Categorías
General

7 claves para hablar de ti sin caer en la trampa del ego

Si lo prefieres, puedes escuchar el artículo completo

Según los reclutadores, ¿sabes cuál es la pregunta más difícil para un candidato durante una entrevista? Sí, aquella de “¿Cuáles son tus principales defectos?”. Aunque la persona sabe, o al menos sospecha que se la pueden formular, prepara alguna respuesta, pero en el momento de escucharla entra en shock. Como si no hubiera una respuesta, cuando hay muchas.

La razón se antoja sencilla, pero en realidad es compleja: porque a los seres humanos, a todos, nos cuesta una enormidad hablar de nosotros mismos. De las emociones que nos mueven, de los sentimientos, inclusive de lo que pensamos. ¿Por qué? Porque abordar esos temas implica abrir nuestro corazón de par en par, abrirle la puerta a la vulnerabilidad.

Estamos convencidos de que, entonces, se van a aprovechar de nosotros, de nuestras debilidades. Para evitarlo, ponemos en práctica uno de los mecanismos de defensa preferidos. ¿Sabes cuál es? Hablar de nuestros logros, conquistas, éxitos, posesiones… Esto se traduce en que creamos un personaje que nos permite blindarnos de las críticas.

Asumimos que mostrarnos perfectos nos garantizará la aprobación de otros, pero no es así. ¿Por qué? Porque nadie es perfecto y, entonces, proyectar esa imagen solo redundará en que quienes reciben tu mensaje duden de ti, de tu integridad. Es decir, esa estrategia produce el efecto contrario al esperado, que es construir un sólido vínculo de confianza y credibilidad.

Sin embargo, son muchas las personas que caen en esa trampa. Para comprobarlo, basta entrar a las redes sociales, principalmente, o a otros canales digitales (email, YouTube). Son escenarios en los que abundan las especies tóxicas, tierra fértil para los vendehúmo. Es el reino de YO, que no conecta, que no genera confianza, que es odioso, puro autobombo.

El deleite del ego. Que, valga recalcarlo, a nadie, absolutamente a nadie, le interesa. Porque cuando una persona, cualquiera, entra a internet son dos sus motivaciones. La primera, está en busca de entretenimiento. En medio de la rutina frenética, de la histeria colectiva, llega el momento en el que es necesario un oasis, un descanso, algo que rompa el molde.

La segunda, requiere información. Y no creas que se trata exclusivamente de información para comprar. Quizás escuchó que sucedió algo y quiere confirmarlo, ampliar la información. O a lo mejor vio algo que le llamó la atención y busca profundizar. O requiere apoyo para terminar el informe de ventas que le solicitó su jefe. Las opciones son ilimitadas…

Ah, los seres humanos también usamos internet para comprar, pero las estadísticas (que en este ecosistema son muy confiables) demuestra que es un uso secundario. Por eso, cuando te dirijas al mercado, a tu audiencia, no cometas el común y costoso error de hablar de ti, solo de ti, como si fueras un superhéroe y el resto de la humanidad debiera adorarte.

Ahora, este problema tiene otra manifestación. ¿Sabes cuál es? El extremo opuesto: la resistencia a hablar de ti, de tu historia de vida, de tu proceso. Que, créeme, es tan negativo como el autobombo, como venderte como el tipo perfecto. Por lo general, esta actitud obedece a la idea de que “eso a nadie le interesa”,  pero es una concepción errada.

No importa si eres un empresario, el dueño de un negocio, un emprendedor (dentro o fuera) de internet o un profesional que monetiza su conocimiento, requieres generar un vínculo de confianza y credibilidad. Sin este, no lograrás captar la atención de tus clientes potenciales y, por ende, tu mensaje se perderá en el vacío. Ah, por supuesto, tampoco venderás.

La clave del dilema no es si conviene hablar mucho (autobombo) o no decir nada de ti. Recuerda que los extremos son viciosos, siempre. ¿Entonces? Se trata de decir lo necesario, lo adecuado para que quienes reciben tu mensaje puedan identificarse contigo, con tu historia. Para mostrarte auténtico, como una propuesta de valor real, para llamar la atención.

¿Cómo hacerlo? Estas siete estrategias te ayudarán a enfocarte y, en especial, a comunicar un mensaje poderoso, empático y persuasivo:

Moraleja

Este es el mensaje que quiero que grabes en tu mente.
Hablar de nosotros mismos, contar nuestra historia de vida, es algo difícil para cualquier ser humano. ¿Cómo hacerlo sin caer en la trampa del ego? Estas 7 claves prácticas te ayudarán a conseguirlo de manera sencilla.

1.- Las pequeñas grandes historias.
No es necesario que cuentes la historia de tu vida de principio a fin, sin perder algún detalle. Eso es algo que puede resultar confuso y aburrido para tu audiencia, en especial para esas personas con las que todavía no tienes un vínculo de confianza y credibilidad. En cambio, las pequeñas historias son maravillosas para atraer la atención y conectar. ¡Aprovéchalas!

Cuenta el aprendizaje de alguna situación que, muy probablemente, la mayoría de los que reciben tu mensaje también vivieron. Un paseo en bicicleta, un viaje turbulento en avión, un ridículo que hiciste en vacaciones en otro país, tus fracasos como cocinero antes de aprender a preparar platillos deliciosos, en fin. Historias reales, de vida, historias de impacto.

2.- Importa lo que aprendiste.
Los vendehúmo suelen enfocarse en sus logros, en resultados de dudosa procedencia, que por lo general no son comprobables. “Gané X millones en tres días”, “Conseguí X miles de prospectos en una horas” y más por el estilo. De nuevo: lo que el mercado necesita, lo que provoca que se fije en ti, es lo que puedes enseñarle para hacer realidad sus sueños.

Lo demás, todo lo demás, está de más. En especial, el autobombo. Habla del punto del cual partiste, de las dificultades que enfrentaste, de cómo las superaste y del resultado. Y, claro, lo más importante: ¿qué lección aprendiste? ¿Qué incorporaste que te permite ahora replicar los buenos resultados? ¿Cuál fue ese pequeño detalle que marcó una gran diferencia?

3.- Enfócate en tu cliente (o prospecto).
El valor de tu historia de vida, de tus anécdotas, radica en crear identificación. Es decir, que quien la escucha piense de inmediato “a mí también me pasó lo mismo” o “algo parecido me sucedió”. En otras palabras, de lo que se trata es de que tu historia sea el espejo en el que otros se miren, se reflejen. Esa es la clave para conectar con sus emociones, para generar confianza.

Eso significa, así mismo, que tienes que olvidarte de venderte como un superhéroe. No te equivoques: la gente sabe que estos solo existen en la ficción. Presenta un problema común para la mayoría de las personas de tu audiencia y cuenta qué dilemas enfrentaste, cómo los superaste y, no lo olvides, qué aprendiste. “Si yo pude, tú puedes” es un mensaje poderoso.

4.- Apaláncate en el antes y después.
O, lo que es lo mismo, en el punto bisagra de tu historia. Muestra el camino que recorriste, sin caer en la trampa de exhibir el resultado como un trofeo. El antes te permitirá conectar con las personas que hoy están en esa situación que fue tu punto de partida; las animará a dar el siempre difícil primer paso porque entienden que si tú lo lograste, ellas pueden hacerlo.

El después validará tu resultado. ¿Cuál fue la transformación que experimentaste? ¿De qué modo tu vida (o trabajo, o relaciones) es mejor ahora? Esto, al final, es lo que la gente quiere saber. Es muy importante que esas personas sepan que tú pasaste por la misma situación que ellas enfrentan, que se enteren de que sí hay una solución, de que hay un final feliz.

5.- Evita la trampa del ego.
Que, en otras palabras, significa hablar de YO. No centres tu conversación, tu mensaje, en ti, porque eso a nadie le interesa y tampoco te servirá para conectar, para generar confianza y credibilidad. Apela al YO solo cuando vayas a expresar algo personal: un pensamiento, una creencia, una idea. “Yo también caí en la trampa de los vendehúmo”te abre las puertas.

El uso de la primera persona debe restringirse a señalar el propósito de tu mensaje; no puede ser el foco. Ten en cuenta algo importante que la mayoría pasa por alto: tú eres el canal, no el producto. La gente quiere comprar tu resultado, no a ti. No caigas en la trampa del ego, del YO, porque lo único que conseguirás será levantar barreras que distorsionen tu mensaje.

6.- Asegúrate de que tu historia sea útil.
Si no es útil para otros, se olvidará fácilmente. Que, no sobra decirlo, es lo que le sucede a la mayoría de las historias que vemos por ahí, en redes sociales, en medios de comunicación, en blogs… ¿Sabes por qué YouTube es uno de los canales más exitosos del ecosistema digital desde que surgió? Precisamente porque ofrece un repositorio ilimitado de información útil.

Útil significa que sirve para algo, que proporciona un beneficio, que conduce a un resultado específico. El poder de lo útil es que derrumba el mito de la magia (millonario en 3 clics) y reivindica el proceso. Para comunicarlo, tu mensaje debe ser simple, preciso, sin rodeos. Las historias útiles, además, son las que nunca se olvidan, las que compartimos con otros.

7.- Establece una moraleja clara.
Si sigues con atención mis publicaciones, sabes que soy defensor acérrimo de la moraleja. Una historia que carezca de este elemento no tiene poder, no producirá impacto y, lo peor, se olvidará rápidamente. La moraleja es ese mensaje sencillo, preciso y útil que quieres que tu audiencia se grabe, que se la tatúe en el corazón. Una sola idea que sea fácil de recordar.

Por lo general, es el aprendizaje más importante de tu historia o, también, una reflexión. Es lo primero que debes definir antes de crear tu historia: si bien es el último de los elementos que compartes, es el punto de partida de tu relato. Debes elegirla de manera consciente, premeditada, o de lo contrario abrirás la puerta para que tu audiencia se confunda.

Hablar de ti, contar tu historia de vida, sin caer en la trampa del ego, es posible. Y, si pones en práctica las 7 claves que te revelé, es una tarea sencilla. Y no solo eso: también es la forma más eficaz de revestir de poder tu mensaje, de hacerlo más persuasivo, de provocar mayor impacto. Por último, te ayudará a ser auténtico y te diferenciará del resto del mercado.

Categorías
General

Contenido de valor: qué es (qué no) y cuáles son sus beneficios

Tras estar en contacto directo durante más de 6 años con clientes, emprendedores, empresarios y profesionales independientes de Latinoamérica y España, creía haber identificado el problema. ¿Cuál problema? Aquel de determinar la razón por la cual a la mayoría del mercado le cuesta generar contenido. Pensé que era una combinación de miedo y del síndrome del impostor.

Que sí, son factores que influyen, pero esa no es la verdadera razón. Entonces, ¿cuál? Que se enfocan exclusivamente en vender o, peor, en tratar de forzar (acelerar) la venta a partir de los contenidos que generan. Y ese, por si no lo sabías, NO es el camino. O, dicho de otra manera, es el final del camino. Y para llegar hasta allá, nos guste o no, hay que recorrer un trecho largo.

Asumo que es un error inducido. Sí, porque sufrimos un incesante bombardeo mediático, a través de múltiples canales, dentro y fuera de internet, enfocados en… ¡vender! “Si usas esta fórmula, venderás más”, “Si compras esta herramienta, venderás más”, “Si sigues este libreto, conseguirás cientos (¿o miles?) de clientes”, “Si publicas en esta plataforma, te lloverá el dinero” y más…

Una variante del error inducido es que intentamos replicar los resultados de nuestros mentores o de los referentes del mercado. ¿Por qué está mal? Porque ellos nos llevan kilómetros de distancia, acreditan mucho recorrido, acumulan un valioso aprendizaje de sus múltiples errores, ya crearon y optimizaron un sistema efectivo que les permita obtener los resultados esperados, y replicarlos.

Es como cuanto tienes 18 o 22 años y te sientas a filosofar de la vida con tu padre, de 62, o con tu abuelo, de 83. La distancia que los separa es inmensa y nunca podrás estar en su mismo nivel. Por el conocimiento, por la experiencia, por las vivencias, por esa sabiduría de vida que solo te pueden dar los años. Lo mejor que puedes hacer es sentarte y, con paciencia, escuchar y aprender.

Te explicaré por qué ese NO es el camino adecuado:

1.- Vender es una consecuencia. ¿Eso qué quiere decir? Que es el final del camino, no el comienzo. O, de otra forma: NO puedes comenzar por la venta. La venta es el resultado de las acciones que llevas a cabo a lo largo del proceso y, sobre todo, de la calidad de información que le brindas a ese cliente potencial. Si no consigues atraer su atención y despertar su curiosidad, no le venderás.

2.- Primero, da, antes de pedir. Eso es lo que no te dicen los gurús mediáticos. La principal pregunta que se hace tu cliente potencial es aquella de “¿Qué hay aquí para mí?”. En ese primer contacto, esos primeros pasos del proceso, él está en fase de exploración, de investigación, y para lo último que está dispuesto es para escuchar una oferta. Dale información, apórtale valor.

3.- No sabe quién eres. En este siglo XXI, hacer negocios (intentar vender algo, un producto o un servicio, dentro o fuera de internet) consiste en establecer una relación con el mercado. Con todos y cada uno de tus clientes potenciales. Una relación basada en la confianza y la credibilidad. Antes de que ese vínculo exista, ¡no le venderás! Enfócate en informarle quién eres y qué haces.

4.- Es un prospecto frío. Uno de los caballitos de batalla de los gurús mediáticos es que si tu producto (o servicio) es bueno, “cualquiera te comprará”. Y, no, ¡NO ES CIERTO! El 99 % de las personas que muestran interés en tu mensaje no te conocen, no saben qué hacen o quién eres, no saben que puedes ayudarlas, y cómo, y por ende no te van a comprar. Tienes que calentarlos.

5.- Tu mensaje no impacta. Es decir, no conecta con las emociones de tu cliente potencial. Bien porque no sabe que tiene un problema (o dolor), no sabe que tú puedes ayudarlo, no sabe que necesita ayuda, no sabe que tú tienes la solución. Y dado que tu mensaje se enfoca en la venta, para él son palabras vacías. Quizás el mensaje sea el adecuado, pero no quien lo recibe.

Veamos algunas conclusiones de lo anterior:

1.- No todo el mundo es tu cliente, no cualquiera va a comprar lo que vendes

2.- Antes de intentar vender, debes darte a conocer, ser visible para el mercado

3.- También requieres posicionarte en la mente de tu cliente potencial

4.- No puedes ir en contra de las 3M del marketing (mensaje, mercado, medio), o la pasarás mal

5.- Tu mensaje debe ser el adecuado en función de la temperatura de tu cliente potencial

6.- Solo les venderás a las personas a las que puedas ayudar HOY con tu solución

7.- Tu mensaje será de mayor impacto si lo publicas en los ecosistemas donde están tus prospectos

8.- El contenido que aporte valor te ayudará a ganar la confianza y credibilidad del mercado

9.- Solo si lo que das gratis es de valor, el mercado considerará lo que ofreces a cambio de un pago

10.- Si te enfocas en vender, solo en vender, el contenido que publiques carecerá de valor

Ahora, la pregunta del millón: ¿qué es eso de CONTENIDO DE VALOR? En palabras sencillas, el que ayuda y es útil. NO el que habla de ti y de tus hazañas, de tus propiedades y lujos, de tus hazañas, del monto de tu cuenta bancaria. NO el que se refiere a tu producto o servicio, sus características. NO el que hace promesas que después no se van a cumplir, pero genera falsas expectativas.

contenido-valor

El contenido de valor es:

1.- El que se enfoca en tu cliente potencial, en esa necesidad apremiante que no lo deja dormir tranquilo y en sus deseos/ilusiones. Por supuesto, para generarlo antes debes conocer muy bien a ese prospecto, en especial las manifestaciones de su problema (“dolor”) y sus emociones

2.- El que le brinda la información específica necesaria para darse cuenta, entender y aceptar que tiene un problema que requiere su atención. Esos que llamamos prospectos fríos no saben que tienen un problema y, una vez lo descubren, son reacios a tomar medidas (el miedo los paraliza)

3.- El que genera un vínculo de confianza y credibilidad a partir de la identificación (tú también lo sufriste, pero ya lo superaste) y la empatía (te mueve la intención genuina de ayudarlo). ¿Cómo lo consigue? Tu historia de vida, si logra conectar con las emociones de tu prospecto, lo inspirará

4.- El que lo educa. Como mencioné, tu cliente potencial no sabe que tiene un problema, no sabe qué tan grave es, no sabe cuáles son las consecuencias y, claro, no sabe cómo solucionarlo. Por eso, debes aprovechar tu conocimiento y experiencias para enseñarle el camino que debe seguir

5.- El que lo nutre. ¿Eso qué significa? Es el contenido positivo, constructivo, que dibuja en la mente de tu prospecto el escenario al que lo vas a llevar con la solución que le ofreces. De lo que se trata es de que imagine la transformación que sufrirá su vida, que vea esa ‘nueva vida’

Jay Baer, reconocido estratega de negocios, autor de cinco libros y una de la voces autorizadas del marketing de contenidos, nos dice que “se trata de crear un contenido tan útil que la gente pagaría por él si se le pidiera. Se trata de crear lo que la gente quiere recibir”. De nuevo: contenido de valor es contenido centrado en tu cliente potencial, en el problema que lo aqueja y la solución que le ofreces.

“La práctica de proveer de un valor real —de la misma manera que nuestros amigos de carne y hueso lo hacen— a nuestros potenciales clientes será premiada con su lealtad y apoyo, como acostumbran a hacer con aquellos a quienes respetan. Nuestros amigos (algunos de ellos) son útiles. El contenido útil entra al subconsciente de los consumidores sin necesidad de invitar a la familia SPAM a la fiesta, agrega Baer.

Tú eliges: ¿de qué lado estás? ¿Eres de aquellos que aportan valor con su contenido (informan, educan, nutren y entretienen)? O, más bien, ¿eres uno más de esa desagradable especie del SPAM, el contenido basura, intrusivo, que nada aporta, solo intenta vender? De nuevo: tú eliges. Por supuesto, la elección que hagas tendrá consecuencias, porque el mercado también elige.

Y hoy, como nunca, el mercado quiere que le aporten valor, información veraz, conocimiento útil, experiencias constructivas y, no lo olvides, historias inspiradoras. En la medida en que compartas contenidos de valor, comprobarás cómo cambia la respuesta del mercado: llamarás la atención de prospectos de calidad, despertarás su curiosidad y, entonces, podrás comunicarles tu mensaje.

contenido-valor
Categorías
General

Tu historia de vida: el mensaje más poderoso, tu legado…

Escribe algo que valga la pena leer o haz algo sobre lo que valga la pena escribir”. Esta frase es atribuida a Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de los EE. UU. También, un prolífico científico, inventor, estadista y diplomático. Fue uno de los motores del movimiento independentista y junto con Thomas Jefferson y John Adams, redactó la Declaración de Independencia.

Fue el decimoquinto de 17 hermanos y su formación académica fue precaria: ni siquiera terminó la escuela primaria. Desde los 10 años, trabajó en la empresa familiar, junto con su padre, y más adelante se convirtió en aprendiz de la imprenta de su hermano James. Con solo 15 años, fundó el New England Courant, primer periódico independiente de las colonias británicas.

Completó su formación en Inglaterra, donde estuvo dos años. De manera simultánea, desarrolló su actividad en este campo y en la política. Como científico, inventó el pararrayos, la denominada estufa de Franklin (más seguro que las tradicionales chimeneas) y las gafas bifocales. También estudió en profundidad las tormentas que azotan el continente americano.

Se dedicó de lleno a la construcción de la nación, a sembrar por doquier la semilla de eso que hoy conocemos como “el sueño americano”. La música, otra de sus pasiones, ocupó parte de su tiempo durante la vejez. Una vez se retiró de la vida pública, se dedicó a escribir. Murió en 1790, a los 84 años, y dejó inconclusa su Autobiografía, que fue publicada un año después.

Podría contarte mucho más acerca de Benjamin Franklin, pero estoy seguro de que lo mencionado es suficiente. Asumo que te queda claro que este personaje cumplió cabalmente con aquella premisa de Escribe algo que valga la pena leer o haz algo sobre lo que valga la pena escribir”. Escribió y, en especial, hizo muchas cosas de las que vale la pena escribir.

Lo que quizás más llamó mi atención de la historia de Benjamin Franklin es que, en esencia, fue un tipo común y corriente que nos dejó un legado extraordinario. Era experto en algunas cosas, pero quizás no era el número uno en ninguna de ellas. Era curioso, inquieto y no se dejaba amedrentar por el temor a lo desconocido. Y, sobre todo, era práctica: ejecutaba.

Además, y esto por supuesto es muy importante, fue un tipo auténtico, honesto, que sabía cuál era su propósito, que estaba conectado con sus valores y principios y que tenía una gran vocación de servicio. Alguien, quizás tú, podría decirme que esa es la definición de una persona ideal o perfecta, pero se me antoja que se trata de un ser humano común y corriente.

Como tú, como yo, como cualquiera. Y eso, quizás lo sabes, es una excelente noticia. ¿Por qué? Porque hoy, en la era de la globalización, la persona es la marca. De la misma manera que un Lionel Messi, un Barack Obama, una Jennifer Lopez, una Shakira o un Freddy Mercury son una marca reconocida, cualquier persona, como tú, como yo, también puede serlo. ¿Lo sabías?

De hecho, en los últimos tiempos, el mercado descubrió uno de los cambios más impactantes derivados de la revolución tecnológica. ¿Sabes a cuál me refiero? A las personas que son marcas. Antes, en el pasado, en el siglo pasado, las marcas eran exclusivamente las empresas, las grandes empresas, aquellas que por su poder económico tenían un alcance ilimitado.

Hoy, gracias a la magia de internet, a las poderosas herramientas y canales que nos brinda internet, una persona cualquiera, como tú o como yo, puede ser un fenómeno global. Fíjate, por ejemplo, lo que ocurrió con Lionel Messi después de que Argentina se consagró como la campeona del Mundial de Catar-2022: su impacto en las redes sociales literalmente explotó.

La foto que publicó en su perfil de Instragram, mientras paseaba por el césped del estadio Lusail con el trofeo en la mano, registró más de 67 millones de likes en tan solo dos días. Y, claro, la cifra sube constantemente, mientras que los comentarios eran más de 1,8 millones. Lejos, con modestos 56 millones, quedó el récord anterior, de la cuenta @wolrd_record_egg.

historia-de-vida

¿Entiendes? Messi, tras conquistar el único que trofeo que hasta ahora le había sido esquivo, se convirtió en la marca del éxito, del triunfo, de la felicidad. Una locura, sin duda, pero también una clara demostración de cómo una persona puede ser una marca exitosa. Y lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Que no necesitas ser Messi y ganar el Mundial para lograrlo.

Hoy, en un fenómeno impulsado también por la pandemia, la gente no sigue solo a las marcas, sino también a las personas. Y, de manera especial, sigue a las personas que son marca. ¿Eso qué significa? Que cualquiera, como tú o como yo, está en capacidad de generar un impacto positivo en internet (no solo en redes sociales) a través de lo que representa para otros.

¿Y sabes cuál es el secreto? El mensaje, tu mensaje. Así como ninguna marca es perfecta, ninguna persona lo es. Messi, de hecho, no es perfecto: necesitó participar cinco veces en la Copa Mundo y llegar a dos finales para levantar el trofeo. Y en el proceso sufrió terribles decepciones, mil y una humillaciones. Sin embargo, no se rindió y un día lo logró.

Messi es un tipo común y corriente, uno de provincia. Tranquilo, humilde, un tipo al que no le gustan las exposiciones públicas más allá de sus maravillosas ejecuciones y conquistas en el campo de juego. Tiene una familia normal, practica un deporte normal y es protagonista de una historia de superación como la de muchos otros, como miles más. Eso sí: es auténtico y honesto.

Las dos condiciones que, según un estudio realizado por la consultora We Communications, el mercado les exige a las marcas. Aquel viejo anhelo de las marcas que representaban superhéroes quedó en el pasado: la gente sabe, entiende, que es una ilusión. Lo ocurrido en los últimos años les ha demostrado a los consumidores que no existen las marcas perfectas.

Por eso, justamente por eso, lo que las personas esperan de las marcas ha cambiado. ¿Y qué esperan? Que palabras y acciones estén alineadas, es decir, que sean coherentes. Al estilo de Messi. Que, si se equivocan, lo reconozcan y enmienden el daño provocado, que pasen del dicho al hecho y que, de manera especial, actúen de acuerdo con los valores que promulgan.

Una consecuencia directa de la incertidumbre que reina en nuestra vida en los últimos tiempos es la desconfianza, el escepticismo. Y la gente necesita volver a creer, necesita en quien creer. Como en Lionel Messi. La gente necesita que aquello en lo que cree, en lo que confía, bien sea una marca o una persona (en especial, si es esta última), sea transparente. Así de simple.

Todos, absolutamente todos los que habitamos este planeta, estamos en capacidad de ser una marca poderosa, una influencia positiva para otros, un modelo digno de seguir. Como Lionel Messi. Y todos, absolutamente todos, disponemos de lo necesario para cumplir con esa tarea. ¿Sabes a qué me refiero? Al mensaje que encarnamos, a la historia que protagonizamos.

Que, por supuesto, está lejos de ser perfecta. Como no es perfecta la de Lionel Messi, pero a todos nos conmovió, a todos nos inspiró, a muchos les arrancó una lágrima. Tu historia de vida, tal cual es, es el mensaje más poderoso e impactante que puedes transmitir, que debes transmitir para que otros aprendan de tus errores, para que otros sigan y extiendan tu legado.

No sé a ti, pero a mí ese me parece un increíble privilegio que disfruto y procuro honrar cada día a través de mi trabajo. Y tú puedes hacer lo mismo, sin importar a qué te dedicas, cuál es tu profesión o si eres un perfectodesconocido. Recuerda: si aprovechas la magia de internet, puedes volverte visible para muchos y, con el poder de tu mensaje, provocar un impacto positivo.

Escribe algo que valga la pena leer o haz algo sobre lo que valga la pena escribir”, dijo Benjamin Franklin. Y hoy, 232 años después de su muerte, su recuerdo sigue vivo y su legado, vigente. Su mensaje, su historia de vida, la vida de una persona común y corriente, dejó una huella imborrable que inspiró y sigue inspirando a muchos. Y tú también puedes hacerlo…

historia-de-vida
Categorías
General

5 errores comunes a la hora de contar la historia de tu vida

A los seres humanos, a todos, nos encanta hablar de nosotros mismos. Lo hacemos todo el tiempo con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo e inclusive con personas a las que acabamos de conocer. Sin embargo, hay ámbitos o momentos de la vida en los que es necesario hablar de nosotros e, irónicamente, no somos capaces de hacerlo o lo hacemos mal.

Nos bloqueamos, no sabemos qué información revelar o, lo peor, intentamos crear una imagen de perfecciónque, por supuesto, no es creíble. Entonces, elegimos el camino más equivocado: ofrecer una imagen que no es real o que más adelante, en alguna de las curvas del camino, nos puede causar un perjuicio. Ese, créeme, es un lujo que no podemos permitirnos.

Hace años, en el siglo pasado, en el ámbito laboral las personas valíamos tanto como nuestro currículum. Lo que estaba consignado allí era lo que en realidad nos daba valor y era el principal (o único) factor para elegirnos. Desde niños, nos enseñaban a forjar una hoja de vida que fuera llamativa, una que tuviera muchas arandelas: cargos, distinciones, reconocimientos.

Cuantas más arandelas tuviera tu currículum, mucho mejor: ¡eras el candidato ideal! Sin embargo, esto cambió con el tiempo porque las empresas se dieron cuenta (tarde, pero lo hicieron), de que este era un esquema perverso. Lamentablemente, este mal no fue erradicado, sigue vigente de manera velada, por debajo de la mesa. Es la triste realidad.

En el mundo de los negocios, especialmente ahora que internet nos da facilidades a todos, que nos permite competir en el mercado sin necesidad de ser una gran marca o disponer de un presupuesto elevado, el “cuánto tienes, cuánto vales” se ha convertido en la mejor carta de presentación. El resultado es que el mercado se llenó de esos que llamamos los vendehúmo.

Que son los que se dedican a engañar, los que lanzan atractivas promesas que no cumplen, los que te venden, no te brindan acompañamiento y se olvidan de ti. Los que se promocionan como la última Coca-Cola del desierto, con miles de seguidores en redes sociales y gordas cuentas bancarias y presumen en redes sociales de lujos, de una vida de ensueño.

La verdad, cruda y dolorosa, es que no puedes creer todo lo que ves en internet, todo lo que dicen en internet. Por desgracia, un efecto colateral de la revolución tecnológica es que hay zonas vedadas, de altísimo riesgo, en la red. Zonas que son dominadas por los vendehúmo, por los artistas del engaño, por aquellos que son hábiles para quedarse con tu dinero.

El problema, porque siempre hay un problema, es que pagamos justos por pecadores. Aunque tú seas honesto, aunque cumplas tus promesas, aunque ayudes a otros, aunque tu vocación de servicio sea genuina, pagamos justos por pecadores. ¿Eso qué quiere decir? Que para muchas personas, todos los que estamos en internet somos lo mismo, estamos cortados por la misma tijera.

Como dicen las mujeres, “todos los hombres son iguales”. Y no es así, por supuesto. Sin embargo, todos tenemos que exhibir credenciales creíbles, debemos demostrar que, a pesar de que tenemos una trayectoria importante, no somos más de lo mismo, no somos otros de los detestables vendehúmo. ¿Cómo hacerlo? Hay que aprovechar el poder de la historia personal.

La mayoría de las personas cree que basta con hablar de su producto o servicio, de su negocio, de cuánto factura, del auto o la casa que poseen, de los viajes que disfruta o de lo ya dicho: los seguidores en redes sociales, que ya sabemos que son un cero a la izquierda. La realidad es que la gente ya aprendió, muchos ya no comen cuento y eso les entra por un oído y les sale por el otro.

Además, y esta es una razón muy poderosa que los vendehúmo omiten, lo que la gente quiere hoy es conectar con personas reales, con personas genuinas que honestamente les puedan dar una mano. Que más allá de un bonito discurso tienen la capacidad de generar un impacto positivo en su vida, las pueden guiar en ese camino de la transformación, del rediseño de su vida.

la-historia-de-tu-vida

Para que esa puerta se abra, sin embargo, es necesario que primero exista un vínculo de confianza y credibilidad. Hay que derribar los altos y gruesos muros de las objeciones del mercado, la desconfianza, el miedo a ser engañados, el temor a dar con un vendehúmo. Un vínculo que debe ser fuerte, resistente a las dudas, blindado contra las múltiples amenazas.

El camino más seguro, que no es el más corto, ni uno de esos riesgosos atajos, es contar u historia de vida. Cuando las personas saben lo que has vivido, las dificultades que superaste, los aprendizajes obtenidos de tus errores y tus logros, es posible establecer una conexión. Tu historia de vida es la que te permite humanizar la relación para inspirar a otras personas.

¿Qué hacer; entonces? ¿Cómo conseguirlo? A continuación, te expondré los cinco errores más comunes (y más graves) que se cometen a la hora de presentante ante el mercado. Sobre todo, cuando se trata de una audiencia fría, es decir, personas que no te conocen, que no saben qué haces, a qué te dedicas y que no entienden cómo o por qué quieres ayudarlas:

1.- El egocentrismo.
Asúmelo: a nadie, absolutamente a nadie, le interesas tú. Lo que el mercado quiere de ti es lo que tú puedes hacer por esas personas, cómo puedes ayudarlas con tu conocimiento y, en especial, los resultados que puedes ofrecerles. Hablar de ti, solo de ti, no te dará la posibilidad de conectar con esas personas; más bien, provocará el efecto contrario: las ahuyentarás.

2.- Títulos y cargos.
A nadie le interesan, tampoco. Que tú hayas sido jefe, dueño o CEO de tal o cual empresa o negocio no les garantiza a esas personas que tú las puedes ayudar. Si enfocas tu mensaje en los títulos y los cargos que ocupaste lo que haces es establecer barreras, alejarte de tu audiencia. Recuerda: esos argumentos quedaron anclados en el pasado, en el siglo pasado.

3.- Tu producto y el precio.
Lo que ofreces es importante, por supuesto, pero no es lo que el mercado busca. ¿Qué busca, entonces? Los resultados que produce aquello que ofreces, esa transformación con la que esas personas sueñan. Y el precio, ¡ni se te ocurra competir por precio! Sería el peor error de tu vida. Enfócate en los beneficios de lo que ofreces, en cómo estos les mejorarán su vida.

4.- Tus ‘proezas’.
Esas, déjalas para los relatos a tus nietos cuando disfrutes las mieles del retiro, en la vejez. Son un logro del que seguramente te enorgulleces (y está bien), pero para las personas a las que puedes ayudar no dicen nada. Son parte de tu pasado, un período ya no volverá no tiene sentido que intentes vivir de él. Tu prioridad son esas personas a las que puedes ayudar.

5.- La competencia.
A tu pareja actual, no le hables de tus exnovias. Esta es una premisa que se aplica al mundo de los negocios, especialmente en el caso de tu historia de vida. Si te dedicas a hablar de otros, de tu competencia, lo único que conseguirás será que tu audiencia pose tu atención en esos otros, en tu competencia, y tu mensaje perderá poder. La prioridad es tu cliente, recuérdalo.

La historia de tu vida es la herramienta más poderosa de que dispones para conectar con el mercado, con todas y cada una de las personas a las que puedes ayudar con tu conocimiento y tus experiencias. No la desaproveches, no la utilices mal, porque quizás tengas una y solo una oportunidad para abrir las puertas de la vida de aquellos que ansían lo que les vas a ofrecer.

Lo que sabes, lo que has experimentado y lo que tienes carece de valor si no lo pones al servicio de otros que puedan necesitarlo. Por eso, justamente por eso, tu historia de vida es, debería ser, la primera fuente de inspiración: que luego de escucharla, esas personas no puedan resistir el deseo de ser como tú, de abrir las puertas de su vida para que tú entres.

la-historia-de-tu-vida