Categorías
General

Las habilidades comunicativas, una cuestión de supervivencia

La irrupción de la inteligencia artificial supone un dilema para la humanidad. Su influencia se manifiesta en todas y cada una de las actividades de la vida, sin excepción, y son múltiples los oficios y profesiones que, dicen, están en peligro de desaparición. Sin embargo, sabemos que si algo caracteriza a la especie humana es, precisamente, su resiliencia, su capacidad para sobrevivir.

No olvides que los dinosaurios, una especie fuerte, depredadores, desaparecieron y muchas otras especies menores permanecieron en el planeta. El ser humano, además, ha sobrevivido a pandemias, pestes, catástrofes naturales como terribles huracanes, devastadores terremotos, pavorosas inundaciones y a eventos demoledores como la guerra. Parece que fuera indestructible.

Hace 25 años, quizás lo recuerdes, cuando internet irrumpió en nuestra realidad y la cambió por completo, nos dijeron que la vida no sería igual, jamás sería la misma. También dijeron que millones de empleos se perderían y que muchas empresas desaparecerían. Así fue, pero el ser humano volvió a exponer su asombrosa capacidad de adaptación y logró sobrevivir.

Con el paso del tiempo, nos dimos cuenta de que era un cambio beneficioso, aprendimos que la tecnología no llegaba para sustituirnos o, peor, para destruirnos, sino para ayudarnos. Que en la práctica significa complementarnos, potenciar nuestras habilidades, sacarnos de la zona de confort y, lo mejor, para brindarnos nuevas y maravillosas posibilidades de crecimiento.

No sé qué opinas, pero soy un agradecido de la tecnología. Cuando comencé mi carrera profesional, hace más de 37 años, los periodistas aún trabajábamos en máquina de escribir y los computadores eran un sueño. Es decir, he vivido en carne propia lo bueno y lo malo de esta revolución tecnológica que significó la transformación del oficio y de la mentalidad.

Fui de los primeros periodistas que utilizó internet en Colombia, en 1997. Para que te hagas una idea del contexto: ninguna empresa o medio de comunicación tenía una página web, los bancos apenas implementaban los cajeros electrónicos y lo que los expertos nos decían era que internet era “algo pasajero”, “una nueva moda que desaparecerá pronto”.

Por supuesto, y por fortuna, no fue así. Desaparecieron los que se quedaron en lo mismo de antes, los que fueron incapaces de evolucionar, los que no cumplieron con la premisa de saber adaptarse. Los demás, mientras, nos fortalecimos, adquirimos habilidades y nos convertimos en mejores personas, en profesionales más capacitados, gracias a la tecnología.

Hoy, el nuevo dinosaurio, la amenaza mediática, es la inteligencia artificial generativa. Sí, la que muchas personas llaman ChatGPT, pero esta herramienta es tan solo una de tantas de las que ya disponemos. Y vendrán otras más, sin duda, un tsunami tecnológico. Algunas de esas especies serán efímeras, no cumplirán con su propósito y desaparecerán. No hay remedio.

Otras, las más valiosas, las más poderosas, en cambio, permanecerán. Y se convertirán en una parte importante de nuestra vida, como ocurrió con internet hace más de 25 años. Por eso, más que una obligación es una decisión acertada aprender a utilizar esta maravilla. No al punto, quizás, de ser un experto, pero sí bajo la premisa de aprovechar su poder ilimitado.

Lo que, en todo caso, no se puede perder de vista, es que la diferencia, para bien o para mal, no la marca la tecnología: este es un privilegio del ser humano, del uso que haga de ella. No olvides que muchas personas, millones en el mundo, desconocían y/o desaprovechaban el poder de internet antes de la pandemia. Fue durante el encierro cuando lo descubrieron.

Después de ese punto bisagra, hoy estamos familiarizados con las reuniones virtuales y con otra serie de opciones que antes pocos usaban. Para muchas familias, por ejemplo, pasar la pandemia con un buen balance fue fruto, entre otras cosas, de las reuniones virtuales con familiares y amigos. En medio del encierro, pudieron salvaguardar su salud mental.

Repito: la tecnología es asombrosa, maravillosa, increíble. Ponle el calificativo que quieras y seguro te quedarás corto. Sin embargo, la magia está en el ser humano, en su inteligencia natural, en su capacidad para aprender, en su creatividad, en el uso que le brinda. Así, por ejemplo, la dinamita no fue creada para matar, para destruir, el uso más común que se le da.

Lo que la inteligencia artificial generativa hará por ti, si se lo permites, es potenciar tus habilidades, sacar el máximo provecho de tu conocimiento y producir un mayor impacto en la vida de quienes te rodean, de aquellos sobre los que ejerces influencia. Esta tecnología llegó para ayudarnos, para facilitarnos la vida, para permitirnos ser más productivos y rentables.

Lo esencial, lo fundamental, lo que marca la diferencia, repito, está en ti. ¡ERES TÚ! De hecho, un reciente estudio de la prestigiosa consultora Kantar Media, llamado Las competencias que definirán el ecosistema mediático del mañana, nos ofrece unas lecciones valiosas. Se hicieron 1.110 encuestas en 53 países a personas relacionadas con investigación, datos e insights.

Estas fueron algunas de las conclusiones más destacadas:

1.- Se reconoce la necesidad de adaptarse a los cambios que llegaron y a los que vendrán

2.- Se entiende que tecnología y talento van de la mano, son complementarios, no opuestos

3.- Los expertos en estas nuevas tecnologías son la nueva joya de la corona laboral

¿Cómo te parece? A mi juicio, nada sorprendente, nada que no fuera previsible. Lo que me llamó la atención de los resultados de la encuesta, el motivo por el cual escribí esta nota, fue el escalafón de las 10 competencias más importantes hoy. Ten en cuenta que los consultados son personas relacionadas con los medios de comunicación, agencias de marketing y afines:

1.- Habilidades de comunicación y storytelling79 %

2.- Análisis e interpretación de datos – 73 %

3.- Capacidad para explicar técnicas y metodologías complejas – 65 %

4.- Posibilidad de conectar fuentes de datos – 60 %

5.- Visualización de datos – 59 %

6.- Experiencia diversa y nuevas perspectivas – 57 %

7.- Experiencia en investigación – 46 %

8.- Conocimientos de data science39 %

9.- Manejo de big data – 36 %

10.- Experiencia en el uso de la IA – 27 %

habilidades-comunicativas

¿Qué opinas? Honestamente, a mí me sorprendió ver en el número uno las habilidades de comunicación y el storytelling, que en teoría son las principales víctimas de la inteligencia artificial generativa. No porque desconozca su importancia, sino porque la percepción del mercado era distinta. Es decir, veía que lo prioritario era la tecnología, las herramientas, no la habilidad.

Por supuesto, es algo que me alegra, me entusiasma. Entre otras razones, porque respalda mi lucha de los últimos años: crear conciencia de que el factor diferencial, lo que realmente provoca impacto, no es el canal, no es el formato, no es el recurso, no es la herramienta: es la capacidad del ser humano para sentir, compartir y transmitir emociones y experiencias.

Un ejemplo: cuando desarrolló su carrera periodística, primero, y la de escritor, después, el gran Gabriel García Márquez, Gabo, escribió en cuartillas. Es decir, en máquina de escribir. Solo al final, cuando ya era famoso y consagrado, cuando ya había ganado el Premio Nobel, usó la computadora. El talento estaba en él, la imaginación estaba en él, no en la herramienta.

Uno más: cuando ganó sus 18 campeonatos mayores, entre 1962 y 1986, el estadounidense Jack Nicklaus utilizó palos que hoy no solo son reliquias, sino arcaicos. Por aquel entonces, el desarrollo de la industria del golf iba a lomo de mula, a diferencia de lo que sucede hoy, cuando los cambios, los avances tecnológicos, se dan a la velocidad de un rayo.

A lo largo de su sensacional trayectoria, Nicklaus acumuló 73 triunfos en el PGA Tour, para ubicarse como el tercero de la historia. Solo lo superan Sam Snead y Tiger Woods, con 82. El Oso Dorado es considerado por muchos el mejor jugador de todos los tiempos, tanto por su capacidad técnica como, en especial, por su férrea mentalidad ganadora y su determinación.

Hoy, sin embargo, muchas personas creen que lo importante es la herramienta, el canal o el formato y menosprecian lo realmente valioso: el contenido. Menosprecian lo que pueden entregarle al mercado y se limitan a seguir la tendencia, la moda. Algunas logran hacer ruido, pero su efecto es a corto plazo y pronto surge un nuevo objeto brillante que las desplaza.

Las habilidades comunicativas son las que nos permiten comunicarnos de manera efectiva con otros, bien sea a través del habla, de la escritura, de la gestualidad (movimiento), de la pintura, del canto o, inclusive, de las señas. Son fruto de un proceso consciente cuyo fin es transmitir un mensaje, establecer un vínculo o realizar un intercambio de conocimiento y experiencias.

La escucha activa, la comunicación verbal, la no verbal, la empatía, la asertividad y la inteligencia emocional son, entre otras, las principales habilidades comunicativas. Todos los seres humanos disponemos de ellas, pero cada uno las desarrolla en distinta medida o, de otra forma, cada uno privilegia algunas que le resultan más cómodas o que son más fáciles.

En la película Náufrago, lo que le permitió sobrevivir a Chuck Noland (interpretado por Tom Hanks) no fue la tecnología. De hecho, no tenía herramientas porque perdió el transmisor de emergencia de la balsa en la que llegó a una isla desierta. Sobrevivió gracias a sus habilidades y a su ingenio para arreglárselas en un medio de un ambiente inhóspito.

Volvamos al comienzo: amenazado por los depredadores, con pocos recursos y un precario conocimiento del entorno, el ser humano sobrevivió en la prehistoria. Y a lo largo del tiempo ha hecho lo mismo una y otra vez tras tragedias naturales, guerras o pandemias. Lo ha hecho gracias a su inteligencia, a su intuición, a su resiliencia y a su capacidad de adaptación.

En una sola palabra, gracias a sus habilidades. Entre ellas, las comunicativas, que le han servido para transmitirles a otros, de generación en generación, el conocimiento adquirido y el aprendizaje fruto de sus experiencias. Haber enseñado a otros cómo sobrevivir a pesar de las dificultades es lo que le ha permitido al hombre ser la especie que no se extingue.

Como dice la canción, “yo no sé mañana”, no sé qué pasará mañana, dentro de unos años. No sé cuál será el resultado de una encuesta similar de Kantar Media en 5 o 10 años. De lo que sí estoy seguro es de que las habilidades comunicativas se darán mañas para entreverarse entre las más importantes, las indispensables, las más valoradas. Es cuestión de supervivencia…

habilidades-comunicativas
Categorías
General

5 habilidades clave para comunicarte bien y dejar huella

Todos, absolutamente todos los seres humanos, soñamos con dejar un legado, una huella en este mundo. Tristemente, muchos parten de aquí si haber conseguido ese objetivo o, peor aún, a sabiendas de que su huella, su legado, no fue positivo. Tristemente, esto sucede porque desaprovechamos el poder de una habilidad que es privilegio de nuestra especie: la comunicación.

Una de las grandes lecciones que la vida nos dio en los últimos meses, por cuenta de esta terrible pandemia que no solo nos cambió la rutina, sino que nos arrebató a muchos seres queridos, muchos momentos de felicidad, es aquella de que necesitamos el uno del otro. En otras palabras, desveló el origen de muchos de nuestros problemas: el egocentrismo en cualquier manifestación.

Sí, nos demostró que, mucho que nos pese, si bien llegamos solos a este mundo y de este mundo nos vamos a ir solos, mientras estemos acá, el tiempo que dure esta aventura, necesitamos de los otros. Por supuesto, una real convivencia es imposible si no está soportada en una comunicación honesta, genuina, de doble vía, una comunicación en la que las partes involucradas se benefician.

Tuvimos que aprender a vivir separados de los otros, de esas personas a las que estábamos acostumbrados en la rutina de antes. Por fortuna, la tecnología, bendita ella, nos abrió canales, nos dio oportunidades que 15 o 20 años atrás no existían y sin los cuales el encierro habría sido una tortura mayor. Las aplicaciones de mensajería y las transmisiones en vivo nos salvaron.

¡Literalmente! Sin embargo, no fue suficiente. Porque, supongo que coincidirás conmigo, un tema es conversar con tu familia y tus amigos a través de Zoom o de una videollamada de WhatsApp, o enviar un audio o un video, o publicar un reel o un carrusel en Instagram y otra, bien distinta, es poder dar un abrazo, un beso o tomar de la mano a la otra persona, que está ahí, cerquita.

Lo más doloroso, sin duda, fue haber perdido seres queridos, amigos cercanos, colegas o conocidos sin tener la oportunidad de despedirlos, de acompañarlos a su última morada, sin poder dar un abrazo de condolencias a los deudos. ¡Duro, muy duro! Es un vacío que nunca se va a llenar, un momento que la vida nos arrebató sin explicación y que no es fácil de aceptar.

Una época en la que, además, fuimos víctimas de un mal que ya se había insinuado, pero que en estas circunstancias se desbordó: la infoxicación. Sí, la proliferación de noticias faltas, de versiones distorsionadas y amañadas, pero también la autocensura, la decisión de no publicar informaciones en función de intereses políticos y económicos privando, así, el bienestar de la sociedad libre.

En la vida, y más en tiempos de incertidumbre y de crisis, es imposible encontrar un equilibrio verdadero, un 50/50. La balanza siempre se inclina hacia alguno de sus extremos. Por eso, la comunicación durante este triste período fue tanto una ganadora como una perdedora. A mi modo de ver, el resultado final dependerá, exclusivamente, del uso que le dé cada uno.

Lo cierto, lo innegable, es que necesitamos ser más conscientes de la forma en que nos comunicamos. Con otros y con nosotros mismos. Debemos ser más asertivos, pero también, más compasivos, menos exigentes. Tenemos que desarrollar habilidades complementarias que nos ayuden a potenciar la maravillosa habilidad de la comunicación, privilegio de los seres humanos.

CGCopywriter

Estas son cinco de esas habilidades complementarias que, sin duda, nos ayudan a comunicarnos mejor:

1.- Aprender a escuchar.
Desde el momento en que nacemos, a través de la palmadita en la nalga, nos estimulan a expresarnos por la boca. Y se nos queda la maña. Además, rápido aprendemos que cuando más bulla hacemos, cuanto más duro lloramos, cuanto más nos quejamos, mayor es la atención que nos brindan. Y se nos queda la maña, aunque llega el momento en que lo pagamos.

La condición sine qua non para comunicarnos mejor es aprender a escuchar. Con atención, con devoción, con respeto. Escuchar sin interrumpir, escuchar sin juzgar, escuchar sin reacción a través de las emociones (que suelen ser malas consejeras). Recuerda algo que surge de la infinita sabiduría de la naturaleza: nacemos con dos oídos y tan solo un boca. Escucha más, habla menos.

2.- Ser empáticos.
Hoy, en las actuales circunstancias, escuchar no es suficiente. Para que la comunicación en realidad se transforme en un intercambio de beneficios, se requiere la empatía. Que va mucho más allá de la convencional definición de “ponerse en los zapatos del otro” y se adentra en los terrenos de la profunda sensibilidad para entender sin juzgar, sin estigmatizar.

Solo a través de la empatía es posible comprender las razones que hay detrás del comportamiento que a veces malinterpretamos, que a veces nos hace daño. Solo a través de la empatía que comienza con la escucha silenciosa estamos en capacidad de evitar conflictos, de pronunciar palabras de esas que están cargadas con dinamita y de las cuales, seguro, nos vamos a arrepentir.

3.- Preguntar sin juzgar.
Cuando escuchas con atención y preguntas con inteligencia, aprendes, comprendes. Y, sobre todo, evitas emitir juicios cargados de emociones que, por lo general, solo te conducen a duros conflictos, a discusiones bizantinas que no te llevan a ningún lado. Evitas que una sentencia apresurada provoque una herida de esas que duele mucho, tarda tiempo en curar y deja cicatriz.

El mejor conversador, el más sabio interlocutor, no es aquel que habla más, sino aquel que pregunta lo necesario para profundizar el tema, para conocerlo y comprenderlo a fondo. Preguntar sin juzgar y escuchar la respuesta con atención son dos condiciones indispensables para que no se produzca la distorsión del mensaje. Si vas a hablar, que primero sea para preguntar.

4.- Saber interpretar.
Esta, créeme, es una habilidad rara, muy escasa. Más en estos tiempos modernos en los que hemos caído bajo por dejarnos dominar por la tentación de la inmediatez, que en la mayoría de los casos es simple estupidez. Reaccionamos de manera instintiva, emocional, sin pensar un segundo antes de abrir la bocota, sin caer en cuenta de las consecuencias que se pueden derivar.

Interpretar, que significa encontrar el sentido original del mensaje, la explicación profunda de los hechos y de sus circunstancias, de tal modo que podamos tener una comprensión integral, completa. Cuando tenemos la capacidad de interpretar adecuadamente lo que sucede, lo que otros nos comunican, podemos aprender, crecer y, algo importante, aportar nuestra visión.

5.- Saber aportar.
El fin último de la comunicación entre seres humanos es el intercambio de beneficios. ¿Como cuáles? Información, conocimiento, experiencias, sentimientos, emociones, percepciones. La verdadera comunicación, no lo olvides, siempre es un camino de ida y vuelta, un canal de doble vía. Si solo se da en un sentido, no es comunicación, sino un monólogo, seguramente sin valor.

Solo si escuchas con atención, si eres empático, si preguntas para comprender y no para juzgar y si interpretas adecuadamente el mensaje que recibiste podrás aportar algo de valor. Que de eso se trata cuando nos comunicamos, por supuesto. Valor a través de la educación, de las experiencias, de las lecciones que nos dejaron nuestros errores, de los principios y valores que nos inculcaron.

Todos, absolutamente todos los seres humanos, soñamos con dejar un legado, una huella en este mundo. Tristemente, para muchos es una tarea imposible de llevar a cabo porque desaprovechan el poder de una habilidad que es privilegio de nuestra especie: la comunicación. Más que tus obras, es tu mensaje, el impacto de tu comunicación, lo que te permitirá dejar una huella imborrable.

 

CGCopywriter
Categorías
General

¿Qué haces aquí, si no sabes comunicarte, si no aportas valor?

Es una creencia limitante tan arraigada, que es fácil asumir que nada se puede hacer para derribarla. Sin embargo, si me conoces un poquito, sabes que me gusta llevar la contraria (y, además, que casi siempre me salgo con la mía). Y, por cierto, lo ocurrido en el mundo en los últimos meses, en los dos últimos años, me dice que se trata de una batalla digna de dar.

¿A qué me refiero? A que muchas personas, demasiadas, quizás tú, piensan que no tienen nada de valor para aportarle al mundo, a los demás. Y no es cierto, rotundamente no es cierto. Todos, absolutamente todos los que llegamos a este planeta, estamos en capacidad de hacer algo por los demás. Algo pequeño, que puede parecer insignificante, pero que para alguien es muy valioso.

El poder de las palabras es ilimitado, tanto para bien como para mal. Es algo que, seguramente, habrás comprobado. Enamoras con palabras, pero también puedes desatar una guerra con ellas si eliges las que no son adecuadas. Movilizas a otros con palabras, pero también hay de las que te paralizan, que te dejan congelado. El poder de las palabras es ilimitado, pero no sabemos aprovecharlo.

Uno de los descubrimientos insólitos de los últimos tiempos, en especial desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020, es aquel de las dificultades para comunicarnos. Este, que es un privilegio exclusivo de los seres humanos, también es una de las mayores fuentes de problemas, de conflictos. Y este período traumático, con encierro obligatorio incluido, lo ha confirmado.

Es una gran ironía, porque a los seres humanos nos cuesta trabajo quedarnos callados, nos cuesta trabajo no decir o publicar lo que pensamos y lo que sentimos, pero nos cuesta trabajo, mucho trabajo, comunicarnos. Una comunicación verdadera que signifique un intercambio constructivo para los interlocutores y, especialmente, una comunicación verdadera surgida de la escucha activa.

Nos encanta hablar o publicar para llamar la atención, así muchas veces tengamos que arrepentirnos de eso que dijimos, de eso que publicamos. O, por lo menos, que tengamos que sonrojarnos porque fue algo infortunado, inoportuno. Una realidad que lo sucedido durante estos meses de pandemia confirmó porque el encierro incentivó la necesidad de comunicarnos.

La gran ironía del encierro obligado no fue el cambio de rutina, o tener que trabajar desde la casa, o que los niños recibieran sus clases allí mismo. La ironía, la gran ironía, fue que muchos hogares entraron en conflicto, muchas familias se resquebrajaron, muchos matrimonios se acabaron por las dificultades para comunicarnos. ¡Bajo el mismo techo, pero con problemas de comunicación!

Muchas personas, así mismo, sufrieron depresión, se enfermaron y registraron drásticos cambios en su comportamiento, en su forma de relacionarse con otros, porque las agobió la soledad. Una soledad que bien hubiera podido paliarse gracias a las poderosas y recursivas herramientas que la tecnología nos brinda y de las que prácticamente todos disponemos, como el teléfono celular.

Sin embargo, mal haríamos en quedarnos en lo negativo, en lo que hacemos mal. Este duro período también ha servido para reflexionar, para bajar el ritmo y escapar de la frenética rutina en la que estábamos atrapados. O, igualmente, para descubrir que el mundo necesita nuestro mensaje, nuestro conocimiento, el aprendizaje surgido de nuestros múltiples y repetidos errores.

En estos tiemos de pandemia, muchas empresas, muchas grandes empresas, pero también negocios reconocidos y de tradición, cerraron sus puertas para siempre. ¿La razón? No estaban en capacidad de contactar con sus clientes, de comunicarse con sus clientes, porque se habían acostumbrado a abrir las puertas y esperar que estos llegaran. Una realidad dura y triste.

CGCopywriter

En estos tiempos de pandemia, así mismo, muchas personas encontraron el tiempo y los canales para comunicarse con otros. Algunos que solo utilizaban internet para responder emails, chatear con los amigos a través de WhatsApp o publicar en Facebook o Instagram descubrieron que hay algo llamado Zoom o, también, una nueva y genial plataforma de audio llamada Clubhouse.

A pesar de que la gente estaba confinada y los establecimientos, cerrados, las editoriales incrementaron la cantidad de títulos. No solo los de formato digital, sino también los físicos, los de papel. ¿Por qué? Porque muchas personas, por fin, dispusieron del tiempo necesario para escribir esos libros que tenían en mente desde hace rato, para cristalizar esos proyectos estancados.

¿Sabes eso qué significa? Que este tiempo de pandemia, estos duros meses de encierro, zozobra, miedo e incertidumbre, no fueron en vano para esas personas. Que en medio de las dificultades hubo quienes no se dieron por vencidos, no se dejaron llevar por la histeria colectiva y, más bien, aprovecharon esta oportunidad que les brindó la vida para transmitir su conocimiento, su pensamiento.

Resulta insólito, por decirlo de alguna manera, pero en medio del encierro la humanidad descubrió la importancia de la comunicación, de comunicarnos unos con otros. No solo enviar mensajes, o memes, o publicar fotos en redes sociales. No. De lo que se trata es de comunicar valor, de aportar valor a través de tu conocimiento, tus experiencias, tus vivencias, tus principios y tus valores.

Este blog que estás leyendo, por ejemplo, surgió en septiembre de 2020 y se ha convertido en un dinámico canal de comunicación con el mercado, contigo. Una herramienta no solo de interacción, sino también de creación. Se abrió para suplir un vacío del mercado y poco a poco ha crecido, ha ampliado sus horizontes, se ha consolidado gracias a que el contenido gusta a otros, sirve a otros.

Tu mensaje, créeme, es un tesoro si lo sabes aprovechar. El mundo está harto de lo mismo de siempre, de los mismos de siempre, que además son la repetición de la repetidera. El mundo está ansioso de nuevas voces, de nuevas visiones; desea conocer otras opciones, otras soluciones. El mundo requiere que más personas como tú alcen la voz y expresen lo que piensan y sienten.

Durante estos últimos meses, los meses de la pandemia, la vida cruzó mi camino con los de otras personas que estaban en misma búsqueda. ¿Cuál? La de vivir su propósito, la de aprovechar los dones y los talentos que nos regaló la naturaleza para hacer algo por este afligido mundo, por quienes estamos en este mundo. Una oportunidad única, quizás irrepetible, que está al alcance de tu mano.

Lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? No tienes que ser un locutor profesional para transmitir valor a través de un pódcast o en una charla de Clubhouse. No tienes que ser un presentador de noticias para grabar un video con buen contenido que enseñe a otros, que les brinde soluciones. Y no, tampoco tienes que ser un escritor reconocido para escribir un texto que valga la pena leer.

Es una creencia limitante muy arraigada esa de que no tienes nada de valor para aportarle al mundo, a los demás. Si eso es lo que piensas, estás completamente equivocado. Todos, absolutamente todos los que llegamos a este planeta, estamos en capacidad de hacer algo por los demás. Algo pequeño, que puede parecer insignificante, pero que para alguien es muy valioso.

Recuerda: el poder de las palabras es infinito. No lo subestimes, ni te subestimes a ti mismo. Y no olvides algo muy poderoso que aprendí de un amigo: lo que no se comparte, no se disfruta. De nada te sirven tu conocimiento y tus experiencias si las guardas solo para ti. Además, te privas de recibir la retroalimentación de otros, la gratitud de otros, que es la recompensa más maravillosa que existe.

 

 

CGCopywriter
Categorías
General

Creatividad y comunicación, habilidades claves para sobrevivir en la era digital

Vivimos una época de grandes desafíos en todos los ámbitos de la vida. El mundo cambia no solo de manera constante, sino también lo hace a gran velocidad y a veces no nos da tiempo ni para acomodarnos, para adaptarnos. Grandes desafíos que, además, nos genera una incertidumbre inmensa que viene acompañada de miedo, de mucho miedo por lo que nos depare el futuro.

Uno de ellos, uno de los más fuertes, de aquellos capaces de quitarnos el sueño y arrebatarnos la tranquilidad, es el de ser reemplazados por las máquinas en el ámbito laboral. Es un temor acuñado desde hace décadas, por cuenta de la ciencia ficción, y que poco a poco se ha hecho realidad en algunos sectores o industrias. La pregunta es: ¿nos subyugarán las máquinas?

Por supuesto, nadie tiene una respuesta contundente para este interrogante. Sin embargo, pienso que eso nunca va a suceder. Muchas de las máquinas que forman parte de nuestra vida diaria son verdaderamente increíbles y poderosas, además de útiles. Nos facilitan algunas tareas y nos permiten lujos como el de estar conectados a internet todo el tiempo desde cualquier lugar.

Una gran variedad de beneficios que también incorporan algunas dificultades. Y no porque estas se deriven directamente de la tecnología, de las herramientas, sino por el uso que les damos a estos recursos. Los seres humanos somos muy cómodos y nos aferramos a todo aquello que nos haga la vida fácil, a veces sin darnos cuenta de que nos causamos un perjuicio a nosotros mismos.

Lo cierto, porque no se trata de una tendencia pasajera, sino de una realidad incontestable, es que el futuro laboral nos exige ser híbridos o “centauros, mitad hombre, mitad máquina”, tal y como lo definió Albert Cañigueral, Conector de la red Ouishare para España y América Latina. Una realidad que, valga recalcarlo, vivimos en el presente: en otras palabras, el futuro es hoy, en el presente.

El trabajador del nuevo ámbito laboral combinará la fuerza o la capacidad de cálculo de los ordenadores con el poder de la improvisación de los seres humanos, en una versión más renacentista del mundo laboral”, agrega Cañigueral. Por supuesto, ese 50/50 es relativo, en la medida en que ese ser humano no se prepare convenientemente, ni aproveche sus fortalezas.

Mientras, Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute, asegura que el futuro del trabajo será mucho menos ortodoxo de lo que es ahora, tanto en tiempo como en lugares. Cambiará la forma de organización, no solo con los intereses de la producción, que exigen modificaciones, pero también habrá que adaptarse a las demandas de las personas” en un entorno cambiante.

Sin embargo, y este es el punto crucial de este mensaje que te quiero transmitir, si bien será un entorno más digital y con procesos que se automatizarán, la creatividad será capital, precisamente para diferenciar el impacto del trabajo humano frente al de las máquinas”. No sé a ti, pero a mí me resulta una excelente noticia, y no precisamente porque tema ser sustituido por una máquina.

Los seres humanos, todos, absolutamente todos, poseemos algo que las máquinas jamás tendrán: inteligencia. Además, no hay que perder de vista que, en últimas, las máquinas son una creación del hombre. Pero, eso no es lo importante. Lo importante, lo valioso, es que aún en las situaciones más complicadas, en las circunstancias más adversas, estamos en capacidad de salir airosos.

Lo ocurrido en el último año, por cuenta de la pandemia, es muestra de ello. Más allá del invaluable costo de vidas humanas, del inmenso dolor, hemos aprendido a adaptarnos. No ha sido fácil, porque este proceso nos obligó a desaprender y volver a aprender en poco tiempo y sin anestesia. No ha sido fácil porque la incertidumbre crece y el panorama luce sombrío.

Lo que queda claro hasta el momento, en todo caso, es que solo los más resistentes superarán la prueba. Y esa resistencia implica, fundamentalmente, ser inteligentes para enfrentar la coyuntura, para adaptarnos al nuevo escenario y, en especial, para responder a las exigencias de esta realidad cambiante e incierta. Que, por más que nos esforcemos, no sabemos en verdad cómo será.

CGCopywriter

Unas de las pocas certezas son, sin embargo, la del teletrabajo y la de una cantidad cada vez más creciente de personas que migrarán al universo digital en busca de oportunidades, de ingresos que con sus trabajos convencionales no pueden obtener. Aunque ambas opciones estaban con nosotros desde hace tiempo, las circunstancias provocaron que su práctica se masificara con rapidez.

La pandemia aumentó el valor de ciertas profesiones, en especial aquellas que tienen un elevado componente intelectual, creativo. En otras palabras, los trabajos que están en riesgo a corto plazo son aquellos operativos, labores repetitivas que no requieren alto conocimiento o preparación académica. Esos, tristemente, son los que podrían llegar a ser sustituidos por las máquinas.

Al respecto, Blasco el baja decibeles al ruido mediático y afirma que “no desaparecerán trabajos, sino tareas” y que permanecerán aquellas en la que los profesionales estén avalados por un adecuado nivel de educación. “El que tenga formación tendrá hasta 5 veces más oportunidades para encontrar trabajo”, aunque aclara que el conocimiento servirá solo si se cambia el chip mental.

Según Javier Creus, fundador de Ideas for Change, el éxito será la recompensa para las personas “orientadas a aprender haciendo y a emprender en equipo. La era de los lobos solitarios quedó atrás y entramos en la de las tribus, las comunidades que potencian las fortalezas de los individuos. Un escenario en el que las habilidades blandas no solo serán requeridas, sino muy bien valoradas.

Algunas de esas habilidades blandas son la creatividad, el pensamiento crítico, el liderazgo y la inteligencia emocional. Tras bambalinas de estas cualidades, por si aún no lo percibiste, esta la habilidad de la comunicación, la capacidad para crear mensajes poderosos, asertivos, positivos y constructivos. Mensajes que sirvan para empoderar a otros y ayudarlos a transformar su vida.

“La creatividad no solo será una de las habilidades más valoradas, sino la que más, porque detrás de ella está la capacidad de improvisar. Y es justamente ese es el valor diferencial del hombre en un entorno cada vez más robotizado o automatizado, asegura Blasco. “Será un valor en todos los sectores, porque cualquier profesión se puede beneficiar de esa creatividad”, aporta Cañigueral.

A veces me da por pensar que todo esto tan doloroso que nos ha tocado vivir en los últimos meses, y que significó un costo elevadísimo en términos de vidas humanas, no era más que un mensaje de la vida para entender que íbamos por el camino equivocado. Y, también, para que de una vez por todas nos demos cuenta de cuán poderosos somos gracias a la inteligencia y el saber.

Una de las labores que más creció en este período, por si no lo sabías, fue la de la generación de contenido, de contenido de calidad. Hay muchas personas que poseen valioso conocimiento, pero son incapaces de transmitirlo, aunque quieran. Otros, en cambio, tenemos la habilidad y la pasión por compartir lo que hemos aprendido, lo que hemos vivido, y eso nos pone un par de escalones arriba en este nuevo escenario.

Esta reflexión, en últimas, no es más que una invitación a que valores el potencial que tienes, que representas. Con tu conocimiento, tus experiencias, tu pasión, tus valores y principios, encarnas un mensaje poderoso que, si lo compartes, puede ayudar a transformar vidas, a mejorar este alicaído mundo. Para mí, ese es un reto que asumo con gran responsabilidad y mucho entusiasmo.

Moraleja: hoy, como quizás jamás había ocurrido, el mundo requiere contenidos de calidad que, además de ser un oasis en medio de la caótica realidad, nos ayuden a ser mejores personas, a construir una mejor versión de nosotros mismos. Créeme que eres un arsenal de poderosas e inspiradoras historias capaces de provocar un pequeño gran cambio en el mundo. ¡Cuéntalas!

CGCopywriter