Categorías
General

‘Copywriting’, una herramienta útil en la vida, los negocios y el trabajo

Cuando internet llegó a nuestra vida, a mediados de los años 90, el copywriting ya había celebrado su primer centenario al servicio de la publicidad. Lo curioso es que se trata de un oficio mucho más antiguo, solo que no se había establecido la definición. Una definición que, como suele ocurrir, con el paso del tiempo se ha distorsionado, ha adquirido nuevos matices y hoy se antoja confusa.

La idea más común acerca del copywriting es que se trata de “la creación de textos persuasivos y de ventas”. Si le preguntas a Mr. Google, te toparás repetidamente con esta definición. Que, a mi juicio, se queda corta. ¿Por qué? Porque copywriting no es solo la creación de textos escritos, sino de MENSAJES persuasivos, es decir, tendientes a provocar una acción específica de parte del receptor.

Hotmart, una de las plataformas digitales más populares de Latinoamérica, nos dice que “el copywriting es la habilidad de persuadir a tus visitantes o potenciales clientes para que se comprometan contigo, de romper las posibles objeciones en relación con tu producto y de mostrar cómo tu solución es la ideal para esas personas”. Para mi gusto, huele demasiado a ventas.

Según WebEscuela, una escuela online de marketing digital, “el copywriting, también conocido como ‘escritura persuasiva’ en su cuasitraducción al español, es una profesión dentro del ámbito del marketing digital que consiste en escribir, seleccionar y reformular las palabras con las que se describen productos y servicios en Internet, con el objetivo de vender más”. Ventas, solo ventas.

Rockcontent, por su lado, nos dice que “el copywriting es una disciplina que fue concebida en el mundo del mercadeo y de la publicidad, para hablar de las capacidades que tiene la redacción de adoptar los trucos de la psicología con la intención de captar la atención y el interés de las personas, con respecto a un contenido. Puede traducirse como escritura persuasiva”. ¡Mejor!

Mientras, RD Station asegura que “el copywriting es el proceso de producir textos persuasivos para acciones de marketing y ventas, como el contenido de correos electrónicos, sitios web, catálogos, anuncios y cartas comerciales, por ejemplo. El profesional responsable de la elaboración del texto (también llamado ‘copy’) se conoce como ‘copywriter’”. Incompleta, como todas las anteriores.

Por último, la española Maider Tomasena, una referente del mercado, plantea que “el copywriting es la habilidad de escribir de manera persuasiva cualquier tipo de texto que aparezca en tu página web para conseguir que tu cliente ideal realice una acción. No solo se trata de escribir, sino de hacerlo con una intención y un objetivo muy concretos”. Ya vamos llegando…, dice la canción.

Ahora, supongo que en este punto tendrás por curiosidad por saber qué es copywriting para mí. Bueno, no te voy a defraudar: es la creación de contenido de valor (en cualquier formato: texto, video, audio, infografía, cómic) destinado a informar, educar y nutrir a tus clientes potenciales para que realicen la acción específica que a ti te interesa, es decir, con la intención de persuadirlos”.

Por supuesto, no pretendo que sea perfecta o que todo el mundo esté conforme con ella. Es, nada más, una definición a la que llegué tras más de 35 años de trayectoria (escribiendo miles de textos periodísticos y de otros estilos) en campos diversos como el mundo del espectáculo (farándula), el deporte y, desde 2016, en el ámbito marketing. ¿Te parece si la analizamos en profundidad?

“Es la creación de contenido de valor”. ¿Qué se entiende por “contenido de valor”? Aquel que, en virtud de la información que incorpora, le aporta al receptor información o conocimiento útil, tanto para la vida como para la actividad que desempeña. “Útil”, por su parte, significa que le sirve para realizar una labor específica, avanzar en su proceso, optimizar y mejorar resultados, en fin.

La clave del “contenido de valor (útil)” es que, por un lado, proporcione la información que esa persona busca en relación con un tema determinado y, por otro, que contribuya tanto a responder sus inquietudes y derribar sus objeciones y miedos como a establecer un vínculo de confianza y credibilidad contigo. Como ves, el objetivo primario del “contenido de valor”, no es vender.

copywriting-dos-caras

“En cualquier formato”. Si bien en su primera versión el copywriting se limitaba al texto escrito, y aún hay quienes se limitan a él, en épocas de internet y tecnología multicanal se ha diversificado. Si creas un video, si publicas un pódcast, si elaboras una infografía o haces un presentación para un evento (virtual o presencial), requieres el copywriting para empoderar tu mensaje y provocar impacto.

“Destinado a informar, educar y nutrir a tus clientes potenciales”. Esta, sin duda, a mi juicio, es la clave. Y el momento de hacer una puntualización (aclaración) importante. ¿Cuál? Los dos caminos por los que nos lleva el copywriting en función del objetivo que nos trazamos con ese contenido específico. Por un lado, el copy de ventas (el tradicional); por otro, el de nutrición, la evolución.

No es el uno o el otro, porque no son polos opuestos, sino el uno y el otro, porque son distintos, pero complementarios. Depende de qué quieres conseguir. El copy de ventas es el que utilizamos para las piezas publicitarias dentro o fuera de internet: avisos, catálogos, cartas de ventas y más. Es el clásico, la herramienta más poderosa que tienen de las agencias de marketing y publicidad.

El copywriting de nutrición se refiere a los contenidos que creamos para cumplir con la tarea de darnos a conocer, ser visibles y posicionarnos en la mente de nuestros clientes potenciales. Su función es llamar su atención, despertar su curiosidad y, en virtud de un vínculo de confianza y credibilidad, promover una interacción (conversación) que derive en un intercambio de beneficios.

A través de estos contenidos persuasivos, le contamos al mercado quiénes somos, qué hacemos, por qué lo hacemos, para quién lo hacemos, cómo lo hacemos y, sobre todo, qué ofrecemos (traducción: cómo podemos ayudar a otras personas). Y establecemos autoridad a partir de testimonios de clientes antiguos y actuales para persuadirlos de que ejecuten una acción.

Y acá, otra aclaración pertinente: ese mensaje persuasivo, ese llamado a la acción, no se limita a vender, no en este estilo de copywriting. Puede ser una invitación a que se suscriba a tu lista de correo electrónico, a que vea un video, a que descargue un documento (libro), a que responda una encuesta, a que se inscriba a una clase maestra, a un curso o a un webinar. Son muchas opciones.

En este enfoque, eso que llamamos contenidos de valor actúan como un anzuelo: buscan atrapar la atención de tu cliente potencial, despertar su curiosidad y llevarlo a tus propiedades digitales. Es allí (blog, web, landing page, carta de ventas), y solo allí, donde el copywriting se diversifica: muestra sus múltiples facetas para informar, educar y, sobre todo, nutrir, que significa inspirar.

Si eres empresario, dueño de un negocio, emprendedor o un profesional independiente que vive de monetizar su conocimiento debes desarrollar la habilidad del copywriting. No para convertirte en un escritor profesional, pero sí para construir mensajes persuasivos poderosos y atractivos y, por otro lado, para dirigir la estrategia de contenidos en caso de que contrates a un profesional.

Claude Hopkins, John E. Kennedy, Robert Collier, David Ogilvy y Dan Kennedy, el principal mentor de mi amigo y mentor Álvaro Mendoza, son algunos de los copywriters más destacados de la historia. Todos y cada uno, con su estilo y prédica particular, nos enseñan la importancia de usar los superpoderes del copywriting para comunicarnos y relacionarnos con el mercado.

Bien sea que el objetivo de tu actividad, cualquiera que sea esta, se enfoque en las ventas o en la nutrición (que vale decir que incorpora la información, la educación y el entretenimiento), debes aprovechar el copywriting. Es la herramienta más poderosa y efectiva para cumplir tus objetivos, a menos que dispongas de millones de dólares (sí, millones) para hacer publicidad en gran escala.

A través del copywriting, de los mensajes persuasivos, además, logramos algo que es crucial: por un lado, humanizamos la relación, la conversación; por otro, conectamos con las emociones de las personas que reciben el mensaje. Una conexión que nos permite transferir a otros conocimiento y experiencias y, sobre todo, desarrollar sinergias que se traduzcan en grandes transformaciones.

copywriting-dos-caras
Categorías
General

La sencilla fórmula para comenzar a escribir sin complicarse

¿Por qué a los seres humanos nos encanta convertir en algo difícil lo que es fácil? O, ¿por qué somos incapaces de aprovechar en un campo el conocimiento, la experiencia y las habilidades que nos son útiles en otro? Un claro ejemplo de esto es la generación de contenido, que para muchos es un acertijo indescifrable, a pesar de que todo el tiempo creamos contenidos.

Es que no sé por dónde empezar”, “Es que a mí no se me da bien”, “Es que no tengo ese talento” o “No nací con ese don” son algunas de las excusas fáciles más frecuentes. Y todas, por supuesto, son mentiras. De esas que de tanto escucharlas, de tanto repetirlas, creemos que se transformaron en verdad, pero siguen siendo mentiras. Y no dejarán de serlo.

Nos sucede, principalmente, en las relaciones. Las de pareja, las familiares, con los amigos o en el trabajo: nos enredamos con facilidad, complicamos todo y luego, como mecanismo de defensa, asumimos el rol de víctimas o culpamos a otro o a las circunstancias. ¿El motivo? Nos dejamos llevar por las emociones, permitimos que nos desborden, y tomamos malas decisiones.

En el fondo, ¿sabes qué hay en el fondo? Miedo, físico miedo. A equivocarnos, a no conseguir la aprobación de otros, a no colmar las expectativas de otros, a dejarnos vencer por nuestras limitaciones. Inclusive, miedo a conseguir aquello que deseamos, a sabiendas de que incorpora responsabilidades, compromisos y retos. El miedo es la madre de todas las excusas, ¿lo sabías?

Cada vez que una persona se acerca a mí y me otorga el privilegio de orientarlo para que haga realidad su sueño de escribir (que no es lo mismo que ser escritor), tengo que lidiar con esos miedos, con esas excusas. Lo peor, ¿sabes qué es lo peor? Que están cerradas, que no se dan una mínima oportunidad (no lo intentan), sino que se rinden antes de dar el primer paso.

El efecto de esta decisión es que viven tanto con la duda de saber si lo habrían podido lograr, si habrían podido escribir, y con la frustración (y la culpa, sobre todo, la culpa) de rendirse sin dar la pelea. Y no solo eso: esa experiencia fallida, y dolorosa, las afecta en todos los ámbitos de la vida, es una sensación incómoda que las atormenta cuando están en una situación similar.

¿Por ejemplo? A la hora de escribir o de construir un mensaje, bien sea verbal o visual. “No puedo”, es lo primero que piensan, a sabiendas de que esa es una excusa socialmente válida. Lo irónico es que cuando les pregunto por qué cree que no pueden no tienen una respuesta, no saben qué decir. Por lo general, es porque se trata de un miedo infundado, sin sustento.

La mayoría de las personas que creen que “no pueden escribir” no lo hacen simplemente porque esperan hacerlo como profesionales, como escritores consagrados. Y claro, con esas expectativas tan altas, irreales, es imposible comenzar. Ese pánico está justificado, aunque no tiene razón de ser. De lo que se trata es de comenzar, que el resto se verá después.

No necesitas ser Egan Bernal, Primoz Roglic o Tadej Pogacar para salir a rodar en bicicleta, bien sea por ejercicio o nada más para disfrutar un paseo con los amigos. No necesitas ser Leonor Espinosa o Joan Roca, los mejores chefs del mundo, para preparar un delicios platillo y sorprender a tu familia. Puedes ser un buen ciclista recreativo o un buen cocinero de casa.

Y eso es suficiente, con eso puedes ser feliz y, lo mejor, hacer felices a los demás. Fíjate que, quizás, no eres el mejor bailarín del mundo, no eres un maestro del baile, pero aun así cuando estás en una discoteca o una fiesta, acompañado de tu pareja, te animas a saltar a la pista y disfrutar la velada. Bailas y te diviertes, vives una experiencia agradable, digna de recordar.

No necesitas ser Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Mario Benedetti o Carlos Fuentes para escribir un relato o, simplemente, un post para un blog o un informe de trabajo. Despójate de las expectativas, de las exageradas e injustificadas expectativas de “ser el mejor” y da el primer paso. Una vez estén en marcha, podrás avanzar y se disiparán tus miedos.

El “No puedo hacerlo” que esgrime la mayoría de las personas en realidad es un “No sé cómo hacerlo” o “No sé cómo empezar”. Es decir, no se trata de una incapacidad, sino de ausencia de conocimiento. Y la buena noticia, ¿sabes cuál es la buena noticia? Puedes aprender. Cualquier persona puede aprender, porque no es una ciencia, ni magia: se trata de una habilidad.

formula-escribir-sin-complicarse

Lo primero, ya lo mencioné, es comenzar con unas expectativas realistas que correspondan a tu nivel de preparación y práctica. Luego, comenzar por lo básico, por lo más sencillo, por lo fácil. Olvídate de esa costumbre de complicarlo todo, de enredarte, de poner el listón muy alto para justificarte cuando no seas capaz de superarlo. Comienza con algo que puedas controlar.

¿Eso qué quiere decir? Escribe acerca de lo más significativo que te haya sucedido hoy, en lo personal, lo laboral o lo sentimental. O del partido de fútbol que jugó tu equipo preferido. O de ese cantante que te hace vibrar con sus canciones. O de cómo la vida te llena de bendiciones a través de tus hijos. O de cómo te sientes como un niño jugando con tu perro.

No es necesario abordar temas trascendentales, ni escribir una columna de opinión o un ensayo académico. Esos déjaselos a otros. Céntrate, más bien, en aquellas pequeñas cosas que te hacen feliz, que endulzan tu vida. Y algo muy importante: escribe para ti, como si nadie más lo fuese a leer. ¿Por qué? Porque así evitas caer en la trampa de las benditas expectativas.

Tu relato (escrito) debe ser emocionante, que no significa que sea una aventura, sino que incorpore emociones. ¿Cómo te sentiste? ¿Qué fue lo que más te impactó? ¿Alguna vez te habías sentido así? ¿Cuál fue tu reacción? Emociones. A través de ellas puedes conectar con otros, puedes conseguir que otros se identifiquen con experiencias similares a la tuya.

Y en virtud de esa identificación surge la empatía, que es un poderoso vínculo emocional que nos permite compartir lo que somos, lo que sabemos y lo que sentimos con otras personas. Aunque no las conozcamos. Esa es la verdadera magia de un mensaje poderoso: no permite construir puentes con personas ajenas a nuestro entorno y vivir nuevas experiencias.

Tu relato (escrito), además, debe incorporar una lección, un aprendizaje. A mí, en particular, me gusta hablar de moraleja. ¿Por qué? Porque la moraleja está asociada a recuerdos felices, de cuando éramos niños y nos leían cuentos, de cuando el abuelo nos contaba historias. En cambio, las lecciones y los aprendizajes están asociados a temas más formales, no siempre positivos.

La moraleja es aquello que aprendiste de esa experiencia, algo que te servirá para próximas ocasiones y que desconocías o habías pasado por alto. Cuanto más simple sea la moraleja, mejor, porque cualquier persona puede sacarle provecho. “Aprendí que es importante escuchar a la otra persona antes de emitir un juicio o descalificarla”, por ejemplo.

Emociones y moraleja, dos ingredientes indispensables de tu relato (escrito). Pero, quizás, aún te atormenta aquella pregunta, ¿por dónde comenzar? Un dato, una idea, un sentimiento. Uno y solo uno. “Fue la primera vez que…”, “Jamás había sentido algo parecido”, “Me sorprendió el tono conciliador de su mensaje”, “Me encantó escuchar esas palabras de boca de mi pareja”

Procura que ese dato, idea, sentimiento o pensamiento sean lo suficientemente atractivos y/o curiosos para atrapar la atención de tu lector. Pero, por favor, no te compliques: elige lo fácil, lo común, lo que te permita conectar con más personas, identificarte con más personas. Es decir, que sean muchas las personas que vivieron algo parecido y quieren conocer tu experiencia.

Nadie nació aprendido es una premisa que se aplica a todas las actividades de la vida. Y, por otro lado, el ser humano está en capacidad de aprenderlo todo, lo que quiera o, de otra manera, de desarrollar cualquier habilidad. Como la de escribir, por ejemplo. Comienza por un dato (idea, sentimiento o pensamiento), agrega emociones y termina con la moraleja.

No te vas a ganar el Nobel de Literatura, te lo aseguro, ni un Premio Pulitzer. No importa, porque de eso no se trata. De lo que se trata es de que te des permiso de aprovechar y de disfrutar el privilegio que la vida te concede de escribir y compartir lo que sabes y lo que eres. Tu mensaje, créeme, puede ser justamente ese toque divinoque otra persona anhela.

formula-escribir-sin-complicarse
Categorías
General

5 graves errores por los que tu contenido no conecta con la audiencia

Un día como hoy, un día cualquiera, se publican más de 6,8 millones de entradas de blogs, según el portal especializado InternetLiveStats.com. Una cifra que se incrementa si tomamos en cuenta las informaciones, millones de artículos, que se suben en las páginas web de los medios de comunicación o de empresas. Muchos de ellos, sin embargo, pasan inadvertidos.

La mayoría, de hecho. ¿La razón? Porque no son páginas visibles y posicionadas, porque sus gestores no se han preocupado por crear una comunidad y, en especial, porque se trata de mensajes vacíos. ¿Eso qué quiere decir? Solo venta-venta-venta o, de otra forma, retórica que en últimas no es más que llover sobre mojado: lo mismo de siempre o el penoso copy+paste.

Si sigues con atención mis publicaciones, sabrás que promulgo que cualquier profesional, que cualquier persona que acredite conocimiento y experiencia en un campo específico, debería tener un blog. No hacerlo es perderte la diversión, la oportunidad de interactuar con quienes valoran y aprecian tus contenidos, con quienes reciben con beneplácito el valor que aportas.

Además, y solo por esta razón todos deberíamos publicar un blog, es un camino expedito al aprendizaje continuo. No basta con dar tu opinión sobre un tema, no basta con exponer tu autoridad sobre un tema; se requiere aprendizaje continuo para estar en capacidad de aportar valor, de ofrecer a quienes reciben tu contenido algo que, de lejos, no sea más de lo mismo.

Por esto último, precisamente, es que tantos de esos más de 6,8 millones de post publicados cada día prácticamente pasan inéditos: son más de lo mismo. Si le haces una consulta de un tema popular a Mr. Google, te darás cuenta de que un buen contenido se replica una y otra vez, como por arte de magia. La verdad es que algunos lo copian y replican sin sonrojarse.

Ahora, por otro lado, en relación con los contenidos que encontramos en internet hay una gran cantidad de novelas, mitos y falsedades. Lo triste es que muchas son verdades sentadas sobre piedra por cuenta de la repetición. Una práctica abusiva que alzó vuelo con rapidez y que se popularizó. Por eso, encontrar buen contenido es como buscar una aguja en un pajar.

Eso, por supuesto, no puede desanimarnos, no debe desanimarnos, a quienes producimos contenido legal, propio, nuevo y novedoso. Más bien, a mi juicio, es un aliciente, un reto. Y, por si no lo sabías, me encantan los retos, en especial los que están precedidos por un “No creo que seas capaz de lograrlo”. Quienes me conocen pueden dar fe de que eso no es un obstáculo para mí.

Y tampoco debería serlo para ti, si te entusiasma la idea de escribir, si tienes vocación de servicio y, sobre todo, si quieres compartir con otros tu conocimiento, tus experiencias. Hoy, quizás lo sabes, internet y la tecnología nos brindan el privilegio de comunicarle al mundo aquello que la vida nos permitió atesorar y, lo mejor, que sea de utilidad para más personas.

El problema, ¿sabes cuál es el problema? Que muchos de los que comienzan un blog tiran la toalla al poco tiempo. ¿La razón? No logran conectar con una audiencia o, dicho de otra forma, no encuentran eco a sus publicaciones, es decir, nadie los lee. Y es desolador, sin duda, lo sé porque lo he experimentado. Pero, por fortuna, también conozco la otra cara de la moneda.

¿Cuál es? La de comprobar que tus textos son bien recibidos, que gustan por la calidad de la escritura y que son agradecidos por los lectores. Si no lo has vivido, te cuento que la respuesta positiva a un texto que trabajaste con profesionalismo, al que le pusiste cariño y pasión, tocó las fibras sensible de alguien, de al menos una persona, es una sensación indescriptible.

En especial, cuando esa retroalimentación proviene de alguien que no te conoce, que no tiene vínculo alguno contigo. ¿Por qué? Porque tus padres, tus abuelos y tus amigos siempre te dirán que les encanta lo que escribes; ellos no son un buen termómetro. Lo maravilloso de internet es que los lectores se toman la molestia de dejar un comentario cuando algo les gusta.

Lo importante es que entiendas que se trata de un proceso en el que comienzas de cero. Inclusive, si ya escribías antes, si eras conocido, si eras un profesional, como en mi caso. Las audiencias de internet son nuevas, se renuevan constantemente y, por eso, lo que haces cada día es valioso. La clave, por supuesto, está en no repetir los errores más comunes del mercado.

errores-no-conecta-audiencia

¿Cuáles? Los siguientes son los cinco más graves y frecuentes:

1.- Escribir para cualquiera.
Tu lector no es ‘cualquiera’. La primera clave para conectar con otra persona es que ella sienta que ese texto, ese contenido, fue creado especialmente para ella. Como si fuera la única persona del planeta. Uno de los errores más comunes, sobre todo cuando no se ha desarrollado el hábito de la escritura, es creer que tus textos son para todo el mundo.

Cuando te sientes frente al computador a escribir, has de cuenta que la pantalla es una persona, una sola: tu pareja, un amigo, tu padre, no importa. Una sola. Y escribe como si le hablaras a esa persona, como si fuera una charla de amigos. Por la magia de la identificación, si el contenido es de valor vas a ver cómo más personas se sentirán aludidas, conectadas.

2.- Escribir para ti mismo.
El tema del ego es bien complicado en este ámbito de los periodistas y escritores. Creen que son el centro del mundo, o que el mundo gira a su alrededor. Y no es así, por supuesto. La más clara manifestación de esta equivocación es que escriben para sí mismos, sobre los temas que les gustan a ellos, para decir lo que ellos quieren escuchar, para regocijo propio y de su ego.

Escribe para que te lea cualquiera, para que te entienda cualquiera: un niño de 5 años o un adulto mayor; una persona con maestría o posgrado o una que acaso terminó la primaria. Si logras este objetivo, recibirás increíbles recompensas de esos lectores anónimos a los que les tocaste las fibras emocionales con tu contenido. Esa, créeme, es una experiencia maravillosa.

3.- Escribir para (como) ‘expertos’.
Otro vicio proveniente de la academia, de las altas esferas empresariales y, tristemente, del periodismo. Los locutores y comentaristas deportivos son el mejor ejemplo de este grave error: se inventan términos, utilizan palabras con significados distintos y, además, se creen muy cultos. La verdad es que solo hacen el ridículo y a largo plazo se tornan insoportables.

De nuevo: escribe para que te entienda el niño o el adulto mayor, el letrado o el que tiene poco conocimiento. Cuanto más sencillo sea tu lenguaje, mejor. Cuanto más cálido, mejor. Cuanto más fácil de entender, mejor. Las palabras rebuscadas generan distancia, son paredes que se interponen en la comunicación, que la traban, la interrumpen. ¡Elimínalas!

4.- Escribir para ‘vender’.
¿Sabes cuál es el resultado más común cuando todos tus textos se enfocan en vender? ¡NO vendes! ¿Por qué? Porque a los seres humanos, a todos, nos encanta comprar, pero todos, absolutamente todos, odiamos que nos vendan. Además, en internet te topas con algunos tipos que son verdaderamente agresivos, y hasta abusivos, como si nuestra vida dependiera de ellos.

Y no es así, por supuesto. La venta es una consecuencia. ¿De qué? De tus acciones y decisiones y, también, del tono de tus mensajes. Preocúpate por persuadir, que implica educar y nutrir, y las ventas llegarán. La ‘venta forzada’ es una especie en vías de extinción: lo que se impone hoy en marketing es brindar valor. Cuanto más valor aportes, más fácil será vender.

5.- Escribir sin estrategia.
Tan grave como que tu única estrategia sea vender. Quizás te sorprenda saber que la mayoría de las personas se conecta a internet por dos motivos: busca entretenimiento o necesita información. Entretenimiento para escapar de la dura realidad, de la aburridora rutina, de los ambientes laborales tóxicos, de los problemas personales, en fin. Busca un oasis de paz.

Así mismo, busca información acerca de aquello que lo afecta, por un lado, o que le agrada, por otro. En otras palabras, requiere soluciones a sus problemas o alimento para sus pasiones. Planifica, estudia a tu lector, conoce cuáles son sus gustos e intereses, interactúa con él y dale lo que busca y, además, lo que necesita, que, valga mencionarlo, no siempre es lo mismo.

Tú eliges qué camino recorrer: el de tantos otros que son prácticamente invisibles, que no conectan con las audiencias porque son más de lo mismo. O, más bien, una propuesta de valor novedosa, interesante y atractiva. Créeme: dentro de ti, producto de tu conocimiento, de tus experiencias, de tu historia, hay un mensaje poderoso que otros necesitan. ¡Compártelo!

errores-no-conecta-audiencia
Categorías
General

5 errores comunes a la hora de contar la historia de tu vida

A los seres humanos, a todos, nos encanta hablar de nosotros mismos. Lo hacemos todo el tiempo con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo e inclusive con personas a las que acabamos de conocer. Sin embargo, hay ámbitos o momentos de la vida en los que es necesario hablar de nosotros e, irónicamente, no somos capaces de hacerlo o lo hacemos mal.

Nos bloqueamos, no sabemos qué información revelar o, lo peor, intentamos crear una imagen de perfecciónque, por supuesto, no es creíble. Entonces, elegimos el camino más equivocado: ofrecer una imagen que no es real o que más adelante, en alguna de las curvas del camino, nos puede causar un perjuicio. Ese, créeme, es un lujo que no podemos permitirnos.

Hace años, en el siglo pasado, en el ámbito laboral las personas valíamos tanto como nuestro currículum. Lo que estaba consignado allí era lo que en realidad nos daba valor y era el principal (o único) factor para elegirnos. Desde niños, nos enseñaban a forjar una hoja de vida que fuera llamativa, una que tuviera muchas arandelas: cargos, distinciones, reconocimientos.

Cuantas más arandelas tuviera tu currículum, mucho mejor: ¡eras el candidato ideal! Sin embargo, esto cambió con el tiempo porque las empresas se dieron cuenta (tarde, pero lo hicieron), de que este era un esquema perverso. Lamentablemente, este mal no fue erradicado, sigue vigente de manera velada, por debajo de la mesa. Es la triste realidad.

En el mundo de los negocios, especialmente ahora que internet nos da facilidades a todos, que nos permite competir en el mercado sin necesidad de ser una gran marca o disponer de un presupuesto elevado, el “cuánto tienes, cuánto vales” se ha convertido en la mejor carta de presentación. El resultado es que el mercado se llenó de esos que llamamos los vendehúmo.

Que son los que se dedican a engañar, los que lanzan atractivas promesas que no cumplen, los que te venden, no te brindan acompañamiento y se olvidan de ti. Los que se promocionan como la última Coca-Cola del desierto, con miles de seguidores en redes sociales y gordas cuentas bancarias y presumen en redes sociales de lujos, de una vida de ensueño.

La verdad, cruda y dolorosa, es que no puedes creer todo lo que ves en internet, todo lo que dicen en internet. Por desgracia, un efecto colateral de la revolución tecnológica es que hay zonas vedadas, de altísimo riesgo, en la red. Zonas que son dominadas por los vendehúmo, por los artistas del engaño, por aquellos que son hábiles para quedarse con tu dinero.

El problema, porque siempre hay un problema, es que pagamos justos por pecadores. Aunque tú seas honesto, aunque cumplas tus promesas, aunque ayudes a otros, aunque tu vocación de servicio sea genuina, pagamos justos por pecadores. ¿Eso qué quiere decir? Que para muchas personas, todos los que estamos en internet somos lo mismo, estamos cortados por la misma tijera.

Como dicen las mujeres, “todos los hombres son iguales”. Y no es así, por supuesto. Sin embargo, todos tenemos que exhibir credenciales creíbles, debemos demostrar que, a pesar de que tenemos una trayectoria importante, no somos más de lo mismo, no somos otros de los detestables vendehúmo. ¿Cómo hacerlo? Hay que aprovechar el poder de la historia personal.

La mayoría de las personas cree que basta con hablar de su producto o servicio, de su negocio, de cuánto factura, del auto o la casa que poseen, de los viajes que disfruta o de lo ya dicho: los seguidores en redes sociales, que ya sabemos que son un cero a la izquierda. La realidad es que la gente ya aprendió, muchos ya no comen cuento y eso les entra por un oído y les sale por el otro.

Además, y esta es una razón muy poderosa que los vendehúmo omiten, lo que la gente quiere hoy es conectar con personas reales, con personas genuinas que honestamente les puedan dar una mano. Que más allá de un bonito discurso tienen la capacidad de generar un impacto positivo en su vida, las pueden guiar en ese camino de la transformación, del rediseño de su vida.

la-historia-de-tu-vida

Para que esa puerta se abra, sin embargo, es necesario que primero exista un vínculo de confianza y credibilidad. Hay que derribar los altos y gruesos muros de las objeciones del mercado, la desconfianza, el miedo a ser engañados, el temor a dar con un vendehúmo. Un vínculo que debe ser fuerte, resistente a las dudas, blindado contra las múltiples amenazas.

El camino más seguro, que no es el más corto, ni uno de esos riesgosos atajos, es contar u historia de vida. Cuando las personas saben lo que has vivido, las dificultades que superaste, los aprendizajes obtenidos de tus errores y tus logros, es posible establecer una conexión. Tu historia de vida es la que te permite humanizar la relación para inspirar a otras personas.

¿Qué hacer; entonces? ¿Cómo conseguirlo? A continuación, te expondré los cinco errores más comunes (y más graves) que se cometen a la hora de presentante ante el mercado. Sobre todo, cuando se trata de una audiencia fría, es decir, personas que no te conocen, que no saben qué haces, a qué te dedicas y que no entienden cómo o por qué quieres ayudarlas:

1.- El egocentrismo.
Asúmelo: a nadie, absolutamente a nadie, le interesas tú. Lo que el mercado quiere de ti es lo que tú puedes hacer por esas personas, cómo puedes ayudarlas con tu conocimiento y, en especial, los resultados que puedes ofrecerles. Hablar de ti, solo de ti, no te dará la posibilidad de conectar con esas personas; más bien, provocará el efecto contrario: las ahuyentarás.

2.- Títulos y cargos.
A nadie le interesan, tampoco. Que tú hayas sido jefe, dueño o CEO de tal o cual empresa o negocio no les garantiza a esas personas que tú las puedes ayudar. Si enfocas tu mensaje en los títulos y los cargos que ocupaste lo que haces es establecer barreras, alejarte de tu audiencia. Recuerda: esos argumentos quedaron anclados en el pasado, en el siglo pasado.

3.- Tu producto y el precio.
Lo que ofreces es importante, por supuesto, pero no es lo que el mercado busca. ¿Qué busca, entonces? Los resultados que produce aquello que ofreces, esa transformación con la que esas personas sueñan. Y el precio, ¡ni se te ocurra competir por precio! Sería el peor error de tu vida. Enfócate en los beneficios de lo que ofreces, en cómo estos les mejorarán su vida.

4.- Tus ‘proezas’.
Esas, déjalas para los relatos a tus nietos cuando disfrutes las mieles del retiro, en la vejez. Son un logro del que seguramente te enorgulleces (y está bien), pero para las personas a las que puedes ayudar no dicen nada. Son parte de tu pasado, un período ya no volverá no tiene sentido que intentes vivir de él. Tu prioridad son esas personas a las que puedes ayudar.

5.- La competencia.
A tu pareja actual, no le hables de tus exnovias. Esta es una premisa que se aplica al mundo de los negocios, especialmente en el caso de tu historia de vida. Si te dedicas a hablar de otros, de tu competencia, lo único que conseguirás será que tu audiencia pose tu atención en esos otros, en tu competencia, y tu mensaje perderá poder. La prioridad es tu cliente, recuérdalo.

La historia de tu vida es la herramienta más poderosa de que dispones para conectar con el mercado, con todas y cada una de las personas a las que puedes ayudar con tu conocimiento y tus experiencias. No la desaproveches, no la utilices mal, porque quizás tengas una y solo una oportunidad para abrir las puertas de la vida de aquellos que ansían lo que les vas a ofrecer.

Lo que sabes, lo que has experimentado y lo que tienes carece de valor si no lo pones al servicio de otros que puedan necesitarlo. Por eso, justamente por eso, tu historia de vida es, debería ser, la primera fuente de inspiración: que luego de escucharla, esas personas no puedan resistir el deseo de ser como tú, de abrir las puertas de su vida para que tú entres.

la-historia-de-tu-vida
Categorías
General

Derribar objeciones, otro uso poderoso (y necesario) del ‘copywriting’

“Escribe para vender”. Esta es una frase que se dice fácil, pero no es cierta en el sentido que no es una fórmula, ni causa-efecto. De hecho, mi opinión es que prácticamente es una mentira. ¿Por qué? Porque lo que vende no es el copy, no son los textos, sino la calidad del marketing que estás en capacidad de hacer tras bambalinas, es decir, el trabajo silencioso que el mercado no ve.

Nos dicen que hay palabras que venden, pero no es así. Si así fuera, todos utilizaríamos esas palabras y todos venderíamos. Y, por supuesto, no es lo que sucede. Además, cuando todos usan las mismas palabras, las mismas estrategias, estas pierden poder, se vuelven predecibles y, entonces, el prospecto ya no muerde el anzuelo. Por eso, debes tener cuidado con esto.

Tú puedes contratar al mejor copywriter del mundo y pagarle una fortuna, pero difícilmente venderás solo por esto. Primero, si el producto o servicio que ofreces no soluciona la necesidad de las personas a las que te diriges, no venderás. Segundo, si el mensaje no es el adecuado o, de otra forma, no llega a las personas que lo necesitan, no venderás. ¿Entiendes?

Ahora, aunque tu producto sea la solución real a esa necesidad, aunque el mensaje les llegue a las personas que sufren ese dolor, no venderás si no están listas para comprar. Aunque intentes forzar la venta con esas dizque fórmulas perfectas de copy, no venderás. Esas personas solo comprarán cuando estén listas, cuando ya no haya objeciones en el camino.

Y a este tema, el de las objeciones, me voy a referir en esta nota. Porque, y esta es otra de las mentiras fáciles que nos dicen, el fin del copywriting no es vender. O, en otras palabras, no es el único objetivo. Hay otros muy importantes que, además, determinan la venta. Por ejemplo, textos de confianza y credibilidad, de posicionamiento, de visibilidad, de educación y de nutrición.

Si no te ven, no te compran. Si no saben quién eres, qué haces y qué ofreces, no te compran. Si no sabes qué te hace diferente y mejor de la competencia, no te compran. Si no estableces un vínculo de confianza y credibilidad, no te compran. Si no das algo gratuito antes de intentar una venta, no te compran. Esa, te guste o no, es la realidad del mercado, así es como funciona.

El mejor ejemplo de lo que te expongo es mi buen amigo y mentor Álvaro Mendoza. Él comenzó a hacer negocios en internet por allá a finales de los años 90, cuando internet era muy distinto a lo que conocemos hoy. De hecho, no había Google, ni redes sociales, ni wifi, ni aplicaciones de mensajería instantánea y tampoco había videos o transmisiones en línea.

Era la época de los cavernícolas de internet. El único formato posible era el texto y más allá del email marketing no había muchas más herramientas de contacto con el mercado. Y aunque los blogs existían desde 1984, fue en los años 2000, con la aparición de Blogger, cuando Google creó esta plataforma gratuita que permitió que muchas personas publicaran en internet.

En esas precarias condiciones, entonces, ¿qué hizo Álvaro para darse a conocer, posicionarse, generar confianza y credibilidad y ser la mejor propuesta del mercado? Creó un blog y se dedicó a publicar contenido. Son más de dos décadas dedicado a esta tarea y no en vano su blog MercadeoGlobal.com es un referente del mercado y su mejor carta de presentación.

El mercado lo reconoce como el mayor generador de contenido gratuito y el emprendedor que más valor aporta con sus publicaciones. Contenido que nutre, que educa, que entretiene, que fideliza. Y, también, de manera muy importante, un contenido destinado a derribar objeciones habituales de quienes apenas se suman al universo digital y tienen muchas prevenciones.

CGCopywriter

¿Cuáles son las objeciones más comunes que puede derribar con contenido? Veamos:

1.- La falta de tiempo.
Es una excusa fácil, socialmente aceptada para justificar los miedos, la indecisión o la falta de conocimiento. Si este fuera un problema real, entonces, ¿cómo otras personas sí pueden?, ¿cómo otros sí consiguen cristalizar sus sueños?, ¿cómo otros sí son exitosos y felices? La gestión del tiempo es una habilidad que cualquier persona puede aprender y desarrollar.

Es una cuestión de organizarse, de fijar prioridades y de tomar decisiones sin miedo. También, de entender que no lo puedes hacer todo, lo que significa que necesitas delegar algunas de las tareas en miembros de tu equipo de trabajo o, en su defecto, contratar a un profesional externo. Si en verdad es lo que quieres, si sientes pasión por eso, SIEMPRE habrá tiempo.

2.- La falta de dinero.
Otra excusa que, aunque sea muy popular, no es cierta. De hecho, puedes comenzar a hacer negocios en internet de manera gratuita porque hay muchas herramientas y recursos que no te cuestan un centavo. Y tampoco tienes que empezar con las mejores herramientas, que por lo general te exigen una inversión. El “no tengo dinero” es en verdad una cortina de humo.

WordPress es gratis. Las redes sociales son gratis (si no haces publicidad). Clubhouse es gratis. YouTube es gratis. Hay plataformas de pódcast que son gratis. Hay autorresponderores gratis. Y, por si todo esto fuera poco, hay abundante conocimiento de calidad gratis. Por supuesto, sería un grave error asumir que vas a montar un negocio millonario si no invierte un centavo.

3.- La desconfianza.
“Es que en internet hay mucho engaño, mucho vendehúmo”. Sí, es cierto, tristemente es cierto. Sin embargo, también hay mucha gente buena (la mayoría), personas capacitadas, generosas y dispuestas a compartir contigo su conocimiento, sus experiencias y lo que aprendieron de sus errores. Depende de ti cuál eliges, porque además en la web no hay nada oculto, todo se sabe.

Por eso, justamente por eso, debes publicar contenido que genere confianza y credibilidad, que le diga al mercado cuáles son tus credenciales (no tus títulos académicos o cargos) y por qué debería elegirte a si por encima de cualquier alternativa del mercado. Y, no lo olvides, una vez esa persona te compra tienes que seguir nutriéndola y educándola con contenido de valor.

4.- La indecisión.
“No sé si eso es para mí” o “No sé si es lo que necesito” son algunas de las frases más comunes. Cuando una persona llega al punto de tramitar la compra, cuando llega al carrito de compra y abandona, es porque todavía no derribaste todas sus objeciones. Quizás porque forzaste el proceso y te anticipaste el hacer la oferta, quizás porque todavía no es consciente del dolor.

Quizás porque no tiene los argumentos necesarios para identificarte como la solución que requiere, quizás porque no percibe los beneficios que recibirá y sigue pensando en función del precio. Puedes publicar contenido relacionado con una garantía de devolución, con un período de prueba, con los resultados que acreditas (testimonios de clientes satisfechos), con más valor.

Como ves, si te comes aquel cuento de que el copywriting es para vender, la puedes pasar muy mal. El copywritinges una técnica muy generosa, muy amplia y muy flexible que no se limita a vender. Ten cuidado, que no te engañen. Si te comes aquel cuento, además, perderás los múltiples beneficios y resultados a largo plazo que una estrategia de copywriting te ofrece.

Un buen contenido, que parte del detallado conocimiento de las necesidades y aspiraciones de tus avatares, siempre es necesario. Aunque seas una empresa grande, aunque lleves años en el mercado, aunque tengas muchos clientes. Si no haces uso de los poderes que te ofrece el copywriting, muy pronto tocarás tu techo y no podrás conectar con buenos clientes. Ah, y claro, no venderás.

CGCopywriter
Categorías
General

Si no impactas, ni vendes, quizás cometes estos 4 errores con tu mensaje

“¿Por qué?”. Esa es la pregunta que atormenta a la mayoría de las personas que tienen un negocio dentro o fuera de internet y que no obtienen buenos resultados. En otras palabras, no venden. El problema, porque siempre hay un problema, es que no saben por qué. “Tengo un buen producto, puse en marcha las estrategias de marketing, cumplí paso a paso con lo que se debe hacer”, dicen.

Sin embargo, el resultado es el mismo: no venden. Y, cuando no vendes, es muy fácil perder el control y esto se traduce, por lo general, en tomar malas decisiones, decisiones precipitadas y, además, basadas en las emociones (que son malas consejeras). Lo peor es que esta ansiedad se manifiesta en una obsesión por vender, en intentar forzar la venta, en vender a cualquier precio.

Perder el control provoca también que no veas lo que es obvio, así esté frente a tus ojos. Cuando no venden, la mayoría de los emprendedores se vuelcan hacia sus estrategias, en especial al embudo de ventas a tratar de descubrir qué es lo que no funciona. Y le dan mil y una vueltas sin poder encontrar la falla, prueba por aquí y por allá y, a pesar de todo, no consiguen resultados.

¿Por qué? Hay muchos expertos que te pueden enseñar a crear un embudo de ventas, a diseñar tus estrategias de marketing, pero hay pocos, muy pocos, que estén en capacidad de ir tan profundo para decirte la verdad, para revelarte el motivo de tu problema. ¿A qué me refiero? A que hay una razón de mucho peso por la cual el mercado no te compra, y pocos la consideran.

Se trata del mensaje que le transmites al mercado. Seth Godin, el autor de La vaca púrpura y otros sensacionales libros, afirma que “el único marketing que existe es el marketing de contenidos”. Es una frase muy bonita, pero hay que tomarla con pinzas para no caer en el error de interpretarla mal o de tomarla literalmente. Sin embargo, encierra la clave del éxito y del fracaso en marketing.

¿Por qué? Porque hoy hacer marketing o hacer negocios consiste, fundamentalmente, en establecer una relación a largo plazo con el mercado. Una relación que debe estar basada en la confianza y en la credibilidad y esto solo se logra cuando puedes entablar una conversación con todos y cada uno de tus clientes, cuando transmites un mensaje poderoso que genere empatía.

Aquella épocas en las cuales hacer negocios consistía en vender quedaron enterradas en el pasado, en el siglo pasado. Ahora, la venta es la consecuencia lógica de tus acciones y de tus decisiones, de tus estrategias y, en especial, de tu capacidad para conectar con el mercado. Y esto de conectar con el mercado significa, fundamentalmente, transmitir un mensaje de impacto.

La clave radica en entender que el concepto de vender cambió con el tiempo y, sobre todo, con la nueva cultura producto de la revolución digital. Antes, en el pasado, en el siglo pasado, vender era sinónimo de obligar, de forzar, pero ya no es así. Tan pronto intentas forzar la venta, cuando la quieres acelerar, el resultado que vas a obtener, en el 99 por ciento de los casos, es el rechazo.

Vender, en el nuevo escenario, significa persuadir, es decir, motivar una acción voluntaria por parte de una persona. Persuadir, según el Diccionario de la Lengua Española, significa “Inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo”. Salvo el término obligar, que debería ser sustituido por convencer, me parece que esta es una definición muy clara y poderosa.

Se persuade a través del ejemplo, de inspirar, de cautivar, de servir como modelo. La venta de antes, la que era obligada, incorpora una dosis, a veces alta, de resistencia. Lo compras porque no hay más alternativa, porque no es costoso, porque era el único producto disponible. En este caso, siempre hay un equis porcentaje de insatisfacción, porque no era justo lo que deseabas.

A través de la persuasión, mientras, se derriban objeciones, se bloquean los miedos, se superan los obstáculos y, lo más importante, se crea el entorno empático necesario para generar confianza y credibilidad. A través de la persuasión, puedes conseguir que otra persona, de manera voluntaria (que no necesariamente es consciente), ejecute la acción que le pides, aunque no sea comprar.

Porque, y esto es algo que muchos emprendedores olvidan o pasan por alto, hacer marketing no significa exclusivamente vender. Hay otras acciones que también son valiosas: que se registre en tu base de datos (fundamental), que descargue un archivo (documento, audio, video), que acuda a un webinar, que responda una encuesta, que se inscriba a un evento, en fin. No es solo vender.

CGCopywriter

Cuando te enfocas única y exclusivamente en la venta, lo más probable es que tu mensaje no sea el adecuado. Dependerá, específicamente, del punto del proceso en el que se encuentre la persona que lo recibe: si es un prospecto frío, alguien que no te conoce, que no te ha comprado, que aún no confía en ti, un mensaje enfocado en la venta lo ahuyentará, resultará intrusivo.

Y este es fondo del asunto: cuando no obtienes resultados, cuando no vendes, cuando no logras que el mercado te preste atención, lo más seguro es que el problema no esté en tu marketing, en tus estrategias o en tu producto o servicio. ¿Entonces? En el mensaje, en la forma en que te comunicas con el mercado, probablemente porque cometes alguno de estos graves errores:

1.- Abusas (te concentras) del YO. Convencidos de que es el camino para alcanzar el éxito exprés, muchos emprendedores se dedican a hablar de sí mismos, de sus hazañas, de sus títulos o del monto de su cuenta bancaria, pero eso a nadie le importa. Lo que las personas necesitan saber es si estás en capacidad de ayudarlas, cómo lo harás y, en especial, cuál será el resultado de tus acciones.

Olvídate de hablar de ti porque el ego es uno de los obstáculos más difíciles de superar en el marketing. Enfócate en lo que puedes hacer por tus clientes, por las personas a las que les llega tu mensaje. Preocúpate porque tu mensaje, sea cual sea el formato y el canal que elijas para transmitirlo, sea poderoso, esté lleno de valor y aporte algo positivo a quien lo recibe.

2.- El síndrome del experto. ¿Sabes a qué me refiero? A construir mensajes que la mayoría de las personas no entienden. Dicho en otras palabras, mensajes enfocados en los expertos, mensajes cargados de palabras rebuscadas, excesivamente técnicas o adornados con frases rimbombantes que poco o nada dicen. Es, claramente, el caso de los vendehúmo, hábiles en el arte de engrupir.

Cuanto más directo, sencillo y ameno sea tu mensaje, mucho mejor. No solo porque lo entenderá cualquiera, sino porque habrá menos posibilidad de confusión. Esa es una de las razones por las cuales estoy al mil por ciento en contra de las tales plantillas: no solo le cortan las alas a tu imaginación, a tu creatividad, sino que solo te brindan frases hechas, mensajes sin impacto.

3.- Te diriges a todos (y a ninguno). Este problema se origina, principalmente, en que no sabes con exactitud quién es tu cliente ideal, cómo es tu cliente ideal. O, por otro lado, porque estás convencido de que tu producto o servicio es la panacea y le sirve a todo el mundo para solucionar todos los problemas, y no es así. La clave del éxito en el marketing radica en ser precisos, específicos.

Si vas a la farmacia y preguntas por una medicamento para acabar con el dolor estomacal y el dependiente te ofrece uno que, según él, también te ayuda para combatir el reflujo, el dolor de las articulaciones y el mareo, ¿lo comprarías? Seguramente, no. ¿Por qué? Porque dudarías de esas características milagrosas. Lo mismo ocurre con tu mensaje cuando no es preciso, ni específico.

4.- Te centras en las características. Este es uno de los errores más comunes y más costosos. A tu cliente, a la persona que recibe tu mensaje, no le interesa de qué está hecho tu producto, o cuántas páginas tiene tu libro o si el material es resistente al agua. Nada de eso solucionará su problema, nada de eso acabará con su dolor. En vez de características, resalta los beneficios.

¿Eso qué quiere decir? Enfócate en transmitir los beneficios que tu cliente va a recibir, en transmitir de manera clara y precisa cómo cambiará su vida para bien si compra lo que le ofreces. La clave está en el poder de transformación de tu producto o servicio, que en últimas es lo que esa persona necesita. Las características apuntan a lo racional y los beneficios, a lo emocional.

“El único marketing que existe es el marketing de contenidos”, dice Seth Godin. No puedo asegurar que esa premisa sea completamente cierta, pero la experiencia me ha enseñado que estás más cerca de alcanzar el éxito, de lograr tus objetivos, si transmites un mensaje poderoso, positivo, constructivo e inspirador. Un mensaje persuasivo que convenza a través de los beneficios.

CGCopywriter