de cuánto trabajes y, además, de que lo hagas bien. No hay misterios, no hay fórmulas mágicas. No les hagas más caso a las especies tóxicas surgidas de la ignorancia.

 

CGCopywriter
CGCopywriter
Categorías
General

¿Qué haces aquí, si no sabes comunicarte, si no aportas valor?

Es una creencia limitante tan arraigada, que es fácil asumir que nada se puede hacer para derribarla. Sin embargo, si me conoces un poquito, sabes que me gusta llevar la contraria (y, además, que casi siempre me salgo con la mía). Y, por cierto, lo ocurrido en el mundo en los últimos meses, en los dos últimos años, me dice que se trata de una batalla digna de dar.

¿A qué me refiero? A que muchas personas, demasiadas, quizás tú, piensan que no tienen nada de valor para aportarle al mundo, a los demás. Y no es cierto, rotundamente no es cierto. Todos, absolutamente todos los que llegamos a este planeta, estamos en capacidad de hacer algo por los demás. Algo pequeño, que puede parecer insignificante, pero que para alguien es muy valioso.

El poder de las palabras es ilimitado, tanto para bien como para mal. Es algo que, seguramente, habrás comprobado. Enamoras con palabras, pero también puedes desatar una guerra con ellas si eliges las que no son adecuadas. Movilizas a otros con palabras, pero también hay de las que te paralizan, que te dejan congelado. El poder de las palabras es ilimitado, pero no sabemos aprovecharlo.

Uno de los descubrimientos insólitos de los últimos tiempos, en especial desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020, es aquel de las dificultades para comunicarnos. Este, que es un privilegio exclusivo de los seres humanos, también es una de las mayores fuentes de problemas, de conflictos. Y este período traumático, con encierro obligatorio incluido, lo ha confirmado.

Es una gran ironía, porque a los seres humanos nos cuesta trabajo quedarnos callados, nos cuesta trabajo no decir o publicar lo que pensamos y lo que sentimos, pero nos cuesta trabajo, mucho trabajo, comunicarnos. Una comunicación verdadera que signifique un intercambio constructivo para los interlocutores y, especialmente, una comunicación verdadera surgida de la escucha activa.

Nos encanta hablar o publicar para llamar la atención, así muchas veces tengamos que arrepentirnos de eso que dijimos, de eso que publicamos. O, por lo menos, que tengamos que sonrojarnos porque fue algo infortunado, inoportuno. Una realidad que lo sucedido durante estos meses de pandemia confirmó porque el encierro incentivó la necesidad de comunicarnos.

La gran ironía del encierro obligado no fue el cambio de rutina, o tener que trabajar desde la casa, o que los niños recibieran sus clases allí mismo. La ironía, la gran ironía, fue que muchos hogares entraron en conflicto, muchas familias se resquebrajaron, muchos matrimonios se acabaron por las dificultades para comunicarnos. ¡Bajo el mismo techo, pero con problemas de comunicación!

Muchas personas, así mismo, sufrieron depresión, se enfermaron y registraron drásticos cambios en su comportamiento, en su forma de relacionarse con otros, porque las agobió la soledad. Una soledad que bien hubiera podido paliarse gracias a las poderosas y recursivas herramientas que la tecnología nos brinda y de las que prácticamente todos disponemos, como el teléfono celular.

Sin embargo, mal haríamos en quedarnos en lo negativo, en lo que hacemos mal. Este duro período también ha servido para reflexionar, para bajar el ritmo y escapar de la frenética rutina en la que estábamos atrapados. O, igualmente, para descubrir que el mundo necesita nuestro mensaje, nuestro conocimiento, el aprendizaje surgido de nuestros múltiples y repetidos errores.

En estos tiemos de pandemia, muchas empresas, muchas grandes empresas, pero también negocios reconocidos y de tradición, cerraron sus puertas para siempre. ¿La razón? No estaban en capacidad de contactar con sus clientes, de comunicarse con sus clientes, porque se habían acostumbrado a abrir las puertas y esperar que estos llegaran. Una realidad dura y triste.

CGCopywriter

En estos tiempos de pandemia, así mismo, muchas personas encontraron el tiempo y los canales para comunicarse con otros. Algunos que solo utilizaban internet para responder emails, chatear con los amigos a través de WhatsApp o publicar en Facebook o Instagram descubrieron que hay algo llamado Zoom o, también, una nueva y genial plataforma de audio llamada Clubhouse.

A pesar de que la gente estaba confinada y los establecimientos, cerrados, las editoriales incrementaron la cantidad de títulos. No solo los de formato digital, sino también los físicos, los de papel. ¿Por qué? Porque muchas personas, por fin, dispusieron del tiempo necesario para escribir esos libros que tenían en mente desde hace rato, para cristalizar esos proyectos estancados.

¿Sabes eso qué significa? Que este tiempo de pandemia, estos duros meses de encierro, zozobra, miedo e incertidumbre, no fueron en vano para esas personas. Que en medio de las dificultades hubo quienes no se dieron por vencidos, no se dejaron llevar por la histeria colectiva y, más bien, aprovecharon esta oportunidad que les brindó la vida para transmitir su conocimiento, su pensamiento.

Resulta insólito, por decirlo de alguna manera, pero en medio del encierro la humanidad descubrió la importancia de la comunicación, de comunicarnos unos con otros. No solo enviar mensajes, o memes, o publicar fotos en redes sociales. No. De lo que se trata es de comunicar valor, de aportar valor a través de tu conocimiento, tus experiencias, tus vivencias, tus principios y tus valores.

Este blog que estás leyendo, por ejemplo, surgió en septiembre de 2020 y se ha convertido en un dinámico canal de comunicación con el mercado, contigo. Una herramienta no solo de interacción, sino también de creación. Se abrió para suplir un vacío del mercado y poco a poco ha crecido, ha ampliado sus horizontes, se ha consolidado gracias a que el contenido gusta a otros, sirve a otros.

Tu mensaje, créeme, es un tesoro si lo sabes aprovechar. El mundo está harto de lo mismo de siempre, de los mismos de siempre, que además son la repetición de la repetidera. El mundo está ansioso de nuevas voces, de nuevas visiones; desea conocer otras opciones, otras soluciones. El mundo requiere que más personas como tú alcen la voz y expresen lo que piensan y sienten.

Durante estos últimos meses, los meses de la pandemia, la vida cruzó mi camino con los de otras personas que estaban en misma búsqueda. ¿Cuál? La de vivir su propósito, la de aprovechar los dones y los talentos que nos regaló la naturaleza para hacer algo por este afligido mundo, por quienes estamos en este mundo. Una oportunidad única, quizás irrepetible, que está al alcance de tu mano.

Lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? No tienes que ser un locutor profesional para transmitir valor a través de un pódcast o en una charla de Clubhouse. No tienes que ser un presentador de noticias para grabar un video con buen contenido que enseñe a otros, que les brinde soluciones. Y no, tampoco tienes que ser un escritor reconocido para escribir un texto que valga la pena leer.

Es una creencia limitante muy arraigada esa de que no tienes nada de valor para aportarle al mundo, a los demás. Si eso es lo que piensas, estás completamente equivocado. Todos, absolutamente todos los que llegamos a este planeta, estamos en capacidad de hacer algo por los demás. Algo pequeño, que puede parecer insignificante, pero que para alguien es muy valioso.

Recuerda: el poder de las palabras es infinito. No lo subestimes, ni te subestimes a ti mismo. Y no olvides algo muy poderoso que aprendí de un amigo: lo que no se comparte, no se disfruta. De nada te sirven tu conocimiento y tus experiencias si las guardas solo para ti. Además, te privas de recibir la retroalimentación de otros, la gratitud de otros, que es la recompensa más maravillosa que existe.

 

 

CGCopywriter
Categorías
General

Creatividad y comunicación, habilidades claves para sobrevivir en la era digital

Vivimos una época de grandes desafíos en todos los ámbitos de la vida. El mundo cambia no solo de manera constante, sino también lo hace a gran velocidad y a veces no nos da tiempo ni para acomodarnos, para adaptarnos. Grandes desafíos que, además, nos genera una incertidumbre inmensa que viene acompañada de miedo, de mucho miedo por lo que nos depare el futuro.

Uno de ellos, uno de los más fuertes, de aquellos capaces de quitarnos el sueño y arrebatarnos la tranquilidad, es el de ser reemplazados por las máquinas en el ámbito laboral. Es un temor acuñado desde hace décadas, por cuenta de la ciencia ficción, y que poco a poco se ha hecho realidad en algunos sectores o industrias. La pregunta es: ¿nos subyugarán las máquinas?

Por supuesto, nadie tiene una respuesta contundente para este interrogante. Sin embargo, pienso que eso nunca va a suceder. Muchas de las máquinas que forman parte de nuestra vida diaria son verdaderamente increíbles y poderosas, además de útiles. Nos facilitan algunas tareas y nos permiten lujos como el de estar conectados a internet todo el tiempo desde cualquier lugar.

Una gran variedad de beneficios que también incorporan algunas dificultades. Y no porque estas se deriven directamente de la tecnología, de las herramientas, sino por el uso que les damos a estos recursos. Los seres humanos somos muy cómodos y nos aferramos a todo aquello que nos haga la vida fácil, a veces sin darnos cuenta de que nos causamos un perjuicio a nosotros mismos.

Lo cierto, porque no se trata de una tendencia pasajera, sino de una realidad incontestable, es que el futuro laboral nos exige ser híbridos o “centauros, mitad hombre, mitad máquina”, tal y como lo definió Albert Cañigueral, Conector de la red Ouishare para España y América Latina. Una realidad que, valga recalcarlo, vivimos en el presente: en otras palabras, el futuro es hoy, en el presente.

El trabajador del nuevo ámbito laboral combinará la fuerza o la capacidad de cálculo de los ordenadores con el poder de la improvisación de los seres humanos, en una versión más renacentista del mundo laboral”, agrega Cañigueral. Por supuesto, ese 50/50 es relativo, en la medida en que ese ser humano no se prepare convenientemente, ni aproveche sus fortalezas.

Mientras, Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute, asegura que el futuro del trabajo será mucho menos ortodoxo de lo que es ahora, tanto en tiempo como en lugares. Cambiará la forma de organización, no solo con los intereses de la producción, que exigen modificaciones, pero también habrá que adaptarse a las demandas de las personas” en un entorno cambiante.

Sin embargo, y este es el punto crucial de este mensaje que te quiero transmitir, si bien será un entorno más digital y con procesos que se automatizarán, la creatividad será capital, precisamente para diferenciar el impacto del trabajo humano frente al de las máquinas”. No sé a ti, pero a mí me resulta una excelente noticia, y no precisamente porque tema ser sustituido por una máquina.

Los seres humanos, todos, absolutamente todos, poseemos algo que las máquinas jamás tendrán: inteligencia. Además, no hay que perder de vista que, en últimas, las máquinas son una creación del hombre. Pero, eso no es lo importante. Lo importante, lo valioso, es que aún en las situaciones más complicadas, en las circunstancias más adversas, estamos en capacidad de salir airosos.

Lo ocurrido en el último año, por cuenta de la pandemia, es muestra de ello. Más allá del invaluable costo de vidas humanas, del inmenso dolor, hemos aprendido a adaptarnos. No ha sido fácil, porque este proceso nos obligó a desaprender y volver a aprender en poco tiempo y sin anestesia. No ha sido fácil porque la incertidumbre crece y el panorama luce sombrío.

Lo que queda claro hasta el momento, en todo caso, es que solo los más resistentes superarán la prueba. Y esa resistencia implica, fundamentalmente, ser inteligentes para enfrentar la coyuntura, para adaptarnos al nuevo escenario y, en especial, para responder a las exigencias de esta realidad cambiante e incierta. Que, por más que nos esforcemos, no sabemos en verdad cómo será.

CGCopywriter

Unas de las pocas certezas son, sin embargo, la del teletrabajo y la de una cantidad cada vez más creciente de personas que migrarán al universo digital en busca de oportunidades, de ingresos que con sus trabajos convencionales no pueden obtener. Aunque ambas opciones estaban con nosotros desde hace tiempo, las circunstancias provocaron que su práctica se masificara con rapidez.

La pandemia aumentó el valor de ciertas profesiones, en especial aquellas que tienen un elevado componente intelectual, creativo. En otras palabras, los trabajos que están en riesgo a corto plazo son aquellos operativos, labores repetitivas que no requieren alto conocimiento o preparación académica. Esos, tristemente, son los que podrían llegar a ser sustituidos por las máquinas.

Al respecto, Blasco el baja decibeles al ruido mediático y afirma que “no desaparecerán trabajos, sino tareas” y que permanecerán aquellas en la que los profesionales estén avalados por un adecuado nivel de educación. “El que tenga formación tendrá hasta 5 veces más oportunidades para encontrar trabajo”, aunque aclara que el conocimiento servirá solo si se cambia el chip mental.

Según Javier Creus, fundador de Ideas for Change, el éxito será la recompensa para las personas “orientadas a aprender haciendo y a emprender en equipo. La era de los lobos solitarios quedó atrás y entramos en la de las tribus, las comunidades que potencian las fortalezas de los individuos. Un escenario en el que las habilidades blandas no solo serán requeridas, sino muy bien valoradas.

Algunas de esas habilidades blandas son la creatividad, el pensamiento crítico, el liderazgo y la inteligencia emocional. Tras bambalinas de estas cualidades, por si aún no lo percibiste, esta la habilidad de la comunicación, la capacidad para crear mensajes poderosos, asertivos, positivos y constructivos. Mensajes que sirvan para empoderar a otros y ayudarlos a transformar su vida.

“La creatividad no solo será una de las habilidades más valoradas, sino la que más, porque detrás de ella está la capacidad de improvisar. Y es justamente ese es el valor diferencial del hombre en un entorno cada vez más robotizado o automatizado, asegura Blasco. “Será un valor en todos los sectores, porque cualquier profesión se puede beneficiar de esa creatividad”, aporta Cañigueral.

A veces me da por pensar que todo esto tan doloroso que nos ha tocado vivir en los últimos meses, y que significó un costo elevadísimo en términos de vidas humanas, no era más que un mensaje de la vida para entender que íbamos por el camino equivocado. Y, también, para que de una vez por todas nos demos cuenta de cuán poderosos somos gracias a la inteligencia y el saber.

Una de las labores que más creció en este período, por si no lo sabías, fue la de la generación de contenido, de contenido de calidad. Hay muchas personas que poseen valioso conocimiento, pero son incapaces de transmitirlo, aunque quieran. Otros, en cambio, tenemos la habilidad y la pasión por compartir lo que hemos aprendido, lo que hemos vivido, y eso nos pone un par de escalones arriba en este nuevo escenario.

Esta reflexión, en últimas, no es más que una invitación a que valores el potencial que tienes, que representas. Con tu conocimiento, tus experiencias, tu pasión, tus valores y principios, encarnas un mensaje poderoso que, si lo compartes, puede ayudar a transformar vidas, a mejorar este alicaído mundo. Para mí, ese es un reto que asumo con gran responsabilidad y mucho entusiasmo.

Moraleja: hoy, como quizás jamás había ocurrido, el mundo requiere contenidos de calidad que, además de ser un oasis en medio de la caótica realidad, nos ayuden a ser mejores personas, a construir una mejor versión de nosotros mismos. Créeme que eres un arsenal de poderosas e inspiradoras historias capaces de provocar un pequeño gran cambio en el mundo. ¡Cuéntalas!

CGCopywriter
Categorías
General

El 23 de abril debería ser una fecha muy especial para ti

La fecha del 23 de abril debería ser una de las más importantes en el calendario de quienes tenemos el placer y el privilegio de haber nacido en estas tierras de Dios en las que el castellano es la lengua madre. Debería, pero no es así o, peor aún, es uno de tantos días que perdieron la esencia y cayeron en manos del consumismo que lo convirtió en una celebración comercial.

Que solo beneficia a unos pocos, principalmente las editoriales, y que además le otorga al lenguaje, a la capacidad de comunicarnos, un carácter elitista que riñe con su naturaleza. De hecho, a mi juicio es una de las características que generan identificación, más allá de las diferencias de los acentos o los significados de las palabras, y que nos hacen únicos y especiales.

Todos los idiomas, absolutamente todos, son fascinantes. Sin embargo, el nuestro, el castellano, es muy rico, es sonoro, es versátil, es específico. El español es el segundo idioma más hablado en el mundo, superado solo por el mandarín chino (por obvias razones). Según el Instituto Cervantes, hay casi 490 millones de personas (6,3 % de la población) con el español como lengua nativa.

México, Colombia, Argentina y España, en ese orden, son los países en los que hay más personas que hablan el español. Se calcula en un 60 por ciento de la población de Latinoamérica la que habla en español. De acuerdo con la revista Ethnologu, la lengua con estatus de idioma oficial en más países es el inglés (59 países), seguido del francés (29), el árabe (27), el español (21) y el portugués (10).

Sin embargo, se calculan otros 75 millones de personas que hablan el español (que no es su lengua nativa) en países no hispanohablantes. Por ejemplo, en EE. UU., se habla en español en Arizona, California, Nuevo México, Texas, Florida, Nueva York y Nueva Jersey, al tiempo que las escuelas de idiomas que enseñan español son cada vez más exitosas y más personas aprenden nuestro idioma.

Otros países no hispanohablantes con gran cantidad de personas que hablan español son Andorra, Antillas Holandesas (Bonaire, Curazao, San Martín), Argelia, Aruba, Australia, Brasil, Canadá, Filipinas, Jamaica, Marruecos, Nueva Zelanda, Suiza y Turquía, entre otros. Como ves, se trata de un idioma universal que, además, cada día gana más adeptos, cada día lo aprenden más personas.

Según el portal Babbel.com, especializado en la enseñanza de idiomas, el español es el tercero más estudiado, después del inglés y del francés. Estados Unidos (8 millones), Brasil, (6,1 millones), la Unión Europea y el Reino Unido (5,3 millones) y Francia (2,7 millones) son los países donde hay más estudiantes de español. Y se estima que la proporción crecerá en las próximas décadas.

Por otro lado, y contra todos los pronósticos, el libro impreso le está ganado la batalla al digital. Que, por supuesto, no significa que uno de los dos formatos vaya a desaparecer (como alegremente decían los vendehúmo en años pasados), sino que aprendieron a coexistir. En otras palabras, hay mercado para todos y hay lectores para todos. Esa es la realidad, no un tendencia.

Ni siquiera la pandemia, con la consecuente transformación de la Feria del Libro presencial en un evento virtual, logró detener el crecimiento de la lectura de libros impresos. Que quede claro, eso sí, que no estoy en contra del libro digital: produzco este formato, pero me rindo a los encantos del libro impreso, al olor de sus páginas, a la posibilidad de tocarlo, de subrayarlo, de compartirlo.

CGCopywriter

Mientras investigaba el tema para escribir este artículo, me encontré con varios datos llamativos:

1.- El 16 por ciento de los jóvenes españoles prefiere leer en formato digital, una cifra que contradice la creencia de que por ser adeptos a la tecnología no aprecian el formato impreso

2.- Solo el 11 % de los lectores en España lee habitualmente en formato digital y, algo que en verdad me sorprendió, el 66 por ciento jamás ha leído un libro digital

3.- Los jóvenes prefieren los formatos digitales cuando se trata de ocio y entretenimiento. Sin embargo, a la hora de leer la mayoría de ellos elige el libro impreso

4.- Siete de cada diez adultos estadounidenses (72 %) afirmó haber leído en 2019 al menos un libro en cualquier formato, cifra que se mantiene inalterable desde 2012

5.- La cantidad de estadounidenses que en los últimos años adoptó el hábito de escuchar audiolibros ascendió del 14 al 20 por ciento, y se espera que crezca más a corto plazo

6.- El 37 % de los estadounidenses elige el formato impreso a la hora de leer, contra el 28 % que se inclina por alguno de los formatos digitales (e-book o audiolibro)

7.- Según una encuesta de Pew Research Center, el 65 por ciento de los adultos afirmó haber leído al menos un libro impreso en el año anterior a la encuesta

8.- Según la Cámara Colombiana del Libro, en Colombia durante la pandemia no se cerró ninguna librería y el buen nivel de ventas se trasladó del escenario físico al digital

9.- A pesar de las restricciones impuestas por las autoridades, incluida la limitación de circulación en centros comerciales, las librerías no han dejado de recibir a los compradores

10.- Los libros impresos de superación personal, las biografías y los temas espirituales y religiosos han sido los más vendidos en Colombia desde que comenzó la pandemia

Volvamos al comienzo: el 23 de abril de cada año se celebra el Día del Idioma Español y el Día del Libro, una fecha que debería ser una de las más importantes en el calendario de quienes tenemos el placer y el privilegio de haber nacido en estas tierras de Dios en las que el castellano es la lengua madre. También, de quienes vivimos y disfrutamos la pasión por las letras, por lo escrito.

La anterior exposición y la coyuntura de la celebración son un motivo para invitarte a reflexionar acerca de ese buen escritor que hay en ti. Este mundo convulsionado, en el que los valores de antaño, los fundamentales, están cada vez más en desuso, requiere la contribución de quienes a través de los contenidos (libros en formato impreso o digital, artículos) podemos aportar valor.

Y, créeme, tú eres uno de ellos. Tú, con tu historia de vida, con tus éxitos y fracasos, con tus logros y frustraciones, con tu experiencia y pasión, puedes hacer mucho por otros. Lo puedes hacer con tu mensaje poderoso y transformador, inspirador. Lo que tú has vivido, aquellos errores de los que surgió un valioso aprendizaje, es digno de compartir para ayudar a otros a evitar esos tropiezos.

Una de las creencias limitantes de la mayoría de las personas es aquella según la cual solo quienes son reconocidos o figuras públicas, o académicos o profesionales del oficio pueden (o deben) escribir y/o publicar libros. La verdad es que cualquiera puede hacerlo, que tú puedes hacerlo. Solo necesitas dejar atrás tus miedos, dejar de escuchar lo que otros dicen y darte a la tarea.

Todos los seres humanos aprendemos a escribir en el colegio. Ese es el insumo básico. Sin embargo, si quieres superar la línea promedio, si quieres que tu mensaje sea poderoso, si quieres que otros lean tus escritos y agradezcan tus aportes, necesitas sacar el buen escritor que hay en ti, despertarlo, activarlo y disfrutarlo. Y para conseguir ese objetivo la tarea fundamental es escribir.

La escritura, no me canso de repetirlo, es una habilidad propia de todos los seres humanos, pero que solo algunos trabajamos para desarrollarla y aprovecharla. Y eso no significa en convertirte en un autor laureado, o que vas a ganar premios: eso, quizás, no es lo tuyo, no es lo que deseas o lo que necesitas. Basta con que estés en capacidad de transmitir un mensaje que deje huella.

¡Feliz Día del Idioma y del Libro!

CGCopywriter